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Las compensaciones que recibimos en el camino de la vida por Destinova

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Notas del capitulo:

Los veo abajo

–Finalmente ha sucedido ¿no es genial? –le hablaba Naruto a la tumba de Jiraiya, dando la espalda como si le estuviera mostrando las letras inscritas en su traje ceremonial–. Es tan increíble que no puedo dejar de pensar que solo estoy soñando… aunque ya me he pellizcado varias veces para cerciorarme de que no es así dattebayo –hizo ademán de lo dicho en una de sus mejillas, y procedió a sentarse en el piso con las piernas cruzadas–. Me hubiera gustado que estuvieras ahí para verlo, así como Neji, Asuma sensei y el Tercero…  –la irremediable sombra de la tristeza asomó en su rostro–. ¿Sabes? Me pregunto qué diría el viejo acerca de que el niño travieso que tantos problemas le causó se ha convertido en el Séptimo hokage –sonrió con un deje de nostalgia, perdiéndose por un momento en aquellos lejanos recuerdos–. Por supuesto también hubiera sido fantástico contar con la presencia de mis padres, pero ya sabemos las circunstancias por las que no fue posible, y por eso mismo es que quiero contribuir a que ningún niño tenga que volver a pasar por lo que viví no solamente yo, sino otros tantos chicos aquí y en otros lugares del mundo, aunque sé que será un trabajo realmente arduo. En ese aspecto Sasuke piensa que los humanos somos de naturaleza destructiva, y que por eso estamos destinados a cometer los mismos errores tarde o temprano, ya sabes que no suele ser muy alegre que digamos –puso una mano cerca de su boca como para dar cierta confidencialidad–, pero a pesar de eso él confía plenamente en mí, lo cual me motiva y anima mucho, así que de lo que estoy totalmente seguro es de que voy a dar todo de mí para ser el mejor hokage de todos los tiempos, ¡dattebayo!, sin ofender, papá, viejo… –murmuró lo último con una pequeña reverencia.

Mientras el rubio pasaba unos momentos con los que ya no estaban, Sakura se había encargado de “raptar” a Sasuke por un rato, y fue así como ambos se encontraban, junto con Ino, en la terraza de una amena cafetería, degustando una taza de té y algunos bocadillos, en una mesa cubierta con una gran sombrilla. Al principio de la reunión todo fueron preguntas de las chicas hacia el portador del sharingan, acerca de cómo habían estado sus viajes y cosas por el estilo, sin faltar como tema principal el gran acontecimiento del día, y la fiesta que habría más tarde en honor a Naruto. De hecho, desde donde estaban podían ver a decenas de trabajadores ir y venir para terminar de equipar y adecuar el lugar designado para dicho evento. Cuando se encontraron hablando y riendo de cosas triviales, Sasuke se limitó a asentir esporádicamente, siendo casi como si estuviera excluido de la charla, desde luego no con intención, solo que ese tipo de convivencia tan informal era algo que no se le daba del todo bien con alguien que no fuera Naruto. Sin embargo, a pesar de ello realmente no se sentía incómodo tal cual, dado que se trataba de su amiga y de una de las pocas personas en la aldea que lo trataban con genuina cordialidad, respectivamente.

Ellas dos, quienes antes se proclamaron como férreas rivales para disputarse su “amor”, de lo cual ya solo quedaba el recuerdo. Claro que el cambio no se dio de la noche a la mañana; el tiempo transcurrió, e Ino comenzó una relación, mientras Sakura por su parte (y gracias al cielo, cabe decir), logró madurar y darse cuenta de que no había ninguna clase de futuro en el que ellos estuvieran juntos, y si acaso lo hubiera, en definitiva no podía ser bueno. Fue así como ya no resultó difícil para las kunoichis reanudar su amistad.

Una vez que acabaron y salieron del local, observaron a Sai esperándolos en la acera de enfrente.

–¿Qué tal, bastardo? –dijo el ex-miembro de Raíz cruzado de brazos, con su distintiva sonrisa falsa de antaño.

–Pero si es mi pseudo remplazo… –contraatacó con hostilidad, sin embargo el otro chico no se inmutó. Por otro lado, la Yamanaka fue junto a su hoy novio, y tras un saludo cariñoso le murmuró algo que parecía reprocharle su comportamiento, el cual era habitual ya que a éste no le agradaba Sasuke en lo absoluto, y no tenía ningún reparo en hacerlo notar en las ocasionales veces en las que tenían que tratarse.  

Y claro que al Uchiha no le podía importar menos, puesto que el sentimiento era mutuo.

Se separó de ellos con la intención de marcharse, no obstante la pelirrosa lo detuvo:

–Sasuke kun, espera.

–¿Qué sucede? –preguntó con extrañeza, debido a que creyó que la hora de socializar había terminado. 

–Todavía nos falta conseguirte un atuendo para la fiesta.

–¿Qué cosa? –cuestionó luego de un breve, pero sepulcral silencio.

–Vamos, no pensabas ir así ¿verdad? –señaló con algo de reserva su actual vestimenta, que consistía en un pantalón gris y camisa un poco más obscura de manga larga sencilla, con algunas indumentarias ninja, y un desgastado poncho encima–. Y estoy bastante segura de que un traje de gala no figura en tu equipaje de diario ¿cierto? –el aludido solo respondió con un semblante por demás apático, lo cual no le quitó el ánimo a la chica–. Pero no te preocupes –sacudió su mano al frente con expresión risueña–, por eso mismo es que vamos a ayudarte con eso ¿verdad, Ino?

–Así es –también se mostraba sonriente–. Ya verás que no habrá ningún problema en encontrar algo que te haga ver genial, Sasuke kun –concluyó encantada, estrechando ambas manos cerca de su rostro, igualmente ajena al hastío del azabache. 

–Sí –prosiguió la Haruno–, además ya tengo una muy clara noción de lo que llevarás, déjanoslo todo a nosotras –le guiñó un ojo–. Andando –instó a los dos chicos para que las siguieran, a lo que el Uchiha resopló con cierta sensación de derrota, debido a que no tenía mucho caso alegar con la pelirrosa cuando se involucraba tanto en algo, y confabulada con la Yamanaka para colmo, ya que sabía de sobra que prácticamente era una causa perdida.  

No obstante, a pesar de la cantidad de molestias que ese lado de Sakura era capaz de provocarle, definitivamente le agradaba más esta versión actual de ella, abierta, auténtica, que no se reprimía por intentar quedar bien con él.

Volviendo al tema, tanto alboroto a su alrededor por la tonta fiesta estaba de más, ya que como era de esperarse, no le provocaba nada de ilusión ir…

Lo que hacía por ese dobe. 

                                                                       *****

El Uzumaki terminaba de arreglarse frente a su espejo, tras haber regresado a casa y descansar un poco, para así poder disfrutar a plenitud de la gran celebración. Su atuendo consistía en un traje cuyo pantalón era de color negro y el saco de color blanco, encima de una camisa de botones del mismo color. También portaba un moño y una faja anaranjados. Sakura fue quien le ayudó a elegir el estilo, pero él se encargó de escoger el color, lo que no convenció mucho a su amiga, sin embargo al menos se dio por satisfecha de que ese naranja tan característico en el chico estuviera presente al mínimo.

                                                                        *****

Llegó relativamente temprano. El sitio de reunión era una extensa área abierta de bosque adornada y acondicionada para la ocasión con sillas, mesas, una gran tarima en la que había todo un equipo de sonido y de efectos visuales, así como una tornamesa, y arriba, se apreciaba una manta que decía “Felicitaciones Séptimo hokage”.

De principio solo había unas pocas personas dispersas por ahí aparte de él, como los miembros del equipo ocho.

–Ahí está el flamante hokage –mostró su afilada sonrisa Kiba, acercándose al aludido junto con sus compañeros.

–Te ves muy guapo Naruto kun –comentó Hinata, quien traía puesto un vestido amarillo con mangas cortas ceñido, y el cabello recogido en un medio moño.

–Gracias, tú te ves muy linda –le dijo él, avergonzándola un poco, pero definitivamente no al grado de sus años de infancia y adolescencia, siendo más que nada por su genuina personalidad tímida, dado que actualmente veía al rubio como un gran amigo, y aún como un ejemplo a seguir.

–Felicidades Séptimo –intervino risueña la pequeña Mirai, siendo llevada de la mano por Kiba y Shino.

–Muchas gracias –el ojiazul se agachó a su nivel y le acarició la cabeza.  

–¡Naruto kun! –se escuchó no muy lejos de ahí Rock Lee.

–¿Qué hay, cejotas? –lo saludó alegremente, pero cuando el chico estuvo frente a él se le abalanzó para abrazarlo, con tal fuerza que casi lo derribó.

–¡Estoy tan feliz por ti que no puedo expresarlo con simples palabras! –igual de emocional como había sido cuando lo felicitó después de la ceremonia, de nuevo estaba derramando gruesas lágrimas.

–Gra-gracias –articuló con algo de dificultad el Uzumaki mientras era apretujado.  

–Siempre es tan satisfactorio ver lo que logra el poder de la juventud en su máximo esplendor –Naruto de pronto sintió también a Gai sobre él, abrazándolo de la cintura.

–Oigan, ustedes dos, ¿podrían calmarse? –habló Tenten con cierta frustración tras haberlos alcanzado; su cabello estaba peinado en una trenza que caía sobre su hombro izquierdo, y su vestido era color lila con tirantes gruesos y falda acampanada.  

–¡No puedo! –respondió Lee, separándose del otro joven y utilizando su antebrazo para amortiguar su llanto–. ¡De hecho me siento tan emocionado y cargado de energía que iré a dar cien vueltas a la redonda! ¡enseguida regreso, Naruto kun! –levantó su palma mientras se alejaba corriendo de ahí.

–¡Ése es el espíritu Lee! –exclamó jubiloso el adulto–. ¡Yo también voy! –lo siguió a toda velocidad en su silla de ruedas.

–Sí, claro, diviértanse… –el jinchuriki los vio partir a ambos, con una gran gota de sudor en la nuca, mientras Tenten se llevaba una mano a la cara y negaba con la cabeza.

Y así fue como el lugar se fue llenando gradualmente conforme transcurría el tiempo, hasta que llegó la hora designada para dar comienzo al evento.

–¡¡DAMAS Y CABALEROOOOSS!! –hablaba el extravagante hombre que sería el presentador y dj con voz estridente –¡¡SEAN TODOS BIENVENIDOS A ESTA GRAN CELEBRACIOOOOOOÓN!!, LA CUAL, COMO SABEN ES PARA HONRAR A NUESTRO NUEVO HOKAGE AQUÍ PRESENTE, EL GENIAL, GRANDIOSO E INIGUALABLE, ¡¡U-ZU-MA-KI NAAAARUUUTOOOOOOOO!! –las luces se posaron en el mencionado, quien saludó muy sonriente, recibiendo muchos aplausos y ovaciones–. ASÍ QUE SIN MÁS, ¡¡QUE COMIENCE LA FIEEEESSTAAAA!! –giró los discos de la tornamesa, procediendo a poner la música con la que varios de los presentes comenzaron a congregarse en el área que fungía como la pista de baile. Fue poco después de eso que el festejado pudo vislumbrar la figura de su mejor amigo llegando, mostrando una no tan inusual cara de pocos amigos, pero lo más llamativo era el traje que portaba; estaba compuesto por un pantalón azul marino, y un saco azul cielo encima de una impecable camisa blanca, con un moño rojo en el cuello y una faja del mismo color. Tal visión lo dejó boquiabierto y estupefacto por varios segundos, en los que incluso por pura inercia comenzó a caminar hacia él.

–Wow, ¿de verdad eres tú, bastardo, o estoy alucinando? –bromeó ya frente al azabache, con una gran sonrisa, saliendo de su estupor, recibiendo solo un bufido fastidiado como respuesta–. Te ves genial dattebayo, incluso casi tanto como yo –se señaló a sí mismo con su pulgar derecho de manera petulante–, de hecho me gusta la similitud entre nuestros atuendos.

–Eso fue idea de Sakura –aclaró.

–Ya veo, fue una gran elección –asintió en señal de aprobación con la cabeza–. Pues insisto en que me gusta, mucho más que lo que llevas puesto últimamente, pero ni siquiera estoy diciendo que te veas mal así, eso es prácticamente imposible dattebayo, solo digo que deberías considerar elegir un tipo de ropa que vaya más acorde con tu atractivo natural y lo haga sobresalir, en vez de ocultarlo vistiendo casi como vagabundo –le puso ambas manos en los hombros y lo miró fijamente como si estuvieran discutiendo algún asunto serio, por lo que Sasuke entornó los ojos. Su primera reacción fue responder algo desdeñoso como “no sabía que eras policía de la moda”, o “encárgate de tus asuntos, dobe”, sin embargo:

–Supongo que puedo intentarlo –musitó escasamente entusiasmado, únicamente para corresponder de algún modo lo que también fue un halago hacia su físico, hecho que en sí se sintió algo raro viniendo de Naruto… 

–Genial –mostró una gran sonrisa, sin dejar aún de invadir su espacio personal, tal como si necesitara observarlo minuciosamente con tal cercanía.  

En eso estaban cuando fueron abordados por tres mujeres más o menos de su edad.

–Pero que hokage más apuesto –habló amistosamente una joven de cabello largo castaño, recogido en una trenza que le rodeaba la cabeza

–Hiromi, chicas –les dijo Uzumaki con jovilidad al verlas.

–Ahora que podemos tenerte por un momento sin todo el pueblo a tu alrededor déjanos felicitarte como se debe, ven aquí –le dio un cálido abrazo al rubio, que lo aceptó de total buena gana, dejando al Uchiha algo confundido, ya que no la conocía ni a ella ni a las otras dos, una con el cabello corto y blanco, y la otra de cabello gris claro, largo y agarrado, con anteojos, que lo abrazaron también después.

–Muchas felicidades –la chica de cabello blanco mostró una gran sonrisa y alzó su pulgar.

–Estamos muy felices por ti –complementó de manera más sobria la de las gafas. 

–Nuestro padre te manda saludos y felicitaciones, y sus disculpas por no haber podido venir –dijo quien se llamaba Hiromi.

–No se preocupen, lo entiendo ¿y cómo está él?

–Oh ya lo conoces, trabajando sin parar, decidido a detenerse solo hasta que muera –intervino de nuevo la de cabello corto.  

–Sí, muy típico de él –concordó sonriente–. Mira Sasuke –volteó hacia el mencionado–, ellas son Hiromi, Sayu y Fuu, hijas del líder de la aldea de Kohaku, en el país de Shinju. Estuve trabajando muy de cerca con ellos cuando era diplomático.

–Mucho gusto –las tres hicieron una pequeña reverencia, que el azabache respondió del mismo modo–. Así que tú eres de quien tanto nos ha hablado Naruto san –agregó alegre la castaña–. Déjame decirte que eres muy afortunado de tener un amigo como él. No sé si te ha contado sobre las penurias que le hicimos pasar cuando recién lo conocimos –las otras dos emitieron una risilla ante la evocación del recuerdo.

–Sí, un poco –Sasuke rememoró una de las conversaciones frecuentes del jinchuriki hace algunos años, acerca de muchos países pequeños que lo rechazaban por el repudio que sentían hacia las Cinco Grandes Naciones.

–¿Y quién diría que después, este rayo de sol se ganaría no solo nuestro respeto, sino también nuestra admiración y aprecio sincero e incondicional? –abrazó cariñosamente al ojiazul por los hombros.

–Naruto san es un gran chico –concordó la de cabello gris.    

–Chicas, me están avergonzando dattebayo –se rascó la nuca, sonriendo levemente cohibido.

–Pero si solo es la verdad, aunque claro, me imagino que eso es algo que tu amigo ya sabe.

–Sí… –murmuró el Uchiha más para sí mismo que para los demás.  

Las hermanas fueron a sentarse a una de las mesas, mientras la fiesta se llenaba de algarabía, bailes y risas por doquier, a lo que no tardó en unirse el Uzumaki, naturalmente tratándose del más concurrido por todos los presentes, todo ello mientras Sasuke se limitaba a sentarse en una de las mesas más alejadas del bullicio, en soledad, interrumpida ocasionalmente por Sakura, Ino o Kakashi, incluso por Killer Bee, quien lo abordó no solo para saludarlo sino para decirle algo sobre la canción que le inspiró, sus más recientes éxitos y cosas por el estilo, a lo que el azabache no estaba poniendo atención del todo (o mejor dicho casi nada). 

También Gaara hizo acto de presencia con él, siendo quien lo acompañaba en ese instante, lo que resultó en un rato bastante ameno y agradable dado el carácter tranquilo del pelirrojo.

–Es increíble que este día haya llegado ¿verdad? –comentaba el kazekage.

–Ciertamente –concordó–. Sin embargo, contrario a lo que se pudiera pensar, el dobe sigue siendo, tan él –como apoyando su punto, dirigió la vista hacia el rubio, quien se encontraba siendo regañado por Sakura e Iruka, debido a que estaba exhibiendo una variante de su característico jutsu sexy (más “recatado” de lo habitual claro, pero aún con un atuendo bastante revelador) frente a Konohamaru, Moegi, Udon y un numeroso grupo de entusiastas adolescentes–. Lo que también significa que todavía es bastante obtuso en muchos aspectos, así que deberás proporcionarle toda la ayuda posible.    

Gaara sonrió antes de responder, divertido con el comentario, en el cual por supuesto que pudo leer perfectamente la peculiar forma en la que el Uchiha manifestaba preocupación por su amigo. 

–Dalo por hecho.  

                                                                        

                                                                        *****

–Gran fiesta ¿eh? –tras un buen rato de música y ajetreo, Naruto al fin había podido hacerse espacio para ir con Sasuke, dejándose caer descuidadamente en una de las sillas contiguas a él, tomando un vaso con refresco de una charola que traía uno de los meseros, denotando algo de agitación por tanta actividad.

–Habla por ti, yo podría estar haciendo al menos cinco cosas mejores que esto –respingó, cerrando sus parpados y teniendo la cabeza apoyada en su mano.

–Claro que no ¿Qué podría ser más importante que celebrar con tu mejor amigo su gran día? –lo observó con gesto jactancioso–, así que hagamos un brindis –acercó un poco su silla para alcanzar al Uchiha y abrazarlo por los hombros–. Por nuestra amistad –levantó su vaso–, aunque tenga que aguantar que a veces seas tan bastardo, pero no voy a negarlo, así es como te quiero dattebayo –recargó la cabeza en su hombro mientras le frotaba cariñosamente la espalda.

–Idiota, como si para mí no fuera difícil lidiar con un tonto como tú –aunque intentó discutir fingiendo indignación, en realidad su voz se escuchó suave y con afecto, además de que estaba sonriendo, lo cual cambió drásticamente cuando visualizó a quienes se aproximaban a la mesa, volviendo su expresión fría cual témpano de hielo. 

–¿Qué tal Naruto kun? –se trataba de una bella joven pelirroja de ojos color aguamarina, con el cabello agarrado en un chongo en la nuca y un vestido verde obscuro, ligeramente escotado y sin hombros, seguida de otras más.

–¿Qué tal, chicas? –saludó alegremente.

–Ven, vayamos a bailar –instó la pelirroja, ya que el resto se encontraba detrás de ella, ligeramente reticentes a acercarse mucho; no hacía falta ser un genio para saber por qué, o más bien por quién.

–Uhm, realmente me encantaría pero… –volteó a ver a Sasuke.

–¿Qué se supone que estás esperando entonces? ve –le dijo con sequedad, más como si fuera una orden que como una sugerencia.

–Pero, ¿está bien para ti?, es decir, no había tenido oportunidad de estar contigo en toda la noche y...

–¿Qué con eso? –lo interrumpió el Uchiha–. Esto es una fiesta, tu fiesta, así que solo dedícate a divertirte. 

–Bueno, está bien, –se puso de pie para irse con las chicas.

–Estupendo –exclamó encantada la pelirroja–. Claro que invitaríamos también a tu amigo, pero se nota que no le agradan estas cosas –le mostró al aludido una sonrisa un tanto forzada.

–En efecto –repuso el ojiazul–. Está haciendo un gran esfuerzo por mí, dattebayo –habló en son de broma (aunque sabía muy felizmente que era verdad)–. Vuelvo en un rato –se dirigió al otro hombre, palmeándole la espalda alta antes de que la única del grupo que había hablado lo tomara del brazo y se lo llevara a la pista junto con las demás.

Sasuke observó con escrutinio a aquella mujer que no le agradó en absoluto, debido a que no le pasó desapercibida la manera en que lo miraba con desdén al igual que el resto de sus amigas, justo en el momento en que cuchicheaban antes de acercarse a ellos, de modo que lo que dijo fue solo para intentar quedar bien con Naruto de forma un tanto hipócrita. Ya la había visto más temprano en la ceremonia de nombramiento, puesto que fue una de las primeras desconocidas para él que se acercó al rubio para felicitarlo, deshaciéndose en sonrisas deslumbrantes y halagos hacia el chico. No era que le interesara mucho, pero, ya que no estaba haciendo algo mejor:

–¿Quién es ella? –indagaría un poco, aprovechando cuando Sakura estuvo de nuevo sentada junto a él, señalándola con la mirada.

–Es Kiyome Narusegawa, es linda ¿verdad? –el portador del sharingan se contuvo de contestar como hubiera querido a tal comentario, dejando en cambio que la pelirosa continuara–. Es una kunoichi de un par de generaciones atrás de la nuestra, siente una gran atracción por Naruto, y es una de sus más fervientes admiradoras –el azabache no pudo estar más de acuerdo con la afirmación al haber constatado por sí mismo su embelesamiento, mismo que no se esforzaba mucho en ocultar–, pero a diferencia de otras chicas, ella se le ha acercado más como una amiga, con la clara intención de que así puedan tratarse y conocerse mejor de manera un tanto relajada y natural –hablaba con la suspicacia de quien conoce la manera de pensar de una mujer–. Ciertamente es una estrategia inteligente.  

–¿Y qué es lo que el dobe piensa de ella? –se aventuró a averiguar más.

–Bueno, la aprecia como a sus demás amistades, al menos por ahora, más adelante quien sabe, después de todo sus personalidades son muy compatibles y se llevan bastante bien –decía campante, interceptando luego a un mesero para pedirle una bebida, por lo que no se percató del gruñido bajo que soltó Sasuke, en claro desacuerdo ante la hipotética situación planteada–. En cualquier caso –prosiguió tras dar un trago a su refresco–, realmente me gustaría que Naruto conociera a alguien especial con quien pueda comenzar una linda relación próspera y llena de amor, tal y como se lo merece. –concluyó con una sonrisa afable.

–Sí –dijo tan inexpresivo como pudo, ocultando que esta vez dicha posibilidad no le provocó enfado, sino algo peor…

Mientras, el rubio continuaba divirtiéndose en grande, ya fuera bailando, comiendo, bebiendo, conversando, incluso participando en una competencia de rap que se suscitó, siendo encabezada por supuesto por Killer Bee y por él (y no había modo de elegir quien lo hacía peor…), para incluso luego convertirse en un ruidoso animador de Sakura y de Tsunade, en otra competencia que ahora se trataba de decidir quién podía resistir más bebiendo.  

Y el Uchiha continuaba rezagado de todo aquello por cuenta propia, hasta que el hoy Séptimo decidió hacerlo partícipe de su siguiente actividad:

–¡Hey Sasuke! –lo escuchó a lo lejos, al tiempo que se dirigía a él.  

–¿Qué sucede?

–Ven, vamos a tomarnos fotos –sin darle tiempo para replicar, lo tomó de la muñeca y lo levantó, encaminándose al área designada para tal acción.

Así fue como el azabache se encontró frente a la cámara, con su hiperactivo amigo sonriendo de oreja a oreja, abrazándolo por los hombros mientras el flash era disparado, y después hacía el signo de amor y paz, seguido de otras tantas poses estrafalarias, y cuando Sasuke pensaba que había terminado:

–¡Ahora unas con Sakura chan! –enunció alegremente, llamándola, y al llegar con ellos la ojiverde, la cámara volvió a accionarse una y otra vez, con Naruto en medio de los dos, abrazándolos, luego intercambió de lugar con la kunoichi, que los tomó del brazo, y en un momento dado el usuario del sharingan quedó atrapado entre ella y el Uzumaki, que se divertían haciendo diversas caras y gestos, pero no sería suficiente…

–Ahora todo el equipo siete ¡Kakashi sensei! –el procedimiento se llevó a cabo de manera muy similar con el mayor, y cuando Sasuke creyó que esta vez sí había sido todo–: ¡Ahora con los de la generación! –llamó a los involucrados, y una vez reunidos, acomodados y muy juntos, el Uchiha quedó en una de las orillas, guardando un poco de distancia, no obstante Ino, que estaba enseguida de él, lo acercó a ella y le pasó el brazo por la espalda cariñosamente.

–¡Ahora con Sai, Tenten, Rock Lee y Yamato sensei!

Se repitió la rutina; los aludidos se acomodaron abajo en el medio, siendo tomadas alrededor de cinco fotografías más, en las que la Yamanaka no soltó en ningún momento al azabache, quien tras aquello, al fin fue liberado de todo ese barullo.

Al seguir su curso la fiesta, fue poco después que se escuchó al dj anunciar un cambio radical en el estilo de la música:

–Damas y caballeros –su voz era mucho más amena que antes–, ha llegado el momento que muchos de ustedes estaban esperando, ¡tomen a sus parejas que es la hora del romance! –las luces cambiaron de emitir destellos intermitentes e intensos a una uniformidad lenta, acorde a la balada suave que inició.

–Así que estamos en una de esas veces en que es bien visto que los enamorados se muestren afecto públicamente –comentaba Sai.

–Sí, en efecto –sonrió pícara su novia.

–Entonces aprovechémosla –se puso de pie, extendiéndole la mano a Ino, quien la tomó encantada, para que luego ambos se fueran a la pista, toda vez que enseguida, en la misma mesa, Temari también se levantó.

–Anda, ¿Qué esperas? Vamos nosotros también –le dijo a Shikamaru, antes de tomarlo del brazo para llevarlo al sitio en cuestión.

–Que problemático… –murmuró con un suspiro resignado, aunque por otro lado, a pesar de su desgane habitual no le negaría un baile romántico a su entusiasta esposa.

–No cabe duda de que el amor está en el aire –le comentó Kankuro a Chouji, siendo los únicos que quedaron ahí.

–Así es –a pesar de concordar, el Akimichi parecía más ocupado y emocionado con la gran variedad de comida que devoraba sin parar, desconcertando un poco al otro.  

–En fin… iré a buscar a alguien con quien bailar –se marchó para proceder con lo dicho.

Así como ellos, diversas parejas empezaron a poblar la pista, y fue cuando un gran grupo de chicas se arremolinó cerca de Naruto, dando paso a una escena algo caótica…

–Hokage sama, baile conmigo por favor –le decía una de las jóvenes.

–No, baile conmigo –hablaba otra.

–No, conmigo –decenas de mujeres se estaban peleando por bailar con el rubio, que se notaba algo nervioso ante la hostil situación, por lo que llegó a un acuerdo con ellas, de manera que todas bailarían con él, unos cuantos minutos para que nadie se quedara sin hacerlo.

De ese modo, el Uzumaki se encontró bailando muy pegado con mujeres más que complacidas, tomándolas de la cintura mientras ellas le rodeaban los hombros con sus brazos, lo que a Sasuke en verdad le resultaba extraño, ya que no se había imaginado lo popular que se volvería Naruto con el género femenino, aunque ciertamente tenía sentido, no solo por su magnética personalidad que al fin valoraban como era debido, sino al haberse convertido en quien era hoy por hoy, además de que, siendo totalmente objetivo, su amigo estaba muy lejos de ser feo.

Mientras tanto, las hermanas de Kohaku, tras observar con gracia la escena del ojiazul, ahora estaban dedicando sus miradas al portador del sharingan.

–No cabe duda de que Sasuke san es más lindo de lo que había imaginado –comentaba con beneplácito la de cabello blanco–. Me gustaría invitarlo a bailar, sino fuera porque se ve tan serio, es una verdadera lástima.

–Pues no solo denota seriedad –acotó la de lentes–, quiero decir, no parece una mala persona, pero hay algo en él que se podría considerar incluso un poco intimidante.

–¿Tú crees? Pues yo más bien pienso que luce enigmático y atractivo –afirmó con ensoñación, llevándose ambas manos al rostro–. ¿Me pregunto qué tipo de chicas le gustarán?  

–Tal vez Naruto san lo sepa –especuló Sayu.

–Cierto –concordó alegremente Fuu–, sería bueno preguntarle, después de todo es su mejor amigo, y vaya que se nota lo cercanos que son, solo basta con ver la manera en que ambos se comportan cuando están juntos, incluso el semblante de Sasuke san cambia radicalmente, es tan lindo, ¿no lo crees, Hiromi? –volteó a ver a su hermana restante.

–Sí, lo es… –musitó reflexiva–. Pero… me pregunto si acaso…  

–¿Qué cosa? –las otras dos se intrigaron.

–No, olvídenlo, solo pensaba en voz alta, pero en realidad es algo sin importancia –les dijo, decepcionándolas un poco, no obstante, cuando retomaron su charla, ella continuó evocando cierto recuerdo que tenía de hacía tiempo atrás, el cual involucraba al Uzumaki…       

                                                                    

                                                                         *****

Pasaba de la medianoche cuando la fiesta finalmente terminó, para pesar de Naruto y alivio de Sasuke.

Ambos llegaron al departamento del rubio, y al igual que durante todo el trayecto, éste continuaba muy animado hablando de lo genial que había sido el día y demás; parecía aún estar lleno de energía, sin embargo bastó que entrara a su cuarto y se sentara en la cama para caer totalmente rendido al segundo siguiente, quedándose profundamente dormido. Una pequeña sonrisa escapó de los labios de Sasuke ante aquello, negando con la cabeza y luego procediendo a poner al chico tan cómodo como fuera posible, aflojándole el moño para retirárselo, no sin algo de dificultad dada su limitante física (haciendo que entonces valorara la ayuda que Sai le brindó más temprano, aunque haya sido solo por petición de su novia y de su mejor amiga), teniendo que auxiliarse de su boca, lo que lo llevó a estar bajo la suave y cálida respiración del jinchuriki muy directamente durante el proceso. Luego lo acomodó debajo de la sábana, contemplándolo con una mezcla de sentimientos un momento antes de salir de la habitación, dedicándose a caminar por el resto de la casa, disfrutando del silencio que reinaba después de tanto ajetreo, mientras meditaba en lo confortable que se sentía estando ahí, tal como si fuera su hogar.

Eso era justamente en lo que se había convertido ese pequeño apartamento para él en los últimos años. Era a donde iba a parar siempre cuando regresaba, debido a las insistencias de Naruto, que incluso terminó acondicionando el lugar para él, lo que implicaba entre otras cosas, que su alacena se encontrara abastecida de más que solo ramen.

Observó las diversas fotografías que adornaban las paredes y otras que yacían sobre algunos muebles, de Sakura, Kakashi, Iruka, él y varios amigos más del ojiazul. Pensó con diversión que muy probablemente algunas de las muchas que se tomó esa noche irían a parar ahí. Enseguida fijó su atención en una en específico, rozándola con sus yemas; se trataba de una actualizada del equipo siete, de hacía alrededor de dos años. Quisieron posar tal y como en la primera, con su maestro arriba y ellos tres acomodados debajo, pero a diferencia de aquella anterior, a Naruto se le ve rebosante de alegría y muy sonriente, con su brazo cariñosamente puesto alrededor de los hombros de su compañera, quien le está devolviendo el gesto, y ella a su vez lo tiene a él de la misma manera al otro lado. También él se muestra sonriendo, más sutilmente que sus compañeros, pero de modo totalmente genuino.

La dejó donde estaba y fue a sentarse al sillón de la sala, llevándose la mano al rostro con un deje de malestar. Lo que se vendría mañana sería difícil sin lugar a dudas, pero no podía flaquear, así era como tenía que ser, aunque no por ello dejaba de costarle tanto asimilarlo…

Notas finales:

Tengo muchas dificultades en plasmar mis ideas de una manera que me satisfaga totalmente, así que en este caso ha habido mucho de eso u.u, aunque me he divertido escribiendo ciertas partes, y bueno, éste es uno de los capítulos en los que más se nota lo que les dije sobre la autocomplacencia XP. 

Por último un aviso parroquial; éste fue el último capítulo que ya tenía escrito, por lo que nó sé cuánto tarde en subir el siguiente, no debería ser mucho ya que lo tengo bastante avanzado, pero a ver.


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