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47. El Apareamiento de Seung Ri (28) por dayanstyle

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Seung Ri tomó las hojas de estadísticas de su escritorio y las guardó en una carpeta. Luego tomó los folletos que tenía sobre sexo seguro y la abstinencia y los guardó también en la carpeta, antes de salir del Centro recreativo y cerrar el lugar.

Su espalda lo estaba matando y Seung Ri quería llegar a casa para un buen baño caliente.

Al insertar la llave, se dio cuenta que la cerradura estaba rota. Había algún tipo de metal dentro de la cerradura que le impedía insertar su llave.

Seung Ri pasó los dedos por encima de la cerradura, preguntándose cómo infiernos sucedió eso.

Parecía haber sido hecho a propósito.

 

Pero ¿quién haría algo así? En todos los años que había trabajado aquí, nadie había irrumpido en el Centro recreativo ni en ninguna parte de la propiedad.

Todos en el pueblo sabían que Jongin financiaba el lugar, y nadie quería enojar al hombre. Él había hecho tanto por la comunidad que temían que detuviera los fondos y la pequeña ciudad que todos amaban se secaría. No, nadie por aquí habría hecho esto.

Seung Ri miró a su alrededor, pero no vio nada fuera de lugar. El lugar estaba vacío, a excepción de su carro, y la mayoría de los chicos de por aquí vivían en granjas. Eso significaba que no estarían aquí hasta mañana por la mañana. El tiempo era cálido, pero no creía que ninguno de los niños estuviera aun por aquí dando vueltas. Además, Seung Ri realmente dudaba que alguno de los chicos del Centro recreativo hubiera hecho esto. Eran un grupo grande y conocía a todos y cada uno de ellos.

Se puso de pie en el escalón un minuto tratando de averiguar cómo iba a cerrar el Centro recreativo. Cuando su espalda le recordó que tenía que empezar a moverse, Seung Ri accedió. Se aseguró de que el lugar estuviera bien cerrado y luego se apresuró hacia su carro.

Tendría que hacer que alguien viniera el lunes en la mañana a revisar la cerradura pero, hasta entonces, tenía que llegar a casa para un largo y agradable baño.

Seung Ri se alegró de que el día hubiera terminado y estar listo para ir a casa y atender su dolor de espalda. No era tan joven como solía ser, y los niños de la Villa Kim lo estaban agotando.

Se frotó la parte baja de su espalda mientras se dirigía a su Honda compacto. Sabía que un baño caliente en la bañera y una aspirina deberían de ayudar algo. Su espalda se sentía como si un elefante estuviera sentado sobre él mientras se deslizaba en su carro haciendo una mueca de dolor.

Estaba en sus treinta y tantos años. No debería tener ese gran dolor. Había trabajado en el Centro recreativo durante tanto tiempo que no había manera de que Seung Ri no estuviera en forma. Los niños lo mantenían activo, y Seung Ri se aseguraba de comer una dieta saludable.

Pero el dolor en la espalda baja estaba discutiendo lo contrario.

Infiernos, estaba gritando con todos sus pulmones.

 

Girando la llave, Seung Ri gruñó y dejó caer la cabeza hacia adelante cuando el motor no cobró vida.

 

«Esto. No puede. Estar. Sucediendo».

 

No necesitaba este problema ahora mismo.

 

Su Honda no era tan viejo para causarle problemas. Seung Ri no estaba seguro de si el carro aun tendría garantía, pero rogó que la tuviera. A pesar de que Eli daba los mejores precios de los alrededores, y tenía un plan de pago establecido para los que no podían pagar los servicios, Seung Ri no estaba con ganas de tener una factura por una costosa reparación.

Intentó una vez más encender su carro, pero la maldita cosa no encendió. El carro seguía allí, sin hacer ningún ruido en absoluto. Ni siquiera un gemido. Se había quedado después de lo esperado y el taller de Eli ya estaría cerrado.

Era el único taller mecánico en la Villa Kim.

 

Suspirando pesadamente, Seung Ri dejó de intentar encender la maldita cosa y se deslizó fuera de su carro, en dirección hacia el Centro recreativo.

Iba a tener que llamar a Jongin y ver si el hombre podía enviar a alguien para que lo llevara. Tendría que llamar a Eli en la mañana acerca de su carro.

Era una gran molestia tomar un taxi, pero Seung Ri no tenía elección.

—¿Problemas con el carro?

Seung Ri se dio la vuelta para ver a un hombre con muy buena apariencia sentado en su camioneta. El vidrio de su ventana  abajo  y  su  brazo  apoyado en el  marco  de  la ventana. Y ese era un lindo brazo. La piel estaba bronceada con vello negro espolvoreado por el brazo.

—Sí. —Seung Ri asintió—. ¿Sabes algo sobre carros?

El hombre bajó de la camioneta y cerró la puerta, y Seung Ri casi se tragó la lengua. El hombre era simplemente ¡hermoso! Sus ojos gris-acero parpadearon hacia Seung Ri como si lo evaluara de pies a cabeza. Seung Ri luchó contra el escalofrío que recorría su cuerpo.

—Sé una cosa o dos —dijo el hombre mientras se acercaba al carro de Seung Ri. Caminó suave, relajado, y, buen señor todopoderoso, Seung Ri iba a derretirse en el acto.

¿Los hombres realmente eran de ese tamaño?

«Por supuesto que sí. Mira a los Moon y los hombres que viven con Jongin».

Seung Ri empujó el pensamiento a un lado. Él no se preocupaba por ningún otro hombre, pero el que estaba de pie a su lado hacía que su corazón se acelerara fuera de control.

—Soy Daesung —dijo el hombre mientras extendía una bronceada mano llena de cicatrices. Tan pronto como sus manos se tocaron, Seung Ri sintió un escalofrío de electricidad recorrer su cuerpo.

Seung Ri estaba sudando a mares mientras le estrechaba la mano al hombre, sacudiéndola un par de veces, y luego a regañadientes la soltó. El movimiento fue firme, pero no demasiado empalagoso.

Seung Ri apenas podía imaginar cómo se sentirían esas manos acariciando su cuerpo.

Daesung le sonrió a Seung Ri, y Seung Ri sabía que se iba a desmayar. La sonrisa era encantadora, incluso infantil, aunque él sabía que Daesung no era joven.

 

—Soy Seung Ri —recordó decir mientras estaba parado allí con una tonta sonrisa de oreja a oreja. Mentalmente se reprendió por actuar como un maldito adolescente. Seung Ri era más viejo y con más experiencia que los jovencitos que corrían por la Villa Kim, y tenía que actuar como tal.

—¿Dónde están las llaves? —Daesung preguntó con una lenta pronunciación que hizo que Seung Ri quisiera pedirle al hombre que pronunciara su nombre con ese mismo tono.

—¿Mis qué?

—Llaves.

«Oh. Llaves. Cierto»Seung Ri sacó el juego de llaves del bolsillo y se las entregó a Daesung, temblando cuando sus dedos tocaron la palma de la mano de Daesung.

—Vamos a ver cuál es el problema. —Daesung abrió la puerta y entonces subió al Honda de Seung Ri. El coche de repente parecía demasiado malditamente pequeño con  Daesung sentado en el asiento del conductor.

Daesung giró la llave, pero no pasó nada. Enseguida se agachó y jaló la palanca y abrió el cofre.

Seung Ri dio un paso atrás cuando Daesung salió del coche.

 

Siguió al hombre a la parte delantera del coche y bajó la mirada hacia el motor cuando Daesung levantó el cofre.

Seung Ri no tenía ni idea de lo que estaba viendo, pero maldición si el estar de pie al lado del hombre no era emocionante.

—Creo que tu alternador está muerto.

—¿Mi qué?

 

La risa que Daesung le dio era profunda, cálida y rica, y el sonido se deslizó por el cuerpo de Seung Ri y se envolvió alrededor de su ingle. Su miembro se endureció al instante ante el sensual sonido. Los ojos grises de Daesung recorrieron a Seung Ri. Una mirada caliente brillaba en ellos.

—Supongo que te daré un aventón —dijo Daesung dejando caer el cofre, el sonido sobresaltó ligeramente a Seung Ri.

—¿No se puede arreglar? —Seung Ri preguntó, preguntándose si era una decisión inteligente aceptar un aventón de un extraño, aunque el desconocido fuera muy guapo.

—No sin un alternador nuevo. —Daesung le entregó a Seung Ri las llaves—. Pero te aseguro que estás muy seguro conmigo.

Eso fue una cosa extraña de decir. Seung Ri miró más allá de Daesung y vio hacia la ciudad, preguntándose a quién podía llamar a esta hora tan tarde. Una vez más pensó en llamar a Jongin, pero no quería molestar al alcalde porque su carro no arrancaba.

Está bien, entonces iba a buscar excusas para no llamar Jongin para que este apuesto demonio le pudiera dar un aventón.

—Vivo a unos veinte minutos de la ciudad —dijo Seung Ri—. ¿Es eso una molestia?

—Para nada —respondió Daesung mientras caminaba hacia el lado del pasajero y abrió la puerta para que Seung Ri entrara.

Seung Ri titubeó por un momento y luego entró. Tomó el cinturón de seguridad y lo colocó en su lugar, observando a Daesung caminar alrededor de la camioneta.

«Por favor, no dejes que él sea una persona loca».

 

Daesung se metió en el lado del conductor y luego miró a Seung Ri. Giró sus anchos hombros cuando preguntó: —¿A dónde?

Seung Ri dio a Daesung las indicaciones hacia su casa, cruzando los dedos para no arrepentirse de esto.

 

 

Daesung le robaba miradas a Seung Ri en todo el viaje. No podía creer que el hombre sexy que necesitaba un taxi fuera su pareja. Era como si el destino lo hubiera dejado caer en su regazo al hombre adecuado. Había terminado su investigación y había planeado irse.

De hecho, se dirigía fuera de la ciudad cuando vio a Seung Ri de pie junto a su carro. Nunca se debía pasar de largo cuando un hombre apuesto estaba en aprietos, y Daesung se había detenido. Se estremeció al pensar que casi había manejado fuera de la ciudad y de su pareja.

—¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí? —Daesung preguntó mientras conducía por el largo tramo de la carretera nacional. Todo estaba oscuro a excepción de lo iluminado por sus faros, eso le daba a la cabina un ambiente íntimo y acogedor.

—Toda mi vida —dijo Seung Ri mientras miraba por la ventana, sentado junto a Daesung con rigidez.

Daesung estaba contento de que su pareja fuera cauteloso, pero eso iba a hacer que el acercarse al hombre fuera mucho más difícil.

 

—Entonces, debes de conocer al Alpha.

Seung Ri se giró hacia él, con el ceño fruncido por la confusión.

—¿Quién?

«Oh, infiernos»Su pareja ni siquiera era consciente de que existía shifters. Eso no era bueno.

No si quería reclamar a su pareja esta noche.

 

¿Cómo infiernos el hombre había vivido aquí toda su vida y no saber acerca de los shifters y vampiros que vivían a su alrededor? Daesung se sorprendió de que la comunidad sobrenatural fuera capaz de mantener esto en secreto del hombre durante tanto tiempo.

Estaba un poco resentido sobre ese hecho. Sólo hacía su trabajo más difícil.

—¿De dónde eres? —Seung Ri preguntó mientras se movía hacia adelante, viéndose un poco intrigado.

—Del sur. —Se carcajeó.

—Detecté un leve acento sureño —señaló Seung Ri.

—Y yo que pensé que lo disfrazaba muy bien.

—No lo suficiente —dijo Seung Ri un poco orgulloso.

¿Al hombre le gustaba el acento sureño?

 

Daesung sonrió cuando llegó a la    entrada de la casa   de Seung Ri. —Llegué a casa muy rápido, cariño.

Seung Ri lanzó una mirada hacia Daesung, y una sonrisa no sólo iluminó su rostro, sino también sus bonitos ojos. Tal vez el chico realmente se encendía con un acento sureño. Pero no había manera de que Daesung fuera a seguir hablando de esa forma. Había trabajado malditamente demasiado duro para disimularlo para dejarlo salir solo porque le agradaba a su pareja.

—Así es —dijo Seung Ri mientras se reía—. ¿Te gustaría entrar a tomar un café?

«¡Infiernos, sí!» —Por supuesto.

Daesung podía sentir su pene duro como roca mientras observaba a Seung Ri salir de la camioneta y balancear su trasero hacia uno y otro lado mientras se dirigía hacia el porche delantero.

—¿Vienes? —dijo Seung Ri por encima del hombro.

«Si tengo suerte».

 

Daesung salió de su camioneta detrás de Seung Ri. Seung Ri estaba en la puerta, sosteniendo la puerta de malla abierta para Daesung. —Entra.

Daesung entró en la casa, viendo lo simple que estaba decorada. Había un juego de sala formado por un sofá, un love-seat y un sillón. Había dos mesas y una mesa de café. También notó una gran estantería que estaba llena de novelas de bolsillo. Daesung se acercó a la estantería, sacando un libro y mirando la cubierta. —¿Romance erótico masculino? —Su ceja se elevó una fracción cuando miró a su pareja.

Seung Ri se sonrojó mientras señalaba con su mano hacia otra habitación. —La cocina está aquí.

Daesung dejó el libro de nuevo en su lugar mientras seguía a Seung Ri a la cocina, las orejas de su pareja y las mejillas realmente de un lindo rosa. Eso solo hacía al impactante hombre aun más hermoso.

—¿Te gusta con crema y azúcar? —Seung Ri preguntó.

—Amo la crema. —Daesung dijo la última palabra, viendo cómo el rubor de Seung Ri se profundizaba.

—¿Sin azúcar? —Seung Ri preguntó mientras dejaba la cafetera en el fuego.

—Sólo si eres el que me dé el beso.

La mano de Seung Ri se detuvo y miró a Daesung. —Muy directo, ¿no es así?

Daesung cruzó la habitación, bloqueando a Seung Ri contra el mostrador, colocando una mano a cada lado de su pareja. Inhaló profundamente, su pene se sacudió con el aroma almizclado de su pareja. El hombre olía a cuero y fuego. —No soy partidario en irse por las ramas.

—¿Daesung?

Los ojos de Daesung se cerraron al oír su nombre en los labios de su pareja. El ligero acento era sexy.

—¿Sí? —Él ronroneó la palabra.

—Apártate.

Daesung abrió los ojos al mismo tiempo que levantaba las manos del mostrador en un gesto de rendición mientras daba un paso hacia atrás.

—¿Qué sucede?

Seung Ri apretó los labios mientras se acercaba a la cafetera. —Ni siquiera te conozco, Daesung. Disminuye la velocidad un infierno o vete.

Entonces disminuiría la velocidad.

—Mis disculpas, Seung Ri. Yo tiendo a ir tras lo que me gusta. Y me gustas mucho. —Se sentó ante la mesa de la cocina, dando a Seung Ri su mejor coqueta sonrisa.

 

Seung Ri tenía una mirada en sus ojos que decía que no se lo creía.

«Maldición».

 

 

 Continuara..

 


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