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Bad Guy por KatsumiKurosawa

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Bad Guy


Por Katsumi Kurosawa


Capítulo 3


Tipo malo, parte II


I do what I want when I'm wanting to


My soul? So cynical


Bad Guy – Billie Eilish


Oh no, Tony no era una colegiala enamorada, pero sus mejillas enrojecieron ante la mirada preocupada del rubio mayor. Anthony sólo quería su cuerpo desnudo, listo para ser tomado por aquel alfa prime... abrir las piernas para él, quería a ese hombre encima suyo, haciéndolo un desastre. Sólo quería sexo duro con el Capitán América...


Él sólo era una mierdecilla caliente...


Miró a un lado, tratando de ignorar sus impulsos. Sus feromonas comenzaron a escaparse sin su control y lo sabía...


Podía sentir su respiración pesada y el vapor de su aliento. La habitación se calentó de inmediato.


—T... —comenzó Steve, pero el nombre completo nunca salió de su boca.


Cuando tuvo el valor de mirar a Steve Rogers a los ojos, supo inmediatamente que Steve ya no estaba ahí.


Era él. Era ese tipo malo. Era ese bad guy...


—Te muestras así de vulnerable ante Rogers... —sus ojos parecían obscurecidos de un sentimiento que Tony no entendía— ¿Qué es lo que pretendes, omega?


Tony boqueó, no obstante, el aire no llegó a su cerebro. Las dominantes feromonas de aquel alfa se habían esparcido, siendo atraídas por el calor pecaminoso que el omega emanaba.


—Yo... no pretendo... nada... —susurró casi indignado de que sus palabras salieran tan temerosas e inseguras.


—Oh sí ¿Crees que soy un estúpido? —se incorporó con toda su estatura, mirando hacia abajo al castaño perplejo— Pretendes acostarte con él...


El adolescente le miró de vuelta ¿Qué era esa reacción de parte del tipo malo?


—Steve sólo estaba curándome. Mira cómo han quedado mis rodillas por tu maltrato... —alzó las cejas y se incorporó, aunque ni en sueños llegaría a la estatura del alfa, su indignación lo hizo parecer incluso más grande.


—No finjas, omega... —ya no era "bebé", ya no era "Tony". Ahora era "omega" y el tono frío en el que lo decía, partía el corazón de Anthony en mil pedazos— Estás soltando feromonas para él... no sueltes feromonas para él...


—Yo no estaba... —bufó y se dio la vuelta, dispuesto a encerrarse en su habitación. Podía escuchar los pasos pesados siguiéndole mientras se escabullía.


Oh no. Él le cerraría la puerta en la cara. Entró de inmediato a su habitación y cerró la puerta con rapidez.


Sin embargo, la puerta no se cerró. El brazo del capitán la detuvo y abrió con fuerza, haciendo a Tony retroceder.


—Tú eres mío... —sentenció con esos ojos azules tan turbios clavándose en el omega que seguía retrocediendo a cada paso que el alfa daba.


—No te pertenezco... —casi ladró el omega sin dejarse amedrentar. El alfa tomó su brazo derecho y lo haló hacia él. El impacto contra el cuerpo duro como roca fue doloroso.


—Eres mío. Mi omega... mi pequeño omega virgen... —sus poderosos brazos rodearon su delgado cuerpo.


Tony odió su cuerpo por traicionarlo de esa forma. Sus vellos se erizaron con deleite, su entrada se humedeció de inmediato. Dios, cómo se odiaba.


—Suéltame... —susurró de forma no muy convincente. Claro, porque su cuerpo se hacía de gelatina cuando esas manos lo tocaban.


Mientras esos ojos no se encontrasen con los suyos, era Steve Rogers el que lo tocaba. El que lo monopolizaba. Sí... quería ser de Steve...


Ladeó la cabeza sintiendo su camisa ser desabotonada con prisa. Cerró los ojos sintiendo el toque del soldado, ladeando la cabeza para recibir los labios del mayor en el hombro, atacando su glándula omega, haciéndole perder la razón.


El olor a petricor se intensificó.


Aquellas manos paseaban por su cuerpo, como intentando marcar sus huellas dactilares en la piel blanca del omega.


—Oh... —jadeó abriendo los ojos al sentir como el cierre de sus pantalones era corrido hacia abajo junto con ellos. Como si fuera un sueño, observó al alfa besar sus muslos mientras se deshacía de la prenda, dejándolo con sus diminutos boxers negros.


La cabeza rubia no escatimaba en besos desesperados.


Durante un momento, Tony espabiló. El capitán estaba hincado, saboreando sus piernas y las palmas de sus manos se colmaban de su piel blanca.


Maldición.


¿Iba el capitán a tomarlo?


Gimió sonoramente ante la sola idea de que Steve lo tomara... pero cuando esos ojos azules encontraron los suyos, recordó como si fuera un balde de agua fría sobre él, que el hombre que lo deseaba como un enfermo no era Steve Rogers.


Llevó sus manos a sus labios para evitar cualquier otro sonido que alterara más al alfa y la humedad entre sus piernas sólo evidenció sus pensamientos.


—Eres mío, omega... —le dijo con esa sonrisa demoniaca, mientras halaba esos boxers hacia abajo.


La vergonzosa erección de Tony casi le hace hipar. Su maldito cuerpo de nuevo... ser omega le podía tanto...


—¿Vas... a tomarme? —susurró medio ido cuando el enorme hombre lo recostaba en su propia cama, haciéndolo gemir quedito por los ardientes besos en su pecho.


Iba a dejarle marcas, maldita sea.


—Deseo tanto tomarte... —susurró seguido de un gruñido ansioso, mientras descendía por su abdomen hasta encontrarse el leve rastro de vello oscuro entre sus piernas. Aspiró su delicioso aroma, intenso en esa zona— Café y un toque de canela... —susurró mirándolo y Tony juró que sus ojos eran rojos, antes de que sus vastos labios tomaran la cabeza de su erección.


— ¡Ahhhh...! —se arqueó, lleno de electricidad.


Alguna vez Stephen Strange había insistido con hacerle una felación. Anthony recordaba haber sido muy consciente de su cuerpo aquella tarde en el apartamento de Stephen de Nueva York, cuando notó por fin que estaba semidesnudo. Estaba seguro que el chico quería romper sus barreras y con ello dejarse follar y ahora entendía por qué.


Chilló extasiado sintiendo un dedo profanar su entrada mientras su miembro era estimulado al mismo tiempo. Sus feromonas se liberaron sin control, atrayendo a su alfa.


Estaba perdido.


Todo estaba perdido y lo sabía.


Es hombre iba a tomarlo en ese momento y él deseaba ser tomado, maldita sea.


Las succiones se hicieron más desesperadas y los movimientos de sus dedos dentro del omega, más y más profundas. Su próstata fue alcanzada, obligándole a gritar su placer y derramarse en la boca del Capitán.


—Oh... OH.... —jadeó totalmente relajado, sintiendo su cuerpo completamente entregado al placer— Amor... Steve... mi amor...


Pero esos ojos azules rompieron su estupor.


Había cometido un error...


—YO... —comenzó el hombre completamente vestido, trepando por su cuerpo desnudo y apretando violentamente su mandíbula— NO SOY... —Tony le miró con esos ojos cristalinos, soltando un suave jadeo... un suave llamado de omega...


Estaba en peligro inminente, ese hombre lo mataría y daba la casualidad que su alfa estaba encadenado en el fondo de la mente de esta personalidad.


Con los ojos abiertos por el miedo, Tony vio al tipo malo arrugar el rostro, como adolorido. El tipo malo se incorporó de inmediato.


—Regresará... —susurró saliendo de la cama, hacia el baño personal de Tony.


Los ojos chocolate del omega miraron el techo de su cama con dosel y sintió sus labios temblar. Cuando la puerta de su habitación se cerró de un portazo, supo que el tipo malo se había ido.


Se permitió jalar las sábanas y envolverse en ellas para ponerse en posición fetal. Estuvo a punto de entregarse al tipo malo, maldita sea.


—Yo no quiero estar con él... —susurró al darse cuenta de sus actos.


—¿Está bien, señor Stark? —preguntó J.A.R.V.I.S y Tony se permitió fantasear con su mayordomo arropándolo amorosamente.


—Sí... —susurró con los ojos llenos de lágrimas. Odiaba ser omega... lo odiaba tanto...


—¿Está seguro? ¿Necesita que reporte a S.H.I.E.L.D el comportamiento del Capitán Rogers? —Tony cerró los ojos, cortando sus lágrimas de tajo y dejándolas correr por sus mejillas.


—No. Él no es Steve Rogers... ¿Recogiste toda la información sobre su estado físico como te pedí? —se medio incorporó, sintiéndose estúpido. El olor del hombre aún estaba en su piel y no quería eso, se puso de pie, fuera de su cama, sintiendo frío el piso.


—Por supuesto. Desde el cambio en las ondas cerebrales del alfa Steve Rogers, recabé información sobre las mismas, así como el olor específico de su cambio, su manera de andar, su manera de hablar, los latidos de su corazón, la dilatación de sus pupilas, entre otros datos. En efecto, ha tenido razón. —le recitó la inteligencia artificial, mientras caminaba hacia su baño, notando como el tipo malo se había lavado las manos con su jabón y se había enjuagado la boca con su Listerine— Parecía completamente otra persona ¿Necesita que guarde la información en la carpeta del Capitán Rogers?


—No... —susurró sintiendo sus piernas temblar. Abrió el grifo.


—La configuración un 60% de agua caliente, 40% agua fría.


—Está bien —respondió medio ido, metiendo la cabeza al delicado chorro de agua.


—¿Qué desea hacer con la información recabada sobre el comportamiento de Capitán Rogers?


—Abre una carpeta nueva... —aunque su voz fue amortiguada por el agua, la inteligencia artificial le entendió claramente.


—¿Cómo quiere llamar a la nueva carpeta?


—Capitán... Hydra...


....................................................................


Steve Rogers lo saludó a la mañana siguiente.


Pero Anthony Edward Stark no era el mismo.


Estaba serio. Estaba dubitativo.


—¿No comerás nada?


Hasta la voz de Steve era diferente a Hydra, decidió Tony. Uso ese nombre específico de las historias de su padre sobre cierta organización malvada.


Ese Steve era malvado...


Lo llamaba así ahora. Capitán Hydra.


—Sí... —susurró distante, preocupando instantáneamente a Steve.


—Puedo acompañarte a Massachusetts si lo deseas... —oh, sí... la maestría...


Tony había olvidado que el jueves había llegado y tenía que ir a Cambridge, Massachusetts. A veces odiaba ser un maldito mimado y caprichoso. Pudo haberse quedado a vivir en Massachusetts, pero no. Prefería regresar a Malibú a toda costa. De todas formas, su avión privado era más rápido que cualquier aerolínea comercial, porque obviamente metió mano en él como el ingeniero que era.


—¿No tienes una misión con Shield? —levantó los ojos sin brillo y Steve no supo qué hacer.


—Iré contigo sólo si lo deseas... puedo desviarme un poco.


—No. Estoy bien... —y comió sin ganas.


Lo había decidido. Maldita sea, no podía simplemente seguirse engañando... Hydra no podía ser su dueño de ninguna manera. Ese hombre no lo amaba, sólo quería jugar con él.


.........................


Para Tony fue un alivio que la siguiente semana, Rogers estuviera muy ocupado con S.H.I.E.L.D en misiones que sinceramente no tenía ningún interés por saber de qué trataban. Casi no vio al Steve y, por ende, no volvió a toparse con Hydra.


Sin embargo... lo extrañaba. A Steve, por supuesto.


Aquella noche, estaba escribiendo sus fórmulas en un cuaderno. En el Massachusetts Institute of Technology sabían perfectamente lo inteligente que era, así que no estaba necesariamente todas las semanas en clase. Tenía una serie de asignaciones que eran revisadas cada dos o tres semanas.


Sin embargo, necesitaba sustento teórico para sus asignaciones, por lo que tenía que ir y venir en bibliotecas por California. Por suerte Caltech no estaba tan lejos.


Aun así, el hambre de aprendizaje de Tony era algo de admirarse. Odiaba quedarse quieto así que estaba en clases de diversa índole.


Cuando su teléfono sonó, su corazón saltó desbocado al pensar que fuera un mensaje de Steve, preguntando si estaba comiendo bien o algo por el estilo. Pero no.


—Stark —murmuró haciendo garabatos en su cuaderno.


—Hola amor... —le respondió la voz al otro lado del auricular— Pero qué frío... "Stark" —dijo con burla.


—¿Stephen? Vaya, hacía un rato que no oía de ti... —sonrió arrojando su lápiz al escritorio.


—Ya sabes, mi omega es un ingeniero del MIT y yo tengo que estar a su altura... —Tony pudo dibujar la sonrisa ladina del hombre tras el teléfono— Estoy tan harto... vine con mis padres a vacacionar a Malibú antes de mi residencia y tengo muchas ganas de visitarte...


—No creo que al tío Steve le guste la idea... —se mordió el labio pensando específicamente en Hydra... ¿Qué haría ese demente si se encontrara con Stephen? Es decir, ambos eran alfas, pero Stephen era un alfa médico y pues Hydra poseía el cuerpo de Steve Rogers, un militar que resultaba ser el mismísimo Capitán América.


Oh no. No deseaba para nada que el descarado de Strange le mirara de forma poco adecuada frente al Capitán América... o al Capitán Hydra...


—Oh. El Capitán Rogers se tomó muy en serio su papel como tutor ¿Huh?


Cierto. La última vez que había visto a Stephen, fue por el funeral de los Stark hacía meses. El tiempo pasaba volando definitivamente.


—Oh... pues. Ya sabes, papá era muy sobreprotector conmigo... y...


—Eso nunca impidió que te escaparas conmigo... —y el delicioso bajo en su voz le dio escalofríos al omega. Se maldecía por ser un estúpido omega hormonal.


Caminó hacia su ventana, que daba vista al mar nocturno.


—Sí... pero pues, ya sabes... él es militar y sabía lo mucho que papá y mamá me cuidaban y...


—Tranquilo, Tones, era una broma... uno de estos días espero verte. Tal vez en el club ecuestre o, si logras zafarte de Rogers... podríamos escaparnos por ahí~


—Ja, claro guapo... si estás aquí, podríamos escaparnos un día de estos... —sonrió como lo mierda que sabía que era por calentar al alfa y no acostarse con él. Se giro y su sonrisa divertida se borró al instante que miró la puerta.


Steve Rogers estaba parado en el marco de su maldita puerta abierta de par en par. ¿Qué era? ¿Un Ninja? ¿En qué momento entró?


Para ser un omega Prime, era el omega menos perceptivo del mundo o qué diablos.


—Bueno, fue un gusto saludarte... te llamo después...


Sus ojos vacilaron apenas para colgar la llamada y cuando miró de nuevo a la puerta, Steve ya no estaba ahí.


Se atrevió a fingir que podría concentrarse en sus estudios, pero claro, fue imposible. Eso de ser consciente de su cuerpo porque había sido cachado diciendo cosas que no debió haber dicho frente a Steve, lo estaba matando.


Ser bueno mientras no le veían le estaba matando.


Cuando bajó a cenar ante la atenta mirada del silencioso y casi triste Steve Rogers, casi se sintió culpable. Casi.


—Stephen está en Malibú. —susurró entre descarado y un tono que bien pudo identificarse como un "me importa un cuerno" o "realmente no estoy haciendo nada malo".


—¿En serio...? —el rubio le miró detenidamente, como analizándolo, mientras comía la crema de champiñones que había cocinado él mismo.


—Sí... está de vacaciones con sus padres... —se apresuró a agregar como si en realidad eso hiciera menos sucia e improbable la idea de "escaparse" con él.


—Ya veo... —los tristes ojos azules de Steve le dejaron el corazón hecho un puño, sobre todo cuando desvió la mirada a su cuchara y siguió comiendo.


—Sí... aunque con mis clases de Robótica y mi apoyo a las investigaciones de Caltech, dudo seriamente verlo... —susurró como si no le importara en lo absoluto. Steve no pareció escucharlo.


—Vaya... Caltech... —musitó el alfa, jugando distraídamente con su comida— ¿Sabes? A veces olvido que ya no eres un niño. Has crecido muy rápido...


—Oh vamos, Steve. Ni siquiera me conociste de niño como para que digas...


—Tenías quince años la primera vez que te vi...


Los ojos de Tony se dilataron por el puro recuerdo.


Su padre completamente emocionado, parloteando sobre su gran amigo, el militar aquel que habían dado por perdido/muerto. Todos perdieron la esperanza, pero no Howard Stark, él no.


Él lo buscó y sweet lord, lo encontró. Luciendo los fantásticos 25 años con los cuales había sido congelado... tan alto, hermoso espécimen de alfa, luciendo casi ridículo en esos pantalones anticuados color caqui y su patética camisa de cuadros azules.


Tony sólo supo que se había humedecido mirándolo quitarse la chaqueta de cuero color café. El hombre no era consciente de su belleza, ese había sido su primer pensamiento antes de retirarse a su habitación para calmarse. Por suerte nadie lo había visto en lo alto de las escaleras, en la mansión de Nueva York.


Cuando logró componerse y fue presentado formalmente, lo supo. Estaba perdido por esos ojos azules tan profundos y esa sonrisa cálida y amistosa.


—Este es mi hijo Anthony... —las manos en sus hombros hicieron a Tony sentirse aún más pequeño de estatura.


—Steve Rogers... —extendió una mano hacia el omega y Tony deseó poder quitarse los castos guantes que se padre le obligaba a usar y sentir la piel de aquella mano tan grande...


—¿Tony? —y el omega fue empujado de regreso al presente, sintiéndose acalorado.


—Oh, he terminado... tengo qué estudiar, tío Steve... ¿Puedes excusarme? —y apenas el alfa asintió, salió disparado con sus platos para ponerlos en el fregadero y huir a su habitación.


Miró sus manos.


Cuando sus padres murieron, dejó de usar los castos guantes.


Maldita sea, deseaba tan mal colocar sus manos delicadas sobre el fornido cuerpo de Steve. Quería acariciar esos pectorales pecadores y leer su cuerpo al tacto.


Mientras abrazaba su almohada intentando conciliar el sueño, una hora y media después, se sintió sumamente frustrado. ¿Qué debía hacer? Este Steve, lo confundía... es decir ¿Parecía triste por saber que Stephen estaba en Malibú?


¿Steve... le correspondía? ¿Hydra no le había mentido?


Se abrazó a sí mismo, sintiendo su cuerpo caliente. No era su celo, lo sabía... pero faltaba cada vez menos.


La última vez, Steve se fue a una misión y Tony tuvo el arrebato ridículo de hacer un nido con su ropa. Gracias al cielo Jarvis se había encargado de recordarle cómo dejar todo como estaba antes que el soldado volviera.


Pero no estaba seguro del futuro esta vez. Tal vez Hydra estaría ahí para recibir su celo... ¿Y si Steve estaba ahí para recibir su celo? Ni bien había formulado la pregunta en su mente cuando sintió su propia mano acariciando su miembro erecto por encima de su pijama azul cielo con cerecitas.


¿Y si Steve lo saciaba en su celo? Gimió contra la almohada y su mano se apresuró a acariciar su miembro debajo de los pantalones del pijama.


Las sábanas cubrían su modestia, pero sabía sus feromonas se habían liberado.


—Oh... Steve... —suspiró. Aunque rápidamente se detuvo y se quedó quieto por puro instinto. Oyendo pasos fuera de su habitación, sacó la mano de sus pantalones.


— ¿Tony? —la voz tras la puerta sonaba más áspera.


—Jarvis, datos... —susurró a su reloj.


Se identifica el aroma a petricor, por lo cual confirmo la presencia del Capitán Hydra tras su puerta, señor Stark.


Oh.


Oh... no.


Oh no...


Pero su maldito cuerpo no se detuvo.


Poseído por el más absurdo deseo voraz, caminó a paso decidido hacia su puerta, para toparse con los ojos tan malvados que parecían color carmesí.


El Capitán Hydra había abierto la puerta sin permiso ¿Para qué debía pedirlo?


Ambos se miraron en un tenso silencio, el cual se rompió cuando ambos se lanzaron a la boca del otro para darse el primer beso sucio de la noche. 


 


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