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Rosas por Atria

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Notas del fanfic:

Hecho en un sólo día para todas mis lectoras, feliz día de San Valentín.

 

Rosas

 

"Siempre le ha gustado el aroma de las rosas", piensa, "pero no sé a ciencia cierta el por qué..."

- ¡Chacha~! Mañana es el día de San Valentín - exclamó con voz apesadumbrada.

- Ya lo sé, Camui Gackt, llevas media hora repitiéndome lo mismo cada dos minutos.

- Eso sin contar las veces en que suspira recordando que mañana es el día - añadió You con una sonrisa afable.

Gackt frunció el ceño y se recostó contra el respaldo del sillón en el que se encontraba sentado.

- ¿Todavía no sabes qué regalarle? - inquirió You.

- ¿O es que todavía no sabes si deberías acercártele?

- Ambas cosas...

- ¡Gackt-kun! Ya estás muy grandecito como para andar sufriendo de indecisión - reprobó una voz femenina desde el umbral de la puerta.

Gackt se puso de pie inmediatamente y sonrió, aproximándose para saludar a la tierna figura de su mejor amiga.

- ¿Por qué no me avisaste que vendrías, Ayumi?

- Porque lo decidí hoy en la mañana, sabía los problemas que enfrentarías precisamente ahora.

- Por qué no me sorprende... - señaló You.

Ambos chicos saludaron a la cantante e intercambiaron miradas, para extrañeza del castaño.

- ¿Qué están planeando?

Ayumi sonrió, divertida y You junto con Chacha se acercaron para rodear al cantante.

- Pensamos en la mejor forma de ayudarte y ahora debes acompañarnos - advirtió Hamasaki.

- No intentes huir, no corras ni grites o, si no, Hyde se enterará de la identidad de cierto personaje que se encarga de enviarle detalles cada que es su cumpleaños. Creo que le interesaría más el saber quién le manda tantas curiosidades el día de San Valentín - amenazó You.

Gackt tragó duro y, para su pesar, fue arrastrado hasta la hummer negra que aguardaba afuera.

- Al centro comercial, Takato - indicó la vocalista -. No te preocupes, Gackt-kun, al final del día tendrás listo el regalo perfecto para el amor de tu vida.

- Lo que más me temo es que no salga con vida... - susurró para sí en respuesta.

Entre tanto, un hombre se encontraba fumando en la azotea del edificio donde, a esas horas, debía estar ensayando para el próximo concierto.

- Mañana es catorce de febrero... - musitó.

- Hyde, ¿qué haces aquí?

El susodicho no se giró a ver a su compañero, sin embargo, suspiró pesadamente y continuó distrayéndose con su cigarrillo.

- Ya ha pasado un año... - dijo.

El bajista lo entendió y se acercó a él, apoyándose sobre el barandal.

- ¿Todavía la sigues amando? - preguntó.

Hyde sonrió burlescamente y negó.

- A ella nunca la amé, el que me preocupe es mi hijo...

- Él está bien, a pesar de todo, Megumi lo quiere tanto como tú.

- Sí, tal vez tengas razón.

Tetsu sonrió y se dedicó a contemplar el cielo nublado. Era de mañana y las densas nubes advertían una tormenta porque no sólo cubrían el sol, sino que también dejaban ver de cuando en cuando algunos relámpagos.

- ¿Qué piensas hacer para mañana? - inquirió Tetsu.

El pelinegro exhaló una bocanada de humo y se encogió de hombros.

- Creo que me quedaré a dormir todo el día en casa...

- No seas aguafiestas.

- Tet-chan, tú tienes una novia así que para ti el día de San Valentín no es una cosa sin sentido. Además ya sabes que a mí nunca me ha gustado celebrarlo.

- Pero sí te encanta recibir regalos, especialmente esos que siempre llegan a tu casa sin falta a justamente a la media noche acompañados de un ramo de rosas rojas.

- Bueno, esa es mi única diversión - dijo el vocalista, riendo.

Tetsu sonrió y negó suavemente.

- Seguramente te quedas sentado en la alfombra de la sala y esperas, impaciente, a que el mensajero suba y te entregue tus anhelados regalos - bromeó.

- ¡No lo espero así! - reprochó Hyde.

Tetsu se echó a reír de buena gana y puso una mano sobre el hombro descubierto de su amigo, al tiempo que trataba de calmarse.

- Lo único que me sorprende es que no hayas saltado ya sobre el mensajero para exigirle que te dijera quién te manda esos detalles cada año...

Hyde se sonrojó y volteó ligeramente su rostro para que Tetsu no se diera cuenta. La verdad es que ya lo había hecho muchas veces y los pobres hombres habían rogado piedad para que los soltase, hasta que el año pasado había sido un grandulón de aspecto severo quien le había entregado los detalles y sólo por eso no pudo brincarle encima.

- Sí, bueno, en algún momento tendrá que aparecer. Con el de mañana serán ya cinco años de recibirlos...

- Y más ahora que no tienes compromisos...

- ¡Tetsu-chan!

- ¡Doiha-chan! - exclamó el bajista -. Por cierto, ¿piensas tener algún detalle con tus pobres amigos que han tenido que soportarte los berrinches y los caprichos de tus bajadas de ánimo?

- Sí, les daré algo a todos excepto a ti porque eres malo, ¡siempre terminas por hacerme rabiar!

- Tú que te dejas...

- Tú que me provocas.

- Eso último podría tener un doble sentido, ¿sabes? - inquirió Tetsu con tono sugerente, acercándose a Hyde.

- ¡Para de burlarte de mí! - se quejó el pelinegro.

Tetsu se echó a reír y revolvió con una mano el cabello del vocalista, contagiándole la risa.

- Por lo menos todavía no pierdo mi toque para hacerte reír un poco de vez en cuando.

Hyde asintió y terminó por apagar su cigarrillo.

- Y es agradable saber que eres el único que aún intenta devolverme la alegría - dijo con una sonrisa.

Tetsu frunció el ceño y bufó, enfadado.

- Hipócrita, yo sé quién te hace sonreír y reír como si nada te hubiese pasado...

- Tet-chan, no empieces.

- En serio, Hyde, es cosa tuya no querer aceptar que sólo eres así con Gackt-san, pero de verdad sucede. Puedes preguntarle a cualquiera.

 - Puede ser, pero el punto es que Gackt-kun no es como tú...

- Exactamente, por eso le tengo celos. Como él es él para ti, definitivamente tú no tienes reparo alguno en tu actitud cuando estás con él, claro que no creo que sepa todo lo que te sucede y dudo que necesite estar al tanto para saber cómo alegrarte el día. Es espontáneo para ti, creo que es por eso que le adoras - aseveró el castaño.

- ¿Insinúas que estoy enamorado de él?

- No soy quién para responderte.

Hyde desvió la mirada y negó suavemente.

- No me volveré a enamorar - dijo, dando por terminada la conversación al tiempo que dejaba a Tetsu ahí.

El bajista sonrió con nostalgia y le lanzó una última mirada al cielo.

- Es una pena que eso no lo puedas decidir tú - susurró, para luego bajar de vuelta al estudio.

A Hyde no le gustaban los días de San Valentín y no precisamente por malas experiencias; era sólo el hecho de que no veía sentido en compensar todo el amor que no se daba a diario en un único día, era absurdo. Claro que si las atenciones provenían de un ser desconocido, que tal vez nunca se le había acercado en la vida, resultaba hilarante y curioso -al menos en su opinión.

- ¡Hyde-chan! Quita esa sonrisa de bobo y ven a cantar - le reprendió Yuki.

Ken y Tetsu se echaron a reír de la indignación tatuada en la cara de su amigo y pronto comenzaron con el ensayo, con "Stay away" como tema...

Por otro lado, en el centro comercial de Tokyo, un cuarteto de famosos se encontraban yendo y viniendo de tienda en tienda con un montón de bolsas siendo cargadas por dos guardaespaldas.

- ¡Ah! ¡Ayumi-chan! Paremos ya, estoy muriendo de cansancio - se quejó You, dejándose caer pesadamente sobre una banca en el pasillo de las tiendas de ropa en el segundo piso.

- Él tiene razón, yo también estoy cansado - dijo Chacha.

Ayumi infló ligeramente los cachetes y tomó a Gackt del brazo.

- Bueno, quédense ahí, Gackt-kun y yo iremos a visitar las joyerías.

- ¡Pero, Ayumi, yo también quiero descansar!

- Pero nada, ¿quieres a Hyde o no? Este es un pequeño sacrificio que asegurara tu triunfo.

Gackt fue prácticamente arrastrado hasta la joyería internacional por una Ayumi Hamasaki en estado eufórico. Ayumi era una yaoi y lo que más influía en su estado era que buscaba la felicidad de su mejor amigo.

En pocos segundos un montón de cruces, dijes y demás, les fueron mostrados a ambos. Todos eran extremadamente hermosos, había desde dijes de corazones en oro blanco traído de Milán hasta brillantes brazaletes de plata de exportación francesa. Aunque ninguno de éstos parecía ser lo que Gackt buscaba.

- ¿Esta vez piensas ser tú quien le entregue el regalo o volverás a mandar a alguien? - inquirió Ayumi una vez que salieron, con resultados infructuosos nuevamente.

Gackt se quedó callado y fueron a sentarse en una mesa del área de comida.

Ambos llevaban gafas oscuras y vestían como cualquier persona normal, así que no podían ser reconocidos tan fácilmente.

Mientras Ayumi había ido por un par de sodas, el castaño se mantenía pensativo. ¿Este año se atrevería por fin a declarársele a Hyde como era debido? Desde aquella primera vez en que lo vio, sintió una fascinación muy fuerte por toda su persona, desde su voz hasta la hermosa sonrisa que a veces se negaba a aparecer y cuando lo conoció..., lo inevitable sucedió. Ese encantamiento a primera vista resultó ser amor...

Parecía increíble que él, todo un casanova con una lista impresionante de conquistas y un montón de métodos secretos e infalibles para usas en sus citas le resultaban vanos y ridículos para ponerlos en práctica con Hyde.

Una de las cosas que siempre lo habían detenido era el matrimonio de éste, al igual que la familia que ya había formado. Cuando Hyde y Megumi se divorciaron, mentiría si dijera que su corazón no brincó de gozo, pero rápidamente supo controlarlo porque, el que Hyde estuviera libre, no significaba que las cosas cambiasen mucho. Él todavía no sabía qué decirle exactamente a Hyde, cómo actuar...

Para algunos podría resultar excesivamente tierno que él, Camui Gackt, no supiera cómo comportarse con la persona que más quería en la vida, pero para él resultaba frustrante. Verlo en ocasiones tan contadas y no poder declarársele abiertamente porque se quedaba embobado con esa sonrisa hermosa o incluso a veces hablaba y hablaba sin parar por el mero nerviosismo. ¿Alguna vez Hyde habría notado su para nada disimulada forma de acercarse a él?

- Comenzó a llover - le dijo Ayumi, tendiéndole su soda.

- Eso oigo - dijo el castaño -. ¿Qué piensas darle tú a tu prometido?

- Además de ropa y otros accesorios de ego, lo más importante que le regalaré será lo que siempre le doy todos los días.

- ¿Y qué es eso?

- Besos.

- ¿Besos?

- Tú sabes, esos besos que sólo puedes darle a la persona que amas...

- Eres toda una idealista, Ayu-chan - bromeó el cantante.

Ayumi sonrió y tomó sus manos entre las suyas.

- Gackt-kun, no pienses en qué darle a Hyde o cómo decirle las cosas, sabes que las cosas verdaderas sólo puedes asegurarlas primeramente porque las sientes.

Gackt sonrió y asintió, ambos se levantaron segundos después.

- Ayu-chan, creo que es momento de que nos vayamos - declaró el castaño.

Ayumi ensanchó su sonrisa y lo miró, ilusionada.

- ¿Ya sabes qué le darás a Hyde?

- Más que eso - respondió, convencido.

Ya había oscurecido y Hyde se encontraba en su departamento, tratando de componer algún poema mientras esperaba que llegase el mensajero. Aunque esta vez lo esperaba acostado en un sofá.

Completamente exasperado por no poder escribir algo mejor, dejó la libreta sobre la mesa de centro y cerró los ojos un momento.

Comenzó a pensar en la charla con Tetsu por la tarde y a su mente llegó aquel cantante de mirada intimidante y sonrisa de galán. Estando a solas podía ser sincero, incluso si luego terminaba por enojarse consigo mismo.

Cuando Hyde conoció a Gackt, en su mente todavía rondaba Sakura y, en el momento en que comenzó a conocer más al cantante y éste empezaba a tratarle de ese modo tan gentil, terminó por hechizarle. Sakura se fue de su mente y Megumi... ésa era otra historia. Con Gackt tan cerca, cumpliéndole sus caprichos, contándole anécdotas sorprendentes, comprendiéndolo aún si no decía nada.... ¿Era necesario que aclarase en qué momento se enamoró? Si lo negaba era porque conocía el historial del cantante, ahí abundaban mujeres bellísimas y tal vez uno que otro varón tierno, ninguno con alguna característica que él tuviera en común con ellos.

Si Gackt declaró que si él fuera mujer se hubiera enamorado de ella, era una de esas indirectas que él había entendido a la perfección. El mensaje era "Te adoro, pero no eres mi tipo". Así de simple y sencillo, por eso era mejor no hacerse ilusiones.

De pronto, alguien tocó el timbre.

Consultó su reloj y vio que apenas eran las nueve de la noche, por tanto no podía ser el mensajero. Se levantó y justo cuando se encaminaba para abrir, alguien deslizó un papel por debajo de la puerta. Se apresuró a abrir la puerta, mas ya no había nadie...

Tomó el papel entre sus manos y empezó a leerlo, pero no tenía ningún sentido.

Cerró la puerta y se encaminó a la sala, sin dejar de examinar el dichoso papel. Parecían caracteres japoneses, sin embargo la formación de las palabras en el kanji no tenía sentido alguno, se veía como si las hubieran puesto a la inversa...

- ¡Eso es! - exclamó, corriendo hasta llegar al primer espejo de la casa.

Colocó la hoja de frente al espejo y sonrió, ahora sí le entendía.

"Si te miras al espejo, por favor, sólo muestra esa sonrisa que yo siempre admiré de cerca en invierno, justo en el parque central de Tokyo donde, te confieso, te vi por primera vez."

Hyde parpadeó, confundido, y releyó la nota. ¿Es que ahora sí conocería a esa persona? ¿Y qué tal si era una trampa para secuestrarlo? O igual y hasta resultaba ser alguna maniática obsesiva que quería matarlo... ¿qué hacer?

Bueno, ¿qué más daba? La caligrafía era bonita y elegante, tenía la sensación de haberla visto antes, pero no recordaba de dónde. Así que se arriesgaría.

Tomó su chaqueta negra y las llaves de su auto.

Mientras tanto, en otra parte de Tokyo, Camui Gackt se encontraba terminando la última carta, al tiempo que sostenía en su boca una flor.

- Listo - dijo luego de dejar la carta al pie de la fuente y tomar la flor entre sus manos -. Ahora sólo debo esperar a que llegue...

- Wa, Gackt, ¿en verdad era necesario traernos por toda la ciudad para dejar esas cosas?

- No, lo que es necesario es que vayan y cuiden que nadie tome las notas - dijo el castaño, empujándolos hasta sus autos.

- Pero hace frío y tenemos hambre, ¡incluso creo que lloverá! - se quejó You.

- Prometo compensarlos si me ayudan - aseguró.

Chacha suspiró y abrió la puerta de su auto.

- ¿Qué parada me espera?

- La de la rosa roja...

- ¿Y a mí? - preguntó You.

- La blanca.

Ambos hombres asintieron y subieron a sus respectivos autos, marchándose rumbo a sus lugares de vigilancia.

Gackt levantó la mirada hacia el cielo, seguía nublado y los relámpagos que atravesaban las espesas nubes lucían bastante amenazantes. Lo bueno era que estarían cubiertos por el domo de cristal que había traído hasta ahí por única ocasión.

Hizo una seña para que apagasen las luces de las fuentes y se adentró en el domo, sentándose en una de las sillas para luego dedicarse a esperar..., si todo salía bien, esa flor no continuaría en sus manos al final del día.

- Sí, Tet-chan, tendré cuidado... si no te llamo a las media noche puedes mandarme a buscar con policías y todo... incluso sacar la noticia en televisión - aseguró Hyde por medio del teléfono -. Descuida, no me pasará nada.

Colgó y guardó el teléfono en su bolsillo al tiempo que estacionaba su auto en el parque. Salió y notó que no había absolutamente nadie en los alrededores, de hecho no sabía qué debía esperar o buscar exactamente.

Inmediatamente notó que las luces de las imponentes fuentes no estaban prendidas y apenas y había un poco de iluminación por las lámparas en los alrededores. Continuó caminando sin poder ver algo que le diera una pista hasta que llegó al centro del parque y, de pronto, las luces del kiosco se encendieron, deslumbrándolo.

En medio de éste había una figura aparentemente de cristal con forma de ángel que resplandecía ante la luminosidad del lugar. Hyde, fascinado, se acercó y subió los escaloncillos hasta que quedó de frente a la estatua.

Era espectacular por completo y se sintió tentado de tocarla, sólo para encontrarse con que parecía estar mojada y estaba demasiado fría...

- Es una estatua de hielo - musitó.

El ángel estaba de frente a él y tenía una mano ligeramente extendida que sujetaba una nota, mientras que en su interior, justamente en el corazón, se encontraba una rosa roja completamente abierta.

"Seré el que te proteja por toda la vida, porque eres el amor que encontré en mi corazón. ¿Podrías hacer un viaje más hasta la puerta del estudio donde choqué contigo por primera vez?"

Hyde miró una vez más al ángel y a la rosa que permanecía guardaba en el interior de éste, y sonrió. Las cosas se iban pareciendo más a las de un cuento de hadas...

Salió corriendo hacia donde había dejado su auto, ¡se sentía tan emocionado! Definitivamente estaba agarrándole gusto a eso del día de San Valentín y los detalles...

Por otro lado, You se encontraba comiendo una hamburguesa de pollo mientras vigilaba desde el otro extremo de la calle.

Tenía que admitir que la creatividad de Gackt no se estaba oxidando, de hecho iba progresando todavía más.

- Por qué no me sorprende - se dijo con una sonrisa.

Tomó un sorbo de su refresco y, por el retrovisor, se dio cuenta de que un auto se aproximaba a toda velocidad. Dejó su comida sobre el asiento del copiloto y se agachó para no ser visto. Había reconocido ese deportivo negro, era Hyde.

Como pudo, se acomodó para ver lo que acontecía, quería ver la cara de sorpresa total del pelinegro cuando descubriera la sorpresa de esa parada...

- Bueno, vamos a buen tiempo... son las once... - se dijo, sin perder de vista al otro.

Hyde se apresuró a bajar de su auto y se topó con la sólida calle, aunque, si hubiera puesto más atención, se habría dado cuenta de que había un auto estacionado una cuadra más adelante.

No había nada en la puerta o algo que indicase a dónde tenía qué seguir, ni flechas ni notas ni nada que se les pareciese.

- Rayos - se dijo.

Parecía que todo se trataba de una broma de muy mal gusto. Estaba por darse la vuelta hasta que una luz de recepción se encendió y la puerta eléctrica se abrió.

Hyde, desconcertado, dudó un momento de entrar, pero si ya había llegado hasta ahí ¿qué más daba una parada más?

Se adentró en el edificio sin notar que era seguido por una figura delgada y esbelta.

Con sólo la luz de recepción, bastaba para alumbrar lo suficiente y evitar que tropezase con los muebles.

Repasó el lugar con la mirada y no notó nada extraño, una luz detrás de él se prendió también y entonces Hyde lo vio.

Las luces no habían sido prendidas al azar, daban hacia la blanca pared y formaban una rosa blanca en botón. En la mesa de centro, reposaba una carta más con un montón de pétalos blancos regados esplendorosamente tanto en el piso como en la mesa. Hyde tomó la carta y la abrió, topándose de nuevo con aquella exquisita caligrafía...

"Se supone que estas rosas significan la pureza y la inocencia, no es nada que tú no poseas; sin embargo, hay algo más que me gustaría que supieras y eso sólo puedo decírtelo yo, con mi mirada y mi voz. Te espero justo donde la Luna debió tocar con su presencia en este día..."

Hyde sonrió completamente encantado al tiempo que sentía que su corazón latía más rápido de lo normal, ¿quién podía hablar de forma tan exacta para ilusionarlo de ese modo? No lo pensó más y salió apresuradamente de la oficina rumbo a aquel lugar al que él siempre iba cada que se sentía nostálgico.

¿Por qué ahí? Era simple, la luna siempre estaba justamente arriba a la media noche en los días como esos...

Entretanto, You sonreía abiertamente. Parecía que la proyección de la rosa blanca no era lo que más había emocionado al pelinegro...

- Ahora sólo te queda la última parada, Hyde...

Gackt, por su parte, había consultado de nueva cuenta su reloj. Éste marcaba las 11:45 y Hyde todavía no llegaba, había comenzado a caer una fina lluvia y probablemente empeoraría al cabo de unos minutos.

Se levantó y comenzó a ir de un lado a otro en el domo. La flor descansaba sobre la mesa al igual que el regalo de ese año...

A la distancia, Hyde no percibiría el domo, pero, en cuanto lo viera, ¿cuál demonios era el plan? ¡¡Todo se le estaba olvidando!!

- ¡Demonios! Debí haber anotado mi discurso...

Entonces, una luz titiló un par de veces desde la lejanía. Esa era la señal...

Tal vez no se percató, pero ese par de titileos bastaron para devolverle la serenidad y la fuerza nacida del férvido sueño que había perseguido por más de cuatro años.

La lluvia empezó a caer con más fuerza y, a pesar de ello, Gackt pudo observar la figura delgada que se acercaba a gran rapidez.

Eso era, faltaban unos cuantos metros...

Pasó la línea y las luces de la vereda comenzaron a encenderse conforme el chico pasase...

Hyde se detuvo en seco y bastaron un par de segundos para que pudiera contemplar la sorpresa en su esplendor. Las últimas luces terminaron por encenderse al igual que las velas dentro del domo que, según recordaba, no había estado ahí la semana pasada...

Se acercó con extremada lentitud, ahí había alguien esperándolo y la figura le resultaba tan familiar...

No podía ser cierto...

Su corazón latía con más fuerza.

Su rostro comenzaba a ruborizarse.

Y un cosquilleo le recorría el cuerpo entero...

- ¿Gackt? - llamó con temor, esperando que no fuese un sueño.

La figura salió hacia la luz y comenzó a bajar los escalones.

- Llegaste - susurró el castaño con una mirada de infinita ternura.

Hyde se acercó un poco más al cantante y sonrió, completamente emocionado y contento.

- ¿Siempre habías sido tú? - preguntó, sonriendo a más no poder.

Gackt sonrió y en un acto de magia sacó la flor que había estado guardando.

- Siempre he sido yo y quisiera que me dieras la oportunidad de seguir siéndolo...

Le tendió al pelinegro una rosa blanca con bordes rojos y aproximó su cara aún más...

- ¿Me concederías el deseo de estar a mi lado?

Hyde se quedó en blanco, Gackt no le hablaba de razones ni de motivos, era una pregunta sencilla que sólo podía ser contestada de una sola forma que no se trataba de pensar...

Vio los ojos sinceros del castaño y sonrió.

- Accediendo, también cumples mi deseo - murmuró en respuesta.

Tomó la rosa y se aproximaron lentamente para fundirse en un beso como aquellos que sólo se dan con la persona que amas...

- ¿Sabes algo? - dijo el pelinegro, completamente abrazado al cuerpo desnudo de su ahora amante.

- ¿Qué?

- Creo que ahora sí me gusta celebrar el día de San Valentín...

Gackt sonrió y volvió a besar suavemente a su persona especial.

- Yo ya aprendí una mejor forma de celebrarlo - dijo en respuesta.

Hyde sonrió juguetonamente y se abalanzó a los labios de Gackt.

- Por cierto, quiero que ese tipo de poesías las tengas sólo para mí... no las escribas en canciones, son mías - musitó contra sus labios.

Gackt apartó un mechón de la frente de Hyde y acarició de forma imaginaria sus labios con la yema de sus dedos.

- Entonces, debes compensarme esas ganancias extraordinarias con algo más...

- Todavía sigue siendo catorce de febrero y podemos quedarnos aquí todo el día.

Gackt sonrió e iniciaron una nueva noche, mientras que en la mesita de noche reposaba aquella cajita sin abrir que guardaba una prenda que, tal vez, Gackt le daría a Hyde la mañana siguiente...

Owari...

Notas finales:

Gracias por leer.

Besos.
Atria.

Pd. Pequeño fotomontaje peculiar para el día: www.fotolog.com/neoyuki

^w^


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