Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Delicioso aroma por 1827kratSN

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Tsuna había estado trabajando con normalidad, llegando con prisa, conviviendo con todos como era común, tomando las obligaciones que le correspondían, y practicando un poco de sus rutinas ya ensayadas en casa durante las tardes de fines de semana. No tenía ni una sola queja, sus clientes seguían llegando, las reservaciones siempre se hallaban marcadas, no dejó de ser aquel personaje que destellaba seguridad en sus espectáculos.

Pero había cosas que no podía controlar, una de ellas era la sobreprotección de su jefe, quien era para todos los empleados como un padre. Por eso esa plática, aunque se vio aplazada por mucho tiempo, tenía que llegar. Tsuna se sentía como un niño de cinco años siendo regañado por su padre por alguna travesura.

 

—Los moretones de tu cuello me dan ciertas respuestas, pero debo preguntar formalmente.

—Y yo debo responder, Fon-san —Tsuna suspiró antes de agachar un poco la cabeza ante su jefe.

—La negociación con tu chantajista —el azabache de largo cabello atado en una trenza, bebió su té con calma—, ¿se ha basado solo en… —dudó en la palabra para usar—, favores sexuales? —no tuvo opción, dijo aquello en voz alta.

—Pues —sus mejillas enrojecieron e instintivamente se tocó el lugar donde esa mañana vio el moretón—, algo así.

—Sabes lo incorrecto que es eso, ¿verdad?

—No lo es tanto si yo… acepté de buena manera —estaba tan incómodo que no podía dejar de mover su pie derecho.

—Yo te conozco, Tsuna. Jamás has aceptado los coqueteos de los clientes. Los tratas con amabilidad y sigues el juego, pero jamás has aceptado hablar con ellos fuera del establecimiento —cruzó sus piernas—. Estoy consciente de que tu chantajista te encontró fuera de la cafetería, y supongo que te obligó a aceptar algunas cosas para no decir nada, pero… no creí que tú fueras manipulable.

—En realidad —Tsuna jugó con sus dedos—, algo pasó con… mi chantajista —no quería dar el nombre real—. Algo que va más allá de lo que entiendo.

—Puedes decírmelo, Tsuna, y si creo que es indebido, te ayudaré para que dejes estos favores de lado —señaló el cuello del chico.

—Me gusta esa persona —no miró a su jefe, se centró en sus manos—. Al inicio fue algo solo físico, creo —se sentía incómodo hablando de eso—, pero después de convivir un tiempo… pues el chantaje ya no lo es.

—¿Síndrome de Estocolmo?

—No —rio divertido a la par que su jefe—. Es solo que… me siento bien cuando estoy con él.

—¿Sabes lo riesgoso que es esto?

—Lo sé, pero hasta ahora todo va bien, y le he dejado claro que me gustan mis dos trabajos.

—Tsuna…, si él fue uno de nuestros clientes significa que tiene dinero suficiente para pedir nuestros servicios exclusivos, lo que me lleva a decir lo siguiente —miró fijamente al castaño—. Un hombre de estatus no desearía que su pareja trabajara en estos lugares.

—Sé que es un riesgo —apretó los labios—, pero me gusta trabajar aquí y no voy a dejarlo. Sea lo que sea que piensen los demás, yo no hago algo malo.

—Me alegra escuchar eso —sonrió Fon—. Me alivia saber que te tendremos por aquí todavía. Y no solo es porque los clientes te adoran y las ganancias son buenas —rio a la par que Tsuna—, sino porque perdería a mi mejor cocinero —sujetó las manos del castaño—. Todo lo que fabricas con tus manos sabe delicioso. Todos aquí lo creemos y no nos gustaría dejar de probar tus galletas.

—No se preocupe por eso —sonrió divertido.

—Solo una cosa más —Fon hizo una mueca, arrugando levemente su nariz—, dile a esa persona que deje de hacer chupetones en lugares visibles.

—Oh eso —enrojeció de nuevo porque bien sabía que su trabajo no le permitía usar mucha tela encima y eso dificultaba disimular sus marcas—. Lo siento. Se lo he dicho, pero es difícil.

—No puedo tener un camarero con mala presentación —sonrió de lado—. Aun si lo maquillas, sigue notándose para los ojos atentos. Así que cuídate más en esos detalles.

—Lo haré.

—Y Tsuna —el azabache golpeó la frente del castaño—. Dile a Reborn que, si te hace sufrir, yo me vengaré.

—¿Usted lo conoce? —se sorprendió—. Espere, ¿usted sabía quién era mi acosador?

—Tengo mis fuentes de información —sonrió al recordar lo exaltado que estaba Skull cuando se lo contó. Sí, su novio era bueno sacando información complicada, y tenía un talento oculto para ser sigiloso cuando perseguía a alguien—. Solo dile a Reborn que estaré pendiente.

—Le pasaré el mensaje.

—Por cierto —dejó la taza vacía de lado—, Skull dijo que te va a enseñar una nueva rutina.

—¿En serio? —Tsuna se emocionó, porque Skull era un artista en esos campos.

—Revisa tu agenda, y deja unas horas para que te reúnas con Skull.

—Sí, señor.

 

Para Reborn, esos meses teniendo a Tsuna como su secreto más delicioso fueron los mejores, pero en algún punto alguien tenía que enterarse, y fue mejor que pasara en esos días porque ya pensaba formalizar todo de una buena vez. Eso del chantaje pasó a la historia desde hace rato. Inicialmente estaba planeando comentárselo a Lal, que era mucho más centrada que Colonello, pero las cosas no salieron como las planeó.

Cometió el error de responderle la llamada a Tsuna y decirle que podía subir a su oficina sin problemas, pero olvidó que Colonello estaba allí revisando algunos papeles junto a él y no tenía intenciones de irse pronto. No tuvo más opción que explicarle al rubio lo que pasó en esos meses, en donde obviamente su carácter se había dulcificado un poquito. ¿Cómo no iba a estar de buen humor si tenía quien le prepare un café delicioso? ¿Cómo no iba a estar libre de estrés si podía gastar energías de buena forma usando a aquel alfa?

 

—¡¿Te trajiste al camarero-kora?!

 

Colonello bufó y se alarmó ante las palabras del azabache amigo que tenía, porque… ¡joder! Fue una simple bromita que inició para molestar a su amigo, ¡pero terminó en eso! Y sinceramente hasta él tenía dudas del buen historial de aquel castaño, porque hasta a él y a Lal logró influir.

Una belleza de ese tipo, con tal manipulación corporal, con tanta seducción natural, no debía ser más que un oportunista que acabaría con el dinero de su amigo. O eso creyó y lo dijo en voz alta, hasta que un par de toques interrumpieron su plática y una cabellera castaña apareció por la puerta.

 

—Lo recuerdo —Tsuna sonrió amablemente antes de reverenciarlo educadamente—, usted acompañaba a Reborn ese día.

—No puedes ser el mismo —Colonello lo miró una y otra vez, porque debía ser una broma de Reborn.

—Aquel que vio ese día, era mi personaje —rio bajito ante la expresión incrédula del rubio—. Es obvio que trabajé duro para llegar a eso, pero… la realidad es esta —se señaló entero.

 

Era simple, demasiado simple. Colonello vio en aquel castaño a un chico normal, de mirada amable, y que parecía tímido porque a veces se trababa a media frase, especialmente si se miraban directamente a los ojos. Además, se suponía que el chico trabajaba en una guardería, no había estudiado, y tenía una familia que cuidar. Lo que él estaba viendo calzaba con esa descripción…, pero sus memorias estaban en ese bar, la presencia, la belleza exótica en cada poro y…

 

—Si lo sigues mirando así, voy a romperte la nariz —Reborn ya se cansó de la actitud de Colonello.

—No puedes —jadeó antes de cubrirse unos segundos el rostro para volver a mirar al castaño.

—¡Es mi alfa! —listo, perdió la paciencia— ¡Que dejes de mirarlo! ¡Maldita sea!

—Reborn —susurró Tsuna elevando sus manos—, solo está impresionado. Yo soy… diferente a lo que se imaginó, supongo —intentó calmarlo.

—¿Alfa? —Colonello jadeó de nuevo—. ¡Alfa! —señaló al castaño—. Pero ni olor tiene.

—Medicamentos —sonrió Tsuna, divertido por toda esa situación—. Se supone que… debería ser un beta, o al menos aparentarlo.

—No, no —el rubio negó antes de reír—, aun así, no creo que… sea adecuado —miró a su amigo—. Este niño trabaja en un café show con ropa muy… muy… —agitó sus manos sin saber cómo terminar la frase.

—No es un mal trabajo —se defendió Tsuna.

—Reborn no —Colonello miró a Reborn—. Sabes que alguien más pudo haberlo visto y…

—Pero nadie más lo verá —Reborn se sentó antes de sonreír con orgullo—, porque dejará de trabajar ahí desde ahora.

—¿Qué? —el rubio al fin respiró—. Bueno, ya es algo.

—Que yo… ¿qué? —Tsuna miró a Reborn.

—Dejarás de trabajar ahí —era buen momento para determinar aquello.

—Me gusta trabajar en la cafetería —se defendió Tsuna, dejando su postura tímida y tomando una más segura.

—Ya no tienes necesidad de hacerlo —Reborn ondeó su mano—, puedo darte todo para que no sufras por…

—No —la voz de Tsuna fue firme, su mirada de nuevo mostraba ser ese alguien dominante, hasta se irguió por completo y elevó su rostro—. No dejaré de trabajar ahí.

—Wow, sí eres tú —rio Colonello.

—Dije que renunciarás.

—No renunciaré —retó—, porque es un buen trabajo, que me da buenos ingresos para mantener a mi familia.

—Con el dinero de la guardería bastará —Reborn también se levantó, enfrentando al castaño que estaba mostrando los dientes en ese momento—, y por lo demás, yo me encargo.

—¡No necesito un sugar daddy si es lo que piensas! —refutó Tsuna, dándole contra a la mirada negruzca de Reborn—. ¿Entiendes?

—No trabajarás más en ese café —sonrió de lado, porque gustaba de dominar al alfa, y si este ponía resistencia, era mucho mejor.

—¿Y quién lo va a impedir? —Tsuna apretó los labios—. Porque no creo que tú puedas —se burló.

—Uh —Colonello retrocedió, mientras tecleaba disimuladamente un mensaje para Lal, porque a su alfa le confiaría el chisme nuevo—, esto es genial —murmuró.

—Nadie más que yo te verá de esa forma —Reborn mantuvo la calma, pero no dejó de mostrarse intimidante.

—Oh —Tsuna soltó un par de carcajadas—, ahora resulta que vas a controlar mi vida —apretó los labios.

—Es obvio —ondeó su mano—. Porque si eres mi alfa, vas a tener que…

—No somos nada —entrecerró sus ojos—. Así que… me voy —reverenció forzadamente—. Nos veremos en otra ocasión, Colonello-san.

—Chao, chico —se aguantó la carcajada.

—¡Vuelve aquí, Tsuna!

No.

 

El castaño cerró la puerta con fuerza y se alejó a paso calmado pero pesado. Colonello estaba que no se la creía, riéndose entre dientes porque no había visto a nadie contrariar a Reborn, ¡Y ese chico lo había hecho! Guardó el celular y trató de no hacer enojar más a Reborn, quien tras acomodar lo que tenía en la carpeta importante de su escritorio, agarró su fedora y procedió a perseguir el castaño.

El rubio jamás había visto a alguien que le refutara a Reborn, debido a que su amigo era el mismísimo diablo cuando se enojaba, y ese niño no sólo lo hizo, sino que impuso su independencia como era debido, y aparte acababa de terminar la relación que tenía con Reborn con tal de seguir libre de hacer lo que se le diera la gana. ¡Ese sí era un demente! Aun los alfas no podían enfrentar a Reborn, pero ese niño era otra cosa.

¡Era una joya!

 

—¡Ya me cae bien! —murmuró antes de perseguirlos también, porque quería saber cómo concluía ese asunto.

 

Reborn no iba a permitirlo, no señor, porque ese alfa era suyo y nadie más pondría los ojos en él. Nadie vería esa piel o esa mirada dominante que él gozaba de tener como referencia cuando Tsuna no podía retomar sus encuentros planificados a al menos tres veces por semana. Y si le permitió seguir trabajando hasta ese punto fue porque quiso asegurarse de si Tsunayoshi valía la pena, pero ya no más. ¡Que se jodiera todo! Pero ese niño no volvería a ese lugar. Jamás. Y sí, él tenía dinero para mantenerlo y no le pesaría con tal de que Tsuna estuviera alejado de ese ambiente, porque era su tesoro y lo demás no importaba.

 

—¡Vuelve aquí! —pero Tsuna no se detuvo—. Te dejaré en abstinencia —advirtió.

—Uh, que rudo —bramó el castaño mientras aceleraba el paso por entre esas calles casi vacías a esa hora.

—Tsunayoshi —le sujetó del brazo con fuerza para hacerlo girarse y mirarlo—, harás lo que te digo.

—No me controlarás —se zafó—. Y si bien me gustas mucho…, puedo mandar esto al demonio si es que intentas ponerte autoritario conmigo.

—No soportarás estar lejos de mí —sonrió de lado.

—Te aseguro que tú me necesitas más que yo a ti —Tsuna sonrió falsamente antes de acercarse al rostro ajeno—. Por algo —susurró sobre los labios del azabache—, me buscaste hasta entre las piedras para seducirme.

—Carajo —besó esos labios con desespero, sin importarle estar a media calle, sujetando fuertemente la nuca ajena.

—O me dejas seguir con mi vida como yo quiera —empujó al omega y lo miró seriamente—, o te olvidas de nuestro vinculo físico y emocional.

—No aguantarás estar lejos de mí —retó.

—Probemos entonces —le dio un último beso antes de darse media vuelta—. Adiós, Reborn —canturreó agitando su mano derecha.

 

 

Notas finales:

 

Me reí feo mientras corregía esto. Lady Gaga ayudó, alv.

Espero les haya gustado~

Mañana les doy el final de este pequeño fic~

Besitos~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).