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Delicioso aroma por 1827kratSN

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—Yo vine a visitarte~ —canturreaba cierto omega de cabellos púrpuras mientras se recostaba en el sofá de Reborn.

—Largo —su aura no era la mejor, el ambiente alrededor de él era pesado desde hace días—, ahora —amenazó.

—No~ —Skull rio entre dientes mientras balanceaba sus pies en el aire—. Porque soy tu hermano menor y me tienes que cuidar —sacó su celular para buscar un juego.

—Lo que realmente eres —empujó esos pies que se posaron en el brazo del sofá—, es una carga muy molesta.

—Que grosero —sonrió de lado—, por eso Tsuna te dejó —volvió a colocar sus pies en el fino sofá de su hermano.

—Como… —entrecerró los ojos—. ¿Cómo es que sabes ese nombre y cómo es que lo conoces?

—Eso te pasa por no interesarte en mi vida —rio antes de levantarse de un salto—. Pobre Tsuna, estaba tan…

—¿Triste? —sonrió.

—No —se burló—. Estaba más lindo que nunca en el local, le coqueteó a un cliente, y se ganó una buena propina. Le dije que se merecía algo mejor que tú —esquivó las llaves de Reborn—, como a un empresario ruso que llegó solo para verlo…, o como a una linda chica castaña que es su amiga —se calló al ser golpeado con una manzana en la frente—. Auch, ¡carajo! ¡eso duele!

—Me vas a decir ahora mismo lo que sepas de Tsuna —sostuvo otra fruta plástica que tenía de adorno.

—No me gustó nada que lastimaras a mi pequeño aprendiz —bufó, listo para los ataques de Reborn—. Cuando está triste sus habilidades con los malabares son pobres y eso no me conviene.

—Tú… —lo miró con furia—. Sabía que ese espectáculo lo había visto antes.

—No mientas —Skull sonrió—. Tú ni siquiera me ponías atención cuando practicaba en casa.

—Vas a decirme todo lo que sepas de Tsuna. Ahora.

—No —sonrió de lado—. Mi deber aquí solo es hacerte la vida imposible. Porque quiero venganza —no iba a amedrentarse en ese punto.

—Vas a pagar.

—¡No sé ni que vio Tsuna en ti!

 

Tsuna no dio su brazo a torcer, jamás lo haría, porque era orgulloso…, y porque ahora tenía más tiempo para pasar en casa con su familia. Apenas ahí se dio cuenta de que Reborn le estaba robando tiempo valioso, y se sorprendió al incluso tener un par de horas libres para él en las tardes. Terminar esa relación resultó ser bastante conveniente…

¿A quién engañaba? ¡No era verdad! Con el paso de los días, esas horas libres simplemente le trajeron malestar y añoranza. Cosa que no iba a cambiar en nada su decisión por la relación fallida, pero que en realidad sí le estaba afectando. Porque le tomó cariño a ese azabache idiota con complejos de superioridad.

Sería su segunda ruptura, así que dolía.

Fueron dos meses muy tristes, pero ni así cedió.

No buscó o llamó a Reborn.

Hasta su familia notó su tristeza, y les tuvo que decir que peleó con su novio. Jamás olvidaría las caritas sorprendidas de sus hermanos cuando les contó que salía con alguien, de la felicidad de su madre al saberlo —porque era cierto que jamás se dio tiempo para ser un chico normal—, pero después apreció la tristeza general en su casa por la ruptura de un noviazgo del que apenas se acababan de enterar. Por eso no les había contado nada sobre su “relación” hasta ese punto, solo les había dicho que estaba empezando a conocer a alguien y que se los presentaría cuando fuera algo serio.

Lamentablemente nada de eso fue serio, como llegó a creer.

 

—Tsuna-nii, te llegó un regalo —Fuuta cargaba sobre su cabeza un paquete sencillo—, y tiene una tarjeta.

—Déjame ver —colocó el paquete en la mesa del comedor antes de leer el mensaje.

—¿Quién te envió eso? —el rubiecito espió, pero antes de que leyera algo, su hermano arrugó el papel.

—Es una broma —dijo Tsuna antes de despeinar a su hermanito.

—¿Puedo ver que hay ahí?

—No creo que sea importante —miró el paquete que le envió Reborn, pero frunció el ceño.

—Pero quiero ver.

—Lo abriremos si prometes no decirle nada a mamá.

—Está bien.

 

Era el primer intento de acercamiento de Reborn desde que terminaron, aunque sinceramente esperó que fuera una llamada. Pero fue un intento muy estúpido y burlesco, porque la nota dictaba solo una frase. «Sabes que no puedes vivir sin mí». ¡Maldito idiota egocéntrico! Tsuna ni siquiera quería saber qué le envió, pero no tuvo opción, porque si no habría el paquete, su hermanito no se quedaría en paz y no quería que todos los demás se enteraran.

Abrió el regalo con temor a que fuera algo no apto para menores —siendo Reborn el remitente, no le sorprendería—, pero grande fue su sorpresa al hallar sólo una camisa bien doblada junto a un bonito reloj que parecía costoso. Era obvio que Reborn intentaba demostrarle que dinero no le faltaba, y Tsuna solo enfureció más.

Iba a regresarle eso lo más pronto posible.

Pero mientras su hermanito curioseaba el reloj, el castaño solo pudo levantar la camisa y darse cuenta que no era nueva… Esa era una de las camisas de Reborn y aun se percibía un ligero rastro del aroma a lavanda del mismo. Tantos recuerdos enlazados con aquel perfume particular, los buenos momentos basados en pláticas y risitas. ¡El muy maldito era un demonio manipulador!

 

—Carajo —murmuró, pero tuvo que disculparse ante el reproche de su hermanito por la grosería—. Regresa el reloj, Fuuta —suspiró.

—¿Por qué? —lo miró una vez más—. Es bonito, ¿no me lo puedo quedar?

—No. Es que este paquete se equivocó de dirección —mintió lo mejor que pudo—, así que iré a dejarlo a su verdadero dueño.

—¿Te puedo acompañar?

—No —le despeinó suavemente—, porque iré en la noche, después de mi trabajo.

 

Tsuna fue hasta la casa de Reborn sin muchas ganas, y es que el aroma del mismo lo aturdía un poco. Después de reunir un poquito de voluntad, tocó el timbre y esperó un momento. Lo vio salir con aquella sonrisa burlesca, y le devolvió el paquete sin decir nada. Ni siquiera se quedó a escuchar la sarta de estupideces de aquel idiota, solo siguió caminando hasta que Reborn se cansó de seguirlo, y después se metió a la estación del metro para regresar a casa. Porque si Reborn pensaba que así iban a arreglar las cosas, estaba muy equivocado.

 

—¿Ya le dijiste que quieres discutir un arreglo? —Colonello miraba a su amigo.

—El idiota solo lo arruina más —Skull también se hallaba ahí, y no había quien lograra alejarlo de ahí.

—¿Qué hizo? —a Colonello, a veces Skull también le fastidiaba un poco, pero en esos momentos lo consideraba su fuente de información.

—Se portó como el idiota que es —esquivó un esfero dirigido a su cabeza—. Quiso demostrarle a Tsuna que no pueden estar lejos, pero Tsuna le restregó en la cara que no era así —soltó un par de carcajadas, porque él vio en primera plana lo que pasó esa noche. Por algo se auto invitó a vivir con su hermano mayor.

—Sólo llámalo y discúlpate —sugirió el rubio, pero Reborn lo ignoró.

—El orgullo le pesa más que su cerebro —se burló—, así que espero que Tsuna se canse y busque a otro.

—¿Aún no tiene nuevo novio? —Colonello quería que su amigo cambiara ese humor del diablo, así que presionaría un poco.

—Tsuna no cambia de novio como si fuera un suéter—habló serio—. Él es decente…, no como otros —miró a Reborn.

—Cállate —fue la única palabra salida de labios del azabache.

—Acepta que eres tú quien no puede vivir sin él.

—Jamás… porque él es el que me necesita.

—Esto va para largo. —suspiró Colonello.

—Apuesto tres meses —Skull miró al rubio a su lado.

—Yo voy por cuatro —apretó la mano ajena para fijar esa apuesta.

—Se largan, o yo mismo los echo fuera de mi oficina…, inconscientes.

—¿Quieres un café? —Skull ya se cansó de aquello—. Yo invito.

—Uy, sí —todo era mejor que soportar el mal humor de Reborn—. Se me antojó uno.

 

Dos meses después Colonello se reiría al ver a su amigo al borde de un colapso nervioso, con el humor del infierno, despreciando el café de todas las cafeterías de la ciudad, y comparando cada cosa con los estándares que obviamente sólo cumplía Tsunayoshi. Si antes era un huraño amargado, ahora ya no sabía cómo definirlo. Fue divertido, lo aceptaba. Pero a la vez le daba un poco de pena, porque jamás vio a su amigo tan estresado.

Hasta que el gran día llegó. No fue mucho, pero por algo se empezaba. Reborn le pidió de favor para que fuera al café show y averiguara si el castaño seguía trabajando ahí.

Sí, el castaño sabía jugar, ocultarse, hacerse desear, y Reborn era el reflejo de eso. O tal vez simplemente era el castaño con la mayor fuerza de voluntades. Como sea, Colonello, como buen amigo y buen omega, aceptó ir a aquella cafetería exclusiva, e invitó a Lal, su alfa, porque los gastos los cubriría Reborn. Debía aprovechar las oportunidades tan raras como esa.

Reservó una mesa exclusiva para ver a Tsuna, esperó las dos semanas que le dijeron, y llegó ahí bien dispuesto a “ayudar”. Comprobó que hasta Lal veía en aquel niño un tesoro que podía engatusar a cualquiera, pero que al parecer estaba prendido de Reborn, aunque también reconocía que el castaño tenía el orgullo fortalecido. Además, esa misma noche se enteró que Skull era el otro dueño de aquel lugar, porque junto a Fon, su novio, eran los precursores de la idea del café temático. Ahora entendía por qué Skull molestaba tanto a Reborn últimamente, siendo que no eran cercanos antes. Resultaba que su trabajador más afamado fue lastimado.

 

—Lo extraño, sí —aceptó Tsuna quien les preparaba su siguiente orden—, pero no quiero verlo si sigue insistiendo para que abandone mi trabajo.

—Creo que cualquiera desearía ser el consentido de alguien como Reborn —Colonello bebió ese café tan delicioso que preparaba el castaño—. Sus ingresos son buenos, tiene dinero para darte lujos, y…

—Seré un chico promedio —Tsuna sonrió amablemente al cortar las palabras del rubio—, pero también soy un alfa y mi orgullo se mide a la par que el de usted —miró a la señorita—. Creo que me entiende.

—Sí —Lal tomó el café y apreció el aroma fuerte—, así que te apoyo —ignoró la mirada de Colonello que le pedía algo de ayuda.

—Reborn sufre por ti —comentó el rubio, intentando compadecer al castaño—. Vuelve con mi amigo porque se pone muy gruñón sin ti.

—No lo haré, Colonello-san —suspiró mientras ordenaba las cosas que usó para preparar el café—. No hasta que se disculpe y me asegure que no se meterá en mi vida.

—Lo veo difícil —señaló Colonello.

—No sé —Lal frunció el ceño antes de beber el café y suspirar—. Jamás lo vi interesado tanto en alguien. Y cuando una persona siente una conexión con un ajeno, algo que pasa de lo físico —le dio una mirada al rubio—, hace cosas estúpidas.

—¿Debería sentirme halagado? —sonrió Colonello al notar la indirecta.

—Me casé con él —Tsuna rio por el comentario de Lal—, que sea prueba suficiente.

—Qué grosera —bufó el rubio para después mirar su taza vacía—. ¿Me preparas otro?

—Claro —sonrió Tsuna.

—Aunque podrías considerar salir de esto —Lal elevó sus hombros dándole un rápido vistazo al lugar y a los meseros que vestían de cuero y mallas—. Poner tu propio negocio, independizarte —miró el café glorioso que preparaban esas manos—, te iría bien.

—Me gusta este trabajo. Es pesado y todo… —cerró sus ojos unos segundos—, pero es agradable y mis compañeros son amables.

—Lo que te gusta es la atención, creería yo —sonrió Colonello—. Sentir que puedes manipular a todos con simples gestos o tus coqueteos, ser alguien diferente al tímido castaño que vi en la oficina de Reborn. Lo que digo es que adoras sentirte especial.

—Puede ser —sonrió intentando que sus mejillas no se tornaran rosadas—, y Reborn debería aceptarlo.

—Es un orgulloso, celoso y posesivo. Será difícil.

—Tal vez… podamos llegar a un acuerdo a futuro.

—Tal vez.

—Pero por ahora quiero seguir aquí, y seguiré, incluso si Reborn no quiere.

 

Tsuna cumplió su palabra, siguió trabajando ahí, sin aceptar los regalos que llegaban a su casa, colgando las llamadas ajenas, bloqueando las dichosas llamadas de Reborn cuando se volvieron demasiado insistentes, fingiendo que no extrañaba al omega egocéntrico con el que había salido casi nueve meses. Supliendo un orgullo digno de su casta, y esperando, porque solo necesitaba una verdadera prueba de confianza de Reborn para… rendirse a una relación que no buscó.

Fue difícil, lo aceptaba, porque llegó al punto en que tenía que rechazar a Reborn de forma directa, porque éste empezó a buscarlo en medio de sus rutas diarias. Hubiese aceptado esos encuentros si no fuera porque Reborn seguía reacio a disculparse, o siquiera a mantener una plática decente. El idiota seguía con aquellas ideas prepotentes y con los ofrecimientos materiales. Parecía no entender que Tsuna no quería nada más que respeto por sus decisiones y sus metas.

 

—Tú ganas —Tsuna veía sorprendido a aquel azabache, quien tiritaba un poco debido al frío.

—¿Qué haces aquí? —se acercó rápidamente para acariciarle la mejilla—. ¿Por qué no entraste al café? —sin pensarlo se quitó su bufanda y la acomodó alrededor del cuello ajeno.

—Adivina a quién vetaron del establecimiento —Reborn bufó, restregándose contra esas manos que acunaron sus mejillas—, pero ya me cansé y decidí arreglar todo ahora mismo.

—Eres un idiota egocéntrico —alejó sus manos.

—No tienes idea del calvario que ha sido —apretó los dientes antes de mirar al castaño fijamente—. Regresa conmigo.

—No —le dolió decirlo, pero las cosas aun no estaban bien.

—Te lo estoy pidiendo.

—No dejaré de trabajar aquí —sentenció—. Así que espero te vayas a casa directamente o te resfriarás.

—Yo podría darte todo.

—No quiero eso.

—Entonces —se detuvo cuando sintió sus dientes castañear—, ¿qué quieres?

—Respeta lo que hago. No me veas como un niño que puedes manipular —apretó los labios—. Así como yo acepto tus defectos, tú acepta los míos.

—Eres tan… terco —siseó al final.

—No me busques más entonces.

 

Tsuna no quería seguir con eso, porque estaba sufriendo. Le dolía el hecho de seguir teniendo esperanzas de arreglar esa relación. Tenía que aceptar que Reborn no iba a consentir que siguiese trabajando para sustentarse a sí mismo, y que de esa forma no podrían vivir en paz. Se resignó a que todo eso no tuviera reparo. Por eso apretó los puños para evitar acariciar esas mejillas una vez más y se dispuso a retirarse.

Reborn sintió una especie de pánico cuando el castaño pasó a su lado, y automáticamente lo sujetó por el brazo. No quiso forcejear y rápidamente se abrazó a aquel cuerpo que fácilmente podía rodear. Estaba harto de esa estupidez, por eso cedió. Aceptó que él era quien más necesitaba de Tsuna y por eso estaba dispuesto a concederle ese capricho estúpido. Respiró profundo antes de decidirse a hablar, soportó el temblor debido al frío acumulado por esperar a la intemperie, y finalmente soltó todo lo que tenía que decir.

 

—Respetaré tu trabajo. No me meteré en esos asuntos —casi al instante, le correspondieron al abrazo.

—Al fin —rio bajito antes de suspirar.

—Sigue sin gustarme, pero dejaré de inmiscuirme en ese tema.

—Solo será un tiempo —Tsuna sonrió entre divertido y aliviado—. Solo hasta que pueda pagar la casa de mi madre.

—Yo puedo…

—No —acarició la mejilla del azabache—. Eso… quiero hacerlo yo solo.

 

Un beso, una caricia, un roce. Reborn se dio cuenta entonces que se enamoró de un idiota con voluntad de hierro, un alfa al que solo podía manipular a la hora del sexo, pero que después de eso no era más que una persona con sueños y orgullo. Odiaba el sentirse débil ante alguien, pero aceptaba también que en una relación siempre habría que ceder para ganar.

Aunque a veces ceder era un poco estresante.

Prefería siempre ganar.

 

—Sólo tengo una condición —Reborn sonrió.

—¿Y ahora qué? —suspiró.

—Para asegurarme que no vas a seguir seduciendo a medio mundo con tus feromonas —sí, posesivo era su segundo o tercer nombre.

—Pero aún es pronto —Tsuna sintió el calor subir por su rostro.

—Créeme, Tsunayoshi —le sujetó de las mejillas—, que jamás volveré a separarme de ti.

—Pero lo que me pides…

—Quiero ser marcado —sonrió de lado.

—Es algo muy serio como para pedirlo así —sus labios temblaron.

—Pues tenemos tiempo para discutirlo —se acercó para rozar los labios del castaño con los suyos—, en mi casa, por ejemplo.

—¿Qué pretendes? —enrojeció y sintió un leve temblor.

—Recuperar el tiempo perdido —mordió el labio inferior de Tsuna—. ¿No quieres?

—Creo que estoy cansado —se alejó un paso—. Tal vez después.

—No tiene sentido haber discutido, si no tenemos una reconciliación —Reborn sujetó la mano de su muy adorable alfa.

—Al menos déjame digerir mi felicidad actual.

—Puedes hacerlo —se acercó hasta el oído del castaño—, mientras nos revolcamos en mi cama.

—No me engañas —intentó alejarse, pero fue tarde—. Solo quieres hacerme perder el juicio para que yo te marque.

—Voy a poner empeño para que eso pase.

—¡No hoy!

—Será hoy, cariño —besó al castaño antes de emitir sus feromonas con suavidad. Le gustaba jugar.

 

 

 

 

Notas finales:

 

Me reí feo mientras corregía lo último.

Por cierto… mientras corregía esto y aumentaba aquello… alargué mucho el asunto y les daré un capítulo extra.

Es lo único que les puedo dar por hoy~

Muchos besos~

Mañana sigo actualizando los demás fics~

Krat los ama~


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