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ASESINO por juda

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-Mierda! -jadeó Fernando y los dos se vistieron con velocidad.

Fernando escapó por la ventana y Ariel salió de la habitación.

***

Un par de horas antes...

Golpearon dos veces la puerta y Marcos Andrada dio el permiso para que entrara.

-Toma asiento Andrés. ¿Tienes noticias sobre Carlos y Ariel?

-Si, señor. Carlos está eliminado, seguramente durante la mañana vendrá el señor Trabor. Tengo un informante de la zona que me comunicó sobre la muerte del traidor. Según él, el señor Trabor terminó herido. Pero llegaron a salvarlo dos personas más.

Marcos estaba anotando números cuando le dieron la noticia, levantó la mirada con el ceño fruncido.

-Dos?

-El compañero del señor Trabor llegó en una camioneta que no era la de ellos, lo transportaba un tercer sujeto.

-¿Quien era?

Andrés carraspeó nervioso, no sabía como dar la noticia, había pensado en ocultarla pero si el mandamás se enteraba de eso quedaría como un traidor.

-Tuve que pagar por la información, señor!

Marcos bufó perdiendo la paciencia.

-Te daré lo que gastaste, pero dime quien es el tercero. No sabía que Ariel tenía más socios!

-No creo que sea un socio, llegaron a recatarlo. Se presentaron en la dirección de Carlos mucho después que Ariel ingresara y si no hubiese sido por ellos, no sé si Ariel hubiese podido terminar el trabajo. El tercer muchacho llevaba al señor Iván en la camioneta, pero también bajó para ayudar.

-Quien era, Andrés? ¿Tienes el nombre o me estás haciendo perder el tiempo? en realidad lo único que realmente me importa es que se haya completado el trabajo y por lo que me dijiste ya puedo estar tranquilo.

-Mi informante no tenía el nombre del muchacho, nunca lo había visto, pero anotó la matrícula.

El empleado le pasó el papel con el número y Marcos lo observó, el ceño mucho más fruncido.

-¿Está seguro?

-Es el número que anotó.

-Y que haría Fernando ahí?

-No sé, señor. Llegó con Iván y lograron rescatar al Señor Trabor. De todas maneras hubo una carnicería. Algo salió mal y el señor Ariel se descontroló.

Andrada arrugó la nariz, Ariel se había descontrolado un par de veces en su vida, sabía lo que era Ariel descontrolado, sabía que se convertía en un monstruo sanguinario.

-Ok. Gracias.

Andrés se fue y Marcos llamó a la casa de Fernando. Su novio no atendió el teléfono, intentó con el celular y le dio apagado.

¿Qué hacía Fernando con Iván? La boda sería en un par de semanas y de novios llevaban unos cuantos meses, no lo conocía mucho, pero Fernando tenía fama de no dejar títere con cabeza... ¿estaba teniendo algo con Iván? No se habría molestado si no fuese que se andaba mostrando en la camioneta con el platinado y salvando al perro rabioso de Ariel.

Fernando no podía dejarlo como cornudo delante de todo el mundo, le quitaba credibilidad a su posición de todopoderoso.

Se puso el abrigo y salió dispuesto a arreglar los tantos. Debería hablar con ese Ivan y ver dónde estaba Fernando.

***

Cuando Ariel llegó al comedor, Ivan estaba sentado al frente del gran Marcos Andrada.

En el medio de la mesa estaba el frasco con el dedo pero al gran mandamás parecía no interesarle tanto como debiera, en lugar de estar hablando sobre Carlos, parecía interrogar a su amigo.

Iván volteó a mirarlo cuando escuchó los pasos y Ariel lo vio un tanto nervioso, pero cuando Iván le puso los ojos encima, el platinado pasó del nerviosismo al horror.

Andrada arrugó la frente.

-¿Estabas pintando con la cara, Ariel?

Y Ariel se miró en el vidrio de la ventana, tenía la cara de todos los colores posibles. La camiseta le tapaba el cuerpo, pero las manos tenían el mismo color.

Tragó duro.

-No, estaba pintándome -aclaró fingiendo serenidad y se sentó junto a Iván.

-Pintándote?

-Es pintura comestible.

Marcos arrugó aun más si cabe el ceño. Miró a Iván y luego nuevamente al pelinegro.

-Ahora tú eres el "lienzo"? -preguntó haciendo comillas con los dedos y miró hacia el final del pasillo con ansiedad.

Marcos sabía de esos juegos, sabía que a Ariel le gustaba pintar a algunos amantes y sacarles fotografías. El mismo asesino en una noche de alcohol se lo había contado, aunque nunca se lo pidió a él. Marcos Andrada nunca había sido pincel ni lienzo.

-Si. Ahora me convertí en lienzo, a Iván le gusta jugar a ser pintor -le aclaró tomando por la cintura a su platinado, acercándolo despacio para que su herida no sufriera y le besó el cuello.

"jijijiji" dijo Iván y todos los colores del rojo le pasaron por la cara.

Marcos los miró a ambos, Ariel seguía con el brazo alrededor de su amigo del alma y por fin el mandamás largó una carcajada.

-Siempre aclarabas que eran amigos... ya me parecía que eso no era tan así! Supongo que ahora aceptaron lo que tienen!

"jijijiji" volvió a decir Iván y Ariel le sujetó el rostro, lo hizo voltear y le besó los labios. Iván pasó del rojo al morado.

Marcos los observó sonriente y de un segundo al otro se puso serio.

-No me trago el truquito. Sé que anoche Fernando estaba con ustedes. ¿Con cual de los dos está cogiendo? Según me dijeron lo vieron en una camioneta contigo -vociferó señalando a Iván e Iván abrió grande la boca mientras se llevaba su propio dedo índice a su pecho.

-YO???

-Estás cogiendote a Fernando?

-¿Me mandaste a seguir? -preguntó serio Ariel, endureciendo la mandíbula -¿desconfías de mi? Haz las pruebas digitales a los dedos que te traigo, para eso pierdo el tiempo cortándoselos.

-No te mandé a seguir -siseó el otro, mostrando los dientes e Iván disimuladamente miró hacia el cuarto que tenía a su izquierda, donde guardaban las armas -Un informante vio llegar a dos personas para auxiliarte y andaban en la camioneta con la matrícula de Fernando.

-Yo -dijo Iván levantando la mano y Ariel volteó a mirarlo -Ariel me drogó para poder ir a hacer tu encargo. Le había pedido que desistiera, que trabajamos los dos juntos o no trabajamos, pero algo le dijiste que lo convenció. Me drogó para poder ir solo. Vomité la droga, me tomé unas pastillas para contrarrestar lo que él me había dado y llamé a Fernando. No sabía que más hacer. Necesitaba que alguien me llevara donde estaba Ariel. Fernando me había dado su número cuando estuve en tu casa, por si necesitaba ayuda con mi lesión. -contestó serio. -¿Puedo preguntar qué le dijiste para que me drogara y se fuera solo? ¿Lo amenazaste con algo? -y ahora era Iván el que había abandonado su postura de niño bueno, Iván era un asesino y a diferencia de su amigo, Iván no podía ocultarlo.

-Le dije la verdad. -explicó Marcos mirándolo a los ojos. -Carlos iba detrás de tu cabeza. Carlos era hermano de Rodriguez y para vengarse de Ariel, te buscaba para matarte.

Iván volteó y miró a Ariel, Ariel evitó sus ojos.

-¿Qué pasó con Fernando?

-No sabemos nada de tu novio, nos ayudó y regresó a su casa, sano y salvo. En ningún momento corrió peligro. Lamento haberlo llamado.

-Ya había tenido esta charla con Ariel pero no sabía que debía tenerla contigo también, Fernando ahora me pertenece. En dos semanas nos casamos. Todos los negocios lo arreglan conmigo, Fernando es mi niño bonito y deberá seguir en esa categoría. Nadie lo llama, nadie lo entromete en nuestros negocios. No me hace gracia saber que lo llamaste para meterlo en medio del camino de Carlos -siseó y metió la mano en su chaleco. Ariel se levantó de golpe, tirando la silla en el ínterin y sacó un arma que tenía guardada en la cintura del pantalón, en la espalda. Iván se mantuvo imperturbable mirando a Marcos. El mandamás elevó las cejas y las manos con un fajo de billetes.

-Tranquilo! -casi gritó -Estás muy sensible! no dije que teníamos algún tipo de enemistad. Guarda ese arma!! Dios!!! estás menstruando que estás así?

Ariel permaneció en el lugar con la pistola en alto, agitado, e Iván le tocó la pierna, acariciándola.

-Tranquilo, quieto, quieto. Guárdala y siéntate. -susurró el platinado sin dejar de mirar a Marcos y el mandamás corroboró que la bestia era Ariel... pero que Iván digitaba todo.

Ariel bajó el arma lentamente y se sentó junto a su platinado.

-Ariel es tu perro rabioso, Iván? -preguntó Marcos con una sonrisa de costado e Iván endureció la mandíbula.

-Ariel es tu sicario y yo su protector. No sabemos donde está Fernando, pido disculpas, hice mal en llamarlo, me ganó la desesperación, nunca más cometeré el mismo error -respondió lapidario y el mandamás miró nuevamente al pelinegro. Ariel había dejado el arma sobre la mesa e Iván la había tomado para guardarla en su propio cinturón.

Sí! Ariel era el animal rabioso e Iván el que controlaba que su rabia no destruyera el mundo.

El celular del patrón sonó, miró quien llamaba y atendió sin quitarle los ojos de encima a los dueños de casa.

-Fernando! intenté llamarte a tu casa y no estabas y tu celular daba apagado. Me preocupé... No mientas, Fernando, sé que estuviste anoche con Iván y Ariel. Vieron tu camioneta... Fernando? Fernando? -el hombre guardó el celular y suspiró mientras seguía sacando el dinero de su chaleco. -No quiero tener problemas con ustedes. Ariel es mi mejor sicario.

-No habrá problemas, seguirás trabajando con nosotros dos.

-Tienen que entenderme, Fer es un alma libre, ya tuve que despedir a tres de mis hombres de seguridad porque mi novio no puede mantener la pija en su lugar. Supongo que todo esto seguirá así hasta dentro de dos semanas. Él sabe que cuando estemos casados, esos jueguitos se acabarán, hay un contrato matrimonial de por medio que debe respetar. Tuve que poner una clausula para mantener mi nombre intacto o Fer me convertirá en el hazmereír de todos.

Marcos dejó el dinero en la mesa, se levantó y le extendió la mano a Ariel, Ariel miró el gesto y dudó un par de segundos hasta que se la tomó, estaba por dársela a Iván cuando la puerta de entrada se abrió de golpe y entró Fernando, agitado.

-Marcos no es lo que piensas -gritó aterrado e Iván lo paró, adelantándose antes que Fernando dijera algo distinto a lo que él había dicho.

-Ya lo aclaramos, le conté que tuve que llamarte para que me llevaras donde Ariel y que... -pero el platinado no continuó, se detuvo antes de llegar al castaño. Se llevó la mano a la frente y giró para mirar a Ariel y Marcos.

Fernando siguió de largo, se paró al frente de Ariel, como protegiéndolo con su cuerpo y miró a su novio.

-Ellos no tienen la culpa, no pasó nada -agregó Fernando con el pánico evidente en el rostro -No es necesario que saquen sus chapas de machos y empiecen a los tiros!

Ariel había bajado la cabeza y se sostenía el puente de la nariz.

Marcos miraba a su novio con las cejas levantadas, giró y miró a Iván.

-Perdón por todo el interrogatorio que te hice al comienzo, sospeché mal de ti -le dijo, e Iván se pasó la mano por la cara, nervioso. -aunque me extraña de ti, Ariel. Sabes que no me gusta compartir!

-¿Compartir? No pasó nada, Marcos!!! Fue lo que te dijo Iván, lo llevé para que ayudara a Ariel -aclaró aterrorizado el castaño, poniendo todo el cuerpo delante de su asesino favorito. Si su novio decidía sacar el arma, se las tendría que ver primero con él!

Marcos miró a Ariel extendiendo el cuello y sonrió, bajando la cabeza, negando.

Ariel seguía inmutable, con la cabeza gacha.

-Qué? -preguntó Fernando agitado, sin entender el silencio.

-¿Te miraste en algún espejo? -preguntó Marcos y Fernando desvió la mirada hacia una ventana de vidrio... tenía toda la cara y el pecho lleno de pintura comestible de colores.


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