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ASESINO por juda

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Iván escuchó la puerta y salió corriendo, encontró a su niño pelinegro parado en medio del corredor.

-Qué pasó? -le gritó y Ariel lo miró, aun agitado, la herida ya no sangraba pero tenía el párpado derecho casi cerrado por la hinchazón.

-Vino por sus fotos! -aclaró algo confundido e Iván lo agarró de la oreja y se lo llevó arrastrando al baño para curarle la herida.

-Te dije que no te metieras con ese niño!!! No solo es un crío sino un histérico también... TE LO DIJE O NO TE LO DIJE? -le gritó mientras le tiraba agua en la cara y Ariel aspiraba fuerte porque el agua estaba helada y hacía frío. -MIRA EL LÍO. MIRA EL TREMENDO LÍO EN EL QUE NOS METES. TU Y TU MANÍA DE COGER TODO LO QUE SE TE APARECE CON AGUJERO! -vociferó mientras seguía tirándole agua, agarrándolo fuerte de la oreja porque Ariel intentaba escaparse.

"QUIERO DORMIR, MANGA DE PUTOS" se escuchó del otro lado mientras el vecino les golpeaba la pared.

Los amigos quedaron quietos unos segundos, Ariel respirando fuerte porque estaba congelado y el agua le caía a cascadas por la cara, hasta que Iván le torturó la oreja de nuevo, casi dándole una vuelta de 360°, acercándolo para susurrarle en el oído.

-Todo el vecindario se debe haber despertado. Si Marcos se entera, yo mismo recomendaré que te corten las bolas.

Por suerte, Andrada no se enteró.

***

Cinco días después del altercado con las fotografías, Fernando regresaba a su departamento para darse una ducha e ir a la casa de su novio.

Marcos le había exigido que cambiara la cara o todo el mundo se daría cuenta que estaban pasando por un bache en la relación y Fernando comprendió que no podía seguir pensando en el maldito asesino que lo había tratado como a un objeto más así que salió de la academia de baile dispuesto a bañarse e ir a la casa de su novio para tener una noche maratónica de sexo. 

Tal vez eso era lo que necesitaba... la última vez había sido hacía 5 días y cuando lo recordaba, le entraban ganas de ir a buscarlo para golpearlo de nuevo. 

Iván tenía su número de celular y había tenido la esperanza que el asesino robara el dato del platinado para mandarle un mísero mensaje. Pero nada... ni eso! NO VALÍA NI UN MÍSERO MENSAJE PIDIENDO DISCULPAS!

Entró a su departamento dando un portazo, desde hacía 5 días se desquitaba con las puertas y los muebles, su closet tenía la madera rota en varios lugares con sus puños marcados.

Llegó a su cuarto, se sacó las zapatillas y puso los pulgares en su pantalón deportivo para bajarlos cuando por el vidrio de la ventana alcanzó a ver un movimiento a su espalda.

Ser hijo de un mafioso y haber vivido con un padre que tenía armas en todos los rincones y que le había enseñado a desconfiar hasta de su sombra, ayudó mucho.

Fernando se tiró sobre la cama y en el aire giró en el momento justo en que un hombre salía del rincón del cuarto y se abalanzaba con un cuchillo. Cuando el cuerpo del castaño voló el hombre bajó el arma y como no encontró al cuerpo, cayó de rodillas. Fernando aprovechó el momento, se arrastró hasta él y le pegó una patada en la cara. El extraño recibió el impacto, todo el torso retrocedió pero la mano armada bajó de golpe y le produjo un corte importante en la pantorrilla.

Fernando pegó un alarido, saltó de la cama y salió corriendo de su habitación.

En el corredor patinó con su propia sangre que caía y dejaba huellas. Bajó saltando de dos en dos los escalones y cuando dejó de escucharlo giró justo en el momento en que el hombre, desde el primer escalón, arrojaba el cuchillo. Fernando desvió el cuerpo hacia un costado, chillando como loco, y sintió un golpe en el hombro pero no volteó, no miró, era imposible perder tiempo. Un segundo perdido sería su muerte segura, alcanzó la puerta y huyó gritando para que sus vecinos lo escucharan y salieran en su ayuda. Llegó hasta su camioneta y arrancó.

***

Marcos estaba preparando él mismo la cena para su novio cuando una de las muchachas de la limpieza llegó gritando que Fernando estaba herido.

Marcos tiró los tomates que tenía en la mano y salió corriendo, Fernando estaba de rodillas a cinco pasos de la puerta de entrada y lloraba.

-Bebé! -gritó Marcos y el castaño intentó levantarse pero no pudo, le sangraba la pierna y se apretaba el brazo derecho. En la espalda, cerca de su hombro, aun tenía clavada una daga.

***

Eran las dos de la madrugada cuando el celular de Ariel sonó.

Apenas vio que era el número de Marcos tuvo un mal presentimiento.

-Hola?

-Atacaron a Fernando.

-Cómo que lo atacaron? Está herido?

-Si, pero ya está bien. Fueron cortes realizados con dagas. Un ataque muy similar al de Carlos. Cuando llegó aun tenía un cuchillo clavado en la espalda.

Ariel escuchó eso y se sentó de golpe, se prendió la luz y entró Iván, despeinado, pasándose la mano por la cara.

-¿Qué pasa? -le dijo moviendo los labios, sin pronunciar palabra y se asustó cuando vio a su pelinegro pálido.

-Sucedió en su departamento, lo estaban esperando, lo querían matar. Ya tengo las huellas del arma y coincide con lo que Fernando recuerda. Mi niño lo único que hacía era decirme que era un hombre grande, de unos treinta y pico de años tal vez, y que le faltaba un dedo. Las huellas son de un hombre declarado muerto hace 6 años: Esteban Rodriguez. El tercer hermano.

-¿El tercer hermano?

-Fernando me contó que eran tres hermanos y que su padre había tenido que deshacerse del mayor, los otros eran Rodriguez mi empleado y Carlos.

-No lo mataron. -dijo Ariel, sacando las conclusiones en voz alta -Seguramente el sicario que enviaron llegó a algún acuerdo con el traidor y se llevó su dedo para que lo dieran por muerto.

-Exacto.

-Cómo está Fernando?

-Mejor. Ahora duerme. Perdió sangre. Las heridas eran profundas, si no tenía su camioneta y venía a buscarme, habría muerto desangrando.

-¿Puedo verlo? -preguntó sin pensarlo e Iván le pegó en la cabeza.

Se produjo un silencio tenso en la línea.

-Ariel, yo me encargo de cuidarlo. Fernando no peligra estando conmigo y ya no saldrá de esta casa. Falta una semana para la boda así que ya no tendrá motivos para abandonar éste lugar. No es necesario que lo veas, te llamé para que averigües donde está Esteban Rodriguez y lo mates. Sé que no haces trabajo de averiguaciones así que te contactaré con uno de mis hombres. Es de confianza y tiene informantes por todos lados. Con él, estoy seguro que podrás dar con Esteban y una vez que lo encuentres, antes de matarlo, quiero que sufra.

Iván estaba detrás de Ariel, abrazándolo.

-Lo haré -contestó con voz grave.

-Hablaré con Andrés y apenas él tenga noticias, planearé la reunión de ambos. No tomes trabajos durante estas semanas.

-No lo haré -respondió, e Iván le masajeó los hombros mientras le besaba la cabeza.

-Te estaré llamando. Hasta pronto. -y cortó.

Ariel bajó el celular, mirando a la nada e Iván se puso frente a él, le acarició el rostro, le clavó los dedos en la nuca para que se le aflojaran los músculos y luego despacio, muy despacio, apretó la mano que Ariel estaba mordiendo, y con los dedos índice y pulgar masajeó la mandíbula para que abriera la boca. Ariel enfocó los ojos en su amigo y obedeció. Los dientes soltaron la palma y la sangre corrió por la muñeca y por los labios.

-Intentaron matarlo -susurró.

-Si, lo escuché.

-Tengo que buscarlo. Es el último hermano. Tengo que matarlo. -susurró con la voz temblando e Ivan lo abrazó, lo hizo acostar y se acostó a su lado. Estuvo acariciándolo hasta que su pelinegro se durmió, chupándose el pulgar, como un niño asustado.

***

A Fernando el susto le duró dos días, luego comenzó a luchar con Marcos para volver a su departamento y se negó a faltar un día más a su academia. El baile lo sanaba, en el baile estaba la clave, el baile era la llave de la resiliencia.

A los cuatro días Ariel tuvo su primera reunión con Andrés y cotejaron lo que cada uno había averiguado por su lado. Esteban Rodriguez no permanecía en un solo lugar pero Andrés había logrado meter infiltrados entre la gente que lo rodeaba. El último de los hermanos mafiosos logró subsistir todos esos años vendiendo pequeñas cantidades de cocaína en las plazas. Ambos sospechaban que los que solían proveerlo del material a comercializar eran sus hermanos y siempre sustrayéndolo de los narcos para los que trabajaban. No se podía vivir timando a los grandes, era vivir en la cuerda floja con el filo del hacha directo en la yugular.

-Para el colmo Marcos no está del mejor humor, adelantaron la boda, será dentro de tres días.

-¿Y qué saca con adelantar la boda?

-Marcos cree que podrá dominar a Fernando. No logra mantenerlo a raya, el chiquillo hace lo que quiere. Pero creo que ni un contrato pre nupcial podrá con ese crío. Por otra parte si a Marcos le matan el novio antes de la boda, se quedará sin la mitad de la empresa del viejo Deroy.

Ariel asintió. Era comprensible.

-Ya está mejor de sus heridas? -preguntó mezclando su chocolatada y Andrés sonrió de costado.

-Supongo que si! hace dos días que enseña de nuevo en la academia!

Y Ariel abrió tanto los ojos y la boca que Andrés pudo verle los dientes y sospechar sobre el filo que tenían (la fama del asesino descontrolado comiendo carne humana lo precedía y a todos les causaba curiosidad... morbo!).

-Pero Marcos me dijo que tenía una herida en la pierna y otra en el hombro.

-Llegó a la casa desangrándose y condujo con la daga atravesándole el hombro. El crío podrá ser un malcriado, pero al fin y al cabo, es un Deroy y los Deroy superan obstáculos.

-¿Cómo es que Marcos lo deja ir a la academia?

-No lo deja!!! pero el niño hace lo que se le viene en gana. Tendrías que estar en esa casa, los gritos entre ellos son desde que se levantan hasta que se acuestan. Tiene a 5 guardaespaldas escoltándolo constantemente y los guardaespaldas se quieren dar la cabeza contra la pared -agregó con una carcajada -se les escapa constantemente!

Se despidieron, Andrés esa noche tenía que reunirse con algunos informantes. Tenían la esperanza de matar a Esteban antes de la boda.

Ariel se apresuró a su casa, se puso una sudadera grande, un pantalón deportivo gris, zapatillas, una vincha gruesa y blanca que le sujetaba la melena negra, unas gafas grandes grises, metió más ropa deportiva en el bolso y salió decidido.

Ingresó a la academia masticando chicle, sonriéndole a un gigante apostado en la entrada, supuso que era uno de los guardaespaldas. Maldijo el tipo de gente que contrataba Andrada: ni siquiera le habían revisado el bolso. Cualquiera podía entrar sin problemas y pegarle un tiro a Fernando.

Una secretaria lo atendió y Ariel le dijo con su voz más jovial y la mejor de sus sonrisas que quería presenciar una clase de Fernando para ver si era lo que buscaba.

Ella se desarmó en sonrisas grandes y le informó que la clase comenzaría en unos 10 minutos pero que podía sentarse a esperar. Él volvió a sonreír y ella hizo lo mismo, bajándose un poco el escote de la blusa para que las tetas resaltaran más y Ariel las miró. 

El pelinegro tomó asiento y cuando entró una muchachita para anotarse en una clase, Ariel aprovechó para colarse hacia el sector de la cocina. Ingresó despacio y lo vio, revolviendo una infusión. El cuello de la remera no lograba cubrir la venda que tenía en su espalda, hacia el lado derecho y el estómago se le contrajo. No podía dormir bien desde que se enteró que habían intentado matarlo. Era un niño! Un niño!!

-Ni un puto mensaje me mandaste... NI UN PUTO MENSAJE! -siseó mientras seguía mezclando lo que sea que estuviera por tomar, aun dándole la espalda.

-No quería molestarte, la última vez que nos vimos estabas enojado conmigo -susurró Ariel y Fernando volteó a verlo, con los ojos cargados de lágrimas, con un puchero violento en la cara.

Se pasó la mano por la nariz y de un parchazo se sacó la primera lágrima que se largó en picada por su rostro.

-CASI ME MATAN Y NI UN PUTO MENSAJE! -dijo en voz un poco más alta y antes que su niño adorado hiciera un berrinche, el pelinegro se apresuró hacia él y lo abrazó.


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