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ASESINO por juda

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Le bajó el cuello de la remera y le besó la venda con mucho cuidado mientras Fernando lo dejaba hacer y seguía llorando.

-¿Por qué no fuiste a buscarme? yo habría salido en ese mismo momento, el imbécil no estaría vivo ahora! por qué no fuiste a mi casa? Por qué manejaste herido hasta Marcos? -preguntó en un susurro. Esa idea lo torturaba desde que el mandamás le había contado sobre el ataque: Fernando corriendo en medio del dolor a los brazos de su novio... y eso estaba bien!!! Pero él hubiese arreglado todo, él habría salido a buscar al infeliz que había osado dañar al niño y lo habría destrozado!

-Justamente por eso -aclaró Fernando y Ariel lo miró a los ojos.

-¿Cómo?

-Habrías salido a buscarlo y podrías haber muerto!

-Fer. Yo lo estoy buscando y nadie ni nada evitará que lo mate -aseguró serio, sacándole el pelito de la cara, limpiándole las lágrimas con las yemas de los dedos.

-Es distinto! Estás tramando, estás trabajando en eso. Ese hombre no te tomará por sorpresa.

Fernando ya no lloraba y estaban los dos casi amalgamados.

Se escucharon pasos y se separaron.

La secretaria, la muchacha del escote profundo, apareció en la entrada.

-Fer. Venía a avisarte que tus alumnos te esperan! Oh! es el muchacho que está inseguro sobre qué clase tomar! -dijo sonriente, mirando a Ariel con insistencia.

-Gracias Jimena. Estoy ahí en 5 minutos. Le estaba explicando al chico en qué consiste la clase.

-Si quieres luego te puedo llevar para que veas las otras áreas -le aclaró la muchacha sin prestar atención a lo que Fernando decía, y Fernando arrugó el ceño. Al llegar esa mañana... ¿ella llevaba el escote tan profundo?

-Gracias -respondió Ariel con su voz grave y Fernando lo miró: el pelinegro sonreía hermoso, sonreía rectangularmente. Parecía tímido ante esa mujer voluptuosa y tenía las mejillas coloradas. Regresó la mirada hacia la secretaria justo en el momento en que ella salía, tras guiñarle un ojo.

Tras guiñarle un ojo!!

Le había guiñado un ojo y Ariel estaba aun más colorado.

El pelinegro volteó hacia Fernando aun sonriente y cuando le vio la cara se le fue la sonrisa.

-¿A ella que le vas a pintar? -preguntó tajante, agitado por el odio y Ariel tragó saliva.

Fernando elevó la mano y la bajó con potencia para abofetearlo pero Ariel fue más ligero y se agachó, la fuerza del envión hizo que Fernando diera media vuelta y el pelinegro lo sujetó fuerte desde la espalda, agarrándole con potencia los brazos.

-Suéltame -siseo agitado.

-Está bien, te soltaré. Pero necesito que te quedes quieto. No hice nada, pendejo. 

-Te miró y le sonreíste! -respondió mostrando los dientes, intentando safarse.

-Soy educado. ¿O pretendías que de entrada le pintara las tetas?

Ariel sintió cuando Fernando aspiró aire horrorizado y dejó de luchar. No sabía si soltarlo o no!

Quedó en silencio, respirando agitado y Ariel intentó mirarle la cara.

-Vete -dijo con gravedad.

-Fer, no quise decir eso, pero es la segunda vez que me atacas. ¿No podrías comportarte como una persona grande y hablar? No sé que te pasa por la cabeza, no te entiendo.

-Estoy hablando. Vete.

Ariel lo soltó despacio y cuando vio que Fernando no giraría para golpearlo, con la punta de los dedos, intentó voltearlo pero el cuerpo se mantuvo firme, dándole la espalda.

-Buscaré a Esteban Rodriguez.

-Vete.

-Arreglaré el problema. Ya nadie te hará daño.

-Vete.

Le puso las manos en el cabello, casi acariciándolo, casi adorando el aire que lo rodeaba y lo besó en la nuca, haciendo a un lado el pelo para besar la piel.

-Vete. -volvió a exigir Fernando y Ariel suspiró.

Se fue.

Tomó su bolso y se iba de la academia mirando hacia el escritorio de la secretaria cuando ella lo encontró con la mirada y le hizo seña para que se acercara.

-No te quedarás a ver las clases?

-Me llamaron de la oficina. Volveré otro día -respondió sonriente y ella le extendió un papelito que tenía escondido en la mano. 

-Cuando necesites información sobre cualquier clase o salir a tomar algo, me llamas -le dijo en voz baja y Ariel hizo gala de todo su magnetismo y sonrió ampliamente mientras tomaba el papel, rozándole descaradamente las manos con la punta de los dedos. Le miró las tetas que sobresalían por el escote sin disimulo y ella se sintió excitada ante esos ojos oscuros y penetrantes.

Ariel desvió la mirada hacia el fondo y escuchó la voz de Fernando dando clases.

-¿Nunca pensaste en modelar? tienes un cuerpo hermoso -le dijo en un susurro, acercándose y ella se aproximó aun más por sobre su escritorio, tironeándose la blusa con la mano que tenía escondida para que las tetas quedaran expuestas, duras, paradas.

-Eres productor en alguna revista? -preguntó con voz sensual, pasándose la lengua por los labios y Ariel tragó saliva sonoramente sin dejar de mirarle la boca. Volvió a mirar hacia el fondo, escuchaba música pero ya no la voz de Fernando.

-No, pero soy fotógrafo. Si algún día necesitas hacerte un book. Estaré más que dispuesto. ¿Eres nueva? Vine hace unos días y no recuerdo haberte visto. Y un rostro y un cuerpo como el tuyo no se olvida fácilmente. -aclaró cada vez más cerca con esa voz grave que le hacía perder el equilibrio a cualquiera.

Ella se puso de pie y acercó el torso hacia él.

-Soy nueva, estoy desde ayer! -susurró casi sobre sus labios, sentía cuando Ariel le respiraba encima, agitado, a punto de rozar su boca con la de ella.

-¿Ahora ya te puedo golpear? -preguntó una voz desde el costado y Ariel se pegó tal susto que casi se cae de culo. Por inercia llevó las manos hacia arriba para protegerse el rostro. 

Fernando respiraba con fuerza y estaba al borde del llanto nuevamente. El pelinegro miró a la muchacha que se había sentado y simulaba escribir.

-Ya me iba! -jadeó Ariel, levantó el bolso y salió apurado.

A Fernando le saltaban las lágrimas y no hizo nada por ocultarlo. Quería, POR DIOS QUE QUERÍA al menos evitar la cara de llanto y no parecer un crío desesperado, pero no podía, tenía un puchero importante en la cara, con todo el labio inferior doblado sobre si mismo y la naricita arrugada.

La muchacha lo miraba con el rabillo del ojo. Absolutamente tensa.

-Jimena. -susurró cuando pudo hablar, después de estar varios segundos mirando hacia la acera, limpiándose las lágrimas que no dejaban de caer una detrás de otra.

-Si?

-Levanta tus cosas, pasa por la oficina de la contadora y pide que te paguen por el día de ayer y el de hoy. Ya no te necesito más. -dijo con firmeza y ella no se atrevió a objetar nada.

Quince minutos después le mujer caminaba apurada alejándose de la academia, esperó a estar a un buen par de manzanas de distancia y sacó el celular.

-Hola! Tío Esteban? Malas y buenas noticias... el pendejo inaguantable de Fernando me despidió. Pero hoy apareció el sicario, el pelinegro de la foto que me mostraste. Lo encontré con Fernando en la cocina, estaban muy acaramelados, tuve que hacer ruido para no sorprenderlos... si... estoy segura que tienen algo... si!... la buena noticia? el sicario es un baboso, le di mi número y estoy segura que me llamará.

***

Ariel llegó al negocio con el ceño fruncido.

-Qué cara! ¿Andrés tiene noticias?

-No. Esta noche tengo que reunirme con él porque en teoría tiene que encontrarse con unos informantes, pero no podré ir.

-¿Quieres que vaya yo?

-Si! por favor!

-Por supuesto, hablaré con él. ¿Tú que harás?

-Me divertiré -le dijo sonriente, guiñándole un ojo e Iván arrugó la frente.

-¿Me mandas a la reunión porque quieres ligar?

Y Ariel lo hizo sentar para contarle todo.

***

Jimena recibió la llamada del pelinegro esa misma tarde, invitándola a cenar.

Se sorprendió cuando escuchó su voz, imaginó que al principio le mandaría mensajes o que al menos esperaría 24 hs.

Era un hecho de que el sicario podía ser letal, pero no le quitaba que era hombre y pensaba con la pija.

Ella no le dio su dirección, prefirió encontrarse con él en un restaurante del centro. Cuando llegó, Ariel ya se encontraba en una mesa esperándola. Tenía puesta una camisa blanca que contrastaba con su cabello renegrido y resaltaba su sonrisa amplia. Un pantalón oscuro y zapatos negros, parecía un hombre intimidante, distaba mucho del muchacho en playera que había visto esa tarde. Ella lo miró y sonrió seductoramente. Jimena se sabía hermosa y se vistió para infartarlo.

Ariel había llegado hacía unos 5 minutos y sospechaba que un auto gris lo venía siguiendo, pero no vio la camioneta detrás.

Fernando estaba en ella, respirando agitado mientras lloraba, aferrado con fuerza al volante.

Vio llegar a la mujer y supo que era lo que temía: Ariel tenía una cita.

Su sicario hermoso podía prestarle atención y tener citas con todos... menos con él.

Lloró fuerte, porque él no era feliz donde vivía pero necesitaba del poderío de Marcos. Lloró porque estaba enamorado como pendejo y no estaba acostumbrado a los desplantes. Lloró porque ya no sabía qué hacer para llamar su atención. Debía comportarse como un adulto y demostrarle a ese asesino que podía ser un hombre serio, que podía darle todo lo que ella y cualquier otro le daba. La vio sonreír y mover las caderas mientras se aproximaba a la mesa, desde donde estaba podía ver a su sicario hermoso a través de una ventana y el hombre sonrió hermoso para ella.

No. Hoy no sería el día en el que se comportara como un adulto. ESE ASESINO ERA DE ÉL! ÉL LO HABÍA VISTO PRIMERO! NO ERA JUSTO! ELLOS DOS DERRETÍAN EL CASQUETE POLAR CUANDO ESTABAN JUNTOS. ARIEL LO TRATABA COMO SI FUERA DE CRISTAL Y QUERÍA SER SU ÚNICO CRISTAL. NO IMPORTABA QUE EN DOS DÍAS SE CASARA CON MARCOS, PODÍA ESTAR CASADO CON EL MANDAMÁS Y SER SU AMANTE. ÉL QUERÍA QUE ARIEL FUERA SUYO Y DE NADIE MÁS!

Salió del auto limpiándose la cara porque lloraba tanto que no podía ver nada, llegó a la puerta y miró en esa dirección, contó hasta 3 para calmarse pero como vio que no podía, decidió atacarla sin más.

***

En una mesa de la esquina contraria a la de Ariel había dos hombres cenando, uno tenía una gorra oscura que le tapaba su pelo platinado y el otro lentes de aumento y bigote postizo.

-Ariel llegará en unos 5 minutos -dijo Iván y Andres asintió.

-No puedo creer que Esteban se hubiese animado a meter a la hija de Carlos en la misma academia de Fernando!!!

-Suerte que Ariel fue esta mañana y se dio con ella. Tranquilo, todo comenzará a solucionarse.

-No entiendo cómo la reconoció. Esta mañana le mostré cerca de 30 fotos. Todos de familiares y gente que trabajó con ellos.

-Ariel tiene memoria eidética -susurró Iván viendo cuando su amigo entraba. Ariel lo miró, le cerró el ojo y se dirigió a su mesa. Cuando se sentó, se puso la mano en la boca disimuladamente y habló hacia el micrófono que tenía en la manga de la camisa:

"un auto peugeot 504 gris me venía siguiendo"

"Recibido, luego que ella llegue, saldré a dar una vuelta" contestó Iván, tocándose el oído para acomodar el audífono.

"Sal por el baño"

"Ok"

Ella llegó, hermosa y voluptuosa. Miró alrededor y encontró al sicario de la sonrisa rectangular. Entró moviendo las caderas, abriendo el aire en dos con su presencia.

Iván estaba por levantarse e ir al baño cuando lo vio llegar. Vio a Fernando parado en la puerta de entrada, con la nariz y los ojos rojos de tanto llorar, mirando con odio a la mujer que se acercaba a Ariel y supo que todo podría pudrirse. Miró en dirección al vehículo que le había dicho Ariel: estaba estacionado entre el auto de su pelinegro y la camioneta de Fernando. El crío en su odio, en su ataque de celos, había cercado al peugeot 504 sin darse cuenta.

Iván se apresuró hasta Fernando y le puso una mano en el pecho cuando el castaño hizo dos pasos hacia la pareja.

-No hagas un escándalo -jadeó Iván y Fernando lo miró confundido, quiso hacer otro paso e Iván lo frenó de nuevo así que Fernando lo tomó por los hombros y lo tiró hacia la acera. El muchacho trastabilló en la entrada y cayó de rodillas, el gorro salió de su cabeza y el cabello platinado quedó a la vista de todos. Lo primero que hizo fue llevar la mano al arma que tenía en la espalda pero antes de siquiera poder levantarse el peugeot 504 atropelló al vehículo de Ariel, retrocedió chocando al de Fer y pudo salir. 

-SE ESCAPA -gritó Iván, y Ariel corrió hacia la entrada, tomando el cuerpo de Fernando y tirándolo hacia un rincón para que quedara fuera del campo de tiro del traidor.

El hombre del auto sacó una mano e hizo varios disparos, Iván se tiró hacia un lateral y Ariel disparó hacia el conductor sin dar en el blanco. Fernando al escuchar los estampidos pegó un alarido y se puso en cuclillas, llevando la cabeza a las rodillas. Los comensales gritaron y comenzaron a huir, chocándose entre ellos. Jimena se acercó lo más que pudo a Ariel y le disparó por la espalda. El pelinegro salió despedido hacia adelante por la fuerza del impacto. La mujer hermosa se acercó con frialdad con el arma lista para darle el tiro de gracia en la cabeza cuando desde un lateral rodó Iván, aterrizó con una rodilla en el piso, apuntó y accionó el arma sin dudar. La bala ingresó por el ojo derecho e hizo un camino limpio hasta salir por la parte trasera del cráneo llevando masa encefálica, hueso y sangre, creando una pintura casi surrealista en una mesa apostada detrás.


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