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ASESINO por juda

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-Levántate y sal de mi casa -gritó Iván mientras lo destapaba y lo arrastraba de un pie fuera de la habitación.

Lo soltó ni bien llegó al salón, pero a penas lo hizo, Ariel regresó al colchón, gateando con rapidez.

-¿Cómo mierda te metiste en mi casa?

-Es insegura!! no tienes rejas en las ventanas -gritó mientras se introducía nuevamente bajo las sábanas. Iván lo volvió a destapar e intentó agarrarlo de los pies pero Ariel comenzó a dar patadas a lo loco y se tapó nuevamente.

-¿Cómo averiguaste donde mierda vivía?

-Andrés me lo dijo! -respondió desde abajo de las mantas y de la almohada también.

Iván quedó estático en el lugar, se le estremecieron hasta los dedos de los pies. Se arrodilló en el colchón e intentó destaparlo pero como no pudo encontró un rincón entre las mantas por el que pudo acceder y metió la cabeza.

-Ariel, por favor, dime que no le hiciste nada!

-No le hice nada.

-Ariel, no creo que Andrés te haya dado mi dirección solo porque tiene buen corazón.

-No. Tuve que amenazarlo, al parecer me teme más a mi que a ti.

-¿Seguro que solo lo amenazaste?

Ariel lo observó bajo las mantas, le tomó un puñado de cabello platinado y lo tironeó hasta donde estaba él, Iván se quejó, pero se metió a su lado.

-¿Por qué te fuiste? -preguntó el asesino, abrazándolo y escondiéndose en su pecho.

-Porque eres un mal amigo.

-Entre nosotros dos nos cuidamos. Fernando no tiene quien lo proteja. No debiste decir lo que dijiste.

-SEGUIRÁS DEFENDIÉNDOLO? -Preguntó mientras le pegaba con el dedo medio en la frente. Ariel aulló, se llevó la mano al lugar golpeado e Iván aprovechó para levantarse con todas las mantas y salir de la habitación.

Ariel quedó acostado en el colchón, sostenido fuertemente a los bordes, esperando que regresara con la intención de sacarlo nuevamente pero no volvió así que gateando salió de la habitación. Lo encontró sentado en el salón, cubierto con las mantas. Parecía pensar mientras miraba a la nada.

-No me gusta tu casa -le dijo el asesino, sentándose a un par de metros de él.

-No te tiene que gustar a ti, es mía.

-Tiene un solo cuarto.

-Y?

-DONDE DORMIRÉ YO?

-En tu casa, Ariel.

-Y el colchón es de una plaza. Si ibas a alquilar algo tan pequeño al menos podrías haber comprado un colchón grande. Ahí no cabremos los dos!!!

-Tu dormirás en tu casa, Ariel.

-Y no tienes mesa... ¿donde desayunaremos?

-Tu desayunarás en tu casa, Ariel.

-En ese mini refrigerador que te compraste no encontré chocolatada, pero esa la puedo comprar en la esquina. Vi que tienes varios comercios cerca. No te preocupes por mi chocolatada.

Iván giró el rostro y lo observó. Ariel evitaba mirarlo pero tenía el rostro bañado en lágrimas y se notaba que hacía todo el esfuerzo del mundo para que el labio inferior no se elevase demasiado. Le temblaba el mentón. Se le arrugaba por el esfuerzo.

-No me vas a convencer con llanto, Ariel. Quiero que te vayas de mi casa.

-Perdón!

-Vete Ariel -respondió tajante y miró hacia otro lado.

-Iván!

-VETE ARIEL!

El pelinegro bajó los hombros, rendido. Entró gateando a la pieza, se vistió despacito y antes de salir, parado en el umbral, mirando hacia afuera, le dijo en un murmullo:

-No tengo nadie que me cuide.

-Pues ya eres grande, deberías aprender a cuidarte solo. Me cansé de ser tu niñero y que en la primera me cambies por una pija.

Ariel no respondió, bajó el rostro e hizo un puchero que nadie vio.

-Se me está infectando la herida del hombro, ayer encontré un gusano. -gimió despacito, cerró la puerta y se fue.

Iván casi se mata cuando pegó el salto y corrió detrás de él, abrió la puerta desesperado y sacó la cabeza, cubriéndose  el cuerpo desnudo con una manta:

-¿Cómo que un gusano?

Ariel se iba caminando despacito.

-ARIEL!!!! CÓMO QUE UN GUSANO? PENDEJO DEL ORTO!

Ariel caminaba cada vez más lento, con la cabecita abajo, los hombros también.

-ARIEL, VUELVE, LA PUTA QUE TE PARIO!

El pelinegro llegó a la esquina, giró, lo miró con ojitos de cachorrito haciendo un pucherito chiquito y sin dejar de mirarlo dobló y desapareció.

Iván miró hacia la derecha e izquierda. A las 6 de la tarde había gente que iba y volvía y la mayoría lo miraba curioso. Se cubrió hasta el cuello para que nadie notara que debajo llevaba sólo un bóxer y salió corriendo hacia la esquina por la que había desaparecido, lo encontró solo a dos pasos de distancia, como si se hubiese detenido a esperarlo.

-¿CÓMO QUE UN GUSANO? ESTÁS TOMANDO LOS ANTIBIÓTICOS? TE LA ESTÁS DESINFECTANDO? -le gritó a la cara mientras lo tomaba de una oreja y lo hacía regresar a la casa, lo hizo entrar a los empujones y cerró la puerta de golpe cuando escuchó a una vieja reírse.

Lo agarró del cabello y lo llevó casi volando al baño, Ariel nunca había amado tanto ese lado poco amistoso de su amigo. Lo hizo sentar en el borde de la tina y le sacó rápido la camisa. Olió la venda. No había olor a carne descompuesta y la piel de los bordes se veía normal, al menos no había necrosis. Sacó el vendaje con mucho cuidado y observó la herida. Luego a él. Él estaba cayado mirando hacia la pared.

-¿Te parece gracioso?

-Qué?

-Te parece gracioso hacerme asustar así?

-Ayer vi un gusano!!!

-Tu herida está perfecta, Ariel.

El pelinegro se aferró con fuerza al pecho de su amigo y lloró.

-Me iré, prometo dejarte vivir solo, pero necesito que me perdones.

Iván lo sentía llorar y se sintió débil, cansado, perdido.

Le acarició el cabello que había soñado cada noche desde que se fue y lo abrazó.

-Te perdono. Pero creo que deberíamos vivir separados. No es sano que dependamos tanto el uno del otro.

-Está bien. Aceptaré todo lo que digas. -gimió Ariel. -¿Pero volvemos a ser amigos?

Iván sonrió sin dejar de acariciarlo en ese abrazo fuerte.

-Volvemos a ser amigos -le dijo con dulzura y Ariel se levantó de un salto. Sonriendo lo miró  con los ojitos rojos y la nariz colorada.

-Ok, y como soy tu amigo vine a visitarte. Me quedaré aquí unos días, luego tu puedes ir a visitarme y quedarte en mi casa unos días también. Y mañana deberás ir al negocio porque creo que entraron ratas.

-RATAS? -chilló mientras veía como Ariel se iba desvistiendo y se dirigía al cuarto -DEJASTE ABIERTA LA PUERTA DEL FONDO? TE DIJE QUE POR AHÍ ENTRABAN RATAS!!

-Es tu culpa, nunca debiste dejarme solo -gimió al tirarse en el colchón e Iván llevó las mantas y lo tapó. Se acostó a su lado y quiso preguntarle sobre Esteban, porque no había podido dormir todas esas noches ante el terror de que un día se presentara Andrés con la noticia de que habían matado a su pelinegro, pero no pudo seguir, apenas se acostó y Ariel se hizo pequeñito en su cuerpo, lo escuchó roncar.

***

Mientras Ariel se encontraba atando su tobillo a la cama para evitar caminar dormido, Fernando se encontró a sí mismo colándose en medio de la noche en la habitación de su pareja, implorándole a Marcos que le hiciera sentir algo, lo que fuera, porque ese abismo que tenía en el pecho lo estaba torturando y Marcos le prometió el cielo, se lo llevó a su cama y le hizo el amor... pero Fernando nunca pudo abandonar la tumba en la que se sentía prisionero.

***

Dos días después de la reconciliación mientras Iván y Ariel desayunaban sentados en el piso de la sala del platinado, Marcos llamó al celular del asesino.

El mandamás estaba molesto, pero Ariel se sentía con fuerzas, no le importaba demasiado nada. Ya había recobrado a su amigo y las cosas nuevamente se encaminaban. Faltaba deshacerse de Esteban, cobrar el dinero y desaparecer.

Lo había pensado mucho, le propondría a Iván que viajaran lejos, que se tomaran un año sabático. Habían ahorrado lo suficiente y podían darse ese lujo. Fernando ya estaba casado, ya tenía quien lo protegiera.

Desde hacía dos días dormía mucho y comía más. Sentía que había recuperado las fuerzas y no quería volver atrás, atrás ya no más.

Después de una charla larga, cortó y siguió desayunando.

-¿Qué te dijo?

-Debo ir a una reunión en la empresa. Andrés tiene datos sobre el paradero de Esteban.

-Andrada no aprende más. No debería citarte en ese lugar sabiendo que Fernando te saltará encima apenas te vea.

Ariel terminó su chocolatada, hizo a un lado la taza y se recostó en el piso, apoyando la cabeza en las piernas de su amigo.

-Tranquilo, Marcos no tiene ni un pelo de tonto. La reunión será a las 5 de la tarde, a esa hora Fer da clases en la academia.

***

Marcos cortó la llamada y miró a Andrés que estaba sentado frente a él, abrazando el maletín con todos los datos recabados.

-La reunión será esta tarde. Y tendrás que aprender a trabajar con Ariel hasta que eliminen a Esteban. No me gusta tener que traerlo aquí.

-Disculpe. -respondió el hombre levantándose y haciendo una reverencia. Andrés le había contado que era incapaz de dominar al pelinegro, pero como ya estaban enterados de que las cosas se habían solucionado entre Iván y Ariel, tenían las esperanzas que Ariel fuera nuevamente el psicótico levemente cuerdo de unas semanas atrás. -No volverá a suceder, con los datos que tengo será cuestión de que el señor Trabor fije el día, la hora y lo elimine.

Andrada asintió y con la mano le indicó que se fuera. Ese día estaba de buen humor, con Fernando nuevamente tenían sexo, no con tanta asiduidad como le hubiese gustado pero al menos se sentía conforme y no quería que el asesino apareciera nuevamente en la vida de su pareja.

***

Andrés salió y encontró a Fernando conversando con la secretaria, lo saludó y se fue.

El castaño se quedó observándolo hasta que ingresó al ascensor.

La muchacha le pegó en el hombro.

-Saliste a tiempo, si abrían la puerta y te descubrían escuchando la conversación, yo me habría metido en líos!!

-Nadie te dirá nada, tranquila.

-Si el jefe se entera que cada vez que viene ese hombre, te llamo y tu escuchas las conversaciones, me despedirán.

-Nadie te despedirá!!! -le replicó bufando mientras sacaba el celular y caminaba hacia la salida. Tenía que llamar a la academia y avisar que esa tarde, no daría clases.

Marcos le había prohibido ir a la casa del pelinegro... pero no le había dicho nada sobre encontrárselo por casualidad en la empresa.

***

Andrés salió de su casa con su riguroso traje oscuro y abrazando su maletín, le puso llave a la puerta, giró y se encontró con el asesino en una moto gigante. Estaba estacionado en la calle y le sonreía (y por dios que odiaba esa sonrisa, con solo verle los dientes sentía que se le aflojaba el intestino delgado por el terror que le tenía).

-Ariel Trabor! -jadeó sorprendido.

El pelinegro, sin dejar de sonreír en ningún momento, le extendió la mano y Andrés se apresuró a tomarla (no porque tuviera deseos de saludarlo, sino que... bueno... ustedes ya saben... el cagaso).

-Pensé en pedirte disculpas por nuestra última reunión, no suelo amenazar a la gente que no se lo merece, pero estaba desesperado.

Andrés asintió, una gota de transpiración le resbalaba por la espalda baja y sentía como se introducía por entre los cachetes.

-Somos amigos de nuevo? -preguntó tirando de la mano hacia él y Andrés tragó duro cuando su cuerpo casi choca el suyo.

-No hay ningún problema, te entiendo.

-Iván no está enojado.

-Me alegro!

-Ya solucionamos las cosas!

-Me alegro!

-Todavía no vivimos juntos pero ya aflojará.

-Me alegro!

-Vamos, sube.

...

Andrés miró la moto y luego al asesino.

-¿Donde quieres que suba?

-Te llevo, vamos a la reunión con el gran capo, para eso te busqué. -y le guiñó un ojo. 

Andrés no le diría que no. No le diría que se sentía más seguro en un automóvil, Andrés nunca le negaría nada al asesino de dientes filosos.

Ariel se sentía de muy buen humor.

Matarían a Esteban y se iría de viaje con su platinado. La vida a veces le sonreía.

A través del espejo lo vio trepar con dificultad en su enorme Suzuki negra.

Ariel sonrió. 

El tipo, sin ese traje que lo convertía en un pingüino y sin esas gafas de aumento seguramente era un buen espécimen. Se pasó la lengua por los labios. Desde que Fernando había decidido abandonarlo no había vuelto a tener sexo... y sintió hambre.

-Listo -dijo el hombre cuando por fin pudo acomodarse y Ariel le agarró ambas manos e hizo que se aferrara bien a su pecho.

-Sostente bien, tengo buena musculatura, tienes de donde agarrarte -le dijo y el hombre lo miró a través del espejo, aterrado. Ariel le devolvió la mirada y le cerró un ojo. 

Andrés sintió que no podría controlar esfínteres... si se cagaba en la moto, el asesino lo asesinaría a dentelladas?


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