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ASESINO por juda

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Ariel bajó al estacionamiento y mientras caminaba apurado hacia su vehículo, hizo una llamada.

"Tenemos un trabajo, nos encontramos en el Ronroneo en 15 minutos."

Ariel tenía un negocio de venta de indumentaria deportiva llamado La Garra del Tigre y que servía como fachada para ocultar a lo que verdaderamente se dedicaba, lo llevaba adelante con su mejor amigo (al negocio de venta de indumentaria y al de eliminación de personas). 

El ronroneo era un bar instalado en la esquina del local. Le gustaba sentarse ahí, tomar un capucchino mientras miraba a las meseras pasar raudas en patines e imaginar cómo haría el cafetero para hacer magia con las bebidas. El ronroneo tenía fama de tener el mejor capucchino de la zona.

El celular sonó con una notificación y comenzó a estudiar la información que le enviaba Marcos.

Alguien se sentó a su lado y metió la cabeza para mirar el celular.

-¿Esta vez serán dos?

-No, Marcos cree que es uno solo, pero tenemos que averiguar cual es el traidor. Están comercializando con Gustavo Smith y uno de ellos parece estar haciendo tratos por su cuenta.

El recién llegado silbó y lo miró a los ojos.

-Smith es peso pesado!

-Si. Los socios de Marcos Andrada que están bajo la lupa son Rodriguez y Benavidez. -Ariel le pasó el celular porque su compañero no hacía otra cosa que meter la cabeza intentado ver y en la acción, Ariel,  terminaba masticando su cabello.

-Ok -respondió con el ceño fruncido, leyendo la información, apoyado con toda la espalda en la silla.

Ariel esperó que su amigo absorbiera todos los datos. Tenía una memoria casi eidética, igual que la suya.

Se conocían desde el secundario, habían estudiado juntos y juntos se habían metido en cuanto problema surgía. Eran los matoncitos de la escuela pero aun así, los más queridos también. En los recreos golpeaban a los más grandotes que solían hacer bulling a los pequeños y se hacían del dinero que cargaban, con eso solían escaparse para fumar marihuana y el resto lo repartían entre las víctimas de los mayores. 

Cuando terminaron esa etapa de sus vidas y les tocó trabajar, siempre aspiraban a más y nada de lo que la sociedad les ofrecía de manera legal para subsistir les bastaba así que de a poco, los dos, se metieron en el mundillo de la ilegalidad. 

-¿Algo para tomar? -preguntó una muchacha y el platinado la miró sonriente, los ojos le desaparecieron en dos lineas pequeñas.

-Una cerveza, por favor.

-No, él no tomará nada, cóbrame mi capucchino por favor. Ya nos vamos.

Y el platinado lo miró serio. La muchacha cobró la consumisión y desapareció.

-Por qué el apuro? dime por favor que no es ahora.

-Es ahora.

-¿Por qué lo aceptaste? No sabemos ni siquiera si estos tipos son matones. No estamos preparados!!

-Nos pagarán el doble!

-Ufff!!! eso me deja más tranquilo, al menos me podrás comprar un ataúd de lujo! -lo regañó con el ceño fruncido.

-Vamos, hombre. No es la primera vez que hacemos un encargo sobre la hora.

-Y las veces que lo hicimos nos salvamos por un pelín -le retruca, pero Ariel está parado y le extiende la mano a su amigo, le sonríe, le sonríe ampliamente y el platinado bufa. Sabe que no hay manera de ganarle, que siempre hará lo que se le cante el culo.

-La próxima vez que me vengas con un trabajo así, lo haces solo.

-Prometo que no volveré a tomar trabajos sobre la hora.

-Para qué me mientes, pendejo! volverás a hacerlo -le sisea mientras le da vuelta la oreja en un pellizco bruto.

Ariel se lleva la mano hacia la zona dañada y arruga la nariz.

-Perdón -jadea y su amigo lo suelta.

-Vamos antes que me arrepienta!

Y Ariel Trabor sale casi trotando detrás de Iván.

***

Llegan al Stigma, están vestidos de gris y negro. Colores neutros. La gente no recuerda los colores neutros.

Los socios de Andrada ya están ahí, se los ve nerviosos, aun el gran Smith no ha llegado.

Ariel e Iván se sientan a una distancia generosa. La camarera se acerca y les deja el menú.

-Necesito lavarme las manos -dice en voz alta el hombre de pelo negro y sonrisa amplia, su compañero asiente mientras mira el menú.

El muchacho se dirige hacia el baño y torpemente tropieza con la pata de una silla, trastabilla y logra recuperar el equilibrio apoyándose en la espalda de Rodriguez.

Rodriguez es un tipo grandote, gira, lo escanea con el ceño fruncido.

-Perdón! casi me mato, perdón -le pasa de nuevo la mano por la espalda como limpiando su propia huella, el hombre levanta el brazo en señal de que no quiere que lo siga tocando, el muchacho se pone nervioso, se apoya en la mesa cuando el movimiento del hombre casi lo hace perder el equilibrio nuevamente. Qué vergüenza todo! hace una reverencia casi de 90 grados, colorado, pide disculpas de nuevo y sigue su camino.

En el baño se asegura que no haya nadie en los cubículos y se pone un audífono pequeñísimo que se esconde con el cabello. Tiene un pequeño aparatito en el cinturón, en la parte trasera, lo tantea, oprime un botón y al oído le llegan las voces perfectamente claras.

-Me hizo algo? me tocó toda la espalda! Me puso algo?

La voz es gruesa, es Rodriguez.

-No tienes nada, deja que te mire... No! no tienes nada. No seas paranoico!

-Pudo poner un micrófono. Deberíamos dejar de hacer esto, si Andrada tiene la más mínima duda no se tomará el trabajo de preguntarnos nada.

-No tienes ningún micrófono! Ve al baño y revisa bien el saco para que te quedes tranquilo. Casi matas a ese pobre chico.

-¿No te pareció demasiado actuado el tropiezo?

-Rodriguez ¿le viste la cara? Parece un crío, y llegó con aquel otro muchacho. Están en plan cita para coger, ninguno de los dos tiene cara de asesinos.

-Esperaré a que salga del baño e iré a fijarme -susurra y cuando susurra lo hace acercándose a Benavidez por sobre la mesa y al hacerlo, su voz suena aun más clara. 

Cuando Rodriguez se sacó la mano de encima del pelinegro y el pelinegro tuvo que apoyarse en la mesa para no perder el equilibrio, con sus dedos largos dejó pegado debajo del borde un pequeño micrófono. Es apenas un parche que mide medio centímetro de diámetro, pero que tiene un alcance de 4 metros a la redonda y los escucha perfectamente.

Se acomoda el cabello, sale y da toda una vuelta para no pasar por cerca de ellos, mira a Rodriguez y Rodriguez lo observa, desde la distancia junta las manos de dedos largos como si estuviese por rezar, hace una cara sufriente y vuelve a inclinarse "perdón" le dice moviendo los labios y Rodriguez aun desconfía. Irá al baño para sondear el traje, pero no encontrará nada.

Ariel regresa sonriente a la mesa.

-Listo, pero son los dos -le comenta a Iván.

Iván también ha activado su audífono y asiente.

-Si, los dos están traicionando a Andrada.

Smith llega con un retraso de media hora, pero ninguno de los socios de Andrada dice algo.

Benavidez, luego de pedir una abundante cena y esperar a que el mandamás hiciera lo mismo, le pasa el informe de Marcos Andrada. Gustavo Smith lo lee con detenimiento.

-Pagaré en el momento de la entrega, así que dile a tu patrón que quiero un generoso descuento -ordena el hombre y Rodriguez, transpirando por los nervios, gira para mirar hacia la mesa donde está cenando el pelinegro que lo chocó. Éste conversa con un platinado, el platinado se ríe y le acaricia el rostro. Benavidez le pega una patada por debajo de la mesa. Ok. No debe dejarse llevar por su paranoia.

-Te podemos proponer un trato mucho más generoso que el de Andrada -susurra Rodriguez y Smith baja el informe que seguía leyendo y lo mira a los ojos.

-Más generoso? 

-Mucho más generoso.

-Con quien?

-Con nosotros -responde rápido Benavidez y Smith lo observa.

-Deberá ser muuuyyy generoso, por que si Andrada se entera que no le compré a él la mercadería, no hará más tratos conmigo.

-Si los hará, él te necesita tanto como tu a él!

-Pero no será solidario a la hora de darme prórrogas con los pagos y a veces las necesito.

-No se enterará -jadeó Rodriguez, está en el colmo de los nervios y se lo nota agitado. -A nosotros no nos conviene que se entere. Si haces la transacción con nosotros, será realizada en la más absoluta reserva.

-Cuanto de generoso es lo que me ofrecen?

-El 50% menos de lo que te pide Marcos.

-50%? -pregunta mirándolos a los dos y los dos asienten.

Lo piensa.

Se relaja en su silla.

Hace a un lado el informe y se decide por cenar la comida china, traga rápido el ramen, llevando velozmente una y otra vez los palillos a la boca.

Rodirguez y Benavidez fingen comer, meten pequeños bocados y hacen el esfuerzo por tragar.

Gustavo Smith termina su plato y les da la mano.

-Trato!

Rodriguez voltea para observar la mesa donde están los muchachos pero ya no están. Se tranquiliza. Le da la mano con fuerza.

***

Ariel e Iván estaban en la camioneta preparándose, se cambiaron la ropa, ahora vestían de negro.

No necesitaban quedarse hasta saber si Gustavo Smith aceptaba o no el trato. Ya sabían suficiente: Benavidez y Rodriguez eran traidores y serían eliminados.

Prepararon las armas y los silenciadores. Respiraban con normalidad, estaban los dos  en silencio, concentrados en lo que hacían.

-Voy en el auto. Yo seguiré al primero que salga, tu al segundo -dijo el pelinegro e Iván abrió grande los ojos.

-No, Ariel, eliminaremos a uno, luego seguiremos al otro y lo sacaremos del mapa. No trabajamos por separado. Habla con Marcos, hacemos el trabajo esta noche con uno y mañana con el otro.

-Nos está pagando el doble!

Ivan se movió inquieto.

-Ariel, no trabajamos por separado!!

-Son socios de escritorio de Andrada, ninguno es un matón, será fácil.

Ivan se desacomodó el cabello mientras pensaba, dudó, no le gustaba, eso no le gustaba. Nunca trabajaron por separado.

-Es el doble Iván! -dijo y cuando lo vio dudar, dudó él también. Sacó el celular y lo llamó.

"mi hermoso, alien! dime que ya hiciste el trabajo y vienes a mi oficina para festejar"

"son los dos, Marcos. No era uno."

Silencio.

"Mátalos a los dos"

"No era el trato. Debía ser solo uno"

"Te iba a pagar el doble porque no te lo dije con tiempo, pero como ahora son dos hombres, te pagaré el tripe. Aun trabajas con tu sombra?" preguntó riéndose, recordaba que Ivan lo protegía de todos.

Ariel miró a Iván, ambos sabían que si los dos no eran eliminados al mismo tiempo, había altas posibilidades de que los traidores estuvieran atentos el uno del otro por miedo a ser descubiertos y que en cuanto uno de ellos dejara de responder... el que quedaba vivo huiría.

"Estoy con Iván."

"Pues es sencillo, que él siga a uno y tu al otro. La paga es generosa. Convéncelo. Termina rápido. Te esperaré una hora más."

"No me esperes. Iré mañana a cobrar este trabajo y más vale que el efectivo esté esperándome con impaciencia porque no te daré ni un día de plazo."

"Es una lástima que no quieras venir ahora"

Ariel cortó la llamada y lo miró. Ivan tenía el ceño fruncido. Ésto no le cuadraba, nada le cuadraba, tenía un mal presentimiento.

La puerta del local se abrió y salió Smith. Ariel e Ivan lo observaron tomar el automóvil y marcharse.

No pudieron averiguar si los traidores llegaron por separado o juntos, era un trabajo mal hecho, sin averiguaciones, sin base. Estaban trabajando contra reloj y sobre un hilo de seda, el hilo podía cortarse y caerían al vacío.

A los minutos salieron los traidores, podían dispararles desde donde estaban, pero para cobrar debían llevar un dedo de cada uno para constatar las huellas dactilares. Los hombres caminaron hacia la derecha.

-Tienen el vehículo en el estacionamiento de Stigma! -susurró agitado Ariel. El estacionamiento era inmenso y a esa hora no debia haber muchos automóviles. Estaban de suerte. Giró y miró a Ivan que aun tenía el ceño muy fruncido -dos al precio de uno. Qué ofertón! -intentó sonreír pero estaba tan nervioso que solo le salió una mueca rara. Él también tenía un mal presentimiento.

-Ok. Vamos -dijo el platinado y bajaron.

Los dos iba vestidos de negro y caminaban con las manos metidas en los bolsillos de los abrigos. La mano derecha de Ivan y la izquierda de Ariel apretaban con seguridad las armas.


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