Capítulo 3
Daiki era arriesgado, le gustaban los entrenamientos duros, le gustaba enfrentarse a grandes oponentes.
Cuando fue reclutado por Akashi Seijuuro este le prometió dos cosas:
Estabilidad económica para él y su madre.
Enfrentarse a los mejores en el mundo del deporte incluyendo a sus compañeros de la casa de los milagros.
Tenía que decir que ambas cosas se habían complido a cabalidad, pero lo que nunca espero es que conocería en el lugar a Kagami Taiga.
Lo había visto a distancia los primeros días, los Alphas de la casa le tenían “prohibido” conocer al nuevo integrante de la casa de los milagros, pero a los chicos se les olvidó que entre más le prohibieran algo a Daiki, él más ganas tendría de hacer las cosas, por eso mismo había sobornado a Kuroko y Riko para que le ayudaran a conocer al famoso americano.
Si, el chico era malditamente guapo, era más alto que él, cosa que agradecía, porque sin haber cumplido aún la mayoría de edad y estar aun en crecimiento, veía que sería muy alto, y siendo honesto, el ser omega y ser más alto que muchos Alphas que conocía, aunque no quisiera, le afectaba en cierta medida. No tenía la delicadeza de omega, no tenía el “típico” porte de un omega, no tenía la ternura que irradiaban los omega, era un maldito omega en cuerpo de Alpha. Pero cuando conoció a Kagami Taiga se dijo a si mismo, “sí, puede ser con él”
Pero ahora lo conocería en la cancha. Era el primer entrenamiento después de haber empezado las clases.
Tres horas después estaba completamente enamorado, así de fácil, había encontrado un rival digno y eso, en su mente adolescente, era lo más importante.
…
…
Taiga estaba contento, el entrenamiento había sido genial, había podido ver las cualidades de los demás miembros de la casa de los miembros. Cada uno tiene una habilidad increíble, difícil de igualar, pero sí, el mejor de todos era Daiki, el lindo omega que lo dejó baboso.
Sintió golpes en la puerta, había salido recién de la ducha. Abrió la puerta y se sorprendió de encontrar a Daiki en la puerta.
-Guarda silencio -dijo Daiki empujándolo dentro de la habitación y cerrando las puertas.
-Los chicos me cortaran las pelotas si te ven acá.
-No tienen porqué meterse -dijo alzando los hombros.
-¿Y qué haces aquí? -preguntó divertido por la actitud del chico.
-Quería comprobar algo -dijo empujándolo a la silla que estaba tras él, para luego subirse a su regazo y sosteniéndolo del cabello para acercarlo a su cara y besarlo. Sucio, grosero, no había nada de romántico en ese beso, la lengua de albos moviéndose dentro de las bocas. Daiki podía sentir las manos del pelirrojo en su espalda. Se separó y sonrió de lado al ver como la lengua del otro seguía afuera-. Sí, eres bueno besando -dijo bajándose del regazó del chico y caminando a la entrada para salir de la habitación.
Taiga estaba impresionado, ese maldito demonio de ojos azules lo había dejado caliente. Podía sentir aún en sus manos el calor del cuerpo de Daiki.
-Maldición -dijo poniéndose de pie y caminando al baño- voy a tener que matarme a pajas y duchas frías.
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Continuará...