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Todo se trata de una buena estrategia por Solecitoyanass

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Por fin comenzaban las vacaciones con motivo de las fiestas navideñas, Harry se encontraba en la Mansión Potter, no era tan grande como Malfoy Manor, pero si lo suficiente para que algún visitante se perdiera en el lugar. Había hablado con sus padres, sin ningún rastro de resentimiento, sabía que a pesar de la enemistad que mantenía su padre con el padre de su ahora novio, este no le recriminaría nada, muy al contrario, seguramente apoyaría su relación aún con un poco de pesar. Fue así que su padre organizó una pequeña reunión, para conocer más al más joven de los Malfoy y con eso generar mayor acercamiento, si es que el chico lo permitía.


Harry sabía que, si su padre quería hacer eso, Lucius Malfoy también. Recordó la última noche en el castillo, cuando su novio le sugería una posible invitación a la mansión, lo cual ahora le parecía más que lógico y lo inundaba en una maraña de confusión, nerviosismo y también miedo. Y es que el moreno había tenido la ocasión de ver un par de veces al hombre y le había parecido de lo más intimidante, que ahora no sabía como debía comportarse, y qué decir de la señora Malfoy, esa mujer parecía que todo el tiempo estaba oliendo algo que realmente apestaba y ese rostro no le daba mucha confianza que digamos; por su parte, la visita de Draco a su casa no le angustiaba de ninguna forma, sus padres eran siempre amables, con todo tipo de persona y por supuesto que lo serían más al saber que ese encantador rubio era el chico al que su hijo amaba, pero... ¿Y los Malfoy?, ¿Cómo se comportarían con él?, sí, tenía miedo, pero también debía arriesgarse y demostrar que ante todo sus intensiones eran buenas y que en ningún modo pretendía lastimar al rubio.


***


Era el turno de Draco para visitar la casa de la familia Potter, no era tan grande como su mansión, pero aceptó que ante todo los Potter tenían buen gusto y no eran tan corrientes como en algún tiempo pensó. Al ver a Harry convivir con una zarrapastrosa sangre sucia y a una pobretona comadreja, no le quedó duda; pero ahora al llegar a esa casa, pudo notar que aquella familia también provenía de un linaje importante.


Se apareció justo en la entrada del lugar y caminó por un corto sendero de rosas amarillas, las apreció solo un poco y luego continuó su camino, en la entrada de la gran casa apareció un elfo, justo antes de que él llamara a la puerta, este le hizo una reverencia y le invitó a pasar.


Ya dentro pudo ver que el lugar era grande, aunque no tanto; echó un rápido vistazo a todo lo que estuvo al alcance de sus ojos; las paredes blancas y los muebles de madera congeniaban de tal manera que le daban un aspecto agradable.


— Llegaste a tiempo —escuchó decir, esa voz la reconocería en cualquier lugar. Giró hacia las escaleras y pudo vislumbrar a Harry, justo en medio del recorrido; su cara se ruborizó ligeramente y sintió un extraño palpitar al ver a ese chico fuera de lo que era el usual uniforme de la escuela. Llevaba unos jeans ajustados de color negro que le hacían resaltar incluso su abultado miembro; lo cual le hizo pensar cómo sería esa cosa cuando estuviera despierta. Hizo una ligera negativa para centrarse y de nuevo miró al moreno; esta vez de la cintura para arriba. Vio una camisa a cuadros, sin abotonar, que hacía buen juego con la playera blanca que lucia por debajo.


A Draco le hubiera gustado degustar más la vista que tenía el privilegio de presenciar, pero recordó que los padres de su novio estaban en casa. — ¡Hola! —es lo único que se le ocurrió decir. Harry sonrió y terminó de bajar los escalones, caminó hasta él y le plantó un pequeño pero cariñoso beso en los labios.


— Vamos —escuchó, su mano fue tomada por la del moreno y lo arrastró hasta un lugar que parecía una pequeña estancia. Ahí ya se encontraban los señores Potter. Los había llegado a ver un par de veces, pero jamás se habían encontrado lo suficientemente cerca para notar el gran parecido que tenían con su hijo. Draco no pudo negar que Harry era una clara combinación de ambos; su aspecto físico era en su mayoría más parecido al de su padre, como ese cabello rebelde y negro, aunque tampoco pasó desapercibido el parecido con su madre; definitivamente la dulzura y amabilidad de ella, junto con esos intensos ojos verdes eran lo único que el moreno había heredado de su madre. — Oh, gracias Señora Potter por heredarle esos hermosos ojos pensó al cruzar la mirada con su ¿Suegra?


— Madre, Padre —dijo el moreno— les presento a Draco Malfoy —Ambos padres se levantaron al momento de sus respectivos asientos y miraron al chico, saludaron de manera amable, bastante sincera se dijo el rubio para sus adentros.


Había tenido un poco de dudas, pues desde hace mucho era consciente de la rivalidad del señor Potter y su padre, una de las razones de la rivalidad que hace no mucho tenía con su ahora novio. Sonrió para sus adentros ante lo irónico que se le hacía la situación. Si hace, incluso, algunos meses, alguien le hubiera dicho que se encontraría en ese momento en casa de los Potter, en una invitación directa de ellos y con motivo de conocerlo como novio de Harry, se habría burlado del idiota que osara decirle eso.


— Mucho gusto —exclamó la señora Potter, al momento en que se acercaba a Draco y le plantaba un tierno beso en la mejilla. Draco se sobresaltó, pues fuera de su madre, ninguna otra mujer le había mostrado tal afecto. Momentos después se compuso y retomó su postura altiva.


— Es un gusto por fin conocerle joven Malfoy —saludó el señor Potter.


— Draco — respondió—, Draco está bien señor Potter. También es un gusto para mí conocerlos.


— Entonces joven Draco, pasemos al comedor y ahí continuemos la charla.


Draco miró de reojo a Harry, pudo ver su hermosa sonrisa, descubrió en esos ojos la felicidad que inundaba a ese moreno y ardiente chico. Harry era como un libro abierto, con tan solo ver sus ojos podía descubrir lo que estaba pensando.


Cuando llegaron al comedor escucharon que alguien arribaba la casa, un sonido de chimenea delató a un hombre de cabello negro, largo hasta casi los hombros, una abrupta barba y ojos azules; en seguida reconoció que ese era el padrino de Harry, pareja de su padrino Snape y hermano de su madre; Sirius Black.


Al contrario de lo que había pensado el hombre también lo trató con agrado y amabilidad. A pesar de la familiaridad de ese hombre con su hermana, jamás habían convivido, sólo lo había visto un par de veces cuando visitaba a su padrino, pero en ningún momento habían cruzado palabra. Y a pesar de todo, ahí estaba con ellos, almorzando y manteniendo una plática amena.


Rato después, Harry arrastró al rubio hasta su habitación. En cuanto cerró la puerta se abalanzó sobre Draco y se dispuso a saborear hasta lo más profundo de su boca. Pronto sus erecciones se encontraron y comenzaron a frotarse con urgencia. Caricias, besos, mordidas, estocadas, todo lo que estaba al alcance de sus cuerpos hasta que por fin sintieron sus ropas mancharse con el liquido caliente que sus cuerpos expulsaban. Harry hizo un rápido hechizo de limpieza y se sentaron en la cama.


Se sonrieron al instante. Después de casi una semana sin verse, definitivamente tenían la urgencia de llenarse uno de otro. Brindarse ese amor que no podían evitar desbordar por cada parte de sus cuerpos. Harry nuevamente se abalanzó sobre Draco, de tal manera que lo tuvo completamente recostado en la cama y él sobre ese pequeño, delgado, pálido y frágil cuerpo.


— ¡No Harry! —susurró el rubio al presentir la intensión de su pareja—. Estamos en casa de tus padres... —jadeó antes los besos que el moreno no dejaba de repartirle en el cuello— y te recuerdo que se encuentran en casa.


Harry se limitó a sonreír y un momento después se dejó caer sobre Draco, envolviéndolo en un cariñoso abrazo.


— Te quiero —susurró y Draco no pudo evitar sonreír.


— Yo también —respondió— y mucho cara rajada de mierda.


Ambos se mantuvieron recostados, abrazados, disfrutando el momento que esa privacidad les ofrecía.


***


Era hora del encuentro entre Harry Potter y la familia Malfoy, situación que lo ponía bastante nervioso. Nada más imaginarse la fría mirada de Lucius Malfoy sobre su pobre persona, hacía que sus piernas temblaran.


— No temas —había dicho Draco cuando se encontraron en el callejón Diagon. Se habían tomado de la mano, y sintió un ligero apretón de parte del rubio, como una muestra del apoyo y seguridad que este le brindaba—. Mi padre puede parecer un tipo duro, pero te aseguro que es comprensivo y buena persona— Harry no creyó nada de lo que le decía, estaba seguro que eso solo se lo decía para tranquilizarlo, pero ya estaba allí, tenía que enfrentarse a los padres de su novio, nada malo podía pasar.


***


— ¡Buenas tardes señor Potter! — saludó al moreno, mientras lo analizaba de pies a cabeza. Pudo reconocer su claro parecido con James, lo cual lo irritó un poco y gruñó ante la situación.


— ¡Buenas tardes Señor Malfoy! — respondió haciendo caso omiso al visible rechazo que veía en los ojos de Lucius—. Señora Malfoy, que agradable conocerla —dirigió su mirada a la mujer que hace rato se encontraba ahí pero no había dicho palabra alguna; ella contestó al saludo con cordialidad y luego pasaron a la mesa para tomar el almuerzo. Al momento una serie de elfos domésticos comenzaron a servir la mesa. A Harry le pareció sorprendente la pulcritud y elegancia que se emanaba en esa casa. Y es que él a pesar de la buena posición de sus padres no estaba acostumbrado a ese tipo de ambiente, sus padres tenían la idea de mantener una posición un poco más humilde.


Con la ligera incomodidad que el entorno le provocaba, miraba de vez en cuando a Draco, y cuando este le respondía con una sonrisa, su corazón se calmaba.


Durante todo el almuerzo, Lucius, le dejó muy claro que no estaba muy convencido de la relación que mantenía con su hijo y aprovechó cada oportunidad que tuvo para recordarle lo mucho que se parecía a su padre en cuestiones de inteligencia, elegancia y decencia; por su parte, Harry decidió no hacer caso a las constantes provocaciones; lo hacía por Draco, pero también lo hacía por no darle gusto.


La gota que derramó el vaso llegó casi antes de que Harry se despidiera. Estaban sentados en el jardín, tomando el té y disfrutando del ligero calor que el sol de la tarde proporcionaba. Lucius se mantenía sentado junto a su esposa, y casi frente a ellos Draco y Harry escuchaban los comentarios del padre.


— Debo aceptar señor Potter —confesó con tono sarcástico—que jamás esperé que mi hijo terminara en una relación con usted—Harry solo se limitaba a escuchar—. Siempre pensé que Draco se casaría con Astoria.


— ¡Padre! —exclamó Draco algo enfadado.


— Hijo, es la verdad —continuó— Astoria es tu prometida, desde hace años que lo sabes, por eso me sorprende que ahora mantengas una relación con este chico.


La mirada despectiva que lanzó sobre Harry, no le pasó desapercibida. Había soportado muchas palabrerías durante toda la tarde, pero ese gesto y el hecho de entender por completo que el padre de Draco jamás lo imaginaría hizo que sintiera un inexplicable dolor. Antes de que pudiera decir algo al respecto, escuchó la voz de Narcissa; la mujer no había hablado mucho es tarde, de hecho, se mantuvo al margen de toda la conversación, por lo que su intervención sorprendió a todos.


— Lucius, por favor —exclamó— deja a los chicos solos, vamos adentro.


— Pero Narcissa... —es lo único que alcanzó a decir, pues su esposa le dirigió una mirada tan amenazadora que hizo estremecer a los tres.


Ambos chicos miraron a los señores Malfoy alejarse, ninguno dijo palabra alguna, fue entonces de Draco se animó a explicar.


— Astoria es una buena amiga mía—comenzó —y es verdad que es mi prometida, pero no pienso casarme con ella —Harry lo miró analizando las palabras del rubio—. Te aseguro que ella tampoco está de acuerdo con este compromiso, así que por favor... —miró fijamente a Harry, el moreno pudo notar los cristalizados ojos plateados del rubio— por favor no te enojes conmigo.


El corazón de Harry era como un algodón de azúcar, por doquiera que iba emanaba dulzura y amor al grado que empalagaba, pero cuando se molestaba podía ser bastante malvado. Muchos compañeros del colegio podían confirmar que tener a Harry Potter de enemigo no era nada bueno, no se lo deseaban a nadie. Y en ese momento, ante las palabras de Lucius, Harry estaba que quería callar de un golpe al hombre, pero en cuanto vio la mirada de su amor se dio cuenta que Draco Lucius Malfoy Black era su debilidad, que si incluso ese hombre le pedía que le bajara las estrella, lo haría, no tenía idea de cómo, tal vez le pediría ayuda a Hermione para idear un tipo de plan para bajar esas estrellas, pero de que lo haría lo haría. Tomó la mano de Draco y le sonrió con ternura; Draco correspondió el beso y entonces sintió los labios del moreno pegarse a los suyos.


Lucius desde una ventana de la mansión veía la escena, su enojo iba más allá de lo que alguna vez hubiera sentido. No soportaba ver al hijo de James Potter al lado del suyo, había odiado lo suficiente a James en el colegio como para aceptar esa absurda relación, así que decidió esperar y hablar más tarde con su hijo.


***


Días después, justo el último día del año, la familia Potter abordaba la Madriguera. Una manada de chicos pelirrojos saludó a la familia y poco después Ron llevó a Harry a la habitación que compartían siempre que este quedaba en casa con ellos.


Fue entonces que Harry decidió hablar de su nueva relación. Sabía que Hermione, ya un poco al tanto de la situación no se sorprendería, por el contrario, Ron le preocupaba; estaba muy consciente de la enemistad que el pelirrojo y el rubio mantenían desde siempre, todo principalmente por la situación económica tan distinta de ambos, aún así decidió armarse de valor y confesarse.


— Ron, ¿tienes un minuto? —preguntó antes de que su amigo saliera de la alcoba, en ese momento Hermione iba llegando para saludarlo, a lo cual también la invitó a pasar.


Ambos chicos, se sentaron hombro a hombro y miraron a Harry, esperando que por fin se dignara a decir lo que sea que tenía pensado.


— Quiero decirles que Draco y yo...


— ¿Draco? —exclamó el pelirrojo.


— Si, Draco... —retomó Harry un poco angustiado por como parecería que tornaría la situación.


— ¿Desde cuándo lo llamas por su nombre? —el pelirrojo lo miró confundido.


— Calla Ron, deja que Harry hable —intervino la castaña— Harry continua por favor —miró a Harry, ofreciéndole una discreta sonrisa cómplice, pues ya imaginaba para dónde iba toda la charla.


— Bien, como iba diciendo... Draco y yo decidimos ser novios.


Ron se levantó de su asiento como por inercia, mirando a Harry con ojos de loco, la sorpresa que había sentido al momento fue tan grande que no supo que decir, después de unos momentos de abrumo, por fin habló: — Tú y el hurón... compañero, pero cómo es posible que tú. Hermi escuchas lo que Harry... —esta vez detuvo la mirada en su novia, y entonces notó que ella no estaba ni un poco sorprendida, incluso se veía alegre, entonces comprendió— Hermi... ¿Tú lo sabías? —Al no recibir respuesta de su chica se llevó las manos a la cabeza y se restregó las palmas de la mano con fuerza—. Eso quiere decir que tú lo sabías, y entonces ¿por qué yo no?, Harry —volvió a mirar al moreno— Tus padres no estarán de acuerdo, sabes lo que piensan de Lucius Malfoy y...


— ¡Ron! —exclamó interrumpiendo a su amigo— mis padres ya lo saben y lo han aceptado.


— Harry, me has decepcionado —castaña y moreno voltearon a verlo sorprendidos, aunque esa reacción no estaba muy alejada a la esperada—. Pensé que éramos amigos y resulta que todos sabían de lo tuyo con el hurón y yo soy el único al que no se lo habías dicho —Ron salió de la habitación bastante molesto, y sus amigos solo lo miraron salir, Harry estaba también decepcionado de sí mismo, Ron tenía razón, él se había comportado como todo un imbécil al no confiar en su supuesto mejor amigo. Hermione se acercó a él y lo tomó de la mano.


— Tranquilo, ya se le pasará —intentaba reconfortar a su amigo, pues sabía lo que él sentía ya que incluso ella se sentía triste por aquella situación, ella también había creído que su novio no entendería la reacción de Harry con Malfoy. Por su parte, Harry agradeció que su amiga lo apoyara aún cuando su novio estuviera molesto; no le gustaba que por culpa de él los chicos que consideraba sus mejores amigos, se pelearan.


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