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Dandelion por Pandita7

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Notas del fanfic:

Buenas ~  

Notas del capitulo:

Espero que sea de su agrado. 

Se acercó a su madre, la cual no había visto recientemente, y le sujeto su mano mientras la misma temblaba por vergüenza. 

 

— m..mamá ¿puedes llevarme al médico? Creo que tengo una ETS -dijo bajito, pero audible para su mamá-

 

Su madre le miró con repudio y odio para quitarse de mala manera el agarre por el cual su hijo le sujetaba. 

 

— ¿y? Resuélvete solo, como siempre lo has hecho 

 

— soy menor de edad, por favor, me arde mucho -y antes de que pudiera soltar las lágrimas que retenía, su madre le dio un golpe en la mejilla, haciendo que la misma ardiera y pusiera roja- 

 

— es tu problema -le empujó y se marchó- 

 

El joven de tan solo 15 años, lloró tristemente. Su pequeño cuerpo temblaba, sintiendo como sus rodillas trataban de seder para caer al suelo. Limpió su rostro y abandonó la casa que una vez fue su hogar hace dos años ya. Luego de que su madre le vendiera a otros hombres y mujeres por dinero, para ella pagar sus deudas a través del cuerpo de su propio hijo. 

 

Ella se quedaba con todo el dinero, y solo le daba $2.00 dólares para subsistir a la semana. Su piel que una vez fue pura, ahora se encontraba dañada. Llena de moretones, huellas de dedos, mordidas, chupetes, y deshidratada. 

 

Su cabello lo mantenía corto, ya que uno de los muchos hombres que usa su cuerpo, como también mujeres (dicho antes), le gusta que tenga el cabello cortado y pintado de rubio. Siguió su camino por esas calles angostas y pocas llenas de luz, hasta detenerse cerca de los contenedores de basura y hurgar para ver si encontraba algo comestible ahí. 

 

Las personas nunca saben lo que tienen, nunca aprecian lo que tienen hasta que se les va de las manos y no pueden recupéralo. Sorbió por la nariz y sintió el frío aire recorrer todo su cuerpo. Encontró unas galletas en buen estado y se las comió rápidamente, casi ni las masticó.

 

La camisa que llevaba puesta era holgada para su size, y sus pantalones se le caían si no fuera por que los abrochó o ajustó con un cordón plástico que había encontrado cerca de los contenedores de basura del centro. 

 

Sus zapatos estaban gastados y ya tenían un roto en la suela. Le era difícil dormir en las noches debido al frío que entraba por una pequeña abertura del zapato, y por el miedo a que un vagabundo (como él), le violara. Era horrible. 

 

Había escuchado de los ghouls, pero tenía tan mala suerte que ni ellos se molestaban en comérselo. Intento privarse de su vida, pero siempre algún samaritano llegaba al rescate. 

 

Lo repudiaba. 

 

Se adentró por los callejones, en busca del lugar que había escuchado hablar. Un lugar que parecía abandonado, pero que pertenecía al doctor que atendía. Otros rumores decían que el doctor era un ghoul y otros que se comía a sus pacientes... la verdad no le importaba cuál de los rumores era cierto, solo quería que alguien le atendiera. 

 

Cuando llegó al lugar con manos temblorosas y hechas puños, tocó la puerta media oxidada ya. Escuchó pasos y una luz se encendió ¿Qué hora era? ¿Estará molestando? cerró los ojos cuando la puerta crujió al ser abierta, y la brisa fría recorrió todo su cuerpo, levantando sus vellos para almacenar calor y por el miedo.

 

— ¿te puedo ayudar en algo? 

 

Una voz profunda, calculadora, fría como esa brisa que acariciaba su piel. Alzó su cabeza y jamas había creído que dicho doctor luciera como un ángel. Cabello blanco, con raíces esparcidas de color negro. Piel de color blanca y ojos grises ¿era posible tanta belleza? Oh, y su cabello era ondulado. 

 

Vestía con una camisa negra de botones, y unos pantalones (mahones), de color azul oscuro y rotos en las rodillas. Junto con unas tenis blancas con rayas rojas, y más su bata blanca de laboratorio o la que usaban los doctores. 

 

El rubio tragó en seco y agacho la cabeza por vergüenza.

 

— ¿usted es el doctor? Necesito ayuda -su voz se quebró- 

 

El guapo doctor se quedó un momento mirándole y lo escuchó suspirar para antes oírlo decir:

 

— adelante 

 

Nuestro protagonista entró al lugar y esperó a que el doctor, luego de cerrar la puerta con seguro, le guiase hasta un cuarto donde vio objetos médicos y una camilla. 

 

— aquí -palmeó las camilla y al ver que el rubio no podía trepar sin dejar escapar un quejido; le ayudó sin mucho esfuerzo- ahora, explícate 

 

El doctor tomó asiento en la silla frente a un escritorio que no había notado que estaba ahí. Se percató en lo que vestía el rubio y en el estado en el que se encontraba. Más su olfato mandaba alertas rojas hacia su cerebro, de que había más de lo que se veía superficialmente en el rubio. 

 

— c-creo que tengo una ETS, pero no puedo ir al hospital -murmuro y se abrazo a sí mismo- me duele, arde y pica mucho -sus ojos se llenaron de lágrimas rápidamente y sollozó-

 

— -el doctor se aclaró la garganta y se levantó- primero retirare tus pantalones y ropa interior para poder ver y saber con lo que trabajaré 

 

— esta bien -se acostó y volteó la cabeza hacia un lado como ya estaba acostumbrado hacerlo cuando sus clientes tocaban su cuerpo. El comportamiento crispó al doctor- 

 

El adulto se levantó y vio el plástico que sujetaba los pantalones del adolescente y sin preámbulos lo cortó con su fuerza para continuar y remover sus pantalones y por consiguiente su ropa interior. 

 

Observó las heridas y frunció el ceño antes de observar el rostro del rubio quien seguía mirando hacia un lado, ahora con los ojos cerrados. 

 

Sus caderas tenían marcas de dedos, y moretones. Su pene y alrededores del mismo se encontraba normal. Los muslos estaban llenos de moretones de color amarillo-violeta-verdoso y otros negros. Tenía marcas de dientes y heridas por dichas mordidas al igual que en sus piernas. Procedió a checar su pene y que todo estuviera bien de acuerdo a lo normal según su experiencia y libros de medicina. 

 

Cuando le abrió las piernas y tuvo acceso visual a su orificio anal y glúteos, su propio ojo se activo por rabia. Ya no sentía enojo por lo antes visto y olido por el cuerpo del menor, pero rabia corría por sus venas ¿Quién hiere a un niño? En silencio continuó, tomó gasas con desinfectante, antibiótico  y alcohol para limpiar la herida.

 

— duele -gimoteó y más lágrimas empapaban su rostro- 

 

— aguanta un poco más 

 

Siguió limpiando las heridas en sus glúteos y cerca de su orificio anal. Encontró heridas de profundidad, y hormigas bravas (de esas rojas), caminando por las heridas. Cuando tocó por fin limpiar su orificio anal, sus manos temblaron ante lo que se mostraba. Tomó en manos unas pinzas y sacó pequeños vidrios que suponía que eran de botella. Encontró llagas, para auto curarse del desgarramiento que se veía. 

 

Cuando lo termino de limpiar por completo, por el mismo dolor, el rubio se había quedado dormido con su rostro bañado en lágrimas. El joven doctor, le limpió el rostro y acomodó sus cabellos para ver mejor su rostro ¿Quién le hizo esto? El cuerpo del rubio desprendía muchos olores que lo confundían, pero el miedo intenso que desprendía el rubio era visible. 

 

Le cubrió sus partes con una sábana un poco ya que las heridas tenían que coger aire para secarse y sanar. Tomó asiento frente a su escritorio y etiquetó la sangre del rubio en un tubo con el nombre de otra persona. 

 

La puerta se abrió y entró una joven de pelo castaño hasta los hombros y ojos grandes, pero amigables. 

 

— llévate esto, y tráeme los resultados mañana por la mañana -habló sin mirar a la persona, pero aún tendiéndole el tubo de sangre- haz exámenes de todo tipo

 

— Kaneki, sigues trabajando duro. Deberías descansar -le dijo la chica- sabes que no solo tienes esta vida, pero muchos esperan a que aparezcas de nuevo 

 

— ... 

 

— vendré mañana -echo un ojo al adolescente sobre la camilla y negó con la cabeza- cada vez son los más jóvenes 

 

Se marchó sin recibir respuesta del joven de pelo blanco. 

 

 

Quería que este fuera un BakuDeku, pero no sé, salió así KaneHide. 

¡Lo siento!

Notas finales:

espero sus comentarios :') 


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