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Parte de él... por Shima_Suzuki

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Notas del capitulo:

ya se me habia olvidado actualizar aqui lol

2 días después fue cuando el príncipe volvió, ya era bastante tarde, pero a pesar de eso el palacio seguía en movimiento esperando a que llegara.

Eran exactamente las 12 de la noche cuando el príncipe entro por la puerta, aunque cansada venia bastante contento.

— ¿Todo fue bien príncipe? —pregunto la criada que le abrió la puerta.

—Todo salió perfectamente bien—sonrió.

— ¿Quiere algo de cenar?

—Cene en el barco—le sonrió. — ¿Dónde está Kouyou?

—Está durmiendo señor.

—Ah—miro el reloj—es comprensible—se rio.

—Usted debería de hacer lo mismo señor.

—Sí, estoy algo cansado ya, buenas noches.

—Descanse señor—hizo una reverencia y se retiró.

Akira también subió a su cuarto, pero antes paso al de Kouyou, abrió la puerta solo un poco y lo encontró durmiendo en la cama. Sonrió y se fue tranquilo a su cuarto.

Kouyou realmente no estaba dormido, solo estaba acostado, si se quedaba quieto la incomodidad de sus piernas no era tan fuerte, había tratado de dormir desde las nueve de la noche, pero la resequedad y picazón en sus piernas no lo dejaba, se sentía bastante ansioso y esta vez un baño no logro calmarlo, el necesita el mar.

A pesar de su incomodidad trato de dormir, comenzó a contar caballitos de mar hasta que se quedó dormido, Akira no estaba muy diferente, estaba tan feliz de que todos los negocios salieron a la perfección que no pudo dormir, claro que el cansancio en su cuerpo poco a poco lo fue rindiendo.

..

.

Akira ya estaba desayunando, eran las 8 de la mañana y Kouyou aún no bajaba, no sabía si dejar que bajara solo o subir a revisarlo, según las criadas el en punto de las 8 am bajaba a desayunar.

Kouyou se encontraba despierto desde hace un rato, estaba algo impactado y asustado, sus piernas tenían todas las venas sanguíneas resaltadas de un color azul otras se veían incluso negras. Le costaba mover sus dedos y el hecho de tratar de flexionar las piernas le dolía.

¿Por qué pasaba eso?

Mañana era cuando tenía que volver al mar ¿Por qué sus piernas fallaban ahora?

Escucho como golpeaban la puerta de su cuarto, cubrió sus piernas rápidamente.

—Pase.

Akira entro entonces.

—Buenos días. —le sonrió.

—Buenos días…

— ¿Por qué aun no bajas?

—No me encuentro muy bien…

— ¿Te duele algo? —pregunto preocupado al mismo tiempo que se adentraba al cuarto.

—Estoy algo mareado—sonrió— solo necesito descansar un poco más.

— ¿Quieres que te traiga algo de comer? Puedo traértelo hasta acá arriba

—Oh no es necesario su alteza, de hecho, quería informarle que mañana me tendré que ir de su palacio, debo de regresar a mi hogar.

— ¿Tan pronto? —se podía escuchar la tristeza en su voz.

—Sí…lo lamento, pero debo de volver.

—Yo… ¿volveré a verte? —pregunto algo tímido, le asustaba un poco la respuesta.

—Tal vez no inmediatamente, pero en un tiempo más puede que vuelva a este lugar—sonrió.

— ¿De verdad? —sonrió.

—Sí, claro—sonrió—Soy un hombre de palabra.

—Eso me alegra, cuando vuelvas…por favor ven inmediatamente aquí… te recibiré con gusto.

—Gracias su alteza, es un honor que me trate con tanta cordialidad a pesar de yo ser un completo extraño.

—Para mí ya no eres un extraño

— ¿De verdad? Llevamos poco de conocernos.

—Ha sido suficiente para confiar en ti—sonrió.

Kouyou no se esperaba esas palabras, el sonrojo en su rostro denoto ese hecho, Akira sonrió aún más y dejo una suave caricia en su rostro. En el mar se tardaban bastante en ganarse la confianza de una sirena o un tritón, los humanos eran muy raros, y es por eso que le intrigaba tanto ese mundo.

—Gracias su alteza.

—Te traeré el desayuno, hoy ha estado muy bueno.

—De verdad, no es necesario.

—Insisto—sonrió y se levantó para eventualmente salir del cuarto.

Kouyou suspiro con una sonrisa sin saber por qué, se levantó con algo de dificultad y fue al baño a cambiarse, el conjunto del día era bastante simple, similar a los demás, pero bonito, no sabía que color era, era como un amarillo muy tenue casi llegando al blanco, pero sin ser blanco totalmente, en el mar no había ese tipo de colores.

Se vistió y se volvió a sentar en la cama, cubriéndose de nuevo, ya que sus pies también tenían las venas resaltadas.

Akira regreso junto con una criada que traía una bandeja de plata con el desayuno, poco después de dejar la bandeja en la mesita de noche alado de la cama se retiró, Akira se sentó en la orilla de la cama bastante cerca de Kouyou.

—Por favor, come sin pena.

—No me acostumbro a que me vean comer.

—Creí que te vendría bien compañía—sonrió.

—Bien…—Kouyou tomo la bandeja y la apoyo en sus piernas, comenzado a comer el delicioso suflé de chocolate que había en su bandeja, se comió la fruta también y el jugo que venía, Akira lo acompaño en todo momento.

— ¿Te sientes mejor?

—Algo—sonrió.

—Me alegro—él también sonrió.

Se quedaron mirándose un largo rato, solo así, sonriéndose, perdidos uno en la mirada del otro.

Después de un momento se dieron cuenta de que llevaban un buen rato sin hablar así que Akira rápido carraspeo un poco y hablo.

— ¿Te gustaría pasear hoy por el pueblo?

—Amm si, si claro—sonrió.

—Bien—Se levantó— dejare que te termines de alistar te espero abajo—sonrió y salió.

Kouyou se levantó entonces, le dolió un poco estar de pie. Pero a pesar de eso, se colocó los zapatos y bajo para buscar a Akira, no se perdería una caminata en el pueblo, sería la última vez.

Akira ya estaba esperándolo afuera, estaba hablando con un hombre mayor, se acercó un poco, pero sin llegar a su lado, no quería interrumpir su plática.

Se quedó ahí un rato, no fue mucho tiempo, estaban hablando de un posible viaje de negocios, pero la plática finalizo cuando Akira noto la presencia de Kouyou.

— ¿Ya estás listo? —el príncipe sonrió.

—Si claro—dijo Kouyou no muy seguro, bajar las escaleras había sido una tortura horrible, cada paso le había dolido como si mil cuchillos atravesaran las plantas de sus pies y sus piernas.

Akira le estiro la mano y Kouyou la tomo, había notado como caminaba, parecía adolorido así que lo guio con él hasta el carruaje real.

—Creí que íbamos a caminar.

—Note que no te encuentras muy bien, así que pasearemos por los alrededores en el carruaje ¿te molesta? —le sonrió.

—No, no para nada—sonrió, dentro de él se sintió un gran alivio al ya no tener que caminar.

—Bueno, entonces vamos…

Ambos caminaron hacia donde el carruaje aguardaba, subieron y este fue a dar su paseo de rutina, consistía en viajar por todo el pueblo, para que el príncipe pudiera ver como su pueblo prosperaba y era feliz.

—Y… ¿A dónde iras? —Akira no quería que ese chico se fuera hasta no tener un par de respuestas de él.

—De vuelta a casa—dijo Kouyou mirando hacia la ventana.

—Creí que seguirías explorando.

—Bueno, esa era la idea, pero—suspiro—necesito volver a mi hogar.

— ¿Y eso por qué?

—Por mi bienestar.

— ¿Estas enfermo?

—Haces muchas preguntas—sonrió y lo miro.

—Quiero saber un poco más de ti antes de que te vayas.

—Pero voy a volver—sonrió—no seas impaciente…

—Pero ¿Cuánto debo de esperar?

—Que impaciente. —se rio.

—Ya te dije mis motivos. Quiero conocerte un poco más cada día.

Eso si no se lo esperaba, ninguno de los dos, esas palabras se podían tomar como una “confesión”, ambos se sonrojaron, pero a pesar de eso, el silencio que se instaló no fue incómodo.

—Un mes.

Akira lo miro.

— ¿Qué?

—Eso es lo que tienes que esperar, un mes, y volverás a verme.

—Entonces ¿es un trato? —dijo dándole la mano.

—Sí, es un trato—estrecho la mano del príncipe y sonrió.

Sus manos se quedaron unidas, el tacto era cálido, cambiaron de mano para que fuera más cómodo para ambos, dejaron sus manos unidas todo el viaje sin decirse nada, ambos mirando ahora hacia la ventana.

Era cómodo y reconfortante sostener una mano ajena, por mucho tiempo, ambos príncipes estuvieron solos y el hecho de estar juntos ahora los hacía sentir algo especial, claro que Akira no tenía idea de que estaba tratando con el príncipe del mar, pero aun así sentía algo especial en él.

El sol se fue poniendo dentro de poco y Kouyou cada vez se sentía más cansado, las piernas comenzaban a punzarle y cada vez sentía menos los dedos, cuando el paseo acabo, regresaron al palacio, cenaron algo rico y se despidieron, Akira se fue a su cuarto, y Kouyou al suyo solo para cambiarse a sus ropas originales y meterlas junto con su bolsa de dinero a la bolsa que tenía.

Salió por la puerta trasera y se escabullo por los matorrales hasta llegar a las escaleras que conectaban a la playa, claro que todo esto no pudo hacerlo rápido, cada 7 pasos, se tropezaba y varias veces casi se cae, sus piernas ya no eran fuertes como el primer día y estaba algo cansado, le dolía.

Cuando llego a la playa, camino hasta la roca en la que se escondió la primera vez que salió, era una roca bastante apartada de la zona turística y algo cerca del muro para apoyarse, comenzó a desvestirse, guardo todas sus cosas en la bolsa y se quedó horrorizado al ver sus piernas, estaban llenas de lo que parecían hematomas de diferentes colores, sus venas se veían hinchadas y negras.

Mejor no se distrajo y se acercó a la pared arrastrándose, ya no podía levantarse.

Oculto sus cosas ente un montón de rocas, grandes medianas y pequeñas, construyendo como una pequeña fortaleza, la marea no llegaba tan arriba, sus cosas estarían bien y pequeñas rocas apiladas detrás de más rocas no llamarían la atención.

Trato de levantarse, pero no pudo, así que se arrastró por la arena, las olas se movían suavemente y cuando su mano toco apenas el agua sintió un gran alivio, siguió avanzando hasta estar sumergido, sus piernas perdieron los colores y comenzaron a burbujear hasta dejar su cola a la vista, sus branquias volvieron al igual que las membranas entre sus dedos.

Soltó un suspiro y sonrió, ya estaba en casa, solo tenía que ir a aguas más profundas, nado lento para acostumbrarse primero a volver a tener cola y después, se movió con agilidad por el agua hasta llegar a las entradas del palacio.

Tenía muchas cosas que contarle a Takanori, nado y nado hasta encontrar las puertas del palacio, su padre estaba afuera, sorpresivamente esperándolo.

—Padre…

—Me alegra verte hijo. —dijo el rey acariciando su cabeza lo cual saco una sonrisa en el príncipe— ¿Qué tal tu viaje?

—Tengo mucho que contar.

—Si me imagino, pero lo harás mañana, llegaste tarde.

—Sí, ya lo he notado—sabía que su padre se refería a lo que paso con sus piernas.

—Me contaras mañana, por ahora a descansar. —dijo llevando a su hijo consigo hacia las habitaciones.

—Hasta mañana entonces…

 

 

Fin del capítulo 5.

Notas finales:

bye~


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