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Piyo-tama. por Luka Crosszeria

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AkaPiyo sabe muchas cosas acerca de Furihata Kouki, después de todo ha pasado con él los últimos seis años de su vida, ¿De qué otra manera puede ser? Desde que rompió el cascarón ni una sola vez se ha alejado del niño, ahora un adolescente, que lo vio nacer con un par de ojos brillantes y amorosos.


Él no quiere presumir, pero se jacta de saber más de Kouki que sus amigos: Fukuda y Kawahara, más incluso que su hermano mayor o que sus padres.


Está orgulloso de eso, definitivamente.


AkaPiyo conoce todos sus hábitos desde el más pequeño e insignificante, hasta el más notorio, por ejemplo, la manera sutil en que rasca sus mejillas cuando está nervioso, o como suele inclinarse ligeramente en su lado derecho (el lugar que siempre ocupa él) cuando está asustado. 


AkaPiyo sabe cuáles son sus cosas favoritas, podría decirlas todas sin olvidar ninguna; comenzando con su comida favorita que es el omelette de arroz. Su hobby son los ferrocarriles y AkaPiyo nunca podría aburrirse de Kouki hablando de ellos, porque cuando lo hace es con una sonrisa y una mirada entusiasta que AkaPiyo ama más que la sopa de tofu.


A Kouki también les gusta leer. Un buen manga, una novela ligera que llamó su atención o el libro que le recomendó Kuroko, no importa qué, Kouki lo leerá y se ahogará en el mundo que acaba de descubrir. A veces, AkaPiyo tiene que interrumpirlo para que haga la tarea o se meta a la cama porque ya paso su hora de dormir. A veces también, Kouki intentara sobornarlo con besos y abrazos para que le permita leer un capítulo más... Casi nunca funciona.


Casi.


Su materia favorita es Biología, aunque no tiene problemas con las demás. Por lo menos su Kouki no es un caso perdido como Kagami Taiga y su Piyo-tama.


Su día favorito son los domingos porque puede levantarse tan tarde como quiera, ciertamente el día favorito de AkaPiyo son los domingos, porque puede dormir acurrucado con Kouki todo el tiempo que desee.


Así mismo, él es capaz de reconocer las faltas y debilidades de Furihata Kouki.


Precisamente porque ha pasado seis años con él.


Kouki es tímido y miedoso por naturaleza, su falta de seguridad es una de sus principales debilidades y la que maximiza a las demás. No confía en su propia fuerza.


Estando en el club de basquetbol se ha hecho evidente que Kouki no es un talento en bruto como Kagami Taiga.


—Incluso si me quedo en la banca los tres años, yo quiero seguir con este equipo, quiero seguir con ellos hasta el final. —


Por supuesto luego de escuchar eso y ver a Kouki llorar por eso, AkaPiyo sintió un pequeño malestar que no se fue hasta que rasguño y picoteo la cara de Kagami (Incluso si Kouki se enojó un poco por eso después).


Sin embargo, también se sintió orgulloso de Kouki.


Porque así es Kouki, es tímido, miedoso y débil, pero nunca se rinde, no importa cuánto miedo sienta, no importa cuán débil sea, sin importar que, Kouki va a intentarlo hasta el final, e incluso si pierde, no se detendrá ahí, no importa cuantas veces sea necesario, Kouki seguirá intentándolo hasta conseguirlo.


Eso es lo que lo hace perfecto.


Es por eso que Aida Riko, la entrenadora de Seirin, lo reconoce.


—El miedo también es un arma. — Dijo, luego de mandar al número doce de Seirin a la cancha en su enfrentamiento contra Kaijo en los cuartos de final de la Winter Cup.


AkaPiyo se quedó en la banca junto a los otros Piyo-tamas, pero nunca retiró su mirada de la espalda de Kouki, era pequeña en comparación a otros jugadores como Kagami, Kiyoshi o Hyuuga, Kouki no era un genio como Kise o tan bueno como Kasamatsu, sin embargo, Kouki tuvo el poder para cambiar el ritmo del juego, siendo ese su primer año jugando básquet.


Ver su sonrisa, su emoción cuando encesto... AkaPiyo se enamoró de su sonrisa por millonésima vez (no es que las estuviera contando, solo fue un dato aproximado, muy, muy, muy aproximado).


AkaPiyo inmediatamente se lanzó a Kouki cuando regreso a las bancas, tomando su lugar en el hombro derecho del niño que, con suavidad y gentileza, la única manera que sabe tocarlo, acaricio su pico, luego recorrió con su mano las plumas de su espalda.


—Gracias AkaPiyo— AkaPiyo dejó de frotar su cabeza contra la mejilla de Kouki, preguntándose por qué Kouki le agradece, sus ojos seguramente transmitieron al castaño sus dudas, entonces Kouki se rio ligeramente, se sentó en la banca y miró al frente.— Solo quería decirlo, fue gracias a ti que tuve el valor de unirme al club, fue gracias a ti que los conocí a todos, fue porque siempre estuviste allí que fui capaz de divertirme y darlo todo.


Kouki inclinó ligeramente su cabeza, AkaPiyo hizo lo mismo, mejilla contra plumas y plumas contra mejilla; disfrutando de su pequeño momento, antes de que el ruido y los jugadores en la cancha se hicieran presentes de nuevo (lo que no será pronto, porque todos están conscientes de la mirada que no pueden ver, pero sí percibir desde el hombro del castaño, la sed de sangre y el aura asesina es sofocante para todos aquellos que estén a menos de un metro de Furihata).


Kouki era la persona más valiente, hermosa e increíble que AkaPiyo haya conocido. Y está orgulloso de que esta persona sea su alma gemela, no podría haber sido de otra manera, no podría haberlo querido de otra manera. Kouki quien es fuerte y aunque siente en su corazón la tristeza y el dolor del rechazo de su alma gemela: Akashi Seijuro, no ha vuelto a llorar desde aquella vez, Kouki quien todos los días sonríe y es él quien le dice a su Piyo-tama que todo estará bien: — ¡Estoy bien ahora! de alguna manera, lo solucionaremos... ¡Ya verás que todo saldrá bien! Somos después de todo, almas gemelas. —AkaPiyo le respondió con un "pío" de aceptación, si Kouki dijo que estaba bien, entonces AkaPiyo solo podía creer en él.


En conjunto, todo lo anterior es Furihata Kouki, y AkaPiyo ama cada cosa.


Ama ver a Kouki cada mañana al levantarse, ama ver la forma en que sus ojos se abren con dificultad porque aún hay un rastro de sueño en ellos, ama que su cabello sea un desastre de chocolate al despertar, ama su sonrisa cuando le desea "buenos días", ama que se esfuerce en las cosas que le gustan...


Ama cada mañana familiar en casa, ama que Kouki sea un hijo amado, ama las peleas por el control remoto con su hermano mayor o porque Kouki se comió el último pudin (pero Kouta siempre lo dejara ganar el control y secretamente coloco ese pudin para que su hermano menor lo comiera, porque ama a su hermano que odia que sea suave con él o que lo trate como a un niño), ama las cenas con Kouki y su familia, ama irse a la cama con Kouki y dormir acurrucado con él, ama la forma en que Kouki besa su pico y antes de quedarse dormido reza, le reza a Dios, al destino a Buda, a quien quiera responder a su rezo, para que su alma gemela este bien, para que pronto se encuentren y sean felices por siempre.


Ama el por siempre de Kouki.


Ama a Kouki.


Y AkaPiyo odia a quien sea que haga sentir triste o haga llorar a su Kouki.


Por defecto AkaPiyo odia a Akashi Seijuro.


Todos en la banca de Seirin se han quedado en silencio, esa es la segunda vez que AkaPiyo por voluntad propia deja ver su forma, el hermoso y saludable color rojo de sus plumas, las garras y el pico filoso que han herido a Kagami y algunos otros; pero es la primera vez que han experimentado esa sensación de hundimiento, verdadero terror y la alegría de saber que toda la furia del pequeño Piyo-tama no estaba dirigida a ninguno de ellos.


Los ojos rojos de AkaPiyo sólo podían reflejar a Akashi que lo miraban directamente a él mientras Kouki estaba en el piso, temblando de miedo y a punto de llorar.


 


 


___________________


 


 


Fue ingenuo de su parte esperar algo.


Él había escuchado a Kuroko hace algunos días y finalmente supo la historia completa de Akashi la noche pasada... él...


Ni siquiera sabía que esperar, ¿una explicación? ¿del por qué su Piyo-tama no estaba? ¿por qué? ¿qué obligación tenía Akashi con él para darle una? ¿solo por qué son almas gemelas?


En su encuentro contra Rakuzan, por algún motivo Riko le pidió algo que parecía imposible, especialmente para él: Marcar a Akashi Seijuro, el Emperador de Rakuzan.


Kouki había querido abrir la boca y negarse (por el rabillo del ojo pudo ver a Kuroko y a Kagami a punto de negarse a esa orden de la entrenadora, no importando el posible castigo), sin embargo, no sabe de dónde vino, pero Kouki se sintió estúpidamente valiente e hizo la elección más imprudente en toda su vida.


Sintió a AkaPiyo frotando su pico suavemente contra su mejilla y se rio, solo AkaPiyo estaría de su lado sin importar nada.


Aunque Kouki se dijo mil veces que esto era por y para el equipo, ciertamente no era del todo correcto, porque Kouki estaba emocionado ante la perspectiva de estar cerca de Akashi, de su alma gemela... y era egoísta, era frívolo y codicioso. Porque debería estar concentrado en la victoria de su equipo no queriendo que Akashi lo noté, que... noté su fuerza, Kouki siempre quiso ser el mejor en algo, no por orgullo o por ambición, Kouki simplemente quiso ser el mejor en algo porque quería que su alma gemela estuviera orgullosa de él, porque quería demostrarle que incluso alguien como él lo puede dar todo y ganar incluso si es solo por una vez...


En realidad, lo hizo por miedo. Algo que ha estado ocultando a AkaPiyo. Tenía miedo de no ser lo esperado para su alma gemela, un patético y simple niño sin ningún talento que solamente ha conocido el sabor de la derrota durante toda su vida.


Y antes de que conociera a Akashi, todo ello debió ser absurdo. Porque las almas gemelas son una creación divina, son un par y un todo que encaja perfectamente.


Sin embargo.


Mirando hacia el hombre al que no fue capaz de marcar, mirando a Akashi que ni siquiera lo mira a él, Kouki sabe que este es el final.


Su alma gemela no lo necesita a él.


— ¡Estoy bien ahora! de alguna manera, lo solucionaremos... ¡Ya verás que todo saldrá bien! Somos después de todo, almas gemelas. — 


Pero lo que más le dolió fue que le había mentido a AkaPiyo.


Y él fue patético frente a una multitud, frente a sus amigos y equipo...


AkaPiyo vio de nuevo cuán patético puede ser.


Una idea vino a su mente, con ella el temblor y las ganas de llorar aumentaron: ¿AkaPiyo también lo dejará atrás?


Su Piyo-tama es todo lo que le queda ahora, AkaPiyo es todo lo que necesita, pero si AkaPiyo decide que tampoco lo necesita, Kouki posiblemente se romperá.


Un ala de hermosas plumas rojas se extiende frente a él antes de que las lágrimas caigan, antes de que Akashi baje su mirada y lo vea llorar, entonces Kouki siente el peso al que está acostumbrado, el calor que ama y la sensación de las pequeñas patas de AkaPiyo en su hombro, aferrándose suavemente sin lastimarlo, pero con la seria intención de aniquilar a la persona responsable de lastimarlo.


—¡Sei-chan! —Reo jadeó, sus ojos se abrieron aún más cuando el Piyo-tama voló y se posó delicadamente en el hombro del niño castaño que la espartana entrenadora de Seirin mando como un sacrificio, era imposible que pudiera marcar a su capitán, incluso si pudo anotar una sola vez, su esfuerzo ciertamente sería en vano.


Ese Piyo-tama ciertamente debe adorar a su humano, no muchas personas se enfrentan a Akashi Seijuro, mucho menos un Piyo-tama.


AkaPiyo sabía, sabía que no era un humano, él tenía alas que solo podían hacer nada para ayudar a Kouki, en lugar de dos manos para abrazar a Kouki; él tenía dos patas con filosas garras que podrían dañar un poco pero que al final eran inútiles, si el tuviera un par de piernas podría tomar a Kouki con sus manos y correr con sus piernas lo más lejos de Akashi.


Él no puede hablar, no puede decirle a Kouki cuanto lo ama, para que no dude de su amor, si pudiera hablar le diría que la única razón para alejarse de su lado es porque Kouki no lo quiere más junto a él, de otra manera ni siquiera Dios podría separarlos.


Él tiene un pico en lugar de labios, labios cálidos para besar a Kouki, suavemente, tiernamente, para demostrarle con palabras y con acciones cuánto lo ama.


Pero él no es un humano, él es solo la esencia de un alma, el alma gemela de este niño.


Él lo odia.


Si tan solo pudiera ser un humano...


—AkaPiyo... lo siento, yo no logré nada, no cambie nada... sigo siendo débil y cobarde... era una pequeña parte de mí que quiso hacer algo al respecto.


Si tan solo pudiera ser un humano y el alma gemela de Kouki, entonces le diría:


—"No llores." — Akashi dijo. 


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