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K[Y]ONEKO por Raziel Soul

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Iori se separa un poco al sentir unos brazos alrededor de su cuello, no los del pequeño chibi sino los de un joven, frente a él el rostro de su rival, las gotas del cabello mojado escurren por ese semblante, siente su corazón acelerarse, palpitar tan fuerte y desbocado, Kyo no se aparta un ápice, le mira también de manera intensa, sus labios entreabiertos, apenas segundos antes le había dado respiración boca a boca pero no le importaba nada más que lograr salvarle, no obstante en esos momentos quería devorarla sin reparo alguno, sus manos se deslizan por el cuerpo ajeno, se inclina sin apartar sus ojos de ese rostro tan sexy, sus bocas se unen en un beso intenso, puede saborear cada milímetro, su lengua busca la ajena, se enredan jugueteando, esa cálida y suave, con tiento le recuesta y él apoya una de sus rodillas en la cama, las manos del menor acarician ese cabello rojizo, le agrada sentir lo suave que es.


La respiración de ambos se agita a medida que lo hacen sus besos y caricias, Kusanagi puede sentir lo firme de estas últimas, es algo rudo pero no le lastima, simplemente no es como con una chica, mucho menos siendo Iori quien le toca, el aliento sobre a centímetros de su piel provoca una excitación mayor. Aprieta la sábana con los dedos al aferrarse a ella debido a la lengua de su rival jugueteando sin tregua con sus rozados pezones, no sabía que era tan sensible en ese sitio, estos se eructan sin mucho problema, causando en Yagami una sonrisa un tanto perversa, el deseo en sus ojos es un aliciente más para que el castaño sepa todo lo que está provocando en su rival.


 


-¡Ah! – el torso de Kyo se alza de forma sensual cuando la mano de Yagami comienza a masturbarle, no supo bien cómo es que había quedado completamente desnudo pero no le importaba, su cadera se mueve levemente contra esa mano como si estuviese penetrándola, se relame de forma intencional pero es tan natural que se mira erótico, el pelirrojo no deja de disfrutar de esos gestos de placer provocados únicamente por su mano, no podía esperar demasiado para ver cómo se comportaría cuando estuviese en su interior, porque no se detendría esa noche, su deseo era tal que nada podría pararle.


 


Puede notar una opresión en su pantalón pero por ahora desea continuar admirando a ese bastardo que jamás imaginó vería en tal situación, ni tampoco así mismo haciendo algo así. Alza una ceja complacido cuando el blanco disparo de su adversario mancha parte de su mano y lo demás cae al piso. Podría regañarle, hacerle pasar un mal rato, joderlo como le gusta, pero su reacción fue tan instintiva que el moreno pese a lo que acababa de pasar le miró con asombro, la lengua de Iori recogía los restos de semen de su propia mano al tiempo que le dedicaba una mirada de animal en celo, las orejas del castaño se hicieron hacia atrás, ninguno de los dos había reparado que Kusanagi aún no era completamente humano, una esponjosas orejas de gato emergían de entre su cabello, las cuales le daban un toque entre sexy y tierno, como si se tratase de un fetiche extraño.


El chico de ojos avellana se sentó ayudando a Iori a quitarse la playera, sus manos bajaron por ese torso marcado, nota algunas cicatrices como las que el mismo tenía por su cuerpo, batallas anteriores y entrenamientos arduos, delinea algunas besándolas después, como queriendo sanar un poco el dolor que provocaron al ser hechas. Con agilidad desabrocha esos pantalones, vaya que extrañaba sus manos humanas, y el tamaño de las mismas, siendo un chibi le costaba tomar cualquiera cosa sin sentir que se le iba a resbalar. Pero ahora incluso pudo hacer que el pelirrojo se recostase, este no objetó nada, mucho menos al ver a donde iban los labios que hacía minutos antes besó con intensidad, le agradaba sobremanera que la vergüenza no existiera entre ambos, pero era normal, el deseo podía más que cualquier otra cosa.


 


-¿Qué demonios? – susurró cuando por fin se dio cuenta de esas orejas, con un poco de desconfianza acercó su mano rozando una de ellas, inmediatamente esta se movió alejándose de la caricia – ¡pero qué! – esta vez la sorpresa fue mayor – ¡aah!… joder… koneko – entrecerró los ojos, tal vez lo mejor sería apartarse, parar todo lo que estaba pasando, no era muy normal pero, simplemente aquella textura rasposa en la lengua de su “mascota” estaba provocando una excitación como nunca antes, no le lastimaba, pero era totalmente diferente a algo que hubiese experimentado antes, sumado a la constancia y pericia con que su rival le lamia, no existía una manera más atinada de describirlo: lo hacía como un gatito. – maldita sea – su abdomen se contrae, el vello rojizo nota el aliento ajeno bastante cerca, los labios de Kusanagi comenzaron un sube y baja por la extensión de su rival, leves espasmos de dolor cuando alguno de los colmillos roza su piel, pero nada que le lastime o que no le excite sobremanera. No pierde de vista lo que el otro hace, se ha puesto en cuatro para poder atenderle bien y desde ahí nota aquello, lo último que pensó que vería en su vida, una pequeña colita sobresalía, y esta se movía con singular “alegría” seña que no le disgustaba lo más mínimo lo que estaba haciendo, y a él tampoco, jadeaba de vez en cuando de forma varonil, intentaba resistir lo más posible, no porque fuese un eyaculador precoz, pero todo lo que estaba pasando, esa lengua rasposa, las orejas, la cola… le hacían sentir en el paraíso a la vez que un fetichista de monumentales proporciones, aun mas cuando se corre dentro de esa boca. Creyó que Kyo le reclamaría, pero este solo se apartó y relamió sus labios, ¿estaba actuando como gato solo para mantener su papel? ¿O actuaba así porque no estaba completamente consciente de lo que pasaba?


 


Por ahora pensaría que era la primera opción porque simplemente no deseaba detenerse, haría a un lado todo su raciocinio, su cerebro solo tenía algo en mente: poseer a ese bello “gatito” que en esos momentos se ofrecía sin vergüenza alguna. Kyo estaba en 4 pero su torso contra la cama exponiendo ese bello, redondo y firme trasero, su colita esponjosa se movía levemente, debido al tamaño era aún más atrayente.


 


-Mañana voy a arrepentirme de esto – farfulle el pelirrojo cuyo cuerpo al parecer no deseaba detenerse pues pese a haber eyaculado hacia poco, volvió a tener una erección, lo que hablaba bastante bien de su condición física – si te duele dímelo – pide acomodándose, pega su pecho a la espalda ajena para irse empujando dentro de esa estreches, las orejitas del castaño se hacen hacia atrás nuevamente, parecido a un gesto de completa sumisión, aunque él sabía que las orejas así en los gatos normales significaban enojo – ¿todo bien? – alcanza a preguntar, debía mantener la poca cordura que le quedaba para no lastimar al otro, estaba teniendo una pelea interna entre los dionisiaco y lo apolíneo, placer y razón, era menester llevar ambos a un estado Aristotélico del justo medio.


 


-No pares – pide Kusanagi con algo de ansiedad en su voz, gimiendo instantes después al ser penetrado un poco más, si hubiese tenido garras estas se habrían encajado en el cubrecama pues se aferraba a él con fuerza – ¿qué pasa? – dice entre jadeos al escuchar una leve “risilla” por parte del pecoso


-Tu maldita cola me hace cosquillas – se yergue tomándole de las caderas, antes que Kyo se queje de su comentario un último empujón provoca uno de los gemidos más sexys que daría en su vida, pega su frente a la cama, los jadeos se suceden unos a otros, las caderas de Yagami empiezan un vaivén al principio pausado pero conforme avanza el tiempo este se intensifica.


No saben cuánto tiempo pasaron entregándose el uno al otro, lo que era seguro es que no fue solo una vez, sus cuerpos cansados y la cama hecha un desastre daban cuenta de ello, estaban agotados a tal punto que se quedaron dormidos sin siquiera intentar limpiar un poco, el chico de ojos avellana se hizo un ovillo al lado de su “amo” parecía buscar con vehemencia el calorcillo ajeno.


 


*********


 


Al otro día…


 


-Mmmm… - la cabeza de Iori daba vueltas, odiaba esa sensación de vértigo pese a estar acostado.


 


Seguro era por lo poco que durmió por esa nochecita tan movida, abre los ojos al acordarse de todo lo acontecido, se sienta mirando a su izquierda para despertar al menor, pero lo que ve le deja peor que el día anterior, de entre las sábanas se asomaban unos pelillos rebeldes, pero definitivamente no era el cuerpo de un adulto, sino el de la pequeña versión de su rival, alza la sabana encontrándose con un cuerpecito desnudo, traga saliva, ¿acaso fue tan enfermo que tuvo sexo con ese “niño”? niega para sí mismo, no podía ser, Kyo había crecido durante la noche, nada de lo que pasó fue con otro que no fuese el Kusanagi de tamaño natural… con orejas y cola pero media su 1.81 cm de siempre.


 


-Buenos días – la voz ajena le hace voltear – ¡que me paso! – Dice de pronto mirando sus manitas – ¡Iori! – le muestra sus manos como para que le explique qué ha pasado


- Lo… lo sé, no sé qué pasó – asegura, un impulso le hace atraer al otro contra si de manera protectora, pensó que Kyo se apartaría pero al contrario, se aferró a él


- Ayer… - el menor se aparta para mirarle a los ojos – tu y yo…


- Si – el castaño se estremece un poco, ese tono tan varonil aún le eriza la piel, se acerca para besarle en los labios, pero Yagami besa su frente, el ojiazul nota la desilusión de su rival – no te pongas así, pero en la forma que tienes ahora…


- Entiendo – se baja de esos brazos y de la cama para ponerse algo de ropa – quiero volver a tener mi forma humana, ¡ya no aguanto esto! – golpea el cajón de la cómoda y esta apenas y se mueve  - ¡ni siquiera puedo defenderme! – dice con impotencia, Iori no sabe qué decir o hacer, sabe de sobra que si abre la bocaza será solo para comentar algo fuera de lugar


-Yo… - el timbre de su departamento le hace callar - ¿Quién será a esta hora? – susurra pero cuando se levanta ve que son más de la una, por eso le dolía la cabeza durmió como si no hubiese un mañana y ahora sentía los estragos, si bien solía dormir hasta tarde cuando estaba de gira o tenía presentación con la banda, no era lo mismo que lo de la noche anterior  – enseguida voy – dice firme pues no quería que se la pasaran tocando el timbre, puesto que tenía varias malas experiencias con personas poco pacientes.


Se pone los pantalones y una playera cualquiera, camina con parsimonia, afortunadamente el visitante no era de esos insistentes, lo que le dejaba saber que no era ninguno de sus amigos, o un vendedor, tal vez el chico del periódico, pero no ese chiquillo tampoco era demasiado paciente.


 


-¿Qué quie…re? - los ojos del pelirrojo se abren sorprendidos, frente a él estaba parada Shizu-sama, vestía como siempre de forma tradicional, sus bellos kimonos y el porte con que los lucía dejaban saber que era una señora en toda regla, una reverencia por parte de la mujer, cada movimiento en esa mujer era hermoso y preciso


- Buenas tardes Yagami-san – Iori corresponde de la misma forma con una reverencia educada aunque sintiéndose nervioso y vaya que tenía razones para estarlo, razones que ni él mismo sabría hasta segundos después, en cuanto abrió la puerta las orejas de Kyo se levantaron, su nariz puede percibir el aroma tan conocido de su madre, pese a que sabe de sobra que no es ni por asomo buena idea presentarse como estaba puede más el sentimiento de melancolía lanzándose hacia la puerta en una carrera sin cuartel, abre sus brazos hacia la mujer que esperaba de pie frente a su rival


- Buenas tarde Shizu-sama – dice el pelirrojo con un tono de voz amable, algo raro en él, pero no cuando se trataba de esa dama – pase por… - si bien no era prudente hacerla entrar era más grosero dejarla fuera, además confiaba en que Kusanagi actuaría con raciocinio, pero ¡oh sorpresa!, apenas vio la sombra atravesar la sala


- ¡Un gatito! – la voz de la mujer le hizo voltear, su gesto era de desconcierto “Mi madre es alérgica a los gatos” en su mente la voz de Kyo resonaba, su mano intenta interceptar al pequeñín pero es tarde


- ¡Mamá! – se había aferrado a la parte baja del kimono, los segundos parecían pasar lentamente como si de una cámara lenta se tratase


- Que extraño – las manos de Shizuka-san tomaron al pequeño con tiento – es la primera vez que un gatito no me provoca estornudos – su voz es dulce y mira al felino con total dulzura, simplemente era una persona que desprendía esa aura amorosa y maternal


- ¿Gatito? – el pelirrojo parpadea confundido pues Kyo tenía su forma chibi, o al menos eso era lo que él veía, para fortuna de ambos jóvenes tal pareciera que solo el ojiazul podía verle de esa manera y los demás percibían un gatito común y corriente


- Si, disculpe, es que soy alérgica a los gatos… al menos al 99% de los que me había encontrado antes… - miraba al animalito con cierta curiosidad también – ahora que puedo ver uno más cerca son bellas criaturas… - el ronroneo le hace sonreír más y le abraza contra sí. Iori nota la cara de desilusión de Kyo pero cuando ella le abraza sus ojos se tornan felices con un dejo de tristeza a la vez. – ¿cómo se llama?


- Kyo… - una atmósfera extraña rodea a todos – Kyo… no está… - corrige casi de inmediato cuando se da cuenta de la tontería e imprudencia que acaba de decir, esperando que Shizu-san no sospechara nada, o mínimo le creyese un loco obsesionado con su hijo a tal punto de poner a su mascota el mismo nombre - él se llama … Himawari


- ¿Himawari? – repite a lo bajo - supongo que es por el lunar en su espalda – dice sonriendo – vaya… - su gesto se torna algo desconsolado al saber que su vástago no está.


Antes de seguir hablando le hace pasar a tomar asiento, no sin antes tomar las cosas que el chofer llevaba por parte de la señora Kusanagi


 


- Por favor aceptes estos obsequios – señala las bolsas que el chofer le diese momentos antes al menor, Iori estaba por decir que no pero – es lo mínimo que puedo hacer, no sabe lo preocupada que estaba al no saber qué había pasado con mi hijo – no dejaba de acariciar al gatito que estaba quieto en su regazo – además conozco a Kyo y sé que a veces es algo testarudo en algunas cosas, especialmente en lo que a comida se refiere, desde pequeño ha tenido predilección por el pescado


- Si… eso es verdad, ahora me he dado cuenta – asegura – pero en verdad no es necesario


- Perdone pero… no aceptaré un no por respuesta – pese a su sonrisa se nota que su decisión ha sido tomada y no admite cuestionamientos de ninguna índole, al pelirrojo no le queda más que aceptar – qué lástima que no esté mi pequeño… ¿al menos ha sido buen sirviente? – la pregunta es inesperada para el ojiazul y para el gatito que recuerda la mentira tan tonta que le dijeron a su mamá, por poco se da con la patita en la cara por tremenda estupidez, en tanto que  Yagami le llevaba un té de sakura a la mujer quien lo toma de forma elegante agradeciendo las atenciones


- Lo cierto es que… realmente no ha estado de sirviente, es decir… justo hace unas horas salió de casa sin decir nada, seguramente se fue con su novia o de vago – el felino le bufa a modo de reclamo, al menos eso percibió Kusanagi-san, lo cual no estaba alejado de la verdad “Vago tu, tarado” fueron las palabras exactas usadas por el chiquitín


- Que minino tan curioso – la mujer le hace mimos logrando calmarle – pues con más razón debo disculparme por su comportamiento… - toma su té – está delicioso – la sonrisa que le dedica al otro hace que sus mejillas se enciendan, algo que solo contadas personas han logrado provocar, y aún menos con la edad que tiene ya


- Si… - comenta ante lo de minino curioso -  gracias… - se sentía desarmado frente a Shizu-san. – Por cierto, disculpe el desorden – comenta de pronto, si bien la habitación no se alcanza a ver desde donde están sabe que no está ni mínimamente ordenada


- ¿Bromea? Debo admitir que, y perdone mi sinceridad, que iba a encontrar un caos, con dos hombres viviendo en un departamento… y uno de ellos siendo mi hijo… creí que entraría a una casa medio chamuscada y repleta de cajas de pizza. – Yagami semi sonríe


- Es bueno que no se lleve una mala impresión de esta casa – Kyo miraba a su rival, era tan educado con su mamá


- En absoluto… conocí a su padre y siempre fue un hombre con un estricto sentido del orden – eso sorprende más al pelirrojo, deseaba preguntarle de pronto tantas cosas, pero unos toquecitos en la puerta le hacen mirar su delicado reloj de pulsera, nota la hora – disculpe, es debo de irme ya Yagami-san – se levanta y agradece por todo, la amabilidad de ese joven le calma bastante – podría… Decirle a Kyo que me llame en cuanto pueda, Por favor – se notaba la pena que le daba pedirle tantos favores al otro


- Descuide, en cuanto llegue me aseguraré que le llame – su voz es tranquila y amable, nada que ver a como le suele hablar al chico de ojos avellana.


Con tiento Shizu recuesta a Himawari en el sofá, internamente este no quería despegarse de ella, sin embargo no iba a comenzar una escena aferrándose con las uñas a la ropa ajena, aún más porque sabe cuan costosos son esos kimonos y que lo menos que le agrada a su madre son las rabietas, vengan de quien vengan,  por lo que se deja hacer y le mira apesadumbrado cuando camina hacia la puerta, escucha como la mujer le pide al otro que siga cuidando de él, el moreno deseaba con todas sus fuerzas recuperar su forma humana en esos momentos, poder abrazarle y llenarle de besos; tuvo que conformarse con la esencia de su madre que quedó impregnada en el ambiente, nada escandaloso pero si perceptible, en especial para alguien con tan buen olfato como un gato.  La puerta es abierta  y el ojiazul se despide con una nueva reverencia, el castaño abre los ojos sorprendido e Iori hace lo mismo al sentir en sus mejillas las manos de la mujer, en su frente es depositado un maternal beso.


 


-Cuídese mucho, y gracias de nuevo – con ayuda de su chofer Shizu-san baja las escaleras del complejo entrando a su auto, no se percata de que ha dejado a uno de los sujetos más rudos de Japón echo un mar de sentimientos, tenía más de diez años que su frente no era besada de esa forma.


-¿Todo bien? – pregunta Kyo desde el sofá, Iori se limpia un par de gotitas que bajaban por sus mejillas antes de cerrar la puerta y voltear


- Si… todo bien – seguía un tanto distraído al caminar a la cocina


- Nunca pensé que viniera a buscarme… necesito saber cómo deshacer esto quiero abrazarle y darle muchos besos, al menos ahora no estornudó con mi presencia, ¿crees que haya sido porque aunque ella me vio como gato estoy en forma chibi? Lo más raro es que no me entendiese tampoco al hablar – iba de un lado al otro del sofá, pero el pelirrojo no le prestaba demasiada atención, su mente divagaba en bellos recuerdos de besos de carmín y abrazos aroma a rosas. – ¡ey! ¡hazme caso! – le jala el pantalón para que Yagami voltee


- ¿Qué decías? – pregunta alzándole para sentarle en la pequeña barra de la cocina, saca de las bolsas platillos caseros con pescado y…


-¡KOBE¡ - Kyo se sorprende – vaya, mamá sí que te conoce – dice divertido – creo que me ha puesto mucha atención cuando le platico de ti


- ¿De mí? – Su ceño se frunce interrogante – tu que tienes que hablar de mi con nadie


- Si, no te enojes, es obvio que le hable de mi peor rival ¿no? Le he contado algunas cosas sobre ti, especialmente lo de tu predilección por la carne roja y ahora mira… te consciente con carne de la más alta calidad – se cruza de brazos dejándose ver algo celoso que su mamá consienta a alguien más que no sea él


- Bueno eso repone la que tuve que tirar por tus tonterías de intentar llenar la tina tu solo


- Solo quería ayudar – farfulle a lo bajo agachando las orejas, siente una mano acariciar su mejilla


- Pudiste haber muerto, idiota – la caricia se vuelve pellizco haciendo que Kusanagi comience de quejica nuevamente, Yagami sonríe leve puesto que aunque no lo admita, le encanta fastidiarle. – En fin… vamos a comer anda, no podemos desperdiciar todo esto, aunque como ahora eres un enano me comeré la mitad de tu ración – dice para hacerle enojar.


- Ni se te ocurra esto lo hizo mamá y yo me comeré mi parte – le enseña la lengua de modo infantil.


Ambos quedan llenos y se la pasan el resto de la tarde en varias cosas, limpiando, viendo tele, escuchando música, uno practicando con su guitarra mientras el otro le mira. Después algo de bajo, Kyo creyó que Yagami solo se la pasaba entrenando para derrotarlo, pero la convivencia con el otro le dejó descubrir todo un mundo nuevo con el pelirrojo, uno que lo admitiese o no, le gustaba compartir, la presencia de Iori llenaba su corazón de calidez pese a que la mayor parte del tiempo estuviesen peleando por alguna u otra razón. La hora del baño fue tranquila, no obstante que al principio tomó varios minutos convencer a Kusanagi de acercarse siquiera al ofuro. El mayor le dijo que confiase en él, no dejaría que nada la pasara, y que si no se bañaba lo dejaría durmiendo en su cama de la sala, esas palabras hicieron el milagro, volvieron a tomar un baño juntos, los mimos de su rival le hacían ronronear sin querer, o tal vez si deseaba hacerlo, puesto que ya no escapaba ni rehuía ninguna de esas caricias.


 


-¿Ves que sirve ser precavido? – la voz de Iori le hace voltear justo cuando acaba de ponerse la camiseta de dormir – olvidamos hacer la colada hoy y si te hubiese traído dos o tres prendas quedarías desnudo


- Si señor sabelotodo… - da un saltito hacia la cama logrando aferrarse a las sábanas – debiste comprarme un banco o algo


- ¿Para qué? si para eso estoy yo – las manos de Yagami le toman con firmeza de los costados y le sube de forma cuidadosa, Kyo se pone algo nervioso, su corazón se agita con fuerza al sentir aquello – ¡qué dem… - no pudo terminar la frase, frente a él un moreno “tamaño natural” le besaba de forma tranquila como agradecimiento por ayudarle a subir, la ropa tenía el tamaño de su dueño, algo que ninguno de los dos se explicaba, lo que seguía presente eran esas orejitas, y la cola que con suavidad se balanceaba de un lado al otro dejando saber cuan feliz estaba el castaño. – ¿cómo es que…


- No lo sé – la voz semi agitada de Kyo responde a esa pregunta a medio hacer – vuelve a los besos pero Iori le detiene


- Debes hablar con tu mamá…


- ¡Es verdad! – sus orejas se alzan y se estira tomando el teléfono, Yagami mientras tanto se sienta a su lado, sorprendiéndose un poco cuando el otro se acomoda apoyando su cabeza en sus piernas, intenta controlarse pero termina acariciando esas orejas tan bonitas, se notaban algo más esponjadas que las de un gato normal, un leve ronroneo puedo escucharse provenir desde su rival quien disfruta de los mimos al tiempo que  habla con Shizu-sama. – ¡Listo! – dice triunfal después de colgar, toma una de las manos del pelirrojo y se frota contra ella, sabe lo que hace, más allá de un instinto desea sentir esas caricias.


Estar con el otro se ha vuelto una necesidad, y no es el único que lo siente así, cuando se arrodilla en la cama nota como le mira su enemigo, esos ojos que le escrutan centímetro a centímetro, hay deseo pero también algo más profundo, no se atreve a nombrar aquello que hace que su piel se erice con facilidad y su respiración se aloque aun sin tocarse o besarse, con solo tenerle enfrente es suficiente para que su mundo se vuelva un caos, para que su cerebro parezca desconectarse de la cordura siendo el corazón quien dirija cada movimiento y palabra. No tardaron mucho en buscarse nuevamente, recorrerse con cada milímetro de sus cuerpo, su piel al unirse les dotaba de tales sensaciones tan indescriptibles que les resultaba imposible incluso encontrar algo que se les asemejara. Cuando terminaron de redescubrirse Iori abrazaba por la espalda al menor, aunque un tanto despegado en la zona de las caderas pues su colita de boptail seguía haciéndole cosquillas, la luz de luna que entraba por entre las cortinas del ventanal les iluminaba de forma incluso artística, como un bello cuadro de dos amantes. Con tiento y esperando no ser tan obvio Yagami aspira el aroma en el cabello de su rival, si bien usan el mismo champú la esencia propia del castaño es diferente, le atrae sobremanera, ante eso el menor se voltea para estar frente a frente, adoraba esas orbes azules, con cuidado quita el flequillo que escondía uno de esos ojos de mar y parte de las “chispitas” de Hi-san.


 


-Te quiero – dos palabras que Iori no creía llegar a escuchar, mucho menos de ese hombre cuyos puños y pies le hicieron quedar ensangrentado varias veces y viceversa. – shhh – Kyo nota como su rival quiere decir algo en respuesta pero le calla con amabilidad - no tienes que responder nada ahora… solo creí … no, solo sentí que debía decirlo, deseaba que lo supieras pero no quiero que te sientas forzado o comprometido a decir lo mismo… y ya sé que nadie te puede obligar a nada, sólo, no lo digas ahora, sea lo que sea que estés pensando – esperaba que Iori le comprendiese y no se enojara por atreverse a, de cierto modo, callarle por muy amable que fuese la petición, sin embargo para sorpresa suya su rival a muerte no dijo nada, atinó a acariciar esas orejas.


- Descansa – susurró notando al otro asentir. Con cuidado se acuesta boca arriba, Kyo no se despega de él, acomoda su cabeza en el pecho ajeno, al principio casi le da un estate quieto, debido al movimiento involuntario de las orejas del moreno contra su barbilla, este al darse cuenta de ello cambió un poco su posición para no ser una molestia en el espacio personal del pelirrojo.


Transcurridas unas horas el “gatito” estaba profundamente dormido, no así el ojiazul quien no podía quitarle los ojos de encima, observaba ese rostro apacible y “normal”,  las enormes pestañas, la bonita nariz y esos labios que pese a haber sido probados varias veces ese día aún le atraían en demasía, claro que debía contenerse para no despertar a su rival y así poder admirarle un rato más, le parecen graciosas las orejillas que salían de entre ese cabello abundante y castaño, frunce leve el ceño al recordar lo de la noche anterior, la angustia que sintió cuando creyó que le perdería, aquel rostro “sin vida”, una fuerte opresión se apoderó de su estómago, un hueco parecía abrirse en su interior, tragó saliva de tal forma que su garganta dolió, cerró por un momento los ojos para concentrarse en el aquí y el ahora, no deseaba ver jamás la cara de su rival de esa forma, tan neutral, tan…no él. Fue entonces que se dio cuenta, o mejor dicho, que aceptó sus verdaderos sentimientos, ese tiempo juntos aunque corto le dejó saber que no era el odio lo que le provocaba ir a buscar al bastardo aquel, ni el deber lo que le hacía desear matarlo, eran los celos al verle con esa mujer, con el pikachu americano que le abrazaba y sonreía como si nada. Y era el cariño lo que ocasionaba esa necesidad de saber dónde estaba y con  quien.


 


-Te quiero… gato idiota – susurra en esa orejita peluda para terminar durmiéndose segundos después.


 


****************


 


-Más te vale no empezar a pedir todo lo que se te ocurra – estaban frente al combini


- Descuida, ya aprendí mi lección – dice Kusanagi sonriendo con picardía a su rival quien entrecierra los ojos desconfiado precisamente por el rostro ajeno, iban tomados de las manos, en la cabeza de Kyo no había rastro de orejas, y su pequeña y esponjosa colita desapareció también la noche anterior, no supo cómo ni por qué, pero ese día al despertar su cuerpo era el de siempre, lo único que era diferente era que ahora estaba con la persona que en verdad deseaba estar. La puerta del combini se abre y ambos entran.


-¡Buenos días Hi-san! – Yamada-san como siempre estaba al pendiente que sus trabajadores cumpliesen con todo al pie de la letra, la mujer nota esas manos entrelazadas pero no dice nada, al contrario parece que un gesto de felicidad inunda esos ojos cuyas marcas del tiempo le hacen tener una mirada más sabia.


-Buenos días Yamada-san – reverencia por parte de ambos.


Esta vez la mujer no intenta hacer plática, solo les observa de soslayo para no verse tan invasiva, Iori llevaba la canastilla mientras Kyo escogía las cosas de la lista, el pelirrojo aún tenía ese rostro de seriedad que siempre le caracterizaba, no obstante el brillo en sus ojos era diferente, la soledad abandonó por completo las iris, mientras conversaban notaba leves sonrisas, algo apenas perceptible pero que, para quien le ha visto por meses puede llegar a ser algo bastante notorio. Sonríe divertida cuando nota a su señor fuego darle un zape al otro con “molestia”, el moreno solo atina a sonreír, y ella sabe que aquel muchacho de ojos tristes ya no estará solo. 


 


-¿Es todo Hi-san? – pregunta ella a lo que él asiente – no es cierto – ahí va, de nuevo a meter polisones en su compra, pero esta vez no solo son las papitas favoritas de Yagami, la misma marca que escogió Kyo cuando era un pequeño felino es depositada también, “que coincidencia” pensó el moreno ante eso


- Gracias Yamada-san – dicen al tiempo caminando a la salida


- Cuide mucho a Hi-san – la voz de la anciana le hace voltear – porque aunque le cueste admitirlo, él lo ama – sus ojos se abren bastante, apenas y alcanza a asentir, su boca se ha secado un poco por la impresión


- C-con permiso – balbucea


- Nos vemos luego Hima-kun – las puertas se cierran ante un sorprendido Kusanagi, voltea estampándose contra la espalda del otro- joder ¿por qué no te mue… - el rostro ajeno le deja un tanto extrañado – ¿qué pa…


- Nada, vámonos ya – la autoritaria voz de su rival le hace emprender el regreso a casa, pero aunque Iori quisiera explicarle, el castaño no podría llegar a comprender cómo es que la aparición de un pequeño boptail igual a aquel al que Iori había enterrado bajo la wisteria de la mansión Yagami dejase a este tan perplejo, mucho menos cuando ese gatito hizo una curiosa reverencia antes de desaparecer frente a sus ojos al ver que sus plegarías fueron escuchadas, ya que ese hombre que le salvó tenía en su vida aquello que le hacía completamente feliz, y al cual tomaba de la mano para regresar a casa. 


 


FIN


 


 


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