Cubre su boca con ambas manos, sintiendo el corazón destrozado, las lágrimas cayendo desbordante, seguía negando con su cabeza aun habiendo visto la verdad.
Deseaba tanto que fuera falsa, una maldita ilusión, una en donde debe estar atrapado y le muestra su peor terror,
No puede seguir viendo, debe irse, escapar de ese lugar, pero no quiere ser detectado… No podía reclamarle a nadie, jamás lo haría… Pues no tiene derecho alguno, mas eso no significa que no duela.
Retrocediendo primero despacio, cierra sus ojos, para que las lágrimas caigan por completó, era mejor irse de una vez.
Se giró por completo, dándole la espalda a la bella escena que rompió su alma por completó y con ello también su cordura.
Solo salió corriendo, deseando nunca haber visto a esos dos, jamás haberlo sabido, hubiera sido mejor, pero… No existe vuelta atrás, contemplo una hermosa declaración de amor.
-¿Por qué…? ¿Por qué?- Entre su andar tan rápido solo para alejarse, no quería ser visto y causar lastima en este sentido.
Pero para su pesar o no, los dos caballeros dorados que demostraban su amor de una forma genuina y pura, llegaron a notar el cosmos que levemente se alteró.
Mirando ambos hacia la dirección que Aioria tomo, salvo que no alcanzaron a verlo.
-Shaka…- Sonrojado por el beso que acaba de recibir de su amado Virgo –Creo que nos debió ver- Se sentía algo avergonzado, pues es la primera vez que hace algo así, no puede evitar sonreír porque su corazón sea correspondido.
-Mmh…- Los ojos azules se fijan por el camino donde el cosmos deja rastro, realmente no le puede interesar menos –No es importante si eso ocurrió o ¿Si?- Mira al pelilila, para dedicarle una ligera sonrisa.
-Bueno… No creo que sea nada malo, Aioria es un buen amigo, puede que solo le sorprenda un poco o nos quiso dar privacidad- Intenta decir esto sin ponerse nervioso por sus propias palabras bastante inexperto e inocente en este tema.
-Sí, es lo más probable- Le sigue la corriente al Lemuriano, realmente no desea decirle en este hermoso momento lo que sabe del quinto guardián, y de hecho le era menos que nada.
Rodeando la cintura del primer guardián con su brazo, para atraerlo más a su ser –Mu, ¿Puedo estar a tu lado?- Parecía una pregunta que lleva más cargado que solo lo dicho.
-Shaka…- Murmurando ese nombre por esos rosados labios -¿Me estas proponiendo que seamos novios?- Quería las cosas claras, bajando la mirada levemente.
-Quería hacerlo sonar un poco más romántico- Acariciar esos suaves cabellos es solo un derecho que debe pertenecerle solo a él.
-Lo has hecho…- Sin pensarlo más, abraza al sexto guardián –Sí, quiero ser tu novio…- Esa sonrisa que de ahora en adelanté protegerá el rubio.
-Te amo Mu- No perdería el tiempo, volverá a reclamar esos labios como suyos y de a poco algún día hacerlo con el Lemuriano por completo.
Separándose un poco de ese beso, sonriendo por como la respiración le hace falta por la sobreexcitación del momento, posiblemente debería ser rápido para hablar, Virgo no está dispuesto a dejarlo ir de nuevo.
-Yo también te amo Shaka- Aun con las mejillas rojas, y los nervios a flor de piel, se volviera a unir en un casto beso que pronto va ir escalando en algo mucho más apasionado.
Mientras Virgo y Aries comparten un momento romántico, en donde por fin han podido declarar sus sentimientos de la forma más tierna posible.
Ya algo lejos de ellos, el león dorado sigue su andar, solo para olvidar lo que ha visto, adentrándose en el bosque, más lejos del lago en donde esperaba la hora para ir con su amiga.
-Soy un idiota… ¿Cómo pude pensar en que me viera a mí?- Se alejara del lugar, todo lo que pueda, para desplomarse en un lugar tranquilo y llorar amargamente su amargura.
No puede decir más, el rubio siempre fue honesto con él, declarándole su sentir.
Que jamás lo amaría, que no lo haría porque su corazón le pertenece a otra persona.
Ahora podía comprenderlo mejor, esa persona es Mu.
-No… Puedo… Competir contra él… ¿Verdad?- Sonríe, dejando escapar sus lágrimas, temblando por el dolor infligido en su corazón.
-Aun que me digieras que no… Pensé… Creía que tendría oportunidad algún día… Lo pensaba…- Su caminar ya era lento, pausado y torpe, como si tropezara a propósito con todas las piedras posibles en su camino.
Desea torturarse todo el tiempo, como si fuera la mejor forma de sentirse bien, burlándose de su propio dolor.
-¿De verdad creíste que podrías hacerlo cambiar de opinión?- Se pregunta a sí mismo, riendo como si estuviera perdiendo la razón, tratando de negar la realidad.
-Es… De… Shaka de quien hablo… Ja, ja, ja, él nunca cambiaria de opinión- Aun formando esa curva en sus labios, el corazón es quebrado más y más –Ama a Mu, eso no lo puedo cambiar… Si intento algo… Para separarlos… Yo solo me ganare su odio… ¿Verdad?- Fija su vista al frente, ignorando su entorno.
-Mu… Si te hubiera dicho lo que sentía…- Ladea su cabeza, mas como inercia de confusión –Como amigos… Confiarte que me había enamorado de Shaka… ¿Qué hubieras hecho?- Niega con su cabeza –Posiblemente… Por tu gran y bondadoso corazón…- Apretando sus puños, su tono luciendo ironía en sus palabras –Te hubieras callado… No habrías dicho nada, eres capaz de dejarme el camino libre por no causarme dolor-
Esto parecía enojarle más que haber visto esa escena, Aries es capaz de dar su felicidad por la de los demás.
Aioria odia con todo su corazón que esos dos se amen, pero no haría nada… No puede hacerlo.
Ya que a Mu siempre lo considero un gran amigo, ¿Qué hacer si una amistad tan valiosa te roba esa felicidad, pero si esa persona no lo sabe?
Leo considera a Aries como un gran amigo de los pocos que aún le quedaron después de aquellas habladurías de su hermano mayor, creía que siempre estaría para él.
Pero ahora al darse cuenta que le ha quitado al amor de su vida, y aun así no puede odiar al Lemuriano, eso le causa más desprecio a su persona.
Odia que su amor no sea correspondido, pero… ¿Qué más hacer?
Se supone que si amas a alguien debes dejar que sea feliz con quien de verdad ame, aunque te destruya el corazón por completó.
Entre sus pensamientos y dolor, no se dio cuenta cuando una piedra se cruzó en su andar, y esta vez al tropezar, se dejó caer, pues total ya se siente como una basura por ser solo un estorbo en el santuario.
Es lo que provoca el ser rechazado y no tener formas de sostenerse emocionalmente, algunas personas sufren del corazón roto y creen que jamás saldrán de ese horrible agujero que solo los comienza a devorar, hasta sentirse incapaz de seguir adelante.
Además que recientemente a probado el placer y confort que te da a estar con alguien que aunque no ames, te haga sentirte amado, aunque no sea lo más sano del mundo.
¿Podría ser miedo a estar solo de nuevo?
¿A no sentirse amado?
¿El deseo de quien sea le demuestre algo de atención?
Tantas posibilidades con Aioria y hasta el momento las respuestas son tan ambiguas. Decidió quedarse en el suelo, ese pasto verde, la brisa que recorre su cuerpo, debería intentar reconfórtalo, pero solo hace que se abrace a sí mismo en posición fetal acurrucarse, para calmar su corazón o llorar sin más restricciones.
-Quiero alejarme del santuario…- Murmura apenas –No quiero verlos… Jamás querría hacerlo de nuevo…-
Frunce el ceño con completa angustia y dolor, mirando a un costado, gozando de su infinita miseria.
Cientos de imágenes, fantasías y deseos se comienzan a acumularse en su mente, dándole posibilidades que jamás se harán realidad, contrayendo mundos en donde él podía ganar el corazón de Virgo.
-No soy digno de amar a nadie…- Ahora su rostro inexpresivo, mirando sin el brillo de esos ojos verdes oscuros, con las lágrimas corriendo hacia el lado donde su rostro descansa en el sucio suelo –Nadie me amara nunca… Debería de olvidar estos sentimientos y solo…- Suspira, sin poder creer lo que su mente trae –Shura… ¿Puedes venir a aliviar mi dolor ahora?-
Había prometido para sí mismo que olvidar esa relación en donde se vio involucrado con el décimo guardián del santuario.
Apenas ayer logro aliviar sus malditos recuerdos y rechazos, ahora necesita otra vez sentirse seguro, una falsa sensación de ser amado, por una persona que ni en sus sueños más locos creyó que llegaría a estar en esa posición.
Pero realmente en este punto de su vida, solo quiere que alguien le haga olvidar a Shaka besando al pelilila, sonriéndole como nunca nadie había logrado ver.
-Si me quedo aquí… Sería lo mejor…- Decide cerrar sus ojos, para ignorar lo que siente un poco más, no tiene las fuerzas necesarias para ir en busca de la única persona que le hace disfrutar esos placeres carnales que había temido experimentar antes.
Pasando unos minutos, como si sus plegarias hubieran sido escuchadas, o solo fue la coincidencia de lo que siente, con que Capricornio lo esté buscando con desesperación, odio en su corazón y deseos de variedades de sentimientos.
El cosmos del León dorado lo guio hasta donde está.
Verlo tan indefenso, derrotado, listo para ser tomado, solo por desear un poco de amor.
No es tan diferente a como Shura se siente, solo que en su corazón la venganza reina, hará lo que sea para en el futuro hacer sufrir a Aioros.
Lo reemplazara con su hermanito, lo dañara a tal grado que no pueda vivir sin que sus manos lo toquen, y cuando se harte le hará lo mismo que Sagitario hace a su corazón.
En otras palabras Capricornio, atacara a Aioros en donde más le duele, si en el proceso el león dorado se enamora, sería perfecto para hacerlo sufrir.
En su retorcida mente es un plan perfecto, se había detenido a pensarlo mejor su plan, cuando ayer fue tan improvisado y hoy en la mañana, deseaba cambiar de opinión, pero cuando se encontró al castaño mayor, todo tomo sentido.
Sus ojos color Jade se fijan en el dorado que está en el suelo, escuchando sus gimoteos de dolor, le fastidia verlo de esa forma, ya que le recuerda a si mismo antes.
Sonríe, pero su ceño fruncido demuestra todo lo que está mal en el mundo.
-Aioria- Lo llama con cierto toque de fastidio en su voz.
Abriendo sus ojos por la sorpresa, porque justamente pensaba en él, para ayudarse.
-¿Shura?- Todavía pregunta como si no logara reconocer esa grave voz en donde fuera, incorporándose para lograr verlo.
-Lloras… ¿Por qué te han roto el corazón?- sonríe bastante divertido por la fachada del Griego.
-No es algo nuevo…- El castaño claro, hablando en automático, sus lágrimas vuelven a brotar, sin importarle que este hombre lo vea.
-Ja, ¿Quieres olvidarlo?- Apenas si lo mira, dibujándose en sus labios una sonrisa lasciva, volver a pensar en tomar a Aioria sin ningún sentimiento de por medio, pero completa satisfacción.
-Si…- Bajando la mirada, con las mejillas teñidas de rojo, abriendo ligeramente la boca –Vamos a mi tem…- Fue rápidamente callado por unos labios que no le pidieron permiso para ser poseídos.
No le daría tiempo de pensarlo más, necesita conseguir su venganza de a poco, y si con ello puede sentirse muy bien, pues no le importa seguir hundiéndose en este abismo.
Sus ojos bien abiertos, por la sorpresa de ese beso, que se supone no debería estar ocurriendo, pero ¿Qué importa ahora?
No va a detenerlo, se fue dejando llevar por las sensaciones que invaden su cuerpo, un beso como el que imagina que Shaka le dio a Mu, por pensar en ese tormento, las lágrimas brotan al momento en que cerro sus ojos y rodea el cuello del peliverde oscuro, para acercarlo más.
Ambos están en ese suelo, en medio del bosque, alejados del santuario y de cualquiera, tienen todo el tiempo necesario, para olvidar a quienes más daño les hacen.
Pobres almas enamoradas y destruidas, no se han dado cuenta aun, que solo ellos mismos se están dañando al hacer este tipo de cosas, que solo se denomina efecto placebo al tener breves momentos de satisfacción.