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Through the Fire and Flames por Dra-chan

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Notas del capitulo:

Adivinen quién no estaba muerta, andaba de parrandaaaaaa…. Exacto, mi musa, la ingrata. Mi testamento de despedida al final de esto, pa no aburrirlos, así que terminando la historia me pueden mandar tranquilamente a alv mailobs.

34


Desgraciadamente, por las siguientes dos semanas, Peter no tiene tanto tiempo libre como le gustaría. Había olvidado que pronto tendría que presentar exámenes finales en la escuela y aunque estudia en línea, todo el tiempo libre que tiene lo invierte en estudiar.


Algunos días debe pedir al centro de cuidados de niños que Derek se quede hasta casi la hora de cerrar porque después del trabajo debe correr a casa o a una cafetería a presentar algún proyecto o examen y con el pendiente de tener a su sobrino revoloteando por todos lados no puede concentrarse lo suficiente. A veces, como medida extrema, debe pedirle a Claudia que lo cuide si debe extenderse hasta muy tarde, así que su comunicación con Chris se limita a mensajes de texto o llamadas a altas horas de la noche donde Peter está más dormido que despierto.


—Podemos hablar mañana —dice la voz de Chris, un poco divertido cuando Peter tarda más de diez segundos en responder porque se está desmayando de sueño.


—Extraño verte —dice Peter en respuesta, ahogando un nuevo bostezo, testarudo como es intentado alargar la llamada todo lo que le permite el cansancio.


—Yo también —le responde Chris, los latidos de su corazón acelerándose de emoción y arrullando más al hombre lobo—. ¿Cuándo terminan tus exámenes y proyectos finales?


—Una semana más —recuerda Peter a duras penas—. Derek anda un poco inquieto también.


—Extraña estar contigo todo el tiempo. Cuando todo termine deberíamos llevarlo por más helado como recompensa —ofrece Chris.


—Yo también quiero una recompensa —refunfuña Peter, pensando que es él quien está agotado hasta el extremo esos días.


—Oh, al tío Peter puedo darle muchas otras cosas —dice Chris con voz increíblemente seductora.


Eso parece despertar no sólo el interés de Peter, sino todo su cuerpo.


—¿Ah sí? —pregunta como quien no quiere la cosa—. ¿Qué cosas puede darme señor Argent?


—Saca buenas notas y lo descubrirás señor Hale —continúa con la misma voz seductora y Peter piensa que debe detenerse ahí o algo en él definitivamente terminará despertando.


—Soy el mejor de mi clase, espero mi recompensa esté a la altura Argent.


Chris ríe bajito, la voz más ronca que nunca por la excitación. A Peter le gustaría estar ahí a su lado, saboreando el aroma que debe estar desprendiendo, ahogarse en su olor y sus labios de ser posible.


—No te defraudaré Peter.


35


Una semana más tarde, Peter se regodea en sus perfectas calificaciones y pensando que sólo le queda un semestre más de todo ese martirio. Ni siquiera sabe qué hará con ese dichoso título una vez que lo obtenga. Cuando se le metió la idea de estudiar una carrera lo hizo simplemente porque podía y tenía el tiempo. Ahora no tiene tanto tiempo como antes, pero cree poder soportarlo un poco más.


Quien no parece querer soportar una repetición de todo aquello es Derek, quien está increíblemente enfurruñado todo el tiempo porque su tío no pasa todo el tiempo con él como solía hacerlo.


—Vamos Derek —intenta de nuevo Peter. Es su primer fin de semana totalmente libre después de semanas y su sobrino está tozudamente sentado en el sofá de la sala sin querer salir a ningún lado—. ¿De verdad no quieres ir por un helado? —puede ver que el pequeño inclina la cabeza con interés al nombrarle uno de sus postres favoritos, pero sigue en su misma posición—. Un día entrarás a la escuela y verás que no es por gusto que no he pasado tiempo contigo pequeño —Derek sigue sin verlo, cruzado de bracitos y con un puchero en los labios—. ¿Tendré que cancelarle a Chris? ¿Quieres que se ponga triste porque no quieres verlo? —intenta nuevamente con su chantaje emocional—. Tendré que decirle que se coma todo el helado por nosotros —suspira finalmente, en su último intento, mientras toma su celular y simula que hace una llamada.


Ni bien se pone el celular en la oreja, su sobrino taclea sus piernas casi haciéndole caer. Derek le mira desde abajo, un puchero aún más pronunciado que infla sus mofletes tiernamente. Sus cejas, profundamente fruncidas, le reclaman helado.


Se traga la carcajada que quiere nacer desde su pecho para no hacer enfadar más al pequeño al tiempo que un mensaje de Chris, avisándole que ya llegó por ellos, hace vibrar su celular.


—Vamos Derek, hoy toca helado de tomate y pepino.


Debe pasar diez minutos más arrastrando fuera del departamento a su sobrino asegurándole que sólo bromeaba.


36


Le toma a Peter dos semanas más conseguir un fin de semana libre para tener una cita con Chris, ellos dos solos, porque Derek se niega a que lo aleje de su lado más tiempo del estrictamente necesario. Sabe exactamente a qué hora debe llegar Peter por él a la estancia y se niega a ir a la casa de los Stilinski sin él. Peter le asegura una y otra vez que siempre va a volver por él, que no se alejará más tiempo del necesario y piensa en lo ridículo que debe verse al pedirle a un niño pequeño permiso para salir en una cita con Chris.


—¿De verdad puedes dormir con los Stilinski? —pregunta de nuevo Peter, temeroso de recibir de nuevo una llamada a media noche porque Derek está llorando por él.


Derek asiente, haciendo su pequeña maleta para pasar la noche con el matrimonio amigo.


Claudia le aseguró que en esta ocasión tenían un plan infalible para hacer sentir a Derek más seguro. Su falla la vez anterior fue dejar a Derek en el cuarto de invitados, donde por la noche despertó solo y desorientado. En esta ocasión, dijo la mujer, dormiría al lado de su pequeño hijo, la segunda persona favorita de Derek en el mundo. Su tío teme el día donde sea desplazado a un segundo lugar de seguir las cosas como van entre los dos pequeños. El pequeño Stilinski parece no poder despegarse de Derek tampoco, apenas puede gatear un poco, pero, cuando lo hace, es para seguir a Derek allá donde vaya. Duerme siempre con su pequeño lobo de peluche, el cual Derek abraza durante largos ratos para dejar su olor, así como hace que el bebé abrace su pequeño zorrito para que se impregne del olor contrario.


—Tu sobrino no se casará con mi hijo —había declarado John Stilinski de la nada, un día que estaban ahí de visita.


Claudia y Peter voltearon a ver a los dos pequeños. Ambos estaban tirados boca arriba en unas mantas que estaban en el suelo. Mieczyslaw tomaba sus pequeños pies con sus manos, pataleando y manoteando, pero siempre volteando al lado derecho, donde Derek estaba acostado a su lado, sin moverse demasiado y sólo viéndolo ser feliz.


—Yo no estaría tan segura de eso, cariño —dijo Claudia con aire soñador, enternecida por la escena.


Peter apuró su taza de café, deseando desaparecer de esa conversación.


Así que confiando en que, si Derek despertaba por la noche al lado de ese pequeño, quizás él podría divertirse un rato más largo con Chris.


Revisó la maleta de su sobrino y tuvo que distraerlo con otras cosas para poder sacar todos los peluches que llevaba dentro y de alguna forma meter un cambio de ropa, lo que realmente necesitaba llevar, sin que éste se diera cuenta.


Llegaron a la residencia Stilinski a las ocho de la noche. Era sábado por lo cual no había podido decirle a Claudia que pasara por Derek a la estancia infantil, sino llevarlo ahí directamente. Eso era también parte del plan, si su sobrino no sentía que había pasado tanto tiempo desde la última vez que se vieron, quizás no le daría tanta ansiedad por la noche.


—Pórtate bien —pidió Peter dejando un beso en la mejilla de Derek y éste le respondió con otro sonoro beso en su mejilla después de asentir a su petición—. Cualquier cosa, estaré pendiente del celular —se dirigió esta vez al matrimonio amigo, los cuales recibían a Derek con enormes sonrisas.


—No te preocupes Peter —le aseguró Claudia con una enorme sonrisa, la cual se acentuó cuando Derek escuchó balbucear a su pequeño desde la sala y corrió a su encuentro.


—No, mejor sí preocúpate —gruñó John al ver eso, siguiendo al pequeño.


—No le hagas caso —aseguró Claudia con una sonrisa divertida—. Tú ve y diviértete. Me saludas a Chris.


Peter se alejó, no muy convencido, pero se relajó cuando entró a su auto y vio que Chris le había enviado un mensaje preguntando si pasaba por él o se veían en el lugar.


Rápidamente le respondió que él pasaría a buscarle y se puso en marcha.


37


Su cita esta vez era en uno de los pocos bares de la ciudad. Lo habían elegido porque era uno de los pocos lugares donde vendían bebidas especiales para seres sobrenaturales y Peter tenía ganas de estar algo achispado.


—No va a durar mucho —le aseguró a Chris cuando decidió que entonces él no bebería para poder manejar de regreso a casa—. Sino consumo grandes cantidades el efecto pasa rápido, usted relájese señor Argent —le guiñó un ojo mientras conducía por la ciudad.


Se estacionaron cerca e ingresaron al lugar que poco a poco comenzaba a llenarse. Tomaron lugar en la barra y pidieron un par de bebidas. Peter un coctel de nombre exótico y Chris una cerveza. Conversaron como pudieron por sobre el ruido de la música y cuando se quisieron dar cuenta, ambos ya tenían varios tragos encima. Peter revisaba su celular de tanto en tanto, atento a cualquier llamada por parte de Claudia o John. La única comunicación que había tenido era a las diez y media de la noche anunciando que Derek estaba profundamente dormido al lado del bebé de los Stilinski y eso animó a Peter para poder seguir disfrutando de la velada.


—Baila conmigo —le pidió a Chris después de un par de copas más. Tenía años sin sentir esa euforia en el cuerpo, sin sentirse tan relajado y libre y quería compartirlo con alguien. Y quién mejor que ese alguien fuera Chris.


Pensó que quizás Argent le saliera con algo como “yo no bailo” o una cosa como esa, sin embargo, Chris aceptó gustoso la mano que se extendía hasta él y fue él mismo quien lo jaló hasta la pista de baile, abarrotada de cuerpos moviéndose al son de la música.


Parecía que Chris compartía sus mismos sentimientos, o de alguna forma se estaba contagiando de su sentimiento de euforia. O quizás eran las cervezas, no estaba seguro, pero movía el cuerpo a su ritmo, se acoplaba a sus movimientos y sus manos no abandonaban ni por un momento el cuerpo de Peter, tomando sus caderas, acercando su rostro al cuello del hombre lobo para dejar caer su cálido aliento. Peter sentía que algo muy al sur despertaba en él y eso le animaba a moverse más cadenciosamente contra el cuerpo contrario. Estaba por pedirle que lo sacara de ese lugar y lo llevara a un lugar más privado, cuando sintió un par de manos extrañas colarse entre sus cuerpos.


Miró furioso como una chica intentaba alejar el cuerpo de Chris del suyo al mismo tiempo que la presencia de un hombre detrás de él intentaba lo mismo con su propio cuerpo.


—Cambiemos —susurró la voz del desconocido muy cerca de su oído, provocándole un sentimiento de repulsión.


Chris ni se inmutó con la chica que también le susurraba cosas a él, alejándose de golpe para poder alejar al extraño de Peter.


—Piérdanse —gruño de tal forma el ex-cazador que hasta un lobo se sentiría envidioso.


Parecía que los dos extraños iban a protestar, pero no se quedaron a averiguarlo, no queriendo armar una escena frente a tanta gente.


Ambos caminaron hasta la salida, respirando el aire fresco de la noche, intentando despejarse un poco.


Peter no quería que aquello arruinara el buen ambiente que había entre ellos, así que se acercó de nuevo al cuerpo de Chris. El movimiento y las emociones del momento despejando su cuerpo de todo rastro de aturdimiento por el alcohol.


—Vamos a tu departamento —ofreció abrazando a Chris por el cuello y besándolo antes de obtener respuesta.


Chris, que parecía por un momento muy enojado, olvidó todo al momento de sentir los labios ajenos sobre los suyos, hundiendo su lengua con fuerza en la boca contraria para beberse sus suspiros y gemidos.


Se hubieran sentido más cohibidos sino hubiera decenas de parejas dándose muestras de afecto muy parecidas por todo el lugar. Chris pegó su cuerpo por completo al de Peter, rozando las protuberancias entre sus pantalones, ahogando un nuevo gemido dentro del beso.


—Vamos —aceptó una vez se separaron y caminaron con premura hasta el auto.


38


Ninguno de los dos está muy seguro cómo lograron estacionar el auto, subir hasta el piso donde vive Chris, abrir la puerta y entrar al departamento sin arrancarse la ropa en el proceso.


Lo único que saben es que en cuanto pusieron un pie dentro, cada una de las capas que los cubría empezaron a volar por todos lados. Chris empotró el cuerpo de Peter en una de las paredes de la estancia, ambos sin playera ya y besándose como si nunca más fueran a hacerlo. Sus lenguas luchaban con furia dentro de sus bocas, a veces sus dientes se golpeaban de forma dolorosa en su desesperación por probar cada rincón del otro. Sus erecciones se rozaban una a otra entre sus pantalones y dolía como el infierno, pero no quería separarse ni un segundo a respirar. A Peter se le hacía difícil no sacar las garras mientras sus manos revolvían el cabello de Chris, empujando su rostro contra el suyo, aunque ya no había nada de espacio entre ellos. Chris tenía las manos ancladas al culo de Peter, impulsándolo de vez en cuando para rozar sus caderas al tiempo que masajeaba la carne entre la áspera tela de sus pantalones.


—¿Tu cama? —preguntó Peter, aunque en ese momento hasta el sillón le bastaría. De hecho, esa pared le bastaría, pero quería más espacio para tocar, morder, lamer, lo que fuera, pero poder hacerlo con toda la piel de Chris.


A Chris también le pasó por la mente su sofá, pero intentó tomar un poco de control sobre todas las emociones que le embargaban y, anclando mejor las manos al trasero de Peter, le cargó como pudo por el pasillo que conducía a su habitación. Lo que no era tarea fácil ya que mientras él intentaba concentrarse en el camino, Peter hacía cosas interesantes con su lengua en su cuello. ¿El hombre lobo se conformaría con el pasillo de su casa? Pensó por dos aterradores segundos, pero consideró que no, por muy hombre lobo que fuera, el lubricante estaba en la habitación y quería hacer las cosas bien, no abusar del poder de regeneración de su amante.


Lo cual hizo que pudiera concentrarse mejor porque ninguno de los dos había hablado bien sobre cómo hacer las cosas. Llegados a ese punto a Chris no le importaba mucho cómo o de qué forma Peter quería las cosas, él aceptaría gustoso con tal de hacerlo ya, sentirlo ya con él.


Llegaron al fin a la habitación, donde ambos se dejaron caer sobre la cama siendo un lío de piernas, brazos y lenguas que se recorrían por todos lados, buscando conocer cada rincón del otro. Los zapatos, calcetas y pantalones al fin salieron volando de sus cuerpos y cuando Chris iba a preguntar algo, se vio interrumpido porque Peter se ancló con la boca a su polla dura y húmeda, sorbiendo la punta con gula y tragando poco a poquito cada centímetro de su hombría, como si estuviera midiendo cuánto podría abarcar. Lo cual, para Chris, le parecía más que suficiente porque estaba al borde.


—Peter —gruñó sin saber qué más decir, sintiendo la lengua del nombrado serpentear a lo largo de su tronco, la succión que daba al llegar a la punta y como sus dedos masajeaban sus testículos levemente.


El nombrado dejó ir el miembro que chupaba con gula con un sonido húmedo y obsceno, ganándose un espasmo en la polla de Chris que aún mantenía entre sus dedos. Peter sonrió altanero, regodeándose por las sensaciones que provocaba en Argent. Subió dejando ligeros besos por su abdomen, delineando los músculos con la lengua, saboreando las pequeñas gotitas de sudor, llego hasta su cuello donde se le antojaba romper la carne con sus colmillos, delineó el lóbulo de su oreja y al fin se sentó sobre la dura erección de Chris que aún estaba húmeda por sus atenciones.


—¿Qué es lo que quieres, Chris? —preguntó con voz ronca, dejando que la erección se paseara entre sus nalgar y al mismo tiempo restregaba su propia polla en los abdominales de Chris.


—Lo que quieras —respondió Chris a duras penas. Todo, lo quería todo si Peter se lo daba, pero sus neuronas no podían enfocarse lo suficiente para dar una respuesta mejor.


Sin embargo, esa respuesta pareció complacer a Peter, quien sonrió ladino sin detener sus movimientos, inclinándose hasta dejar su boca a centímetros de la del ex-cazador.


—Pues haz lo que quieras Chris —susurró sin terminar de acercarse, sus labios tan juntos que casi podían saborearse.


Eso pareció despertar algo en Chris, que al fin atinó a moverse, impulsando su cuerpo para chocar sus labios con los de Peter, bebiendo de ellos al tiempo que se impulsaba para invertir posiciones. Manoteó como pudo hasta la mesilla de noche junto a su cama, tomando la botella de lubricante que ahí guardaba con esperanzas de llegar a este momento. Intentó separarse un poco de Peter, pero éste cruzó los brazos detrás de su cuello, negándose a dejar ir sus labios. Chris intentó maniobrar de esa forma para abrir la botella entre sus manos, embadurnar sus dedos y llegar hasta la entrada que ansiaba profanar. Pero no podía concentrarse en tantas cosas a la vez así que con algo de insistencia logró que Peter se separara un poco de él.


—¿Qué? —refunfuño el lobo, deseoso de seguir besándolo, aunque los labios de Chris estaban rojos e hinchados. Claro, como cualquier cosa en él se regeneraba podía estarlo besando por horas sin problema. No que Chris tuviera problema con ello, nada que un buen bálsamo no pudiera arreglar.


—Dame un segundo —le pidió Chris juntando sus frentes, tomando largas bocanadas de aire. Al mismo tiempo intentaba concentrarse para llenar parte de su miembro con abundante lubricante y luego dirigir su mano entre las redondeadas nalgas de Peter.


—Oh —exclamó éste con una sonrisita, abriendo más las piernas—. Lo hubiera dicho antes señor Argent.


—No me dejabas ni respirar —dijo Chris hundiendo su rostro en el cuello de Peter, dejando pequeños besos húmedos por toda la piel. Su corazón palpito con fuerza al sentir a Peter inclinar el rostro y darle más espacio. Sabía lo que eso significaba para un hombre lobo, incluso pensar que Peter le estaba dejando llevar las riendas de toda la situación hablaba del grado de confianza que tenía con él y aunque eso le asustaba un poco, también hacía que su polla diera tirones bastante interesados—, mucho menos me dejas pensar.


Toda la respuesta que obtuvo fue una carcajada que quedó ahogada cuando su primer dedo se hundió en Peter. El interior era cálido y parecía querer succionar su dedo.


—¿Alguna vez has…?


—Nop, nunca —interrumpió Peter, intentando controlar su respiración cuando un segundo dedo entró en su cuerpo.


—Ya, yo tampoco —admitió un poco avergonzado. No quería hablar para nada de sus escasas relaciones justo en ese momento, pero tampoco quería que Peter tuviera grandes expectativas.


—Está bien, Chris. Estoy muy bien contigo —le animó Peter, paseando sus manos por la espalda de Argent intentando relajarle—. A parte —continuó con una sonrisilla—, ya sabes, hombre lobo —sonrió aún más ante eso—, siempre será como la primera vez.


Esta vez fue Chris quien tuvo que ahogar una carcajada en el cuello de Peter, los espasmos de su risa enviando choques eléctricos por los dedos, ahora tres, que se encontraban dentro del cuerpo de Peter.


—Eres un idiota —sentenció Chris intentando concentrarse de nuevo.


—Sí, pero amas a este idiota —bromeó Peter, aunque su voz se tambaleó un poco cuando lo pronunció.


Chris siguió moviendo los dedos que tenía dentro del cuerpo de Peter, relajando lo máximo que podía sus músculos, pero al mismo tiempo se incorporó un poco para poder ver directamente los ojos contrarios.


—Sí —afirmó con una sonrisa suave—, y mucho —finalizó antes de besarlo nuevamente.


Era, sin embargo, un beso diferente a los que habían compartido esa noche. Era un beso suave, tranquilo. Había mucha lengua y mucha saliva, y otro tanto de dientes, pero era menos desesperado, se saboreaban mejor, intentando transmitir sus sentimientos de forma menos torpe que las palabras.


Siguieron besándose cuando Chris retiró los dedos del cuerpo contrario, y lo siguieron haciendo cuando alineó su polla húmeda con la entrada que se contraía, expectante, y continuaron así mucho tiempo después, aunque las embestidas eran descoordinadas y sus movimientos torpes.


Fue Peter quien se separó de los labios contrarios, su urgencia por soltar sonoros jadeos ganando contra su necesidad de seguir saboreando a Chris por siempre.


—Joder —gimió al sentir que los movimientos de Chris se aceleraban ahora que tenía un poco más de control sobre la situación.


Entraba y salía con fuerza del cuerpo de Peter, disfrutando de las contracciones en su interior, como si intentaran retenerlo, no dejarle ir nunca. Detenía a veces un momento sus caderas, dejando su polla enterrada hasta el fondo y balanceaba las caderas de un lado al otro, de arriba abajo buscando enloquecer a Peter quien se aferraba con ambas piernas a las caderas de Chris y enterraba las manos en las cobijas, temeroso de perder el control y lastimar a Chris con sus garras, aunque se moría por abrazarlo con fuerza, pegarlo a su cuerpo y no dejarlo ir nunca.


Fue aun peor cuando Argent aceleró las embestidas de forma brutal, dando con precisión contra su próstata cuando al fin logró ubicarla y al mismo tiempo tomó su olvidada erección, la cual se bamboleaba o daba ligeros espasmos entre sus cuerpos antes de tener las callosas manos de Chris sobre ella, estimulándola al mismo tiempo que embestía con fuerza contra su cuerpo.


El orgasmo fue brutal para Chris, quien por dos segundos se perdió a si mismo ante las sensaciones, sintiendo como chorro tras chorro se quedaba dentro del cuerpo de Peter quien, ansiando también liberarse movía la mano de Chris que estaba sobre su erección con una de las suyas para, por fin, poder correrse con fuerza entre sus cuerpos. Lo cual fue casi una tortura porque el orgasmo de Peter contrajo todo su cuerpo, estrujando el miembro de Chris que aún estaba intentando sobre ponerse de la brutal corrida cuando se vio asfixiado entre sus paredes internas. Argent pudo jurar que se corrió de nuevo sólo al sentir eso, pero no estaba seguro de nada.


Se quedaron largos minutos tumbados de esa forma, Chris sobre Peter, intentando recuperar la respiración. O al menos ese era el plan porque cuando Peter se quiso dar cuenta, Chris se había quedado profundamente dormido. Él, por otra parte, alcanzó su celular, el cual había milagrosamente rescatado entre el tumulto que era su ropa, no dejando que la lujuria nublara totalmente su juicio, a la espera que su sobrino decidiera que ya fue suficiente tiempo libre de él.


Pero no, su celular estaba en silencio, sin nuevas notificaciones. Lo que le dio luz verde para al fin quedarse dormido como tanto ansiaba su cuerpo.


39


La mañana recibió a Peter en una cama ajena y por dos segundos sintió pánico hasta que recordó dónde estaba, lo cual le hizo relajarse de inmediato. Chris no estaba a su lado, pero podía escucharlo traquetear en la cocina, el olor a café seduciéndolo.


Revisó nuevamente su celular para ver la notificación de un mensaje de Claudia, quien le decía que Derek había despertado tranquilo y desayunaba junto a ellos. Igual no se confiaba demasiado, sabía que pronto tenía que ir por él, pero se permitió un momento para disfrutar y relajarse.


—Sé que estás despierto —escuchó que decía Chris desde la cocina en un tono suave y cariñoso, lo que terminó de convencerle para que se levantara.


Vio que su cuerpo estaba limpio de fluidos, pero aun perduraba la deliciosa sensación de tener a Chris dentro de su cuerpo. Encontró uno de los bóxers de Argent y fue todo lo que llevaba puesto cuando salió de la habitación para reunirse con él.


—¿Cómo está Derek? —fue lo primero que preguntó Chris cuando Peter se acercó a él y le abrazó por la espalda en lo que Argent servía dos tazas de café.


—Muy bien —respondió pegando todo su cuerpo al del ex-cazador y restregándose cual gatito, complacido por percibir su aroma mezclado con el de Chris y aún más complacido cuando sus caricias surtieron efecto en el cuerpo contrario—. Todavía tengo tiempo antes de ir por él.


—Podemos desayunar antes de ir y salir a algún lado —sonrió Chris, dejándose llevar por la calidez del cuerpo de Peter.


—Sí, definitivamente hay algo que quiero desayunar —respondió Peter recorriendo el pecho de Chris con sus manos, bajando lentamente hasta su despierta erección.


Giró el cuerpo de Argent hasta quedar de frente y robarle un beso profundo al tiempo que bajaba su ropa interior, lo único que también vestía, y comenzaba a acariciar su polla de arriba abajo. Sus lenguas batallaron por un momento antes que Peter se separara y comenzara a trazar un camino húmedo que iba desde su cuello, pasaba por su pecho, su abdomen, chupeteaba con gula hasta arrodillarse y llegar a la erección que goteaba líquido seminal. Lamió y chupó con deleite antes de engullir todo lo que pudo, siguiendo la misma técnica anterior. Lento, pedazo a pedazo hasta que su garganta se acostumbró y pudo tener hasta el fondo de su garganta el miembro que vibraba de placer cada que contraía un poco los labios y la garganta. Los jadeos de Chris despertaban su propio miembro, pero estaba más concentrado en saborear el pedazo de carne caliente que resbalaba entre sus labios, dejándolo tan húmedo que un poco de saliva chorreaba entre sus labios.


Chris terminó con un gemido ahogado mientras tomaba la nuca de Peter y hundía su miembro hasta lo profundo de aquella boca que lo iba a volver loco.


El hombre lobo no pudo evitar una sonrisita lasciva cuando se incorporó de su lugar, limpiándose la comisura de los labios.


—Gracias por el desayuno —se burló al ver a Chris medio ido, con las piernas apenas pudiendo sostenerle.


Por toda respuesta Chris le beso con fuerza, empujando su cuerpo hasta de alguna forma dar con el baño, donde ambos tomaron una larga ducha y Chris le mostró lo bien que había aprendido de él a usar la garganta.


Fue una mamada de inicio torpe, pero Peter tuvo que concentrarse mucho en no terminar en cuanto sintió la lengua jugar con la punta de su polla, chupando con fuerza como si quisiera absorberle el alma por ahí. Se tragó su erección igual de lento qué él había hecho las veces anteriores y cuando, por descuido, los dientes de Argent rozaban su sensible carne, Peter vibraba por completo porque era raspones ligeros, casi intencionales que le estaban haciendo perder la cordura.


Se corrió con fuerza en lo profundo de su garganta y ambos terminaron la ducha entre besos y carisias, deseoso de poder seguir, pero también conocedores que debían detenerse por ese día.


40


Las cosas después de eso fluyeron como la seda. Peter no estaba seguro si era porque su olor y el de Chris estaba tan mesclado el uno con el otro que Derek parecía más y más cómodo de pasar tiempo con el ex-cazador. Aquella mañana, cuando llegaron a recogerle a casa de los Stilinski, el pequeño les había dirigido una mirada extraña a ambos. Había salido corrieron a recibir a su tío, pero terminó en brazos de Chris. Por dos segundos Derek se mostró muy confundido, hundió su rostro en el cuello del mayor, aspirando con fuerza, y pareció como si se derritiera en aprobación, abrazando por el cuello a Chris y acurrucándose en sus brazos.


—Eh, me estoy sintiendo muy celoso —había dicho Peter al lado de ellos, aunque sin poder esconder la tierna sonrisa que esa escena le provocaba.


Derek brincó a sus brazos y repitió el mismo proceso, aspirando el olor de su tío con fuerza y perdiéndose en su cuello con deleite, como si aprobara la combinación de olores en ambos.


Pasaban juntos todas las tardes y fines de semana que les eran posibles entre sus obligaciones. Chris había perdido el miedo de tener muestras de afecto con Peter frente a Derek, quien sólo les dirigía una mirada curiosa antes de seguir en lo suyo. No hacía berrinches ni parecía tener algún complejo de estar siendo desplazado entre ellos pues, aunque todos podían notar que Peter y Chris estaban en alguna especie de fase de luna de miel, ninguno de ellos excluía a Derek en ningún momento.


Sus excursiones a la heladería seguían siendo constantes. Incluso Peter logró que Derek diera una pequeña probada a los sabores de tomate, pepino y otras frutas y verduras exóticas que tenían en el menú, y aunque odió rotundamente la de tomate, le agarró un gusto extraño a la de pepino.


—Saben asquerosas —comentó Chris después de probar, intentando borrar el sabor con su propia nieve de mora azul.


Peter estuvo muy de acuerdo con él.


Claudia y John parecían más que encantados con la situación. Veían desde fuera lo bien que les hacía a los tres aquella relación. Chris estaba más relajado, tenía menos problemas en el trabajo y su lúgubre silueta había sido reemplazada por una enorme sonrisa que le era difícil de borrar y que resplandecía cuando en su campo de visión entraba alguno de los Hale.


Lo mismo era con Peter, quien se veía mucho más tranquilo y seguro de sí mismo con la situación de Derek. Ya no entraba en pánico constante ni sentía que todo se le estaba saliendo de las manos. Derek era siempre su prioridad, pero se notaba que ya no cargaba con el peso del mundo él solo.


El giro inesperado vino una tarde de domingo, Claudia había nuevamente hecho un enorme banquete, como si esperara alimentar un ejército y sus víctimas favoritas siempre eran su marido, los Hale y Chris. Éste ayudaba a la mujer en la cocina pensando distraídamente que ésta debería aprender un poco de autocontrol en la cocina.


John estaba tirado en su sofá favorito, un ojo crítico sobre Derek que observaba, como siempre, embelesado a su hijo mientras Peter hacía varios ejercicios de memoria con él.


—¿Quién es Chris Argent? —preguntó Peter y Derek apuntó entusiasta hasta la cocina, donde la cabeza del ex-cazador asomó con una sonrisa.


Derek le saludó emocionado y giró de nuevo su atención a su tío.


—Bien. Ahora, ¿quién es John Stilinski? Tu futuro suegro —susurró con una sonrisa burlona que Derek no terminaba de comprender.


—¡Escuché eso Hale! —masculló malhumorado el hombre desde su asiento.


El pequeño niño salió disparado hasta sus piernas, apuntando con su pequeña manita a una de ellas.


—¡Muy bien Derek! —se carcajeó Claudia desde la cocina, ignorando los gruñidos de su marido quien, sin embargo, acarició dulcemente los cabellos de Derek.


—Ok, Derek, ¿quién es Mieczyslaw Stilinski? —se felicitó a sí mismo por poder pronunciar el nombre sin parecer que estaba invocando al maligno, aunque casi tuvo que deletrearlo.


El pequeño detuvo su camino de regreso junto a su tío y el bebé, frunciendo el ceño profundamente y ladeando el rostro, contrariado.


—¿Derek? —preguntó su tío, algo extrañado por su comportamiento.


El nombrado fue en busca de papel y pluma, los cuales le tendió a su tío.


—¿Quién es Mieczyslaw, Derek? —insistió su tío, aunque entendió más o menos qué quería el niño.


Derek se asomó al corral donde el bebé dormitaba, sonriendo despacio antes de regresar con su tío, quien tuvo que apoyarse un poco en John para recordar cómo se escribía el nombre del bebé.


—Mira, así es Derek. Miec-zys-law —deletreó las sílabas, aunque le fue complicado explicarle que la parte del “zys” sonaba más como “shis” si ni él terminaba de entenderlo—, Stilinski. Creo que eso último es menos complicado, ¿no? —dijo orgulloso de su explicación.


El pequeño se quedó concentrado viendo el papel donde estaba escrito el nombre del bebé. Lo vio y lo vio durante largos segundos hasta que, al menos a consideración de Peter, pareció rendirse con el nombre y se concentró en el apellido.


—Stilinski —pronunció su tío, sólo por si a Derek también se le dificultaba pronunciarlo para sí mismo.


Derek dejó la hoja y se dirigió de nuevo al corral donde el bebé empezaba remolonear, despertando de su apacible sueño.


—¡Stiles! —dijo al fin una vocecilla desconocida que dejó petrificados a todos.


Aunque John estaba en su sofá, le era siempre interesante ver la interacción que tenían los Hale y la forma tan peculiar de entenderse que habían aprendido. Claudia y Chris terminaban los últimos detalles de la cena y acomodaban la mesa cuando el gritito infantil les llamó la atención.


Ningún adulto pudo decir nada, atónitos a la escena. Derek había gritado esa palabra, apuntando al bebé con su pequeña mano al mismo tiempo que, el nombrado Stiles, estiraba su manita hacía Derek, sintiéndose aludido de alguna forma.


—¿Derek? —fue lo único que pudo decir Peter, acercándose poco a poquito a su sobrino, casi con miedo, arrastrándose por el piso donde estaba sentado.


Derek tenía una brillante sonrisa, producto de ver que el nombre, o lo que sea que haya dicho, parecía ser del agrado del bebé.


—¡Peter! —chilló Derek emocionado, tomando las mejillas de su tío cuando lo tuvo cerca.


Nadie más parecía poder decir nada, demasiado en shock por la situación. Peter podía sentir las ansias vibrar en Claudia por querer acercarse hasta Derek y, quizás, lograr que dijera su nombre.


—¿Qué diablos es un Stiles? —masculló John desde su asiento, en voz muy, muy baja para no perturbar a tío y sobrino.


—Es tu hijo, ¡tonto! —respondió Claudia en misma voz, la cual estaba cargada de una alegría desbordante.


Chris se acercó a paso lento, inclinándose hasta quedar sentado junto a Peter y frente a Derek.


—¿Stiles? —preguntó porque no estaba seguro de cómo abordar la situación.


—Sí —respondió Derek, sin duda alguna, volteando a ver de nuevo al bebé, el cual aún manoteaba hasta Derek y comenzaba a enfadarse por verse ignorado—. Más fácil —agregó como toda justificación. Como si eso justificara que estuviera hablando.


Pero todos sabían que no podían ponerse a interrogar a un niño pequeño sobre sus decisiones. Ninguno podía arriesgarse a ponerse a preguntar qué o por qué en ese momento, o qué había pasado, a riesgo que Derek se cerrara de nuevo.


Peter sentía que le escocían un poco los ojos, demasiadas emociones bullendo por su cuerpo como para poder contenerlas. Ese pequeño “Peter” pronunciado por su sobrino le había acelerado el corazón y estaba seguro que estaba a punto de matarlo de un infarto.


El brazo de Chris rodeando sus hombros y el peso de su cabeza contra la suya al recargarse fue el confort que necesitaba para sonreír radiante y tragarse sus lágrimas.


—¿Quién es él, Derek? —preguntó Peter con un hilo de voz, apuntando al ex-cazador.


—Tío Chris —respondió Derek sin vacilar, ladeando la cabeza, confundido—. Ya habías preguntado.


La sonrisa de Peter se ensanchó cuando sintió a Chris temblar a su lado, presionando sus ojos con un par de dedos, como si para él también fuera una sobrecarga de emociones todo aquello.


—Quería estar seguro que no lo olvidaras —se excusó Peter con una sonrisa—. ¿Quiénes son ellos? —apuntó al matrimonio Stilinski, quienes se habían acercado de apoco, no sabiendo bien si era pertinente interrumpir esa escena familiar.


—¡John! —dijo primero apuntando al hombre con una sonrisa—. ¡Claudia! —apunto a la mujer, aunque Peter notó que le era un poquito más difícil decir el nombre de la mujer—. Sti… Stil… ¡Stiles! —volvió a mascullar victorioso el pequeño, ganándose una ronda de risas por parte de los mayores.


—Stilinski, Derek —dijo Claudia lentamente, separando las silabas y la pronunciación para ver si así se le facilitaba al pequeño—. Él es Stiles, si así lo quieres llamar —continuó al tomar a su bebé en brazos, el cual amenazaba con estallar en llanto si nadie le prestaba atención.


—Sti-lin-ski —pronuncio a duras penas Derek, separando las silabas como Claudia le había mostrado, aunque rara vez se iba a dirigir a ellos por su nombre.


Todos pasaron al comedor, degustando la comida en una amena charla. Aun se sentía un poco extraño, pero como adultos que eran supieron llevar la situación sin que se volviera demasiado tensa. Aún era terreno nuevo dirigirse a Derek y obtener, de hecho, una respuesta a sus preguntas.


Eran apenas las nueve de la noche cuando consideraron que era momento de retirarse, al día siguiente era lunes y todos tenían cosas que hacer. Chris y Peter iban cargando sendas fuentes de comida bajo sus brazos, intimidados ante la mirada que les dirigió Claudia cuando intentaron negarse y hablarle sobre autocontrol. Derek se despidió de Stiles con un beso en la mejilla, el cual el dio en un descuido de John, aunque este sabía bien de las tretas del pequeño, igualmente no se negó a su pequeño beso de despedida ni al apretado abrazo que iba junto con este. Claudia colmó de besos y arrumacos a Derek, con los ojos vidriosos. Tenía muchas ganas de decirle cosas como lo bonita que era su voz, lo mucho que se alegraban todos de al fin poder escucharle, de saber que estaba siguiendo adelante, pero no creía pertinente que esas cosas deba decirlas ella, no en ese momento al menos.


Peter y Chris iban en autos diferentes, por lo cual también se despedían afuera, con pequeños besos y carisias dados torpemente por todo lo que estaban cargando.


—¿Te llamo más al rato? —ofreció Chris después de dejar varios besos por el rostro de Peter.


El mayor de los Hale desvió su mirada por unos segundos hacia su sobrino, el cual se acercaba torpemente, aun despidiéndose con la mano de los Stilinski.


—¿Qué tal si te llamo yo al rato? —le ofreció a su vez antes de volver a besarle largo y tendido, sin esperar respuesta.


—¡Eh! ¡Ay niños presentes! —escucharon que gritaba John desde la puerta, cargando al bebé y despidiendo a Derek con su pequeña manita.


—Para no quererlo de yerno se lo está poniendo en bandeja de plata —observó Chris, viendo que Derek daba pequeños saltos, despidiéndose más efusivamente del bebé.


Peter sólo pudo reír, sin saber si aquella perspectiva le gustaba o le aterraba.


41


El camino a casa fue tranquilo, Derek tarareaba desde el asiento para niños en la parte de atrás, jugando con su pequeño zorro blanco. Era increíble imaginar todos los sonidos que había estado conteniendo durante aquellos meses. Tenían más de medio año juntos y sólo hasta ese momento Peter pensó en lo pesado que era el silencio entre ellos. En lo horrible que fueron los primeros días cuando ni siquiera él era capaz de hablar para llenar el silencio entre ellos.


Ahora Derek hablaba a la primera provocación.


—¿Me compras McDonald’s? —le había preguntado cuando pasaron frente a ese establecimiento.


—Acabas de comer —se vio contestando Peter, aún demasiado extrañado con la situación, más ahora que estaba solo con el niño.


—No tiene que ser hoy —refunfuño el pequeño con un puchero.


Derek tenía una pronunciación extraña, digna de un niño, pero hablaba muy bien. Había palabras que se le dificultaban un poco pero siempre pensaba en algún sinónimo rápidamente para, de hecho, no pronunciar nada mal. Imaginaba de dónde venía esa costumbre y después de meses, Peter se encontró pensando de nuevo en su hermana. En todo lo que le había hecho a Derek y por dos segundos temió que volviera para quitárselo.


Lo cual era ridículo, por supuesto. John había logrado encontrar a Laura y la familia que la había adoptado. Era una familia de hombres lobo en Washington, quienes le aseguraron que Talia no había vuelto en años por aquellos rumbos, ni una sola comunicación y para ellos eso estaba muy bien porque amaban a Laura con locura. Era una niña de nueve años preciosa, según pudo ver en fotos. Había un claro parecido con Derek, sobre todo en la sonrisa. La familia se sintió amenazada por dos segundos, pensando que quizás Peter quisiera arrebatarles a la niña. Lo cual no era el caso, obviamente, no al menos ahora que sabía que estaba bien y era querida. Compartió un par de fotografías de su sobrino y les invitaron a ir con ellos cuando quisieran, curiosos de ver interactuar a los hermanos y llenando de elogios al pequeño Derek, el cual consideraban adorable.


Peter pensaba mucho en ello, por supuesto, aunque no pensaba que de momento fuera buena idea. Laura era muy parecida a Talia, sus rasgos finos, el cabello, esa mirada que indicaba que un día sería una buena alfa, dejaban en claro que quizás a Derek no le hiciera gracia verla. No aun, no ahora que apenas estaba sanando.


Pero en el futuro, quizás, sin duda.


También había notado que Derek era increíblemente listo y brillante. Tenía respuestas rápidas e ingeniosas para todo y, lo que era peor, a veces un poco maliciosas. Lo cual sin duda era completamente su culpa. No que se sintiera orgullo de ello, para nada.


Sólo un poco, quizás.


Llegaron al fin a casa y Peter acomodó todas las cosas que llevaba en la cocina, pensando que al menos no tendría que cocinar por unos días.


—Ponte el pijama Derek —le pidió a su sobrino mientras guardaba cosas en el refrigerador.


El pequeño corrió hasta su habitación, siempre obediente.


Cuando al fin todo estuvo en orden, Peter caminó hasta el cuarto de su sobrino, donde éste ya se estaba acurrucando en las mantas.


—¿Me lees un cuento? —pidió en voz queda, aunque ya se estaba quedando dormido.


Su tío lo meditó por uno segundos antes de acercarse e hincarse al lado de la cama.


—¿Vas a hablar mañana conmigo? —no pudo evitar preguntar, aún demasiado abrumado con todo lo que estaba pasando en tan poco tiempo.


Derek se espabiló un poco, mirándolo con intensidad.


—¿Quieres que te hable mañana? —le preguntó de vuelta el niño.


—Sí, claro que sí, siempre que tú quieras —fue la respuesta entusiasta de Peter.


—Entonces sí. ¿Me lees un cuento? —volvió a pedir con una sonrisa que su tío correspondió de inmediato.


42


—Aun no me lo creo —dijo Peter al teléfono, una hora después que Derek se quedara dormido. Había llamado a Chris en cuanto se hubo cambiado de ropa y se metió en la cama.


—Yo tampoco, la verdad —admitió Chris desde el otro lado de la línea—. Pero fue asombroso.


—Lo fue… lo es. Es un niño muy listo —sonrió el mayor de los Hale.


—Eso se veía desde antes, y ahora que puede poner en práctica todo lo que ha aprendido de su tío, el mundo debería temblar —Peter se hubiera sentido ofendido sino fuera por todo el afecto que mostraban las palabras de Chris.


—John Stilinski debería temblar —prefirió agregar con una sonrisa ladina—. ¿Debería hablarle de los hombres lobo y la imprimación? Sólo para asustarle un poco.


Chris no pudo hablar por varios segundos, un ataque de risa interrumpiendo siempre sus palabras.


—¿Qué tan cierto puede ser eso? —pudo al fin preguntar el ex-cazador, sofocando lo último de su risa.


—No lo sé, nunca he conocido a nadie, son viejos cuentos que se cuentan entre nosotros. Así como los nudos o las mordidas de reclamo.


—Estoy seguro que he sentido un par de veces tu polla hincharse entre mis manos —susurró mordazmente Chris, con una voz seductora, aunque algo burlona.


—¡Chris! —masculló Peter sin elevar la voz, sintiendo las mejillas calientes—. Joder, eso nada tiene que ver con un nudo.


—No sé, Peter, tendría que verlo de nuevo para estar seguro.


Siguieron bromeando un par de minutos más, para mortificación de Peter quien no se quería dormir con una erección, pero no encontraba fuerzas para hacerse una paja.


—Te extraño —escuchó la voz adormilada de Chris.


—Me viste hace unas horas —comentó, aunque compartía el sentimiento.


—Falta mucho para verte otra vez —continuó Argent, casi en un puchero.


—Podemos salir a comer juntos mañana. Por la tarde pensaba llevar a Derek con la psicóloga. Aunque no sé si es muy pronto, no quiero hacerle sentir que hizo algo malo al hablar.


—Puedes preguntarle —ofreció Chris—. Sería bueno saber si él quiere hablar con más gente. Y estaría encantado de salir a comer contigo.


Peter ahogó la sonrisa tonta que quería nacer en sus labios.


—Tienes razón. Qué sería de mí sin usted señor Argent.


Se quedaron en un apacible silencio durante un minuto, pensando que pronto debían terminar la llamada.


—Te gustaría… —comenzó Chris, temiendo que quizás Peter ya se hubiera quedado dormido.


—¿Mmm? —hizo un pequeño sonido, medio dormido, pero dando a entender que tenía su atención.


—No sé, quizás no es buena idea…. Es muy rápido, pero…


—Termina hoy esa oración Argent, por favor —le apuró Peter, ansioso por saber qué quería Chris.


—Pensaba que quizás, ya sabes, más adelante, no tiene que ser ahora que las cosas van tan bien y vamos empezados, pero pensaba que quizás te gustaría… ya sabes, considerar…


Se detuvo nuevamente, para frustración de Peter. Pensó que tendría que apurarle de nuevo para hablar, pero después de pensar un poco sus palabras, Chris volvió a hablar.


—Vivir juntos. Los tres. Obvio, sí, ¿cómo sino? —se detuvo, pensando en que estaba balbuceando como idiota—. Podemos buscar un departamento más grande —se animó a continuar, pensando que igual ya había soltado la peor parte—, o una casa… no sé.


Hubo otro largo silencio que le puso los pelos de punta a Chris, pensando que estaba poniendo demasiada presión en Peter nuevamente. No tenían mucho tiempo juntos, Derek apenas se estaba adaptando al fin, abriéndose, ¿por qué necesitaría cambiar todo nuevamente? Argent sentía el ataque de pánico en la garganta e iba a decirle que olvidara todo lo que había dicho para terminar la llamada y revolcarse en un poco de autocompasión cuando la voz de Peter le trajo de nuevo a la realidad.


—Me encanta la idea, Chris —fue lo que le regresó el alma al cuerpo. Peter había hablado en una voz baja y suave, sin rastro ya de sueño—. Estoy seguro que a Derek también le encantaría la idea.


No era una mentira para hacer sentir bien a Chris, después de todo Derek adoraba al ex-cazador y adoraba pasar tiempo con los dos, acurrucando su pequeño cuerpo entre ambos cuando veían películas en el departamento de alguno. A veces Derek se veía decaído cuando Chris tenía que irse y estaba seguro que la perspectiva de vivir juntos le alegraría muchísimo.


—Podemos hablar de ello mañana en la comida, ¿te parece? —volvió a decir Peter, escuchando los alocados latidos del corazón de Chris.


—Me parece perfecto. Buenas noches, Peter.


—Buenas noches, Chris.


Colgó la llamada y Peter se permitió observar el techo de su habitación durante largos minutos, el corazón martilleando en su oído, corriendo como loco ante las nuevas perspectivas que se presentaban ante él.


—¿Tío? —llamó una vocecita desde la puerta. Peter se exaltó un poco, el sonido de su corazón opacando las pequeñas pisadas de su sobrino—. ¿Puedo dormir contigo?


—Sí, ven —ofreció abriendo las mantas de su cama y abrazándose al cálido cuerpo de su sobrino.


—Estás feliz —observo Derek, acurrucándose en su pecho y quedándose dormido al instante.


—No sabes cuánto —acepto Peter, cerrando los ojos y durmiendo con una sonrisa.

Notas finales:

Ay amigues, nunca pensé que el frabulloso día en que terminara esta pinche historia llegaría, la neta. Estaba con un bloqueo tremendo y con un millón de cosas más que hacer como para tener las ganas de estar viva y, más aun, de escribir. Pero aquí estamos. Ni crean que haré un epílogo, ya, todos vivieron felices, comieron perdices, Chris y Peter follaron como conejos y Derek se casa con Stiles cuando éste es legal, para martirio de John, ahahahaha


*suspiro derrotado in mexican*


Ahora una historia que a nadie le impogta:


La verdad esta historia la empecé porque se supone que haría una especie de intercambio con una persona que al final me mandó completamente alv, lo cual siempre me desanima mucho. Al mismo tiempo Derek ni siquiera era la parte importante de la historia ¿saben? Como dice el resumen, era más como la conexión entre Chris y Peter, pero el chamaco dijo “move bitch” y se colaba sin mi permiso por todos lados, bien cockblock con el tío y conmigo que sólo quería escribir puercadas Christer en paz y tranquilidad.


Y pues esto fue lo que terminó saliendo.


Gracias a todos los que me acompañaron en este viaje *¿Aló? ¿Hay alguien ahí o de nuevo estoy hablando con las voces en mi cabeza? ¡Send help!* lamento la espera, ya ni sé si ha pasado un año desde que empecé esto creyendo que serían como tres capítulos AHAHAHAHAHAHA *ríanse de mi porfi*


En fin, besos, abrazos y agasajos en un review, por fi, este mes ya casi cumplo 30 años y ya me quiero morir alv…


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