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Una Foto (MiloXCamus Yaoi Lemon) CamIlo por AMMU TEIKOKU YUDAINA

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Notas del capitulo:

Hola mis terrones de azúcar.

Aquí publicando algo lindo para nuestra parejita CaMilo. ajajjajaja

Dedicado a nuestro terrón de azúcar sofiagon286, que aunque su cumpleaños ya paso... Te dedico éste pequeño capitulo.

Y debo advertir muchas cosas...

Una cosa... Es que este capitulo tiene contenido Lemon, explicito, así que... Ya saben terrones menores de edad... Si son sensibles a estos temas, de origen sexual... Les recomiendo que no lo lean y desistan a leerlo hasta la próxima actualización.

Ahora sin mas, a leer... Y disfruten todo.

Y claro que deben felicitar al terrón de azúcar a quien es dedicado este capitulo.

No dejara caer a su amado cubito, lo sostendrá con fuerza, sin importar lo que sea…

Llegar al destino, a esa cama que compartirán de ahora en más.

Donde sus cuerpos se unirán, gemirán, gritaran el nombre del otro, se aferraran al otro con todas sus fuerzas, experimentar un gran deseo y placer que jamás volverán a poder vivir sin ello.

Sus miradas se conectan, al momento de recostar al peliaguamarino en su lecho, sobre esos pétalos colocados delicadamente, para que entre sus cabellos se pierdan, y en sus cuerpos se peguen…

Desprendiendo un delicioso aroma que se combinara con ellos.

-Milo…- Llama susurrante el peliaguamarino, sus mejillas rojizas, sus ojos fijados en quién está arriba, mirándolo intensamente, con ese destello de deseo.

-Camus…- Murmura el nombre de quién ahora es suyo, para delicadamente ir acercándose hacia su boca. Igualmente sus mejillas están rojas, agitado por el latir de su corazón desbocado.

No había tenido una oportunidad como esta, sería la primera vez en que pudieran llegar hasta el final, lo quiere hacer, lo ha deseado tanto.

Sí, es un pervertido por tener estos deseos tan impuros, pero… ¿Qué tiene de malo?

¿Lo pueden culpar, por desea a quien más ama?

Sus miradas chocan, al igual que sus alientos, para de una sola vez, fundirse en un beso, uno que es necesario entre ambos, que iniciara el fuego necesario para derretir el hielo… Hacerlo agua por completó, y así pagar el deseo irradiante en el cuerpo del pelicerúleo.

Sus besos apasionados desde un inició, abriendo ambos las bocas, Milo introduciendo su lengua dentro de Camus, para acomodarse, sostenerse por las rodillas y brazos, como si hiciera una plancha, así no dejaría que su peso caiga directamente sobre su esposo.

Desea devorarlo por completo, sus lenguas chocan con pasión, sonidos de vacío. Lo cabellos cerúleos cayendo sobre el peliaguamarino, sus ropas humedeciéndose por el sudor que va recorriéndoles.

Los ojos cerrados, disfrutando cada instante que logra satisfacer sus impulsos primitivos.

Las manos del doncel se elevan para quedar sobre la espalda de su amado bichito… Para intensificar el beso… Ese que no dejara nada en pausa, al contrario seguía siendo el parte aguas de su pasión desbordándose.

Poco a poco, cuando el aire comienza a faltar, sus bocas se separan, uniéndose por un hilo de saliva, combinado con un poco de sangre, pues la desesperación del pelicerúleo, no se pudo evitar en morder el labio inferior de su ahora esposo.

Sonriente al verlo tan indefenso, tan sumiso a él… Siempre considerando a Camus un doncel muy fuerte y dominante, aquí… Lo ve a su merced, que puede hacer lo que desea con quien más ama…

Demasiada tentación en una sola noche, sin perder la razón de la pasión…

No se lo piensa más, afloja su corbata con la mano izquierda, sin dejar de ver a su cubito, que presenta el sonrojo más potente, una respiración jadeante… El mejor espectáculo para devorar de una sola vez.

No puede Esperar más… Entre jadeos sonoros, su boca directamente se centra en el cuello de su esposo, para comenzar a besar, chupar esa delicada piel de porcelana, que tiene un sabor tan fresco, delicioso… No se podría cansar de ese alimentó deseado.

-Aaahhmmm… Mi-Lo… Aaaaa…- Demasiado sensible para su propio bien… Su cuerpo está calentándose como nunca antes lo había sentido, la lengua de su esposo, le proporciona delirantes sensaciones en su piel, aun estando vestido, su ropa es desarreglada por una mano hábil.

Quiere tener espacio Milo para seguir su labor de besar, lamer, chupar, y dejar pequeñas mordidas en quién ahora le pertenece.

-Tu sabor… Me gusta… Tanto… Aagrrr… Camus…- Habla entrecortado, pues no abandona su labor de saborear la piel del peliaguamarino, una que había probado solo en pequeños momentos, pero jamás con la aprobación de llegar hasta las últimas consecuencias.

Podía deleitarse, tocando cada centímetro de la piel blanca de su amado cubito, saber que partes lo hacen más sensible, conocer todo de él, hasta lo más íntimo, lo gozara, le hará tan feliz que jamás podrá abandonar esta nueva adicción que tiene.

El pene del pelicerúleo se siente demasiado apretado entre la ropa interior y los pantalones, solo quiere liberarse de ese encierro lo antes posible.

Necesitado para lucir un miembro erecto, que ya comiza a gotear por quien yace debajo, preparado para divertirse ambos, besarse y disfrutar esa cercanía.

Y no solo Milo tiene ese problema, sino que Camus, entre gemidos sonoros que desea callar mordiendo su labio inferior, sin importar que un poco de sangre salga por la herida previa que hizo su ahora esposo.

Puede sentir su miembro también rozar con su ropa, haciéndolo estremecer, con los dulces toques de esos labios en su cuello, que de a poco van bajando hacia su pecho, sino fuera por la ropa que también está estorbando en este punto, ya habría sido marcado ese pecho hermoso.

No puede aguardar ni un segundo más, la ropa estorba demasiado, es mejor retirarla de una sola vez…

El bichito, solo debió separarse un poco de su cubito, para arrojar su propia ropa abajo, no quiere nada que le estorbe, desea estar por completo ya desnudo para presumir su hombría, que está ansiosa por la entrada de su esposo, hacerlo suyo ya es necesario, pero no será un animal para no darle el trato especial y romántico que se merece.

Mientras el peliaguamarino no tuvo tiempo de siquiera quitar sus ropas, pues… Aunque desarregladas, no están del todo fuera de su cuerpo, y sin embargo Milo ha decidido ir despojando con cuidado esas prendas de ese frio y hermoso ser.

Con delicadeza es como intenta actuar estando en esta posición con Camus…

Cada ropa que es retirada, la tortura de besar y marcar esa piel que cubría es necesario.

Primero quito el saco blanco, para ir aflojando y retirando la corbata, luego la camisa, que deja ver una piel de procela, con unos botoncillos rosas que son tentadores al estar erguidos, duros y demostrando que están excitado…

Su boca rápidamente les da la atención necesaria. Dándoles primero besos, alrededor del pezón, mientras una mano libre acaricia el del lado derecho, queriendo tener atención en todas partes…

-Aaaaaaah… Esper… Aaaah…- Su cuerpo se excita por estas atenciones, los toques suaves y rudos a la vez por su pareja.

-No… Puedo, necesi… To, tenerte…- La mirada lujuriosa de Milo, aprecia de reojo a su esposo, notando como se arquea, ladeando su cabeza, dejando escapar algunas lágrimas de esos violetas ojos, pues la boca de este succiona de una forma desesperada, mientras la mano piñizca esas zona dulce.

El cuerpo de ambos reacciona de forma curiosa, uno avergonzado por ser visto semidesnudo y otro solo demostrando que siempre deseo estar así con él…

Sin pudor, muestra de repente como su pene esta ya deseando el cuerpo ajeno, pero que no puede tener, sin seguir con su ceremonia solo decidida por él.

-Camus… Sabes delicioso… ¿Se mío siempre? ¿Sí?- Al momento de dejar rojizo el pezón izquierdo, su boca se fue al derecho para hacer lo mismo, y que su mano sigua molestando la sensible zona que dejo humedecida.

Las marcas de mordidas, se presentan en ese pecho suave y cálido ahora, chupetones alrededor se ven, no dejara ni un solo pedazo de piel sin demostrar que ahora es solo suyo… Y que Camus siempre lo recuerde.

Las manos del peliaguamarino no pueden protestar, pues Milo las ha dejado sujetas por las muñecas, con su mano completamente libre que no se dedica ni a manosear los pezones, quiere tenerlo sujeto, sumiso a él.

Tal vez sea un deseo reprimido de tener poder, de demostrarle a quien ama que solo será suyo, sin dejar de lado el profundo amor que se tiene y respeto, pero en estos instantes a veces algunos juegos o dedicaciones de esta acción, se demuestran de forma ruda, mientras no hiera de mas, esta todo permitido y claro que ambos disfruten.

-Aayy… Me… Aaaah…-Intenta llamar la atención del pelicerúleo, con su voz algo delirante por el placer solo dedicado en su pecho –Por… Por Favor… Hazlo…- Sus lágrimas caen por sus rosadas mejillas, sus ojos entrecerrados, disfrutando ese placer, su cuerpo tensándose por qué estar sin poder moverse de más.

Es disfrutable de esta forma, le agrada y quiere más.

Pero no lo admitirá, está disfrutando tanto que siente como su pene aun no liberado, necesita atención, quiere también dejarlo sin nada estorbando, para que este erecto y también su parte intima sea tomada por su bichito, para que lo destroce por completo.

Es algo masoquista por estar disfrutando y deseando un hecho de amor más rudo, sin piedad… Solo que es tímido para decirlo.

-Mi cubito… Te lastimaré… Si no te preparó- Le susurra con cuidado, aun teniendo su boca cerca del pezón que ha maltratado ahora, por disfrutar ver ese color rojizo en él.

-Duele… Me siento… Aaaaah… Muy… Mojado… Mmhh…- Le dedica estas palabras, intentando demostrar que parte habla, moviendo sus caderas grácilmente, dando a entender que su cuerpo está impaciente por este tacto más íntimo.

Música para sus oídos esas lascivas palabras, entiende que también ya lo necesita, y aunque ha podido disfrutar del pecho de su esposo, devorarlo, probar el sabor de manzanas frías… No sabría cómo decirlo, pero es algo de lo cual es adicto, como los beso de Camus.

Su miembro parece endurecerse más de lo que esta, ver y oír suplicas de atención, es muy satisfactorio y prefiere continuar de una vez por todas.

-Como ordenes, mi cubito- No se detendrá ahora, es mejor que de una vez lo haga, tampoco puede esperar por la irrigación de sangre que se acumula en su pene, necesitando también al peliaguamarino.

Sonríe, disfrutando los gemidos que aun logra provocar…

Para de una sola vez, un tirón fuerte, hace que los pantalones sean bajado de su esposo, blancos como esa pureza de su amor que ambos tienen, notando que quedo solo en ropa interior, unas manchas húmedas en la entrepierna…

Sonríe, relamiéndose sus labios -¿Te excite tanto?-Pregunta como si no conociera la respuesta, para elevar esas blancas piernas, bien torneadas y formadas, se nota que su esposo hace algo de ejercicio, aunque siempre fue así de precioso ante sus ojos.

No puede evitar también querer marcarlas con su boca.

Besos que van desde la punta de los dedos, hasta los muslos, algo regordetes y suaves, esa piel tan hermosa, que pareciera crema helada, que proporciona un sabor insuperable, y disfrutable al tacto.

Sus mordidas y chupetones se verán impresos y durara un tempo, hasta que de nuevo las vuelva a tener que dejar así…

Pero es demasiado bueno el sabor, uno delicioso que lo enloquece y de igual forma el peliaguamarino pierde la cabeza.

Ya no tiene sus manos sujetas por las muñecas, pues fueron liberadas al momento que su bichito decidió ayudarlo a liberarse del encierro de los pantalones blancos.

Cubre la boca con sus manos, echando su cabeza levemente para atrás, pues sentir la caliente lengua de quién ama contra su piel, le provoca estremecimiento, acelerando su corazón, cierra sus ojos, dejando que el placer se convierta en su cuerpo en gotas de sal, que está disfrutando tanto que su cuerpo está siendo devorado.

Sus respiraciones agitadas sus cuerpos excitados, el sudor cambiándose entre ambos, el peliaguamarino recostado boca arriba, inundado por placer carnal que siempre deseo, es incapaz de querer detenerse, solo quiere que lo devoren de una buena vez.

No se sabe cuánto paso, pero las marcas en esas piernas se nota que fueron un largo proceso, sus pantorrillas con mordidas, los muslos igual, con los dedos plasmados que se dejaron por la fuerza que ha hecho el pelicerúleo con ese cuerpo.

No lo quiere lejos de él, esta noche no lo dejara dormir, por tantos años espero por esta ocasión y querrá dar rienda suelta a sus deseos carnales, que se reflejaran en diferentes movimientos.

-Aaaagrrrrr- Sonríe satisfecho, mientras coloca su rostro justamente al nivel de aquella tela humedecida por el placer, oliendo y besando en miembro aun cubierto –Hueles, muy bien…- Es demasiado pervertido, no quiere perderse nada, disfruta torturar a quién ama de esta forma.

-Mi- Milo… No… No hagas eso… Aaaaaaaah…- Gime, jadea pues su bichito le hace algo demasiado pervertido que no se imaginó jamás.

-No puedo resistirme… Te quiero todo, todo para mí…- Su nariz pegada a ese miembro, su boca mojando más esa tela, pero su cuerpo necesitado ya urgido por introducirse en ese interior que va reclamar como suyo , profundándolo de una vez.

De una sola vez, tira con fuerza de la ropa íntima, para dejar libre al fin a su esposo, dejando que caiga la prenda donde sea, no se necesitará de nuevo hasta la mañana siguiente o quien sabe…

El deseo sexual de ambos está muy latente que se puede notar el aroma en el ambiente, como el calor aumentando.

Ver el cuerpo tan lascivo de su peliaguamarino, sudado, con marcas de mordidas, chupetones, los ojos llorosos, las mejillas sonrojadas, posicionando las manos en su pecho, luciendo muy inocente, hermoso y atractivo, perfecto para su bichito que lo consagra como el más valioso en esta tierra.

-Que… vergüenza…- Quiere cubrirse como pueda con sus manos, aunque es detenido de inmediato, pues eso no se permitirá ahora.

-Eres lo más hermoso que vi alguna vez…- Jadea con fuerza, sonriente, con el brillo del sudor en su piel, caliente por tener esta enorme oportunidad de devorar a su esposo -¿Puedo hacerlo?- Pide un permiso que claramente no necesita.

No puede verlo a los ojos, se encuentra apenado, pero… No va a negarse a continuar, si también su entrada lo está deseando, húmeda, para que Milo lo profane y jamás lo deje nunca más.

-Si…- Le da la afirmativa, mientras su rostro es desviado, no puede seguir mirándolo, sin avergonzase, pues nota el deseo en esos ojos azulados.

Sonriente, se inclina hacia adelante, provocando que ambos miembros choquen, logrando que los dos sientan una descarga de placer, solo con esto, pero no abandonara su deseo y labor.

Besar de nuevo esos labios rosados que deja su marca, para darle un poco de confort, que sepa que lo cuidaría en todo momento.

-¿Lo hago sin codón?- Una pregunta necesaria, pero juguetona en su tono.

-Como… Quieras…- Le responde el peliaguamarino, perdido en esa boca, sintiendo ansias por solo ser penetrado de una vez.

Entendiendo que tendrá consecuencias, una que sin duda se verá en nueve meses, pero… Ambos lo desean, y volverá hacerlo hasta que no deban.

Cuando el beso apasionado se rompe, la acción continuara.

Sujeta con firmeza esas largas piernas blancas, marcadas ahora por él, las posiciona a sus laterales, flexionándolas suavemente, libera una de sus manos, para llevarla a la virginal entrada, introduciendo un dedo, para ir expandiéndola.

Nota como se arquea la espalda de su cubito, con un fuerte gemido ahogado, pues el placer es inminente por esto.

Sonríe con perversión, disfruta que lo lograra hacer suyo…

Un segundo dedo se une a la diversión, movimientos de tijeras, abriendo y cerrándose en el interior, sintiendo la humedad de esta acción, la excitación en ambos…

Los penes de ambos pidiendo a gritos que sean atendidos…

Milo mordiéndose el labio inferior con deseo, no puede más... Aunque sea salvaje su deseo, no puede contenerse más, quiere besar, quiere comer, devorar, profanar, hacer suyo a su esposo, hasta que ambos caigan exhaustos por tanto.

Aleja sus dedos de la entrada estrecha, que a intentando dilatar, y lo logro un poco.

Sujeta las piernas, marcando sus dedos en ellas, disfrutando esta vista, en donde puede ver el sonrojó en Camus.

Su pene posicionado justamente en la entrada, listo para tomarla, hacerla suya, introduciéndose para tomar la virginidad de su cubito.

La primera estocada es provocada, hecha contra el tarsero del peliaguamarino, lo que le provoca que arquee la espalda, abrir su boca enormemente, dejando escapar un sonoro gemido, sujetando a la vez las sabanas que se han arrugado y desacomodadas, mientras los pétalos han quedado en la espalda del doncel pegados por el sudor.

Sorprendiéndose de la longitud de su esposo, demasiado grande para su propio bien, clavándose en su interior de una forma que no creyó, profundo e irresistible.

-Mi… Milo… Aaah… Dema… Oooh… Siado… Gran-Grande- Jadea, cerrando sus ojos, dejando que sus lágrimas escapen, por el placer que lo inunda.

-Grrrr...- Apretando su mandíbula, sintiendo los pliegues del interior de su amado cubito, estrecho, apretado, que lo hace sentir tan gozoso por fin estar así de unidos –Te amo…- Susurra esto, mientras comienza las embestidas.

Placenteras, rápidas, desesperadas, no puede ir lento en lo más mínimo, está feliz, de que ambos estén disfrutando…

Apoyado de sus rodillas para no caer, sujetando esas piernas hermosas, que mientras embiste a su pareja, las sigue disfrutando.

Mientras puede ver como el peliaguamarino deja escapar sonidos lascivos que son música para sus oídos y felicidad en todo su ser, saber que lo está haciendo bien, que lo hace disfrutar tanto ese hermoso delirio de placer, que lo hace enloquecer.

Puede ver como cada vez que va más profundo, en el estómago de su cubito se abulta un poco, tanto llega… El pene de doncel se nota húmedo, incluso podría decir que debe estar palpitando por cada placer recibido.

Esas expresiones en el rostro ajeno, jadeos, que la saliva del peliaguamarino salga de las comisuras por que no puede controlar lo que siente, los ojos llorosos, sonrojados, notando como sube y baja ese pecho tan hermoso, es perfecto para continuar.

Deja las piernas a cada costado de su cuerpo, para sujetar esas caderas, elevando más la entrada de su amado, para que pegarla más a su ser, una mejor posición serviría para ir profundo, y de paso tomar ese pene de su doncel y masajearlo, darle placer por ambos lados, atacarlo es lo mejor del mundo.

-Te amo… Milo… Te amo…- Dedica palabras que logran salir de sus labios, hasta que sus lágrimas recorren ese rostro, mirando los ojos de su amado para notar que ambos son felices en ese instante.

Palabras dicha con amor, logran que ambos se envuelvan en este placer, para que cada estocada, el vaivenee se vuelva más salvaje…

Haciendo incluso rechinar la cama, los pétalos que constituían un hermoso detalle, caen algunos, otros se pegan a ambas pieles sudadas.

Los fluidos que salen del pene de Camus se un deleite para el pelicerúleo, sabe que está haciendo que pronto llegue su venida.

Al igual que aquellos fluidos que se escapan en el punto donde ambos se conectan, escurriendo, es solo la preparación del pre semen y los fluidos para preparar esa entrada.

Es deliciosa esa entrada, es perfecta, es única y hermosa para ambos.

El tiempo transcurre, para entregarse a un placer que jamás hubiera imaginando fuera así de hermoso y perfecto, desquiciado y amoroso.

Ambas partes de lo que son ellos dos, el fuego y el hielo, se han fusionado, uno derritiéndose y otro apagándose con cuidado.

Es delirante que su clímax este llegando…

Primero en las manos del bichito, pues ha logrado que Camus se corra, disfrutando que esto está ocurriendo…

Sabe que está haciendo un buen trabajo, los sonidos lascivos de choques de sus pieles, se intensifican, para que en poco tiempo, también el este en las mismas condiciones.

Esparcir su semilla en ese interior tan cálido, que contrasta con el frío de su exterior… Es magnífico conocer este lado de Camus, que solo él podría ver por siempre, que sus cuerpos se pertenecen por siempre.

Que no existirá nadie que los haga separar, si durante el tiempo que han estado juntos, que ha sido más, del que han estado separados, nadie los pudo alejar, ahora que los une algo más sagrado, más profundo, jamás destruirán su amor.

La corrida del pelicerúleo se nota, su cuerpo se siente al fin liberado, pero incapaz de salir, no porque no pueda, sino que no quiere alagarse de su cubito de ninguna forma, si ambos pueden estar conectados, está bien.

Además que de esta forma, lograra que quede embarazado su esposo, sin dejar la posibilidad de que ni una gota de su semen salga.

Incluso su falo no ha disminuido, pero si su satisfacción, incluso se ha recuperado rápidamente al momento de su corrida, queriendo así quedarse hasta una segunda, tercera o quinta ronda se dé.

Está pensando demasiado apresurado, pero…

¿Se le puede negar hacerlo?

Esta feliz.

Su sonrisa lo demuestra al por fin pertenecerle a su cubito como este a él.

Sin dejar de estar unidos, se acerca más al cuerpo del peliaguamarino, mirando como la corrida del doncel aun hace estragos, con el cuerpo tembloroso, las mejillas húmedas de lágrimas placenteras, y un poco de sangre de esos labios, pues intento ocultar su gemido por haber llegado a este punto, ya siendo profanado por su amado bichito.

-¿Te lastime?- Pregunta, depositando un beso en la frente del peliaguamarino.

-No… Me… Gus… To…- Dice entrecortado, mientras su cuerpo está descansando de ese primera corrida entre ambos, intentando recuperar sus alientos, mientras sus brazos están en su pecho, para tranquilizar a su corazón.

-A mi igual…- Sonriente, pues aunque este cansado, no se ha agotado como Camus, pero será gentil y paciente para la recuperación –Te amo, te amo mi cubito…- Le dedica estas palabras, mientras besa esas mejillas, limpiando las lágrimas, y una mano traviesa se dirige al pene del doncel nuevamente.

-¿Q-Que… Haces?- Lo sorprende, pues apenas se siente recuperado, y lo están provocando, y sin salir de él tampoco.

-Quiero, que mi esposo esté listo…- Esa sonrisa lasciva se puede ver, con el destello de lujuria nuevamente, para besar esos labios delgados.

-Aaaaah… Es- Espe… Ra…- Pide como un ruego.

-No puedo… Te necesito de nuevo…- Sabe que su cuerpo y tentación, está de nuevo en sus límites.

Demostrando en una embestida de nueva cuenta, para abrazar a su esposo con fuerza, elevándolo un pico de la cama, pegándose los pétalos a sus brazos como a la espalda del otro, para volver a hacer esas estocadas.

Apenas se han dado unos segundos de un reposo, cuando Milo ya desea seguir haciéndole el amor a su cubito.

Obviamente una foto de esto no debería existir, pero… Nadie podrá impedirle a Milo que al día siguiente, cuando ambos despierten o lo haga él, aproveche para apreciar la primera vez que despertara a lado de su cubito, y con esta un hermoso recuerdo, solo de ese rostro angelical de hielo.

Notas finales:

Buenos días, tardes, noches, ¿Que hora es? ¿Quien me a robado el reloj? ¿Como están mis terrones de azúcar?

Disfrutando de sus días libres, yo si... La verdad, estoy muy feliz, escribiendo, leyendo, jugando y organizarme...

La verdad este año que viene, espero que sea super bueno y divertido, disfrutemos todo lo que venga,

Pero eso si, con medidas de higiene, es mejor ser un poco precavidos, ¿No creen?

En fin, ¿Que les ha parecido el capitulo?

Contiene lemon dulce y tierno de parte de nuestros dos niños...

El bichito y la hilera, se pusieron hacer bebes...

Pero ya pueden hacerlo perfectamente, pues están casados, así que... Si sus padres se vuelven abuelos, seria bonito.

¿No creen?

Kardia no podría matar ya a Milo

Bueno este capitulo es dedicado a mi terrón de azúcar sofiagon286, espero que lo disfrutes y compártelo con los demás terrones de azúcar, ¿Si?

Muchas gracias a todos mis terrones de azúcar, les agradezco con todo mi corazón, pues son los mejores del mundo mundial, y los quiero tanto, gracias pro estar conmigo.

Votar, comentar, y estar siempre conmigo.

Son los mejores y siempre los voy a querer.

Por favor hagan caso a las medidas de higiene y no se expongan.

los quiero mucho.

Ammu se va. 


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