Widersinn
La bella edificación se elevaba armoniosa ante sus ojos, aquella mansión mostraba un estilo entre occidental y oriental. Todo el entorno era rodeado por un sofocante aura mágica.
Desvió la mirada y observó la esbelta figura envuelta en seda púrpura y encaje negro que apareció ante él. La bruja de las dimensiones.
“Si estás aquí, es porque tienes un deseo”. La mujer entonó una sonrisa enigmática y dio una calada a su pipa.
Sumeragi Subaru, expresión impasible, le dirigió otra intensa mirada fría con aquellos ojos vacíos. Deseos, pensó, deseos pueden acarrear tanto dolor. “¿Y si lo tuviera, qué?”.
Ichihara Yuuko amplió aún más la sonrisa enigmática en su rostro. “Puedo cumplir tu deseo, sin embargo…”. La sonrisa se desvaneció, mientras concentraba la mirada en las nubes formadas por el humo de su pipa. “… a cambio de ese deseo deberás pagar algo del mismo valor”.
Subaru sintió como su corazón se encogía, acogido por el mal sabor de los acontecimientos recientes. Suspiró. “Supongo que debo de dejar de estar parado aquí como un idiota y acompañarte a tu tienda, ¿No, Yuuko-san?”. Yuuko asintió e hizo un débil ademán con la manga de su kimono para que le siguiera dentro de la estancia.
“Watanuki, traenos té”. El joven, que se encontraba en el salón, refunfuñó y desapareció un instante.
“Sólo queda té de cerezo”. Indicó Watanuki, en completo desinterés. Subaru gruñó. Yuuko sonrió una vez más. “¿Está bien así, Sakurazukamori-san?”.
Instantes después, Subaru se hallaba observando los pétalos de cerezo que flotaban en su taza. Soltó otro suspiro, “El precio…”.
Yuuko le ignoró. “Quieres verlo, quieres saber si él te dijo la verdad”. Subaru se mantuvo estoico.
“El precio, es…” exhaló una bocanada de humo antes de continuar, “… la última prueba de la existencia de Sakurazuka Seichiro”.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Watanuki tuvo que reunir todas sus fuerzas para no desmayarse ante el enorme y frondoso cerezo que yacía, de repente, en el jardín de Yuuko.
Otoño, pensó, Florece en pleno otoño…y además… la energía negativa que emana es impresionante.
El sonido del roce de los pétalos contra el viento causaba la impresión de ser un susurro.
“Estoy sediento”…
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Subaru levantó una mano ansioso y acarició el pálido rostro de la figura frente a él.
“Seichiro-san…”. Seichiro le rodeó con ambos brazos e inclinó su rostro a la altura del rostro de Subaru.
“Te estaré esperando, Subaru-kun”.
Subaru sonrió, triste. Después de todo la gente no mentía al morir.
“Te amo”.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Yuuko observó, con una mezcla de lástima y melancolía, a su invitado marcharse. Sumeragi Subaru esbozaba la sonrisa más deprimente que ella hubiera visto.
Asimilaba la sonrisa del hombre más feliz del mundo, aún así, la sonrisa de quien no tiene nada por lo cual vivir.
Podía llegar a ser tan cruel… hitsuzen.
Watanuki irrumpió en la habitación. “¿Y quién era ése, Yuuko-san?”.
“Ése…” murmuró, “…es el hijo más olvidado de la fortuna”.
Owari