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Amor En Época De Dolor (ShakaXMu Yaoi Lemon) ShaMu por AMMU TEIKOKU YUDAINA

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Notas del capitulo:

Hola mis terrones de azúcar, ¿Como están? Yo me encuentro super bien, aquí publicando un nuevo capitulo de este fanfic que se que a muchos les ha gustado tanto. 

Debo decir que este es un regalo dedicado para un terrón de azúcar de nombre Erynli.

Se que es algo tarde, ya paso mucho desde tu cumpleaños, aunque aun falta para que sean los dos meses, pero ya esta aquí, al fin lo hemos logrado terrón de azúcar.

Y espero que lo disfrutes mucho.

Me despediré super rápido por que debo ir a la escuela.

Disfrútalo y vamos a cantarte la canción mas abajo.

Los grandes y hermosos ojos del Doncel se abren de par en par, impresionado y bastante aliviado de ver el regalo más preciado que tiene de su padre.

-Sí, muchas gracias…- Sonríe al fin calmado, sintiendo que su corazón vuelve a latir con calma, de que no perdió aquella pulsera tan linda que es el recuerdo de su progenitor y siempre lo ayuda a sentirse unido a él.

-¿Crees que te daré esto?- El rubio divisa claramente las reacciones del pelilila, está bastante molesto por la insolencia y falta de respeto -Dices buscarlo, pero…  ¿Cómo constatar que es tuyo?-

Estas palabras del aprendiz de monje, sí que caen como un balde de agua fría en el Doncel, que de inmediato lo mira incrédulo y sin comprender por qué le ha dicho esto, no se dejara amedrentar.

-Es mío, de verdad… Por eso regrese hasta aquí- Le explica rápidamente, intentando hacerlo entrar en razón a ese molesto chico, que sin duda no es nada agradable para él. Frunce su ceño algo preocupado -¡¡¡ESA PULSERA ME PERTENECE, LLEVA EL SÍMBOLO DE MI FAMILIA!!!- Ser un Doncel de clase alta, le ha enseñado a siempre comportarse a la altura de la situación, pero… No deja de ser alguien que cuando le quieren arrebatar algo sumamente importante, hace cualquier locura para proteger lo que ama -¡¡¡ASÍ QUE DEVUÉLVEMELA!!!- Sus manos en puño dando algunos pasos firmes hacia el contrario, alejándose del Jardín del Silencio.

-¡¡¡¿CÓMO TE ATREVES A ALZAR LA VOZ ESTANDO EN EL JARDÍN DEL SILENCIO!!!- El enfado se nota en su rostro, que intentaba ser calmando, y sereno, pero este pelilila lo está sacando de sus casillas.

Aprieta el puño también, justamente donde lleva aquella pulsera roja, tan molesto, pero sin invadir el jardín, quedándose en los límites de la zona.

Para el pelilila escuchar aquel grito de reclamo le sorprende un poco, pues sus creencias, le hacen tener respeto por todos los sitios que representen algo sagrado de lo que alguna vez tomó como religión.

Pero, a la vez no va a dejar que ese rubio altanero, que se cree con superioridad ante él, le niegue su objeto más preciado.

-No fue mi intensión, y pediré una disculpa- Habla con una moderada calma, cuando en realidad quisiera arrebatarle a ese joven aprendiz el tesoro por el que ha venido hasta aquí y a estas hora de la madrugada –Pero… Primero quiero que me entregues mi pulsera, es mía…- Aprieta sus dientes, caminando directamente hacia este rubio, con paso lento, pero firme.

Ya le había faltado el respeto a ese lugar, pero no quiere seguir haciéndolo… Aun así es imposible no sentir rabia, si le quieren quitar ese recuerdo importante, las preciadas memorias de alguien muy amado están allí grabadas, junto al símbolo de su familia, y que sin importar las circunstancias, siempre lo hace sentir bien, ayudándolo a calmarse cuando alguna situación pareciera sobrepasarlo.

Ver como camina, apreciar las heridas que se provocó por subir sin ningún cuidado la muralla, con el camisón algo rasgado por lo mismo, con esa prenda que es algo que solo se debe llevar en la intimidad de la habitación para dormir. No estar así afuera, y menos en un lugar sagrado.

Intenta claramente no pensar en tonterías, que en realidad no hacen bien ahora…

Pero le da un cierto entendimiento del significado de ese objeto en cuestión, que ante él, no vale nada… O tal vez mucho menos.

-¿Esta pequeña cosa, te ha hecho venir hasta aquí con esas prendas, y romper un sinfín de reglas?- Alza una ceja, frunciendo el ceño.

-Es valiosa para mí- Le informa sin darle mayor importancia, extendiendo su mano hacia delante, con la palma extendida, dando a entender de este modo que requiere lo que le pertenece.

Sus ojos, que solo cuando está en entrenamiento permanecen cerrados, pocas veces los abre para apreciar con detenimiento lo que está delante de él.

Pero este pelilila por alguna razón, le hace querer estar inspeccionándolo cada que tiene oportunidad.

Admira el rostro algo sucio por la tierra, la mirada determinada, apretando los labios, con una calma extraña, pero igualmente la desesperación de tener que hacer cualquier cosa por obtener lo que busca.

-Por lo que entendí, tú comprendes los principios del Budismo. Sabes que no nos debemos aferrar a cosas mundanas- Habla de manera seria, aun haciendo caso omiso al pedido del pelilila.

Sin duda Mu se está molestado con cada palabra que dedica, y acción que realiza este rubio -Las cosas mundanas son aquellas que poseen más un valor económico, que en sí sentimental, o al menos es como yo lo veo- Le responde con palabras igualmente de educadas y buen porte.

-Los sentimientos humanos también son mundanos, provocan que las personas hagan tonterías- Solo por un escalón, está a una altura mayor que el del pelilila, pero si no la tuviera, pocos centímetros hacen la diferencia.

Lanza un suspiro, sin duda este chico tiene la cabeza realmente dura, para no comprender ni un poco de ese significado que intenta dar.

-Se lo que hice… No estuvo bien. Yo respeto mucho este monasterio, sobre todo el Jardín del Silencio- Su mano derecha sigue extendida para que le regresen su bien más preciado, pero relaja su semblante -Pero, lo que tienes allí, es el último recuerdo que tengo de mi padre, el último obsequio que me dio…- Su mirada dura como la había deseado dejar ver, se suaviza lentamente al recordar aquellos días de felicidad.

No deja de tener determinación por recuperar lo que le pertenece, pero entiende que debe calmarse, ya que así no logrará conseguir nada.

No llorara, prometió que no lo haría, y menos delante de un extraño que le desagrada tanto.

Analiza el rostro, la postura y palabras del pelilila… Le demuestra con cada gesto que todo lo que dice es verdadero, importante, genuino… Aunque en sí no lo entiende del todo bien.

Shaka, en su pensar, jamás haría estupideces por nadie, no estaría angustiado o preocupado por algo tan insignificante como una pulsera de lazo rojo y un dije cualquiera, pues los emblemas de las familias poderosas no son de su interés.

Serio su semblante, mirando sin expresión alguna al otro, aunque sí sintiéndose incómodo por su forma de vestir, como si no tuviera pudor alguno.

Pues Mu debería tenerlo, al ser un Doncel, andar solo y así de ligero, es algo con lo que lo tacharían de desvergonzado, y si alguien lo hubiera visto venir para el Monasterio, las habladurías que se darían, serian atroces.

Lanza un suspiro, para de buenas a primeras, dejar caer aquel objeto sobre la palma extendida del pelilila, sin mucho cuidado pero asegurándose que este Doncel no lo deje caer.

Apenas si siente el contacto con el preciado objeto, su sorpresa se deja ver, como su dulce y preciosa alegría…

Sonriendo ante esto, cierra su puño donde lleva la preciada pulsera, llevándola a su pecho en cuestión de segundos.

Sintiendo la paz al fin, de que todo estará bien.

-Te tengo… Lo siento…- Esas palabras salen en susurro, sintiendo la enorme felicidad de tener entre sus manos el regalo del que jamás se quiere apartar.

Puede ser algo tan simple y de poco valor económico, pero el sentimental es genuino… Es lo que cuenta más que nada.

Cierra sus ojos, sonriente, ahora lleva la otra mano hacia donde la primera, al nivel de su pecho para sentir como su corazón late emocionado por no haber perdido por completo aquella preciosa pulsera, lo único que le da calma en sus días más oscuros.

La calma y la paz reinan en su rostro al fin, y con una enorme alegría, siente que descansa.

Ver este actuar y el semblante del Doncel, le causa hasta cierto punto curiosidad al aprendiz de monje.

Técnicamente no debería tener razones para interesarse en nadie, de ninguna forma, incluso el hecho de querer preguntar cualquier cosa de ese Doncel, es algo que no se debería permitir, más allá de hacerlo rabiar claramente.

No debería serle de interés, solo dejarlo hasta allí pero… Le intriga el hecho de verlo sonreír por algo así.

Entiende que es por el recuerdo de su padre, pero… No debería ser la gran cosa.

Pará él, conocer cosas de sus progenitores fue algo que… Lo dejó impresionado, que decidió evitar por completo, cualquier destino relacionado con ellos.

-Ya lo tienes, ahora vete de aquí- Su tono amargo y serio se vuelve a hace presente.

Escucha esas palabras malhumoradas, intenta no reaccionar está vez. Abre sus ojos, alejando las manos de su pecho, para volver a colocar su preciada pulsera en su muñeca izquierda, donde su padre una vez se la coloco.

-Lamento haber importunado, pero…- No puede evitar sonreír al solo volver a tener esa pulsera en su muñeca, llenándolo de felicidad y tranquilidad, que nadie se la puede arrebatar ahora, las mejillas sonrojadas delatan el sentir del pelilila -Aunque alguna vez tuve estas creencias inculcadas y… Que este fuera el lugar donde todo comenzó para mis padres, también es muy sagrado… No me podía permitir dejarlo de lado, esperar hasta que fuera prudente venir y arriesgarme a que jamás lo encontrara- Su mirada se entristece levemente, pero su sonrisa se mantiene, atento ante el rubio que sólo lo aprecia con desdén.

O bueno, eso es lo que aparenta, pues… Aunque su piel tiene un tono un poco más tostado que el pálido del Doncel, no puede evitar que un leve sonrojo se revele.

Al sólo ver esa sonrisa, la manera en que habla el otro, y sin olvidar que también algo de vergüenza puede presentar al ver a alguien así, que a su pensar es muy impropio, por la época en que se encuentran.

-Eres un Doncel, deberías tener más cuidado en hacer esta clase de cosas- Una reprimenda le dedica, para ignorar la mirada y fijarse en el Jardín del Silencio -Es muy tarde, ya deberías estar durmiendo, así que vete- Le vuelve a insistir en que se retire.

-También sería tarde para ti- Le contesta de forma rápida, tajante, mientras, y al fin sube ese escalón de madera, para llegar al mismo nivel del otro -¿Qué haces aquí? ¿Acaso no podías dormir?- Ya estando en calma por recuperar aquel objeto, pregunta por cortesía como le han enseñado, si alguien le ha hecho algún favor...

Aunque es más costumbre porque en sí, favor no le hizo.

Shaka debe admite que guardo esa pulsera porque sabía a quién pertenecía.

-No te incumbe- Su respuesta cortante de nueva cuenta, manteniendo la distancia con el pelilila.

-Tienes razón, no me incumbe, solo quise ser amable- Puede que este jovencito tenga una enorme paciencia para muchos, pero este rubio sí que lo está cansando demasiado, aunque intenta mantener la compostura que su papá le enseñó desde siempre.

Cierra sus ojos para suspirar, y así volver a ver al Jardín del Silencio, y tragar un poco de saliva -Bien, me iré…-

Sus pasos de nuevo lo conducen hacia el jardín que debe seguir respetando, pero, no tiene de otra.

-¿A dónde vas?- Su impulso de inmediato es sujetarlo por el hombro con firmeza, para detenerlo y mirarlo con unos ojos enojados.

El tacto lo siente inadecuado y extraño… Se gira con rapidez hacia quien lo toca, para con un movimiento brusco, algo fuera de lo común para un Doncel, lo aleje de él.

-Tengo que regresar por donde mismo- Responde serio, juntando sus peculiares cejas redondas, haciendo un ligero puchero que sale de manera inconsciente en su rostro -No se pueden abrir las puertas a esta hora, y si, tienes razón, ya es tarde, debo regresar… Además…-

El relincho de la yegua esperando al Doncel se hace presente, pues ya ha tardado mucho y está bastante preocupada.

Una pequeña risita de vergüenza se presenta en sus labios, girando sus ojos -Me están esperando, no puedo salir por ninguna otra forma, y… Bueno, le pediré disculpas a Buda por mi comportamiento…- Habla tranquilo, en su mente es bastante lógico que deba salir por donde entro, al parecer sigue sin darle vergüenza como va vestido, pero por la felicidad de recuperar su pulsera, no se ha percatado de este hecho.

Claramente le desconcierta este comportamiento.

Se supone que pertenece a una clase alta, como ellos conocen a aquellas familias que van y visitan el monasterio, a veces siendo unos irrespetuosos, pero no se niega el paso a nadie, pero si no están permitidos en las zonas sagradas.

A su ver ese joven pelilila debería comportarse mucho mejor de lo que le ha demostrado en estas dos ocasiones que se han visto, educado, pudoroso y no estar escalando murallas como si nada a mitad de la noche.

Aunque existe algo más que le preocupa, y es el hecho de estar vistiendo un camisón, estando así en el Jardín Del Silencio…Un lugar que también es sumamente sagrado para el rubio, por sus creencias, y que desea que no se contamine como sucedió hace tiempo.

Tras pensarlo rápidamente, odiando en cierta forma que así tendrían la posibilidad de verse nuevamente, algo que desearía evitar a toda costa el rubio aprendiz.

Sin embargo, no dejará que este Doncel tan descuidado siga mostrando tan descuidadamente partes de sus piernas y tobillos en un sitio sagrado, que no solo es el Jardín Del Silencio, sino todo el monasterio en sí.

La Kasaya de color crema que usa alrededor de su cuerpo de forma vertical, sobre la de color claras, es desenvuelta de él, para sin pensarlo dos veces colocarla sobre los hombros del pelilila, cubriéndole de también la cabeza.

Esto sorprende de inmediato al Doncel que por ningún motivo se esperó esa “Amabilidad” del rubio, darle algo tan importante para cubrirse.

Proyecta su impresión, mientras las manos a los laterales se encuentran, notando que en cierta forma esa tela tiene un largo mayor al de su camisón, cubriéndole mucho mejor aunque sea hasta los tobillos pues ahora había quedado corta su prenda por andar de aventurero.

-¿Eh? ¿Por qué me das algo así?- Confuso ante este actuar.

-Primero para que dejar de estar profanando el Jardín del Silencio con tus vulgares vestimentas, y en segundo, es mejor que te cubras mejor y más si subes a un caballo- De cierta forma reprende al Doncel por sus comportamientos descuidados.

Las antiguas costumbres, la idea de que tanto las mujeres como Donceles deben comportarse y vestir de forma sumamente decente.

No se debe malinterpretar, para Shaka fuera del monasterio poco le importa cómo se vistan las personas, pero… Ante el Jardín Del Silencio, nadie debe venir de esta manera y a la vez… Hasta impresionado aunque lo niegue del comportamiento de este pelilila por solo un simple motivo.

El claro ejemplo de lo que jamás pensaría hacer por nadie.

Son por esas palabras que Mu al fin se ha detenido para comprender lo que su vestimenta significa…

El hecho de que este algo rasgada de algunas partes, y que en el largo deje ver más de lo que debería, provoca que se apene y se sonroje demasiado para sujetar el Kasaya con ambas manos e intentar cerrarlo para que no se siga exponiendo de más.

Su pensar va directamente a imaginar, ¿Cómo reaccionaría su papá si se enterara…?

Sabiendo que ahora es un Doncel comprometido, sería una vergüenza sin duda y más al ser visto por este rubio que claramente no es alguien de su mismo subgénero.

Está acción del Doncel causa gracia en el rubio, pues es la primera vez que se apena de esta forma ante él.

-¿Ahora te da vergüenza?- Alza una ceja, sintiendo curiosidad por el actuar del otro, y a la vez dándole una agradable ternura.

-Pensé que nadie me vería y…- Baja su mirada, apretando sus labios, mientras desvía la mirada.

Acaba de dejarse ver un poco vulnerable por un extraño.

-Por esa razón, debería pensar antes de actuar- Lanza un suspiro, mientras el sonrojo es evidente por notar ese comportamiento infantil y dulce del Doncel -Solo por esta vez... Dejaré pasar tu falta. Vete de una vez- El tono es igual al de seriedad absoluta, pero con los zafiros apreciando más detenidamente al pelilila que no lo voltea a ver, y se sigue cubriendo desesperadamente su cuerpo.

-Lo hare- Responde sonrojado de las mejillas, intentando que la prenda no se aleje de su cuerpo.

Pará este punto el Doncel le da la espalda, avergonzado, pensando que está severamente mal ser visto en paños menores, pero no lo pensó nada bien, ni siquiera cuando ya tenía su pulsera, que por la alegría ignoro toda su apariencia.

Las apariencias son curiosas, ambos tienen sus cabellos largos, lacios, pero… La figura del rubio es delgada y recta en cierta forma, no tiene ninguna curva en sí… Por eso no es algo que llame la atención para nada, le da igual siempre su manera de verse ante los demás pero…

Mu lo ha hecho sentir extraño, curioso, y asombrado por su dulce e inocente belleza, como salvaje manera de actuar, esa espalda hace una curva en donde demuestra la estrechez de su cuerpo y el cabello igual sigue ese recorrido.

Claramente no debería estar pensando de esta forma, y más estando en un lugar donde esos pensamientos están prohibido, pero… El impulso salió, al igual como el hecho de haberle dado parte de su vestimenta, la cual no debería quitarse como si nada, pues…

Cuando asumiera la posición por la que ha entrenado, debería entregarla para obtener el color que se le designara, y significaría que es un monje en toda la extensión de la palabra.

Ninguno dice nada, ni se mueve por esos microsegundos en donde un gentil viento se hace presente, cálido, agradable, que provoca la caída de algunos botones de aquellas flores que se abrirán en poco tiempo, frutos de los sales gemelos, y ambos jóvenes solo admiran la magia de este instante.

Lo mismo había pasado horas antes al verse por primera vez, y ni sus nombres sabían por su encuentro tan repentino y desagradable en cierta forma.

Los zafiros se quedan bastante perplejos, aunque más es la atención que presta por como algunos pétalos caen en esa cabellera lila, haciendo admirar más de lo que debería.

Sin embargo para Mu esto ya solo significa que debe irse, siente que este evento es más un aviso de que debe regresar a su hogar para seguir durmiendo… Y no recibir alguna reprimenda de su amigo o sirvientes que han ido con él.

-Bueno… Me voy…- Su tímida voz ahora se presenta, lanza un suspiro, cruzado de brazos solo para sujetar con fuerza la tela -Por favor no mires…- Le pide aquel favor al otro de manera rápida -Posiblemente no pueda sujetar tu Kasaya de forma adecuada, y termine dejando ver…- La vergüenza en su tono se hace presente, formula rápidamente un plan para no ser visto de esa forma por el otro...

-No vas a escalar la muralla de nuevo usando los árboles- Le habla serenamente aun enfadado por esto -Solo camina unos cuantos pasos hacia este lado- Señala el flanco derecho -Encontrarás algunas rocas que te ayudarán a escalar y poder salir- Le indica rápidamente para después soló darse media vuelta, y así entrar de nuevo a la parte donde los pasillos internos se conectan.

Para el Doncel, pensaba que este rubio terminaría acusándolo de alguna manera, molestándolo, o negándole la manera de huir para ser castigado por sus tonterías, pero al contrario lo está ayudando.

Aquellas esmeraldas aprecian la espalda del rubio, notando que por la dieta que siguen los monjes, en que no deben comer carne, sumado a sus hábitos, no provoca que generen musculatura, el rubio no entra de lleno en esta regla, pues aunque su cuerpo si sea delgado como tal, pero… Se le nota que de hombros es un poco más ancho que el pelilila, además que sin la prenda de color crema se deja ver mejor sus brazos… No será la gran cosa, pero para Mu es algo que no pensaba ver en un aprendiz de monje o mejor dicho en este chico tan amargado.

Los sonrojos se apoderan de sus mejillas, para tragar saliva y desviar su mirada, sin dejar de sujetará el único abrigo que tiene.

-Gracias…- Susurra esta palabra, para levantar su vista y ver al rubio aún por detrás -Prometo que te devolveré esta parte de tu Kasaya que me has prestado…- Se compromete en que esto solo es un pequeño favor, y que debe ser devuelto en cuanto pueda.

-No, está bien… Quédatelo, podré conseguir otro- Habla serio, restándole importancia al asunto, para seguir su andar.

Como se lo pidió, no va a ver a quien debe retirarse del lugar.

Para sin más irse, y dejarle espacio a este Doncel.

Algo bastante raro en el rubio, ya que usualmente no permitiría que algo así pasara delante de él, buscaría a los de mayor rango para que se encargarán de cualquier intruso, pero… Este Doncel es alguien que no considera malo de corazón, ni de mente, mucho menos de acciones…

Le dará la privacidad necesaria pero, no se confiara del todo…

Aunque no lo vea, ni pueda estar en aquella zona, estará atento a los sonidos que el Doncel haga cuando cruce la muralla, los mismos que escucho cuando estaba meditando dentro.

Sí que su oído es muy fino.

Las esmeraldas ya no pudieron verlo, las velas del recinto no lo dejan ver la silueta del rubio, y la noche no ayuda mucho aunque la luna este tan presente y despejada…

Lo han dejado con la palabra en la boca, queriendo seguir hablándole o prometiéndole que le devolverá lo que le ha prestado, pero sabe que ahora mismo no lo podía hacer… Pues ya no lo divisa, y la está dando la oportunidad perfecta.

Sonríe, siente como sus mejillas levemente se calientan y su corazón late de forma desesperada, como si se le fuera a salir, Incluso su instinto es aferrarse más a esa prenda, y sentir la calidez que ha dejado el aprendiz…

-Gracias…- Sin pensarlo más dirige sus pies hacia la zona que mencionó el otro, para seguir las indicaciones, y así realizar las maniobras que le permitirán salir sin ser detectado y poder reencontrarse con quien inicio esta búsqueda nocturna.

Claro que… Sin dejar de cubrirse como puede con aquella tela parte del Kazaja del rubio aprendiz que se la dejo para que nadie pudiera ver sus ropajes tan indecentes, o que algo le llagar a pasar, pues muchos pueden estar entre la oscuridad, acechando para herir a alguien inocente y puro como este Doncel.

Es curioso, entre ambos algo está surgiendo de a poco, sus actitudes y personalidad, se puede decir que chocan entre sí, que uno por ser prepotente y amargado, y el otro ingenuo pero demostrando que jamás se ha dejado pisotear por nadie, sin importar que sea un Doncel que la sociedad le ha impuesto comportarse de una forma, y que acepta gustoso.

Vienen de mundos y educaciones muy diferentes, pero no por eso significa que no se pudieran ayudar entre sí, hacerse enojar o brindarse un simple favor.

Pero aun con ello, y todos sus deberes, eso no impide que en sus corazones surjan sentimientos extraños y dudas que jamás pensaron tener.

Breves, pequeños, que se quedan alojados en su interior, aunque no de forma consciente lo presentan en sus mentes, sino que la sienten de forma activa, y le prestan atención cuando están juntos.

Pará ambos es una primera vez de esto, y en menos de veinticuatro horas lo han podido sentir dos veces, pero… Cada uno tiene deberes y eso es claro como el agua, que no se puede evitar.

Aunque los dos jóvenes pensaron que estaban solos, que su encuentro no tendría testigos más allá de aquella yegua que esperaba al pelilila.

Ninguno se percató por estar concentrado uno en el otro de diferentes formas… Primero por un objeto tan pequeño y preciado para el Doncel, lo molesto de la interrupción y profanación de ese Jardín, que ahora se puede decir no era para tanto, y al final… Quedar ensimismados con la figura y gestos del contrario.

Sus ojos no pueden ver, sus oídos no lograron apreciar nada…

Pero quien los miraba, con esos ojos azules que ya conocían a ambos chicos, solo se quedó a una distancia considerable, no hizo ruidos, ni nada… Solo aprecio todo de lejos…

Notando cada cosa y situación que transcurría entre ambos… Y sorprendiéndose de algo que claramente no significa nada bueno.

Una pequeña creencia por varias coincidencias que se había dado antes, y que por lo tanto esa sea la razón de aquella prohibición al Jardín Del Silencio.

No debería tomarse en cuenta este detalle para los monjes, pero… Debían prevenir cualquier mal que se pudiera dar, incluso si la tragedia fuera una coincidencia muy triste.

-No puede volver a suceder esto- Es lo que menciona quien vio todo de primera mano y sólo deja escapar suspiros, portando las ropas de los monjes superiores, y negando el cruel destino que tal vez estos dos jóvenes enfrentarán.

Notas finales:

Buenos días, tardes, noches, ¿Que hora es? ¿Quién me ha robad el reloj? 'Como esta mis terrones de azucar?

Mis pequeños terrones de azúcar, debo de ir super rápido, no puedo tardarme tanto, por ende... Debo despedirme casi ya...

Solo feliciten a mi terrón de azúcar Erynli

y a cantarle la canción oficial de la familia terrón de azúcar.

Así que espero te alegre y celebremos aunque ya pasara tiempo.

Un día feliz para ti, hoy es tu cumpleaños si que si, felicidades Erynli, tu cumpleaños si que si. 

Un día feliz para ti, hoy es tu cumpleaños si que si, felicidades Erynli, tu cumpleaños si que si. 

Mis terrones de azúcar, gracias por su apoyo, comentarios y cariño por estar aquí presentes.

Me despido, cuídense mucho y no se expongan de mas.

Los quiero mucho.

Ammu se va. 


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