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Ojos Azules por Kitana

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Aquella mañana de mayo Milo se levantó de la cama de un salto, se puso sus mejores ropas y corrió hacia el reloj del santuario. Por cada poro de su cuerpo emanaba alegría. ¡Al fin vería a su adorado Camus! El día había llegado, apenas si había podido dormir por la emoción la noche anterior.  Bajo corriendo por el camino de las doce casas, Shaka lo vio venir, sabía del motivo de su alegría, en los últimos meses se habían vuelto más cercanos. Milo le saludo con su habitual sonrisa y siguió corriendo en dirección al reloj. Shaka lo vio alejarse sintiendo que se le partía el corazón.

  

Milo llegó al reloj justo en el momento en que Camus lo hacía.

 

-                     Cammie! – gritó y se arrojó a los brazos del caballero de Acuario que sonriente le acunó en sus fuertes brazos.

 

- Milo!- dijo Camus, tomó la barbilla de Milo con su mano y depositó en sus labios un suave beso que hizo al Escorpión estremecerse.

 

- Te extrañé tanto…- dijo Milo con lágrimas a punto de brotar de sus hermosos ojos azules.

– Ven, vayamos a mi templo, ahí podrás descansar.

 

- Querido, no he viajado tanto solo para descansar.- dijo Camus, aferró la cintura de Milo y lo atrajo aún más hacia él, lo besó nuevamente, pero esta vez su tibia lengua irrumpió en la boca de Milo que sintió una descarga de placer al sentirse invadido por su amado Camus.

 - Será como tú quieras.- murmuro un sonrojado Milo.  

Camus no espero siquiera a llegar al templo de Escorpión, lo tomó en un paraje cercano. Milo se sentía en la gloria, los labios de su amante recorrían cada centímetro de su ser, los cuerpos desnudos se enlazaban buscando placer, las manos de Camus no le daban descanso, recorrían su cuerpo deteniéndose en aquellos lugares donde sabían que podían arrancar no solo suspiros sino gemidos de placer.

 

- Te amo… te amo Camus…- decía Milo al sentir como los labios de Camus recorrían su pecho.

 

- También te amo Milo. – dijo Camus mirándole a los ojos. Ya no quiso esperar más, abrió las piernas de Milo, tomó con su mano el miembro del Escorpión y comenzó a acariciar, lo aproximó a su boca y comenzó a lamer aquél delicioso objeto. Milo se sentía estallar de placer, no puso objeción cuando Camus se situó sobre él y comenzó a acariciar su ano con la punta de su miembro. Él ansiaba el momento en que Camus lo poseyera.

 

- Tómame Camus, por favor, tómame ya que no soporto estar sin ti. – dijo entre gemidos el Escorpión, Camus no lo hizo esperar más, con suavidad deslizó su miembro en la cavidad apretada de Milo, lo sintió retorcerse no de dolor sino de placer, acercó sus labios a los suyos y Milo le besó con una pasión que lo hizo aumentar el ritmo de sus embestidas, - Cuanto te amo Camus… oh CAMUS¡¡- grito Milo en medio de un orgasmo, derramó su semen sobre él y sobre Camus, quien no tardo en derramarse dentro del hermoso Milo que le sonreía con las mejillas teñidas de rojo. No se separaron, permanecieron abrazados hasta que recuperaron el aliento. Milo contemplaba con ojos extasiados el rostro de su amante que le acariciaba el rostro y le miraba con ojos llenos de amor. Milo se sentía en el cielo. – Cammie, soy completamente tuyo. – dijo Milo dándole un suave beso.

 

- Te amo ojos azules, te amo como no amaré a nadie, te amaré hasta el fin de mi vida. – Milo lo abrazó con más fuerza y Camus hundió su rostro en la suave cabellera del escorpión aspirando el dulce aroma que de ellos emanaba.- Cuanto extrañaba tenerte en mis brazos querido.

 

- Y yo extrañaba tus brazos Cammie, tus besos, tu voz, tu rostro, todo tú. – Camus se incorporó, se sentó en la hierba para contemplar a su antojo ese hermoso cuerpo que sabía era solo suyo, que le pertenecía por completo puesto que Milo se había entregado solo a él y lo había hecho por amor.

 

- Te amo.- dijo inclinándose a besarlo, sus cabellos en cascada acudieron para envolver los rostros de los amantes. Cuando el beso terminó, Milo sonreía. Camus le miraba lleno de ternura y de pasión.

 - Oh dioses, como desearía estar así para siempre. – dijo Milo levantándose para abrazar a Camus. La pasión volvió a encenderse y Camus lo tomó una y otra vez hasta que estuvieron exhaustos. Se quedaron dormidos uno en brazos del otro, tendidos sobre la hierba. En sus rostros se reflejaba la felicidad que sentían, sabiéndose dueños del corazón del otro.  

Ya estaba oscureciendo cuando llegaron al templo de Escorpión, pasaron la noche amándose y hablando de su amor y de lo que habían hecho durante su separación.

 - Será mejor que descansemos un poco.- dijo Camus tendiéndose en la cama, Milo se acurrucó a su lado y le abrazó. Se durmieron así abrazados, en los labios de Milo se dibujó una sonrisa de satisfacción que  no se le borró sino hasta la madrugada en que tuvo que separarse de Camus.   Camus salió del templo de Escorpión y se deslizó hacia las afueras del santuario para llevar a cabo el plan que él y Milo habían preparado, la idea era que llegaría un día antes para poder disfrutar de la compañía de Milo, habiéndolo hecho debía fingir que recién llegaba al santuario desde Siberia.   

Amanecía cuando llegó al reloj una vez más, ahí lo esperaban Mu y dos caballeros de plata.

 

- Bienvenido al santuario Camus.- le dijo Mu con una sonrisa cómplice, Milo lo había convencido de llegar un poco tarde para darle tiempo a Camus de salir del templo de Escorpión sin ser visto. Camus, Mu y los caballeros de plata recorrieron el camino de las doce casas, en cada una Camus saludaba a sus ocupantes. Al llegar a la casa de Virgo, Camus se apresuró a saludar a Shaka, se sentía agradecido con él por haber sido tan buen amigo con Milo durante su ausencia.

 

- Saludos Shaka.- le dijo tendiéndole la mano, Shaka estrechó su mano con cierta frialdad pero Camus no le dio importancia, en realidad ellos nunca habían sido buenos amigos.

 

- Saludos Camus, ¿cómo te ha ido en Siberia? – preguntó Shaka

 

- Muy bien.

 

- Y dime ¿has vuelto en definitiva o solo estás de visita?

 

- Me temo que no podré quedarme, el patriarca me ha llamado para tratar un asunto importante, cuando hayamos terminado tendré que volver a Siberia.- Camus notó cierto enfado en Shaka, pero no le dio importancia, imaginó que le molestaba que se ausentara porque eso hacia sufrir a su amigo Milo. Pero Shaka no estaba molesto por su ausencia, sino por su presencia en el santuario.  Odiaba al caballero de Acuario, apenas si podía disimularlo, lo odiaba por que Milo estaba enamorado de él a pesar de la distancia y la separación. El guardián de Virgo volvió a su templo, cuando se encontró solo derramó un par de lágrimas que se apresuró a limpiar. En ese momento decidió que lo mejor que podía hacer era esperar, esperar a que Milo se diera cuenta de lo que él había notado desde tiempo atrás, que Camus terminaría abandonando a Milo.

  Al pasar por el templo del Escorpión, Camus se sintió feliz, quería abrazar una vez más a Milo antes de ir a su entrevista con el patriarca. Mu se sintió feliz al ver la alegría que transmitía la mirada de Milo. Era obvio que lo amaba demasiado. Pero la reacción de Camus al sentir el abrazo de Milo no le gustó nada, sintió que el caballero de Acuario se comportaba con cierta frialdad. No quiso pensar más en aquello, lo atribuyó a que Camus se sentiría incómodo con la presencia de los caballeros de plata, una cosa era mostrar su afecto por Milo frente a sus amigos más cercanos y otra muy distinta hacerlo frente a extraños.  

Milo se quedó en la puerta de su templo mirando como Camus y los demás caballeros se alejaban en dirección al palacio del patriarca. Sintió que todo volvería a ser como antes, que Camus al fin volvería para no separarse de él jamás y que todo estaría bien, nada podría salir mal, se dijo. Pero estaba muy equivocado.

  

Tan sumido estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta de que Shaka estaba ahí.

 

- Hola Milo.- le dijo Shaka con una sonrisa.

 

- Hola Shaka, discúlpame, no me di cuenta de que ya habías llegado.

 

- No te preocupes, debes tener la cabeza en alguien más.- Se sonrieron, Milo estaba tan feliz por la presencia de Camus que había olvidado que vendría a visitarle como todos los días. - ¿Sabes algo? Creo que tendremos que posponer nuestro paseo por la ciudad, el patriarca me ha pedido que vaya a hacer un encargo para él.

 

- Ah entiendo, no te preocupes, podemos ir otro día.

 

- Bien, ¿Cuánto tiempo se va a quedar Camus?- el propio Shaka se sorprendió con su pregunta, Milo no supo que responder.

 

- No lo sé, solo espero que haya venido para quedarse, no creo soportar mas tiempo así.

 

- Tú sabes que él te ama, ya han estado separados seis meses y a mi me parece que siguen tan enamorados como al principio.- el comentario de Shaka consiguió arrancarle una sonrisa al Escorpión.

 

- Tienes razón Shaka, no debería desconfiar nuestro amor. Camus me ama, lo sé.

 

- Bueno, ya tengo que irme. Vendré mañana a saludarte.

 

. Hasta mañana entonces.- dijo Milo con su característica sonrisa confiada que derretía a Shaka, él le devolvió la sonrisa y entonces se alejó sintiéndose morir de celos y de amor por el Escorpión.

  

Por la noche, todos los caballeros dorados se reunieron en el palacio del patriarca. El más feliz de todos parecía ser Milo, se había sentado entre Camus y Shaka, Mu y Aldebarán estaban frente a ellos y conversaban animadamente, solo Shaka no parecía estar atendiendo a la conversación. Estaba tan ausente que cuando Aldebarán hizo una broma acerca de él no se dio cuenta. Shaka se quedó quieto mientras los demás reían a mandíbula batiente, a nadie le extrañó que después de eso se levantara de la mesa y anunciara que se iba a su templo.

 

- ¡Shaka!- gritó Milo, se levantó de la mesa y quiso ir tras él pero Camus se lo impidió-

 

- Deja que se vaya, parece que la broma no le hizo ninguna gracia, ¿quien diría que es tan amargado?- dijo Camus, había sentido cierto aguijonazo de celos al ver que Milo intentaba detener al caballero de Virgo.

 

- Él no esta amargado, solo no tiene el mismo sentido del humor que los demás.- murmuro Milo volviendo a sentarse. A Camus no le gusto la actitud de su pareja así que optó por mostrar una actitud de indiferencia el resto de la velada.

  Mu notó la tensión entre los dos e imaginó el motivo de la misma, sabía que en el fondo a Camus no le gustaría encontrar a su regreso que durante su ausencia Milo había trabado una íntima amistad con Shaka.   Cuando se dio por terminado el banquete, los caballeros se despidieron del patriarca y se encaminaron a sus templos. A nadie le pasó desapercibido que Death Mask no siguió hasta su templo sino que se quedó con Afrodita en el templo de Piscis. Los demás caballeros siguieron su camino murmurando acerca de lo que ellos creían sobre la pareja. Dejaron atrás el templo de Acuario, Camus caminaba junto a Milo que lo contemplaba embelesado, admiraba su perfecta fisonomía enmarcada por los largos cabellos rojos que caían graciosamente por sus mejillas. Camus notó que esos hermosos ojos azules lo devoraban. Se acercó a Milo y pasó su brazo sobre los hombros de Milo, éste pegó su cuerpo al de su amado y así siguieron caminando. Al llegar al templo de Capricornio, Shura se despidió de todos. Mu y Aldebarán lo miraron con cierta compasión, no había sido el mismo desde que tuviera que matar a Aioros por orden del patriarca unos años atrás. Atravesaron el templo de Sagitario en silencio, nadie quería hablar, todos avanzaban lo más rápido que podían, el único que no lo hacia era Aioria, el caballero de Leo, hermano de Aioros. “Mi hermano nunca fue un traidor” pensaba.   

Al fin llegaron a la salida, Camus y Milo apresuraron el paso, se detuvieron un momento para despedirse de sus compañeros. Milo estaba absorto contemplando las estrellas que poblaban el cielo de Grecia.

 

- ¿Sabes? El cielo esta hermoso esta noche, me gustaría que fuéramos al lago y pasáramos la noche ahí, sería hermoso, hace mucho que no vamos por allá.- le dijo a Camus, él pelirrojo lo miro sonriendo y lo atrajo hacia sí para abrazarlo.

 

- Te amo Milo.- dijo enredando sus dedos en un rubio mechón de los cabellos de Milo.

 - Y yo a ti Camus.   Abrazados se dirigieron al lago, desde el templo de Virgo unos ojos azules les seguían. Shaka los miraba pensando que le gustaría estar en el lugar de Camus, que le encantaría ser él quien ocupara los pensamientos del escorpión, que le gustaría sentirse tan amado por el como Camus. Entró en su templo convencido de que debía apartar esos sentimientos, que no era correcto que pensara y sintiera esas cosas, se dijo a si mismo que se sentía así solo porque Milo era su amigo y que el cariño que sentía lo hacia sobreproteger a Milo.   A pesar de ello, en el fondo Shaka sabía que estaba muy enamorado de Milo y que nada de lo que hiciera podía desaparecer ese amor; parecía como si a cada intento suyo por dejar de amarlo, ese amor enraizara más profundamente todavía.    

El amanecer sorprendió a Camus y Milo enzarzados en un apasionado abrazo. Una vez que saciaron su pasión, el caballero del Escorpión se abrazó a su amante con ternura, Camus le acariciaba el cabello. Al verlo así, tan lleno de amor y ternura, Camus no pudo sino desechar las sospechas que tuvo de que Milo estaba empezando a sentir algo más por Shaka de Virgo.

 

- Te amo Cammie. –le dijo Milo al oído.- No sabes cuanto de amo, si te perdiera te juro que moriría de dolor.

 

- Pero no vas a perderme querido, nunca voy a dejar de amarte.

 

- ¿De verdad?

 

- Claro que es verdad, ¿alguna vez te he mentido?

 

- Jamás.

 

- Solo te pido una cosa, si algún día dejaras de amarme, se sincero y dímelo, no soportaría que me engañases.

 

- Ese día no llegará, no puedo dejar de amarte Cammie, tú eres mi vida y no quiero vivir sin ti.

 

- Dime algo ojos azules, ¿Shaka se te ha insinuado?- Milo rió, solo que su risa se apagó al notar la seriedad con que Camus había preguntado.

 

- Claro que no. Él no haría eso, es demasiado honorable como para hacer algo así, además no creo ser yo el objeto de su afecto.

 

- ¿Ah sí? ¿Y entonces quien?

 

- Umm aún no logro descifrarlo pero no creo ser yo.

 

- Ojos azules, eres demasiado ingenuo, demasiado hermoso, demasiado sensual y tú ni siquiera te das cuenta de lo fácil que resulta caer rendido ante tu bella persona. Shaka podrá ser el hombre más cercano a los dioses pero no por eso deja de ser solo un hombre y tener los apetitos de los hombres.

 

- Eso ya lo sé. Tú no lo conoces como yo, si hubiera querido aprovecharse de mi situación pudo haberlo hecho cuando yo me encontraba peor, pero no lo hizo, es solo un buen amigo. Y que no se te olvide que al único que amo es a ti, nunca te traicionaría Camus, por la simple razón de que eres lo que más amo en el mundo y no soportaría hacerte sufrir.

 

- Te amo ojos azules.

 

- Y yo a ti Cammie. – sus labios se unieron en un tierno beso. – Y dime ¿que era lo que quería el patriarca?

 

- Dijo que debo permanecer en Siberia… pronto enviara aprendices para que yo les entrene y haga de ellos caballeros.

 

- Entonces, ¿no vas a quedarte?- dijo Milo al borde del llanto.

 

- Me temo que no.- Camus bajo el rostro para no ver los llorosos ojos de Milo que no sabía que decir.

 

- Si tú te vas yo me voy contigo, no voy a permitir que nos separen de nuevo.

 

- Se razonable Milo, somos caballeros de Athena, nuestro deber es vigilar las doce casas del santuario, no puedes ir conmigo, ya hemos discutido esto.

 

- Si de verdad tuviéramos que vivir atados a este lugar no te enviarían de vuelta a Siberia, ¡tendrías que quedarte aquí a custodiar el templo de Acuario!- dijo Milo y rompió a llorar. - Si tengo que dejar de ser un caballero dorado para poder estar con quien amo entonces renunciaré a ser el guardián de Escorpión.

 

- Sabes que no puedes hacer eso Milo. Me decepcionarías si lo hicieras. No creas que esto no me lastima, odio Siberia, es un lugar horrible, el clima es horroroso y no hago otra cosa que pensar en ti y en lo hermoso que sería que estuviésemos juntos. Además, tú no podrías vivir ahí.

 

- ¿Por qué no? ¿Crees que soy débil?

 

- No, no creo que seas débil, es solo que en un lugar como ese... alguien como tú se marchitaría.

 

- Camus, por ti iría hasta al infierno lleno de alegría solo por saber que estaré junto a ti. Pero noto que en realidad tú no quieres que vaya, a pesar de que sabes que tu ausencia será larga no quieres que te acompañe, yo podría hablar con el patriarca y convencerlo de que me deje ir a tu lado, podría convencerle pero veo que no importa lo que yo diga, tú no dejarás que vaya contigo. – Milo se limpió las lágrimas, se puso en pie y comenzó a vestirse. Al verlo así de triste a Camus se le rompió el corazón.

 

- Entiéndeme Milo, no quiero verte sufrir… Siberia es horrible.

 

. Te entendí Camus y créeme, no volveré a insistir, no te preocupes, yo te estaré esperando aquí cuando vuelvas.- dijo Milo con una sonrisa forzada. – Creo que será mejor volver a mi templo… hace frío.- dijo con tristeza.

  

Camus partió una semana después a Siberia. Milo fue a despedirlo. Cuando regresó a su templo tenía el corazón destrozado. Shaka le vio pasar lloroso. No dijo una palabra, simplemente caminó junto a él hasta el templo de Escorpión.

 

- Gracias Shaka.- le dijo y entró llorando a su templo. Shaka estaba furioso, ¿cómo se atrevía Camus a dejar en ese estado a alguien como Milo? Se quedó ahí, lo único que se escuchaba eran los sollozos del Escorpión. Hubiera querido entrar y consolarlo, pero sabía que no debía hacerlo, después de todo, Milo necesitaba ser fuerte para seguir adelante sin Camus y no quería que él sospechase sobre sus sentimientos hacia él. Se quedó sentado en las escaleras del templo de Escorpión. No podía hacer más que esperar a que Milo encontrase la fortaleza para salir de su dolor y seguir adelante.

 - Solo espero que un día se de cuenta de que no solo Camus lo ama, que hay alguien que puede amarlo con la misma intensidad con la que él ama. – pensó Shaka. 
Notas finales: espero que sea de su agrado, por fa manden rewiws, solo así sabré si la historia va bien o la ocorrijo, bye.

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