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Sweet Marlboro por Alleisys

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«…If I could fall into the sky
Do you think time would pass me by
Because you know I'd walk a thousand miles
If I could just see you tonight…»

Ni siquiera al bajar del tren en Euston Station pudo creer que ya estaba en Londres. Ese día tuvo que madrugar como nunca para estar en Lime Station a las seis de la mañana, y luego de dos largas horas en las que aprovecho para dormir un poco, finalmente había llegado a la capital anglosajona.

No era su primera vez en Londres, había ido para una excursión cuando estaba en el instituto. Killer termino vomitando los últimos tres días por una porquería que se comió en el comedor de ese hotel de dudosa calidad que la escuela había rentado, Drake perdió su virginidad con Ulti y a Hawkins casi lo arrolla el metro luego de que por accidente él lo empujara a las vías del tren por hacerle una jodida treta con sus estúpidos jueguitos de naipes, pero fuera de eso la experiencia de no tener padres que le dijeran que hacer y embriagarse por primera vez con sus amigos fue única.

¡Y este día seria incluso mejor!

Aunque empezó con varios problemas de arranque porque no tenía ni idea de cómo llegar al centro de la ciudad y se vio en la obligación de preguntar como todo un idiota a miles de personas que metro tomar para llegar a Trafalgar Square.

Era en esos momentos donde realmente quería impactar su cabeza contra una pared por haber rechazado que Katakuri lo fuera a recoger.

Estaba seguro de que había golpeado a más de una persona cuando salió corriendo de Charing Cross Station al ver que ya eran las nueve con quince ¡Katakuri lo cito a las nueve en punto! ¿Y si creía que lo dejo plantando y se había ido?

¡No! ¡Mierda! Jamás se perdonaría si eso pasaba.

Nunca había sido un verdadero creyente del de arriba, pero a quien sea que estuviera allí… Dios, Alf, Yoda ¡Freezer! ¡Le estaba rezando para que Katakuri no se aburriera de esperarlo!

Y por lo visto sus plegarias fueron escuchadas cuando se encontró a la siempre imponente y segura imagen de Katakuri apoyado sobre una de las inmensas columnas de The National Gallery.

Se vio en la obligación de detenerse por unos segundos a los pies de las eternas escaleras del emblemático edificio para admirarlo a la distancia ¿Esto realmente esto estaba pasando?

Recorrió casi trescientos kilómetros solo para volver a verlo, y allí estaba él...

¡Diablos! Se veía tan bien con esa cazadora de piel y una la bufanda beige arremolinada en su cuello. Iba a juego con sus ajustados jeans y esas botas. Pudo notar que toda su ropa, desde el calzado hasta la bufanda eran Burberry, y eso lo hizo sentir algo desalineado con sus desgastadas Vans rojas y su vieja camiseta del Liverpool.

¿Y si se veía muy ridículo así?

Se acerco con cierto nerviosismo, pero no tuvo que decir ni una palabra cuando Katakuri dejo de ver el extraño aparato que tenía entre las manos para girar a verlo.

—Creí que no llegarías — Lo saludo con una media sonrisa.

¿Entonces realmente lo estaba esperando? Un fuerte latido empezó a resonar en su pecho. Joder, si seguía golpeando así iba a salírsele como en la película de Alien, ¡Perfecto! ¿Quién necesitaba un corazón cuando podía tener el del granate? — Hola Katakuri. — ¡Joder! Como adoraba decir su nombre.

 —Espero que no hayas tenido problemas para llegar hasta acá.

De hecho si los tuve, tu cuidad es una mierda, pero por volver a darle una ojeada a ese culo hubiera ido hasta Rusia. —Nah, fue pan comido. — Rescato con una sonrisa socarrona. — ¿No tuviste que esperarme mucho, no? — Pregunto alzando una ceja.

Katakuri suspiro con gracia ante su comentario, — Media hora. — Contesto viendo una curiosa pantalla que llamo la atención de Kid.

—¿Acaso eso es un…?

—¿Un iPhone? Si, lo es. — Afirmo tendiéndole su teléfono, a lo que Kid simplemente no se pudo resistir en tomar.

¡Mierda! Había leído mucho sobre esa cosa en los últimos meses ¡Era la primera vez que él si quiera podía tocar uno! Apple acababa de sacar su primer teléfono celular ese año, y fue algo que tomo a todos totalmente desprevenidos. La idea de un móvil que no tuviera teclas, y en vez de eso contara con una pantalla que respondiera mediante estímulos físicos era simplemente fascinante. Muchos expertos lo habían tachado como otro fracaso de parte de Steve Jobs, pero estaba completamente convencido que esa maldita tecnología revolucionaria el mundo de las telecomunicaciones.

—¿Cómo fue que…?

—Estuve en Nueva York hace unos meses. Me causaba cierta curiosidad el probarlo, así que lo compré. — Contesto de inmediato.

¿Qué diablos? ¿Acaso podía predecir lo que iba a decir? 

 —Es algo extraño no tener que usar teclas, pero con el tiempo llegas a acostumbrarte.

—Pensé lo mismo, — Comento aun asombrado el pelirrojo. — ¡Debe ser muy jodido!

—No pude haberlo dicho mejor. — Reconoció Katakuri.

Al devolverle su teléfono sus manos se volvieron a rozar y Kid pudo sentir nuevamente aquella exquisita calidez que su tacto le entregaba.

Nunca había conocido a nadie con las manos así de cálidas como las de Katakuri.

¿El resto de su piel se sentiría igual?

Como se moría por averiguarlo.

—Y bien… ¿Qué es lo que haremos aquí? — Pregunto curioso viendo el avasallante edificio.

—En dos segundos tendrás la respuesta. — Comento tranquilamente Katakuri.

¿Qué significaba eso? ¿Acaso estaba haciéndose el misterioso otra vez? ¿O se trataba de un juego de palabras? Estaba a punto de pedirle otra pista cuando de un segundo a otro sintió una potente patada en el tendón que lo hizo soltar una fuerte maldición.

—¡Que carajos! — Al voltear a buscar al malnacido hijo de puta que se había atrevido a golpearlo estando desprevenido, para así darle la golpiza de su vida, se vio en la necesidad de bajar la mirada para encontrarse con la furiosa mirada de un condenado mocoso de largos cabellos lilas y ojos rasgados viéndolo de manera amenazante. —¡Oye tú! Pequeño pedazo de—

—Kid, él es mi hermano pequeño; Cracker.  

¿Hermano? Oh diablos no…

—Tsk… No me digas. — Siseo viendo hacia ese escuincle con una sonrisa forzada — ¡P-Pero que lindo niño…! — Escupió con voz contenida destruyendo con la mirada a esa alimaña, pero sorprendentemente el mocoso no le aparto la mirada en ningún momento.

—¡Si claro! — Le reclamo alzando su pequeño puño — ¡Vuelve a tocar a mi hermano y la siguiente cosa que patee serán tus—

—Cracker. — Katakuri ni siquiera tuvo la necesidad de alzar la voz, con solo un llamado el menor guardo silencio en el acto. — ¿Por qué no estas con los demás? — Le pregunto alzando una ceja de manera inquisitiva.

¿Los demás?

—¡Cracker, allí estas! — De repente una hermosa y deslumbrante joven de cabello turquesa se acercó desesperada hasta el pequeño niño para ver si se encontraba bien — ¿Por qué te fuiste así de repente? Estábamos terminando de pasar lista para ya entrar al museo.

—Lo siento señorita Hiyori. —Se disculpo el niño avergonzado.

La maestra suspiro tranquila de haber encontrado al escurridizo niño y al levantarse le dio una grata sonrisa a Katakuri que a Kid no le gusto para nada. — Katakuri, ya nos dieron las entradas, ¡Estamos listos para empezar! — Le comento con un dulce gesto.

—Claro Hiyori, apropósito, él es Kid. — Añadió desviando su mirada hacia el pelirrojo — Nos dará una mano.

¿Dar una mano? ¿Qué? ¡Un segundo! ¿¡Esto no era una cita!?

—Oh, ¡Muchas gracias por ofrecerte Kid! —De inmediato Hiyori se acercó hasta él, estrechando calurosamente su mano entre las suyas. — ¡Necesitaremos toda la ayuda posible hoy! — Le dijo en un tono muy acaramelado. — Bueno, ¿Qué hacemos aquí afuera? ¡Entremos de una vez! — Comento emocionada.

—¿Que? — Repitió confundido al ver a Hiyori alejarse con una campante emoción.

Al ver que su cerebro estaba haciendo corto circuito, Katakuri le devolvió la mirada. — La clase de mi hermanito tiene que hacer una visita a la National Gallery, y como su maestra no puede sola con veinte niños revoltosos, me ofrecí como su chaperón. — Explico riendo por lo bajo — O bueno, sería más exacto decir que nos ofrecí.

Oh… ¡Carajo!

—Espero que te gusten los niños, Kid. — Finiquito entretenido al ver la mirada de estupefacción del pelirrojo.

Me pueden gustar nuestros niños… ¡Pero no los niños de otros, maldita sea!

—¡Katakuri, cárgame! — Exigió Cracker, a lo que el mayor accedió de inmediato y de un simple movimiento tomo al niño entre sus brazos.

Mientras veía a Katakuri alejarse, un atónito Kid que aún no asimilaba en su totalidad la situación con la que tendría que lidiar, pudo ver como esa pequeña sabandija de Cracker le saco la lengua mientras era cargado por los fuertes brazos de Katakuri, y esa mierda lo hizo rabiar tanto que sin contenerse le mostro todo el esplendor de su dedo medio al mocoso.

Pero él muy desgraciado se la devolvió al hacerle la misma jugarreta con su pequeña mano.

—¡Pequeño pedazo de mierda! — Gruño con voz cavernosa — ¡Será mejor que te cuides la espalda! Porque juro que cuando menos te lo esperes voy a romperte el cuello de un—

—Kid, ¿No vienes?

—¡S-Si! ¡Ya voy! — Exclamo rápidamente alcanzando a Katakuri.

¡Bien! chaperón o no, al menos estaremos juntos, ¡Y eso es lo importante!

Al entrar al monumental museo se dio cuenta de inmediato de que era mucho más grande por dentro que por fuera. ¡Diablos! El lugar era lo suficientemente grande como para meter dentro a todo el ego de los británicos. Siguió a Katakuri hasta que llegaron a un salón lleno de obras de arte de todo tamaño, allí ya estaba Hiyori esperándolos, pero no se encontraba sola, ya que estaba acompañada por un grupo de pequeños demonios.

Para su buena suerte, Cracker les dio algo de privacidad cuando impetuosamente bajo de los brazos de su hermano para correr hacia un niño de cabello verde y con una extraña ceja en forma de sushi en la cara.

—¡Cracker! — Lo llamo el pequeño peliverde con su tierna voz. — ¿Dónde estabas? ¡Te estuve buscando! Me preocupaste…

—Lo siento, Yonji, pero tenía que cuidar a mi hermano de un pervertido. — Se disculpo mientras tomaba su mano para así ir juntos con el grupo. — ¡Vamos! No hay que quedarnos atrás.

La joven maestra aplaudió un par de veces para así llamar la atención de toda su clase — ¡Bien, niños! Ya estamos listos para empezar. — Enuncio totalmente emocionada — El día de hoy veremos algunas de las obras pictóricas más representativas del arte europeo y hablaremos sobre la gran influencia que tuvieron en su tiempo ¡Recuerden que deben escoger la que más les guste para su exposición de historia del arte, ¿Sí? — Les resumió con una brillante sonrisa — ¡Y antes de que lo olvide! El hermano de Cracker; Katakuri, y su amigo Kid, nos estarán dando una mano hoy ¡Así que cualquier duda que tengan no duden en hacérnosla! ¡Ahora, síganme! Iniciaremos nuestro recorrido por el Neoclasicismo europeo— Pidió tiernamente la maestra.

Pero a pesar de la orden de Hiyori, todos los malditos mocosos no se movieron ni un solo centímetro por quedarse viendo a Katakuri con la bocotá abierta, — Claro, a excepción de un extraño niño de cabellos rojos que pareció ignorar toda la situación, —y eso fue algo que verdaderamente le reventó mucho el forro las bolas a Kid, ¡Sobre todo porque las mocosas que lo veían como si estuviera desnudo frente a ellas! ¿¡Qué diablos!? ¡Esos engendros deberían tener como diez años! Katakuri podría ser su padre ¿Qué carajos le pasaban a los niños de ahora?

Aunque bueno, tambien los entendía…

—¡Oigan! ¿¡Qué creen que están haciendo!? ¡Ya dejen de ver a mi hermano! — Exclamo Cracker furioso. ¡Nadie debía ver a su hermano mayor a menos que él no lo permitiera antes!

Bien, quizás Kid no odiaba del todo al niño ese.

Su inesperada visita al museo siguió sin contratiempos, escuchaba a Hiyori hablar de obras tras obras con latente emoción, pero él no entendía absolutamente nada de lo que salían de sus bien pintados labios. Habían algunos niños que le prestaban atención, pero la gran mayoría estaban más pendientes de cuchichear entre ellos, al igual que él cuando era niño. Recordaba que cuando iba a esta clase de paseos escolares normalmente se escapaba de la vista de los profesores junto con Killer, Hawkins y Drake para perder el tiempo en quien sabe donde.

De pronto llegaron a un salón en el que habían varias pinturas que parecían hechas por una persona bajo la influencia del LSD, fue entonces cuando Hiyori menciono el nombre de un tal Van Gogh ¿Pero qué carajos? ¡Los garabatos de un ciego eran mejores que esas porquerías que estaban sobre la pared!

¿Realmente había gente que perdía su tiempo viendo esta basura?

—¿Acaso Van Gogh consumió Opio antes de dibujar esos girasoles? — Inesperadamente la intrépida voz de un pequeño niño de cabello azul que estaba a unos pasos de los dos mayores hizo que tanto Kid como el resto de la clase se partiera de la risa.

—¡Ay, Niji…! — Hiyori rio nerviosamente ante la para nada grata comparación de su pequeño alumno. — ¡Pero que imaginación tan grande tienes! — Replico algo incomoda.

—Interesante apreciación de Van Gogh. — Comento a la distancia Katakuri.

—Yo era de esos dolores de culo en la escuela. — Le susurro por lo bajo Kid viendo con una sonrisa al niño peliazul.

—No me digas… — Rio por lo bajo el granate — Por alguna razón, no tengo ningún problema en imaginarte así.

Kid silbo largamente — Estaba seguro de que la única razón por la que mis maestros no me golpeaban era porque corrían el riesgo de perder su trabajo por eso.

El pequeño peliazul estaba a punto de explayar su punto de vista cuando otro niño de su misma altura y complexión, pero de cabellos escarlatas, lo jalo del hombro. — Ya cállate Niji, quiero escuchar.

—¡Que aburrido eres, Ichiji! Si tanto te mueres por oír a la tarada de Hiyori entonces ponte a su costado. — Le inquirió el pequeño peliazul en un susurro furioso, pero entonces el pelirrojo se mordió los labios en silencio, girando levemente su mirada a donde estaban los dos mayores.

—No… Quiero quedarme aquí. — Susurro Ichiji.

Al verlo, Kid pudo notar que el enano tenía la misma ceja graciosa que el amiguito de Cracker. Por un momento creyó que el mocoso lo estaba viendo a él, pero al observarlo más detenidamente se percató que su mirada estaba totalmente centrada en Katakuri.

Cuando Ichiji cayó en cuenta que Kid se había percatado del blanco de sus ojos, el pequeño pelirrojo desvió la mirada avergonzado. Como si lo hubieran descubierto infraganti siendo testigo de algo a lo que no se le permitía ver.

—Sabes, estos niños son muy extraños. — Dijo arrugando la mirada.

—Define extraño. — Le pidió Katakuri desconectado de todo mientras se perdía entre los trazos de los “Los girasoles” De Van Gogh.

—Que yo a su edad pensaba en cuantas bolas de helado podía comer en un día, y ellos ya piensan en Opio. — Susurro por lo bajo.

—¿Y ahora solo piensas en bolas? — Contraargumento el granate con tenue diversión.

Oh, ¿Así que lo estaba desafiando?

—Solo si son las tuyas. — Antes de poder razonar la respuesta sus labios hablaron de puro orgullo, y por la forma en la que Katakuri giro a verlo, no tuvo que ser un genio para intuir que lo había dicho en voz alta.

¡Carajo!

Pero sorprendentemente, Katakuri lo vio con una intensa mirada, y le sonrió de medio lado. ¡El hijo de puta le sonrió luego de hacerle un cumplido a sus bolas! Oh diablos, su cara debía ser un poema ahora.

Katakuri abrio sus labios tenuemente para responderle, pero a un instante de escuchar su intensa voz, el granate callo al sentir un ligero jalón en su pierna. Notando que aquel mismo niño de cabellos rojos que antes veía desde la distancia a Katakuri, ahora estaba parado a un lado de ellos.

Herodes… No tienes idea de cuánto te compadezco en estos momentos. — Pensó para si el pelirrojo mayor.

—Quiero. Ir. Al. Baño. — Le pidió el menor a Katakuri con una voz contenida de la furia.

¡Condenado mocoso, lo hiciste apropósito!

Kid pudo sentir de inmediato el peso de sus ojos sobre él, si las miradas realmente matasen, ya estaría muerto, descuartizado y enterrado bajo tierra por ese mocoso rojo de diez años.

La mirada de Katakuri abandono la suya en cuestión de segundos, perdiendo el intenso brillo de sus ojos escarlatas cuando se posaron de lleno en aquel niño.

—Claro, vamos. — Accedió concediéndole su mano, siendo un gesto que ese maldito mocoso no se pensó dos veces en aceptar.

Oh… ya veo pequeña sabandija ¿Con que quieres pelear? ¡Perfecto! Si quieres sangre, ¡Sangre te daré!

Pero cuando Katakuri y ese maldito niño volvieron del baño, ¡El maldito mocoso no se quiso separar en ningún momento de Katakuri! ¿¡Cómo se supone que le arreglara la cara a golpes con Katakuri viendo todo!?

—Eres el hermano de Yonji, ¿No es así? — Katakuri le pregunto suevamente, sabia por sus hermanas que el pequeño peliverde iba con regularidad a Charlotte Château a jugar con Cracker, y el parecido entre ambos niños era innegable.  

Ichiji solo se limitó a asentir — Si, somos cuatrillizos.

—¿Y no quieres ir con ellos? — Pregunto con sorna el pelirrojo mayor, a lo que inmediatamente Katakuri le dio una mirada de reproche. Resoplo fastidiado — Solo lo digo porque nosotros dos somos unos adolescentes demasiado aburridos, créeme ¡No querrás quedarte con nosotros! — Gruño alzando ambos brazos.

—La gente de mi edad es muy estúpida. — Comento con frialdad el pequeño pelirrojo.

¿Qué carajos le pasaba a este niño? — ¿Y crees que nosotros no? — Le vocifero Kid.

Ichiji negó en el acto — No… o al menos solo uno de ustedes. — Señalo viendo de manera furiosa a Kid.

—¿¡Qué acabas de decir!? — Le pregunto en un tono peligroso.

Ichiji frunció su pequeño entrecejo, desafiando sin temor la dura mirada de Kid a pesar de que la diferencia de tamaños fuera como la de David y Goliat.

—¡Niños! — La siempre tierna voz de Hiyori interrumpió a tiempo el momento — ¡Esta es la última obra que veremos, presten mucha atención que es una de mis favoritas! — Señalo con su siempre rimbombante algarabía al mostrar frente a toda la clase el cuadro de un par de barcos al atardecer.

—«El Temerario» — Ichiji lo nombro en voz baja, llamando la atención de Katakuri de inmediato.

—¿La conoces? — Pregunto con interés. Era extraño que a los niños de su edad les interesaran los cuadros de Turner.

Ichiji oculto su sonrojo entre sus caballos escarlatas. — Si… — Al notar el silencio de Katakuri, pidiéndole con sus ojos que continuara, el pequeño pelirrojo se aventuró a tomar la palabra. — El glorioso barco va camino a su muerte siendo arrastrado por una embarcación pequeña, menos prolija y hasta ridícula, pero de vapor. Simple pero moderna, que ya deja sin uso al fastuoso y viejo Temerario. A pesar de todas las glorias que le dio a Inglaterra en el pasado, ahora no es más que un barco de madera corroído, que lentamente se encamina hacia tierra. Desconociendo que el reconocimiento final de todas sus victorias, será ser desmantelado y sus partes vendidas como leña. — Comento con profundo dolor.

—¿Sabías que Turner lo presencio con sus propios ojos? — Añadió Katakuri viendo por largos instantes hacia aquel mismo cuadro mientras que Hiyori hablaba y hablaba sin parar de los tonos pasteles de la pintura — Su obra fue una dura crítica a lo malagradecidos que podíamos llegar a ser no solo con nuestro presente, sino con nuestro propio pasado. — Hizo una ligera pausa sintiendo de primera mano el peso de sus propias palabras. — Claramente, no solo la crítica, tambien la sociedad de esa época no lograron entender su mensaje; lo destruyeron por crear su obra cumbre. Nadie quería escuchar como aquel mismo pueblo que se vanagloriaba de ser el Imperio más grande del mundo conocido, despedida de tal forma a aquellos que le permitieron llegar hasta allí.

Ichiji respiro profundamente, sintiendo en el ocaso final del paisaje, el último aliento del Temerario. Sin pedírselo, tomo nuevamente la mano de Katakuri, presionando con fuerza sus dedos. Guardando un minuto de silencio por el trágico destino de aquel glorioso barco.

El pequeño nunca se había sentido tan cómodo compartiendo un silencio con otra persona como hasta ahora.

Pero su luto se vio interrumpido cuando una risa nasal resonó con desbordante ironía. —¡Ya deja de fanfarronear niño! ¡Yo solo veo dos barquitos mal pintados! — Desato Kid sin miramientos. Le importaba un carajo quien había pintado esa cosa, si Joseph Turner o Timmy Turner, ¿¡Pero realmente había gente que disfrutaba de ver esta basura!?

Ichiji gruño con potencia al sentir las burlonas risas de Kid, furioso de que hubiera interrumpido su momento con Katakuri. No se lo perdonaría jamás. — ¡Alguien con tu casi inexistente nivel intelectual jamás sería capaz de entender la magia del arte! No eres más que un ignorante y repulsivo Yokel.

Katakuri alzo una ceja al escuchar a Ichiji. — Eres un niño con una lengua muy larga.

Kid de inmediato se sonrojo, pero no de la vergüenza ni mucho menos, ¡Sino de los deseos que sentía de estrangular a ese mocoso! —¡Niño, te vas a arrepentir de haber nacido! — ¡Mataría a ese bastardo en ese mismo instante! Y en su lapida iría escrito que murió por imbécil ¿¡Como se atrevía a usar esa jodida palabra con él!?

Pero instantes antes de que tomara por el pescuezo al mocoso, al tersas palmadas de Hiyori se volvieron a escuchar.

—¡Bien, niños eso sería todo! — Anuncio luego de terminar su larga explicación sobre “El temerario” que claramente ninguno de los tres había escuchado. — No olviden hacer sus exposiciones para la siguiente clase, ¡Espero que les haya gustado este paseo tanto como a mí! Ahora regresemos al Hall que sus padres ya los deben estar esperando.

Fue entonces que Cracker, quien no se había despegado en ningún momento del mocoso peliverde desde que empezó la exposición, volvió como un rayo entrelazando su mano con la de su hermano. — ¡Katakuri! Vamos a la cafetería, ¡Yonji tiene hambre y le prometí que lo llevaría a comer!

—¿Y porque quieres que yo vaya?

—Porque alguien tiene que pagar. — Respondió con toda lógica. 

—Que buen chiste.

—¡Katakuri, por favor! — Le suplico, e ingeniosamente le pidió que se agachara para poder susurrar unas palabras en su oído. — No me hagas esto, quiero quedar bien con Yonji.

—Bien… vamos.

Cuando Katakuri se empezó a alejar acompañado de su hermanito, Ichiji sintió la necesidad de mover sus pies. Quería seguirlo, no quería perder el brillo que Katakuri desprendía. Pero se detuvo abruptamente cuando fue arrastrado a la fuerza por detrás.

—¿Qué crees que estás haciendo? ¡Quítame tus mugrosas manos de encima, Yokel!

—¡Mira pequeña mierda con patas! Quizás Katakuri no quiera ver lo que hay más allá de esa estúpida ceja, pero conmigo te equivocaste de pelirrojo ¡Porque tendrán que pasar mil años para que me puedas engañar! ¡Todas las jugarretas que crees saber, yo ya las conozco! ¿¡Crees que no sé lo que estas tramando!? — Le reclamo furioso. — ¡Te lo advierto niño, ese hombre de allá, va a ser mi hombre! — Exclamo decidido señalando a Katakuri a la distancia. — ¡Vuelve a tratar de arruinarme otra vez y tus padres ya no tendrán que preguntarse como pagar cuatro universidades a la vez, porque te voy a desaparecer!

Pero Ichiji logro deshacerse de su tacto para desafiarlo con la mirada — ¿Así? ¿Quieres saber algo? ¡Alguien como él jamás se rebajaría a perder su tiempo con alguien como ! ¡Y una cosa más! — Amenazo sin temor hacia el pelirrojo mayor afilando su lacerante mirada — El Liverpool perderá… — Escupió viendo fijamente hacia la camiseta de Kid — ¡Y lo hará frente a los únicos reyes de Inglaterra, los diablos rojos!

—¡Maldito seas! Debí suponer porque no me diste buena espina desde el principio, eres una de las perras del Manchester United. ¡Bueno, niño! Te tengo una sorpresa, ¡Ese maldito de Ronaldo no los salvara hoy!

—La única perra aquí será el Liverpool luego de que Cristiano reviente su arco.

—¿¡Es una apuesta!? ¡Porque terminaras llorando al igual que ese maldito portugués en el Mundial de Alemania!

—¡Claro que lo es! Si el Liverpool gana la final de la FA, te dejare el camino libre con Katakuri, pero si pierden, ¡Nunca más te le volverás a acercar! — Le reto el menor.

—¡Entonces tenemos un trato, perra! — No le importo que varios turistas se detuvieran abruptamente cerca a ellos para verlo con la boca abierta por llamar de tal forma a un pequeño niñito.

—¡Bien! — Pero el pelirrojo menor ni se amilano, dedicándole una última mirada desafiante antes de irse corriendo.

¿Realmente acababa de apostar a Katakuri en un partido de futbol con un maldito niño? ¿Qué diablos le estaba pasando? Esto del amor lo conducía a hacer mierdas cada vez más extrañas...

Solo hasta entonces Kid se percató de que un mocoso peliazul con la misma maldita ceja que tenía esa otra sabandija roja lo estaba viendo. Mostrándole su brillante dentadura al momento de sonreírle.

—Me agradas. — Comento Niji para luego seguir los pasos de su cuatrillizo.

¿Qué diablos?

.              .              .

Solo al salir del maldito museo fue que Kid finalmente pudo sonreír con total plenitud al ver desde la distancia como Cracker lloraba como una niña a los pies de Katakuri, rogándole que no lo haga entrar en esa costosa camioneta que estaba lista para llevarse a al mocoso, a lo que él esperaba, fuera el peor de los infiernos.

—¡No me hagas esto, Katakuri! No quiero ir a casa ¡Quiero quedarme contigo! — Reclamo entre lágrimas el menor. Yonji no iría con él ese día y no quería quedarse solo con sus odiosas mellizas.

—Cracker, ya deja de llorar. Te prometí que mañana tendríamos toda la tarde para nosotros dos.

—¡M-Mientes! — Renegó ahogado en llanto — ¡Te iras a Oxford!

—Lo digo enserio, no me voy a separar de ti.

—¿E-Enserio? — Vio con ilusión al mayor. Desde que su hermano estaba en la universidad ya prácticamente no lo veía en casa, y le hacía mucha falta.

—Por supuesto. — Indico levantándolo de la dura graba para cargar al niño hasta pasárselo a una chica albina que estaba esperando dentro de la camioneta.

—Gracias, yo sola no hubiera podido convencer a este niño. — Le agradeció su hermana con una suave sonrisa. Se tomo unos minutos para acomodar a Cracker en la camioneta, y luego le dio una rápida mirada a su hermano mayor — ¿Estarás bien?

—Descuida. No tienes de que preocuparte.

—Katakuri, deja que yo decida en que malgasto mi ansiedad. — Lo miro con dureza para luego suavizar lentamente su mirada, transformándola en una sonrisa melancólica. — Lo de tu padre aún es muy reciente y no me gustaría que—

—Smoothie, estoy bien. — Zanjo en el acto.

La albina desvío la mirada, suspirando con resignación ante el siempre latente hermetismo de su hermano. —Entiendo… Te veo luego.

Kid únicamente se permitió acercarse luego de que el Bentley empezara a avanzar. No pudo escuchar casi nada de la conversación entre Katakuri y esa chica albina, pero por la mirada del granate, no había sido demasiado agradable.

—¿Todo bien? — Pregunto fingiendo desinterés.

Pero Katakuri permaneció callado por unos segundos más mientras veía a la camioneta desaparecer entre las calles de Londres.

—Solo mi hermana siendo ella. — Explico escuetamente.

Pero en el acto Kid alzo una ceja, confundido. — ¡Espera! ¿¡Qué!? ¿Esa chica es tu hermana? — ¡Pero si no se parecían en nada!

—Somos de padres diferentes. — Suspiro con calma mientras giraba para verlo de frente. — Disculpa si fue una tortura para ti hacer esto, pero no he estado muy presente en la vida de Cracker en las últimas semanas, y quería que al menos supiera que estaba allí para él. —  Aunque prácticamente lo haya ignorado por estar con Yonji.

—Te preocupas mucho por él. — Kid le restó importancia.

—Tengo que.

—¿Cuántos hermanos tienes?

—Nueve.

—¡Mierda! — Rio jocosamente. — Tu madre no perdía el tiempo.

—No. No lo hacía. — Su tono fue en extremo frio e indiferente.

Quizás lo incomodo con su ligera broma, por lo que rápidamente trato de arreglar su estupidez al soltar una risa contagiosa. — ¿Sabes? No pisaba un jodido museo desde que tenía la edad de esos mocosos, pero te diré algo, si quieres ver una obra de arte de verdad, solo tienes que estar atento al espejo de mi baño y esperar a que me levante por la mañana.  

Katakuri rio de manera escueta, tranquila y hasta pausada. Cambiando en un instante su seria imagen por una relajada risa. — ¿Listo para que nos larguemos de aquí?

¡Desde que llegamos!

Pero antes de darle su enérgica respuesta, pudo sentir su teléfono vibrando. ¡Joder! — Dame un segundo. — Le pidió para luego alejarse unos metros y gruñir por lo bajo al ver que se trataba de Killer.

¡Mierda! Me olvide decirles que no llegaría para el maldito partido.

—Hola Killer, ¡Hermano, no creerás lo que—

¿Dónde estás? — Lo corto el rubio sin permitirle hablar.

—¡En media hora comienza la final! ¿Dónde diablos te metiste Kid? — Le pregunto molesto Drake.

A través del teléfono pudo escuchar todos los gritos animados que retumbaban en el bar, y si, solo por ese segundo se lamentó como nunca el no poder estar allí tomando cerveza e izando su bufanda del Liverpool junto con el resto de sus amigos.

— Chicos, yo…—

Al escuchar el silencio del pelirrojo, Hawkins; ajeno a todo el descontrol que se vivía en el bar mientras tomaba cerveza con una gorra del Liverpool en su rubia cabeza, se acercó hasta el teléfono de Killer. — No vendrás, ¿No es así?

—¿Qué? — Replico Killer

—¿¡Como que no vas a venir!? — Gruño furioso el castaño.

Los reclamos de sus amigos no se hicieron esperar, y es que tenían algo de razón. Era la primera final del Liverpool que no vería con ellos desde que eran unos niños.  

—Chicos, lo siento… — Realmente lo hacía — P-Pero… Había olvidado que la final era hoy. — ¡Genial! ¿No se le pudo ocurrir una peor excusa?

—¿Olvidaste el día de la final de la FA? — Pregunto confundido Hawkins

—¡No jodas con nosotros, Kid! — Le reclamo Drake. — ¿¡Que puede ser más importante que el Liverpool!? 

—¡Escuchen! Tengo que irme. —No quería prolongar más tiempo esa conversación y sentirse aún más mierda por perderse el juego del año con sus amigos.

—Kid, ¡Espe—

Ya ni siquiera pudo escuchar la réplica de Killer cuando colgó la llamada.

¡Mierda! ¿Estaba haciendo lo correcto en poner a Katakuri por encima de sus amigos? Drake tuvo que trabajar toda la semana en la pizzería para que le dieran ese día libre, Hawkins hizo un esfuerzo en terminar su proyecto de Leyes antes del viernes y poder asistir sin problemas, ¡Incluso Killer! Con todos los gastos de sus materiales de arquitectura apenas y tenía una libra en el bolsillo, pero aun así logro ahorrar un poco de dinero para que esa noche pudieran pedir cervezas hasta morir mientras cantaban ebrios el himno del Liverpool. 

¿Qué diablos estaba haciendo él en Londres? ¿¡Porque no estaba con sus amigos en Liverpool!?

—Kid. — El inesperado llamado de Katakuri hizo al pelirrojo devolverle la mirada — Sera mejor que nos vayamos ahora o no llegaremos.

¿Qué?

—¿Llegar? — ¿De qué rayos hablaba? — ¿Llegar a dónde?

Katakuri sonrió de medio lado, y fue solo hasta entonces que saco de su bolsillo un par de pequeños cartones rectangulares que hicieron que el corazón de Kid se paralizara en el acto.

Abrio desmesuradamente la mirada al reconocer lo que eran — N-No… E-Es imposible que las hayas conseguido… ¡Estaban agotadas desde hace meses!

Katakuri solo se encogió de hombros — No para mí. — Señalo orgulloso mientras le mostraba a Kid unas entradas dobles para la final de la FA Cup en el estadio de Wembley.

¿Enserio esto estaba pasando? — E-Entonces… ¿Te gusta el fútbol?

Por primera vez pudo ver a Katakuri suspirar exasperado. — Kid, ¡Soy inglés! — Replico señalando lo obvio — Esa pregunta es hasta estúpida.

Oh diablos… Sus ojos estaban a punto de empezar a sudar.

Había llegado la hora de la verdad, tenía miedo de su respuesta, ¡Pero debía de preguntarle!, Ya que esa duda existencial decidiría para siempre su futuro como pareja de esposos. — ¿Y… eres Red? — Su voz salió temblorosa, pero debía saber si Katakuri era seguidor del Liverpool.

El granate lo vio seriamente por unos segundos, respondiéndole al bajar la cremallera de su cazadora de cuero, y cuando Kid vio el polo blanco con el logo de una Liver Bird, símbolo indiscutible de su ciudad y del equipo de sus amores, tuvo que morderse los labios para que su grito de total algarabía no le rompiera los tímpanos a Katakuri ni a todas las personas que caminaban alrededor.

—¡Hijo de perra! ¿¡Porque no empezaste por ahí!? — Exclamo lanzándose sobre Katakuri. De haber sabido que tenía ese polo puesto le hubiera arrancado la ropa desde el primer momento que lo vio.

A pesar de que no logro moverlo ni un centímetro, Katakuri se tomó la actitud de Kid con sugerente diversión. — Vámonos ya, Kid. Wembley está a veinte minutos de aquí, y ya no falta nada para que empiece la final de la FA.

—¡Si! — Esto no podía estarle pasando ¿¡Realmente vería la final de la FA en vivo!? ¿¡Y con Katakuri!?

No podía ni siquiera soñar con una cita mejor.

Notas finales:

Aclaraciones del Capitulo:

Trafalgar Square: Es una de las plazas mas importantes de Londres. Nombrada así en honor a la Batalla de Trafalgar, donde la flota británica destrozo a la armada española y Francesa. Es el centro de las manifestaciones políticas y uno de los focos culturales del país, pues a su alrededor se encuentran varios museos y monumentos del Reino Unido.

National Gallery: Es el principal museo de arte de Londres, teniendo en su haber mas de 23 mil pinturas.  

Los girasoles: Uno de los cuadros insignia de Van Gogh, pero a diferencia de lo que muchos creen, el artista no hizo una, sino hizo varias copias de este cuadro, y es precisamente “El jarrón con catorce girasoles” el que se expone en la National Gallery de Londres.  

El último viaje de “El Temerario”: Cuadro cumbre pintado por J.M.W Turner. De la época del romanticismo, el Temerario deslumbra con su belleza y crueldad plasmada en un agónico atardecer. La descripción de Ichiji es simplemente esplendida, porque describe a la perfección la tortuosa angustia del pasado frente a un inevitable presente. Dense un tiempo para ver la obra y perderse entre su gama de colores, se que les encanta.

Diablos Rojos: Forma de llamar a los hinchas del Manchester United

Liver Bird: Son las aves símbolo de la ciudad portuaria de Liverpool y muy usados por el equipo de futbol homónimo de su ciudad.

 

N/A:

Uff… La verdad no pensé que esta obra fuera tan bien recibida cuando la publiqué. Les agradezco de todo corazón a todas esas hermosas personitas que votaron y que dejaron sus comentarios. Es por ustedes que estoy donde estoy. No merezco todas las alegrías que me dan.

Y bueno, ¡Aquí esta el segundo capitulo de Sweet Marlboro! Y me divertí como nunca al redactarlo JAJAJAJA. Se que esta historia es un KatKid but, no me pude resistir a incluir un poco de KataIchi, Ichiji es una pequeña sabandija molesta que solo busca arruinar los planes de ligarse a Katakuri del pelirrojo mayor, aunque, ¿Quién sabe? Hehehe… Pero no diré más.  Tengo una debilidad por los pequeños hermanos V, tenia que incluirlos si o si, pero, volviendo a nuestro lindo prota. Cada capitulo que pasa me enamoro aun mas y mas de Kid, el grandote es un amor en todos los sentidos, y ahora finalmente tendremos su cita con Katakuri. Solo esperemos que no la cague xd.

Démonos un tiempo para soltar una plegaria x el rojito.

Disculpen que el capitulo haya sido algo corto, pero ando muy ajustada de tiempo. Espero que les haya gustado, díganme, ¿Qué les pareció? Saben que yo adoro leerlas. ¡Mil besos a todas! 


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