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Locuritas por AMMU TEIKOKU YUDAINA

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Notas del capitulo:

Aquí de nuevo mamá terrón de azúcar, para darles un nuevo capitulo de estas Locuritas, jajaja al fin sabremos...

¿Por que Aioros de Sagitario quema las galletas?

Todo esto lo tenemos gracias a nuestra terroncita de azúcar AnibelisSalasDiaz, que al ser su cumpleaños, y escoger su regalo, pues obvio tienen la oportunidad de al fin saber la verdad.

Disfrútenlo mucho y presten atención al anuncio de abajo que les dio.

Nos leeremos abajo y a leer se ha dicho.

---Templo de Sagitario---

Al descubrir que sus galletas no eran exactamente del agrado de todos… El opinaban de que sabían mal y muy quemadas…

Claro que lo ha hecho sentirse realmente mal, no por los comentarios que le llegan en lo más profundo de su corazón.

Sino que… El simple hecho de pensar que en cierta forma los obligó a comerlas, sin importar que estuvieran muy quemadas… Todo para no herirlo, le hace sentir mucho peor.

Sentado en el piso, abrazando sus propias piernas, recargado en la pared de la cocina… En un pequeño espacio que queda entre la estufa y el refrigerador.

Sus lágrimas caen, dejando escapar fuerte suspiros melancólicos, pensando en cómo los debió atormentar a todos con sus horribles galletas.

-Es que… Simplemente no lo entiendo, sigo la receta… Y lo intento cada vez más… Pero… Mis galletas, no salen…- Su voz parece quebrarse a cada frase dicha, con el labio tembloroso y la melancolía en el rostro -Perdónenme…-

Aioros no tiene ni un solo gramo de maldad.

En vez de sentirse ofendido o enojado con los otros, esté solo los compadece, por haber tenido que probar sus carbones intentos de galletas.

Solo piensa en la forma de compensarlos.

Su corazón es amable y bondadoso, pensando en los demás antes que en él mismo.

A veces esto solo traer terribles consecuencias, por no ponernos en primer lugar.

Pero eso es tema para otro día.

Ya que, entre la dificultad de su pesar por no saber hacer una buena cocción de galletas o tantearle al honró…

El sonido de unos pasos corriendo a toda velocidad, una respiración muy agitada y una voz tan fuerte como el mismo trueno resuenan en el noveno templo desde la entrada.

-¡¡¡AIOROS!!! ¡¡¡HERMANO!!! ¡¡¡DÉJAME EXPLICARTE LO QUE PASO!!!- Sin pedir permiso, va directamente a buscar a Sagitario, siente su cosmos desde luego en ese lugar.

Pero por intentar todo resolver, no se fija dónde se encuentra exactamente, y empieza a buscar en todas los lugares menos la cocina.

En la habitación, en el baño, la sala, los armarios, la bodega, incluso donde guarda cosas muy privadas el Griego mayor… Pero sin éxito alguno.

Aunque el noveno caballero dorado escucha, quiere primero calmar sus lágrimas antes de responder y poder así hablar tranquilamente con su hermanito.

Tardó unos minutos pero lo logró… Y con un tono sereno, su voz se deja apreciar para los oídos del León dorado.

-Estoy en la cocina, hermanito- Habla en diminutivo para que el otro entienda que todo está bien y no está enojado.

Apenas si escucha el quinto dorado, y sale fuera de aquel armado en que se metió para buscar hasta por el último rincón del lugar.

-¡¡¡AIOROS!!!- Al llegar exclama ese nombre y ve como los pies del centauro salen de ese escondite, y al caminar ver que lleva manchas de sal en sus mejillas, algo rojas y sus ojos igual, forzando una sonrisa.

-Aioria. Hola, ¿Está todo bien?- Su pensar es primero en los demás antes que en sí mismo. Regala su tranquilidad a los demás, y sonrisas que intentan ser sinceras.

Le remuerde la consciencia lo que ha dicho, el que gritara a los cuatro vientos que las galletas de su hermano no eran tan buenas… Le está haciendo sentir como la peor persona del mundo.

Sus manos se forman en puño, sus ojos miran hacia el suelo, mientras los labios son mordidos y los orbes verdes se empañan de lágrimas.

-Lo siento…- Exclama, mientras se sienta en el suelo de frente al mayor y sin importar el espacio, le da un fuerte abrazo, con el remordimiento que ya está cargando –No debí decir eso… Nadie lo debió hacer, perdóname Aioros… Debí defenderte, y no dejar que todos hablaran estupideces…- Aspira por la nariz, dejando escuchar que fluidos nasales se van acumulando en él -Eres el mejor hermano mayor del mundo y… Yo también debo defenderte y no ser malo contigo nunca… -

La culpa carcome al león, que abraza a su hermano en una posición no muy cómoda, pero necesario para pedir disculpas a quién desde muy chicos le ha dado todo para que sea feliz…

Estos actos y palabras, claro que conmueven el corazón del Griego.

Siempre ha tenido debilidad cuando su hermanito llora, y su deber como el mayor es consolarlo…

-Ya, ya, Aioria… No pasa nada… Está bien…- Le consuela, dándole palmadas en la espalda, para que se relaje y ya no se sienta mal.

Aunque él si se siente mal por las palabras que escucho, siempre intentado poner la otra mejilla -Era necesario que me lo digieran… Sé que mis galletas no son las mejores… Pero… Quería solo mejorar para que ustedes estuvieran muy felices- Regala otra sonrisa, pero las pequeñas perlas de sal van amenazando con desbordarse de sus verdes y oscuros ojos.

-Aioros…- Se da cuenta de que esas palabras que han salido de la boca de su hermano, son muy grandes y hermosas, llenas de tanto sentimiento, que entiende que van más allá de una sonrisa -¿Tú sabias que tus galletas….?- Ya no puede decir algo mal con respecto a esos alimentos… Por eso se muerde la lengua al hablar.

-Pues… Yo las probaba, y para mí sabían bien pero… No eran muy ricas, lo sé… - Asiente, sonriendo tristemente y dejando que lágrimas surquen sus mejillas algo tostadas.

-Pero- Para el menor, esto no tiene mucho sentido… Regresa a su posición original, para estar sentado sobre sus piernas y ya no incomodo hacia delante para abrazar al otro, y dejando en claro que por mucho que crezcan, Aioria siempre buscará estar cerca del pecho de Aioros, pues en ese lugar siempre acudía cuando lloraba y así ser consolado con lindas canciones de cuna -¿Por qué hacer galletas? Si tus otros postres son realmente deliciosos La duda del millón, para conseguir la del billón.

Esa es la cuestión que todos en el santuario se hacen y que no existe respuesta aún.

Suspira, estando en medio de su escondite, pero queriendo salir un poco de ese lugar, solo para esta cerca del León dorado y a la vez acariciarle los suaves cabellos…

Dándole un gesto de que todo está bien ahora.

-Por qué ustedes siempre han disfrutado más las galletas de chispas de chocolate que cualquier otro postre- Le revela con gracia y gentileza, mientras la mano libre del centauro limpia con el pulgar las lágrimas que se le escaparon.

-¿Eh?- Confundido mira a Aioros, como si intentará recordar esos días de infancia que fueron cortos, pero inolvidables.

Miles de imágenes se aparecen en su mente.

En donde podía recordar como él, juntos a los demás dorados de su misma edad y un poco más grandes, siempre esperaban el domingo, cuando el patriarca tenía algo de tiempo libre, y al saber cómo habían avanzado en sus entrenamientos, les preparaba unas ricas galletas para todos.

No eran montañas de estas, apenas suficientes para que todos los niños y los mayores de esa generación, tuvieran aunque fuera dos para comer.

Esa era la mayor alegría para aquellos niños que solo sabían que el entrenar y pasar tiempo con los demás los hacía felices...

Como las felicitaciones de aquella figura paternal de ellos.

Claro que con el paso del tiempo y la  guerra santa acercándose, con reportes de pedidos de auxilio en lugares lejanos, ya no podía seguir esa pequeña tradición que inició…

Allí es cuando entra Saga y Aioros, se hicieron cargo e improvisaron con pastelillos, o frutas… Y aunque dulces y ricos, las galletas incluían ese algo especial… Que ninguno postre pudo rebasar en comparación…

Sin embargo Aioros jamás se dio por vencido… Y lo intentó todo, pero… Nada le salía bien…

Parecía como si un muy fuerte golpe de realidad lo devolviera. Sorprendió por sus vagos recuerdos ver al castaño oscuro y sentir como por sus mejillas escurren lágrimas.

-Si no te salían bien, ¿Por qué lo seguía intentando?- No entiende la razón aunque se la acaba de dar a conocer el mismo.

Lanza un suspiro, sabe que su hermanito no es el más observador o intuitivo de todos, así que se lo explicara con calma, hasta con manzanas si fuera necesario.

Paciencia legendaria sin duda, sale de su lugar seguro para sentarse a lado del quinto dorado, ambos recargando su espalda en la mesa de piedra que sirve para organizar las ollas, cuchillos y que también sirve para hacer actividades propias de la cocina.

Vuelve a abrazar sus rodillas, que se flexionan contra el pecho, e inclina la cabeza para ver al menor.

-Lo hacía, porque quería ver de nuevo sus lindas sonrisas, y la alegría de volver a disfrutar esas galletas que tanto amaban- Lo vuelve a decir con calma -Eso era algo de lo más lindo al ir creciendo juntos… Ustedes eran pequeños, y el patriarca ya no podía hacerlas, así que… Creí que yo podía tomar ese lugar- Suspira triste y baja la cabeza, aun acariciando los cabellos de su hermanito -Veo que me equivoque…-

Aioria no dice nada, le sigue pareciendo increíble el hecho de que Sagitario a pesar de todo lo que pasó y sufrió, aunque sigue intentando recordar y restable aquellos días de alegrías infinitas y preocupaciones mínimas.

-Al principio me salían crudas… Y no entendía como mejorarlas, la receta la aprendí cuando ayudaba al patriarca, pero… A mí no me salían nada bien… -Sonríe algo apenado -Saga me intento ayudar pero no era tampoco un experto en la cocina, y me insistió en que era mejor seguir con los pastelillos, y cosas así, pero yo no podía dejarlos de esa forma-

Un deseo que se volvió capricho, queriendo mejorar y hacer algo bueno por los demás.

-No podía pedirle ayuda al patriarca, estaba muy ocupado, así que…- Por primera vez se siente avergonzado, baja su mirada, como si al fin fuera a revelar algo que había ocultado por tanto tiempo -Fui a buscar en los antiguos archivos…  Alguna receta o método, para mejorar las galletas y bueno… Encontré algo… Era una especie de pergamino, con unas palabras raras, y en desorden escritas, que al leerlas en voz alta, solo vi que brillo el papel y cuando todo acabo, desparecieron las letras de este y yo quedé confundido…-

-¡¡¡¿QUÉ?!!!- Claro que eso le pareciera sumamente extraño y bizarro por no decir loco -¡¡¡¿POR QUÉ NO ME DIJISTE NADA?!!!- Mira impactado al otro.

-No creí que fuera importante- Sonríe forzada mente, y algo nervioso -Y después… Ya no me quedaban crudas…-

-Pero si quemadas…- La mirada del felino dorado se queda fija en el otro… Dejando escapar un largo suspiro -Hermano, creo que esa “Receta” que leíste, era una maldición o por el estilo de la cocina-

Los ojos de Sagitario se abren de par en par, algo impresionado por esta idea, que pensó en ese entonces, pero que ahora le hace más resueno.

-¿Lo crees?- Habla curioso.

-¿No lo habías pensado?- Arquea una ceja.

La sonrisa nerviosa de Sagitario deja mucho en evidencia.

Un suspiro sale de los labios del León dorado.

Sin embargo eso dura poco, cuando le dedica una sonrisa al mayor, y ahora es él quien le pone una mano encima en el hombro.

-¿Qué te parece si encontramos una forma de romper esa maldición?- Propone el menor, lo que sea para jamás volver a ver triste a su querido hermano mayor.

-¿De verdad?- La ilusión en el rostro del noveno dorado se ve sumamente amplia y emocionada.

-Claro- Asiente y sus ojos aún dejan ver algo de tristeza -Así nos podrás callar a todos la boca, ya que nunca más se te quemaran las galletas- Dice esto para que el asunto se quede olvidado, y ver hacia la posibilidad de tener todo nuevamente en orden.

Sagitario entiende bien esto y asiente, mientras y sin pensarlo abraza de lado a su hermanito, dejando en claro que sin importar de pie o sentado, Aioros siempre tiene el instinto de proteger al menor.

-Gracias, hermanito- Olvida rápido el asunto inicial, solo le importa que todos estén bien y sean felices.

Además, claro que eso ahora lo emociona, pues si al fin logra hacer que sus galletas no terminen hechas carbón, se animará a hacer más cosas con ayuda de ellas.

Y bueno…

Debieron decirle al patriarca sobre el asunto, y esté llamó la atención a Sagitario por hacer algo así a tan corta edad, sin medir consecuencias, ni decirle nada… Sin embargo, entiende que fue por su buen corazón ese hecho…

Y claro que decidió ayudar a que esa maldición sea destruida, aunque a los demás si los regañó, y castigo por ser tan groseros y mal agradecidos con Sagitario.

Aquí nadie se salvó, ni siquiera su alumno.

Mil vueltas al coliseo diariamente por una semana, antes del atardecer, y sin hacer uso de la máxima velocidad que ellos alcanzan, o se volverían en dos mil para todos.

-¡¡¡¿CÓMO TERMINAMOS EN ESTO?!!!-

-Ya quiero descansar…-

-Yo no hice nada, ni dije nada, y estoy aquí sin poder meditar-

-No es tan malo… Aioros al fin descubrió que le pasó, y eso es bueno ¿No?-

-Eres el único que le ve lo bueno, Mu-

-¡¡¡¿POR QUÉ EL GATO PULGOSO Y ROÑOSO DE AIORIA, NO ESTÁ HACIENDO ESTO?!!!-

-Por qué está ayudando a Aioros a romper la maldición-

-¿Y cómo lo están haciendo?-

-Tienen que cocinar varias cosas antes de lograr que la maldición se rompa…-

-¿Cocinando? ¿Que eso no ocasiono el problema inicial?-

-Oh, vamos Camus, ¿Qué tan malo puede ser?-

Dicho esto, se escucha de fondo como el templo del León parecer casi incendiarse, con un gran estruendo y humo saliendo de este.

Los dorados que cumplen su castigo bajo la mirada vigilante de Dohko, se quedan impresionados por esto, hasta detuvieron su andar.

-¿Eso responde tu pregunta?- Señala Capricornio con una cara de aburrimiento y cansancio total.

Sin duda lo ha hecho…

Ante la mirada incrédula y confusa de todos, parece que esa maldición seguirá siendo un tormento hasta lograr romperla.

Los hermano Leo y Sagitario, salen afuera del quinto templo para no morir ahogados por el humo, llenos de manchas negras, y pedazo de masa cruda en su cabello, como algunos tomates manchando sus ropas.

Ambos cansados también de cocinar día y noche, pero disfrutando un buen momento de hermanos.

Preguntándose internamente.

¿Si algún día, esta maldición de las galletas terminé?

Notas finales:

Buenos días, tardes, noches, ¿Que hora es? ¿Quien me ha robado el reloj? ¿Como están mis terrones de azúcar?

Aquí presente para darles e nuevo capitulo de Locuritas... Al fin sabremos la verdad.

Aunque claro, esta es de un universo alterno al de "Un Papá Para Kiki" donde se origino esta idea, pero en todos ellos... Siempre quemara las galletas, pude cocinar cualquier cosa, pero son las galletas que son sus nemesis, aunque lo intente... Pero...

¿Algún día podrá?

Ahora si a cantara la canción oficial de nuestra terroncita de azúcar AnibelisSalasDiaz.

Espero que pasaras un muy hermoso cumpleaños, así que disfruta un segundo día de celebración.

Un día feliz para ti, hoy es tu cumpleaños si que si, felicidades AnibelisSalasDiaz tu cumpleaños si que si.

Un día feliz para ti, hoy es tu cumpleaños si que si, felicidades AnibelisSalasDiaz tu cumpleaños si que si.

Bueno mi terrones me paso a despedir.

No sin ante decirles algo...

Como ahora tengo el tiempo mas reducido, haré lo siguiente... Para el próximo año, me fijare muy bien que terrones su comentaron en los fanfic's que se les ha dedicado, quienes no lo hagan, pues lo lamento peor los sacare de la lista.

Intuyo que ya no están activos, ya no les gusta el fandom o cosas por el estilo, no es malo, pro es para liberar un poco de espacio y concentrarme en los terrones que bueno... Aun están por aquí.

En fin, espero que lo entiendan mis terrones de azúcar.

Los quiero mucho.

Cuídense, manténgase a salvo.

Ammu se va.


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