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Angra Mainyu por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Mi primer Harco,  una historia después de la guerra, con uno que otro evento dentro de la trama original de los libros.

 

 

El Wizengamot se encontraba en silencio esperando el veredicto de acuerdo con los votos que los miembros a favor y en contra darían después de escuchar los testimonios y ver las pruebas aportadas les permitirían volver a su vida normal, o por el contrario traería consecuencias irremediables para la acaudalada familia Malfoy Black.

El juez recibió el sobre con lo escrito por el jurado, el único sonido era el de las vuela pluma que se deslizaban contando lo que sucedía, las expresiones de los acusados y de los presentes en el recinto.

—Pido que se coloquen de pie los acusados.

Narcissa, Lucius y Draco se levantaron al mismo tiempo, mirando al mago que les sirvió de abogado por obligación más que por convicción, ya que las reformas dadas por el Ministro y el presidente del Tribunal Mágico, les permitía tener uno, lo cierto es que todos esperaban con ansia la lectura.

—Por compartir varios de los cargos, y los casos estar relacionados se decidió dar el veredicto al mismo tiempo, aunque los juicios se hicieran de manera separada —explicó el juez a la audiencia—. Es así como el jurado decide que Narcissa y Lucius Malfoy quedan libres de los cargos que se les imputan porque se confirmó que fueron prisioneros del señor Tenebroso en su propia casa, que el señor Malfoy fue obligado a huir de Azkaban, se le humilló junto con su esposa aplicándole varias maldiciones imperdonables.

La sala comenzó a murmurar por la forma como Lucius por segunda vez se escapaba de ser juzgado por favorecer al Voldemort. Los hicieron callar, para poder determinar lo que pasaría con Narcissa Black.

—Por su parte la señora Narcissa Black mintió por proteger a Harry Potter, entregó su varita a sabiendas que podía morir, esa misma que utilizó el Niño que Vivió para defenderse en la batalla final.

Los adultos se tomaron de la mano para agradecer por lo ocurrido, al fin se les hacía justicia, sin embargo, faltaba el veredicto de Draco, fijaron la mirada en el Juez, su expresión les hizo suponer lo peor.

—En cuanto a Draco Lucius Malfoy Black, el honorable jurado lo encuentra culpable por haber utilizado un Imperius con Madame Rosmerta dueña de Las Tres Escobas y la estudiante Katie Bell, el envenenamiento de Ronald Weasley, el intento de homicidio de Albus Dumbledore, y el ingreso de mortífagos al colegio Hogwarts provocando la muerte de varios estudiantes y Aurores.

Draco escuchó en silencio los cargos de lo que ocurrió en sexto año, parecía que lo dicho por Potter no era suficiente para librarlo del castigo por los errores cometidos. Sin embargo, no importaba, sus padres estaban libres y él sabía que con las nuevas medidas en Azkaban, tendría mejores condiciones que las vividas por los presos cuando los Dementores eran los guardianes.

El juez concluyó la lectura sin importarle las lágrimas de Narcissa, el menor de los Malfoy fue condenado a seis años en Azkaban, y con la protección que el Mundo Mágico brindaba a quienes desean rehabilitarse. Su traslado se haría de inmediato.

Los gritos no se hicieron esperar, Narcissa negaba lo que acababa de escuchar, su pequeño niño recibía un castigo que no merecía, Lucius pedía por una revisión de los hechos, pero el único que no decía nada era Draco, el Auror encargado liberó a los adultos, y aseguró al platinado menor que antes pidió permiso para besar a su madre y abrazar a Lucius. Sin bajar la cabeza salió del salón rumbo a la zona de Trasladores que lo llevaría a la prisión.

Draco observó a los presentes, estaban algunos conocidos, personas que apoyaron a Voldemort desde el anonimato, los sobrevivientes de la Orden del Fénix, y entre ellos se encontraba alguien que pudo jurar se reía de su suerte. No obstante, quien quería ver para agradecerle su ayuda y la libertad de Lucius y Narcissa no se encontraba.

Antes de llegar a la puerta vio a Ronald Weasley vestido de Auror, en pocas palabras le dio un simple mensaje que el pelirrojo comprendió aseverando que lo pasaría, Draco quiso creerle, también fue el tiempo para pedirle disculpas por tantos años de bromas e insultos.

—No tuviste elección Malfoy —había pasado un año desde que fue encarcelado, la comadreja y todos sus compañeros siguieron con su vida, una que Draco no podría tener por el momento—. Aprovecha estos años, eres inteligente y sabrás que te conviene.

Eso se lo dijo al oído mientras lo abrazaba sin importarle el gritito que Ginny emitió con su nombre, tampoco que estaba prohibido acercarse a los prisioneros, pero a Ron Weasley lo protegía ser parte del Trío de Oro y uno de los héroes de Hogwarts al destruir uno de los Horrocrux.

El menor de los Malfoy se quedó con esas palabras, no escuchó los insultos, la algarabía por ser condenado, en su cabeza estaba la imagen de la comadreja menor halando a Ron discutiéndole. A pesar de ser un traidor a la sangre, el pelirrojo fue el único que le dio una palabra de aliento.

Draco continuó el recorrido sin amilanarse, en la sala lo esperaban para trasladarlo a donde estaría por los siguientes seis años, al menos lo dicho por Weasley era verdad, con las últimas reformas al sistema carcelario, sabía que el lugar no sería tan malo siempre y cuando supiera a quien aliarse y como sobrellevar la situación, ya no podía comportarse como el tonto niño rico que hasta el momento había sido, bajar la cabeza significaba supervivencia, y tendría tiempo de sobra cuando saliera de ese lugar para recobrar su orgullo.

Dos Aurores que le sacaban por los menos quince centímetros de estatura lo cogieron de las manos, las colocaron sobre lo que parecía un placa y todo le dio vueltas, al llegar a la isla de Azkaban los hombres con uniforme que allí se encontraban le miraron con desprecio, conocía muy bien la reputación de su familia, esperaba al menos no recibir golpes en la puerta de la prisión, aunque sabía que los tendría.

Una vez dentro, fue llevado a una sala donde le pidieron desnudarse, la requisa —de por si penosa— fue realizada con minucia, Draco se sintió demasiado expuesto, más cuando le hicieron doblarse para revisar sus partes íntimas, podía jurar que escuchó un silbido y hasta una frase sobre su culo sangre pura que le produjo un escalofrío por todo el cuerpo. Después de eso le entregaron un par de uniformes, una almohada, y el equipo de aseo, siendo llevado al pabellón de los mortífagos, donde lo recibieron como un traidor, ¿podría existir un peor castigo?

—Bien ¿Qué tenemos aquí? —la voz de un Auror que parecía el encargado de esa zona—. Draco Lucius Malfoy Black, 175 cm de altura, peso 60 kilos, rubio, ojos grises, mayor de edad...cumpleaños...acusado de intento de homicidio a...seguidor de...

El hombre seguía leyendo entre dientes los datos de un pergamino donde estaba su fotografía de cuando cumplió los diecisiete, antes de finalizar con el prontuario, el Auror fijó sus ojos en él y notó la preocupación que tenía.

—Te recomiendo que seas inteligente, estarás en un pabellón donde tu familia no es muy querida, podré hasta cierto punto protegerte, pero allá dentro estás solo y ellos tienen sus propias leyes.

—Gracias señor... —el tipo estiró un poco su boca en señal de aceptar el agradecimiento, pero se veía su desasosiego, le dio la mano e hizo la presentación debida—. Gracias Auror Stevenson.

Draco fue conducido a la celda donde viviría, escuchó nuevos improperios junto a los piropos que ya había oído en su auscultación, se recordó tan pronto pudiese cortar su cabello al ras, en esos meses en la celda del Ministerio había crecido demasiado, y no quería llenarse de bichos por la humedad y la oscuridad de la prisión.

Entró al cubículo de 3 m por 1.5 m, tenía una cama con un colchón que a pesar de estar limpio mostraba una que otra mancha, un lavabo y un inodoro en la parte contraria a la cabecera de la cama. Le quitaron los grilletes de las manos y de los pies, algo diferente, porque como le comentó Lucius, siempre permanecían llenos de cadena para que no escaparan.

Daniel Stevenson le explicó los horarios y la posibilidad que tenía de hacer los EXTASIS y si quería estudiar para algún oficio dependiendo de los resultados podía aplicar, antes de marcharse el Auror, Draco le pidió si podía hacer un hechizo para su cabello, el hombre lo observó, murmuró un lástima, y con su varita apuntó para dejarlo con el cabello a ras con un largo más o menos de un centímetro.

La expresión del castaño fue de sorpresa, a pesar de las ojeras, la extrema delgadez, y el color grisáceo de la piel, la apariencia del joven seguía siendo atractiva, eso implicaba un problema, ya que el vejamen mayor significaba marcar el cuerpo del chico y quebrar su orgullo.

Después de que Stevenson se despidió, Draco se dedicó a arreglar su habitación, nada lograba con amargarse la existencia, bien decía Shakespeare, un mago sangre pura que se fue a vivir con los muggle como signo de rebeldía, un tipo similar a Sirius Black recapacitó.

Sacudió la cabeza para regresar a la frase, el dramaturgo expresó que el tiempo pasaba lento para los que esperan, y Draco deseaba que su estadía ahí se fuera lo más rápido posible, por eso no se acobardaría, haría todo lo que estuviese a su alcance para que los seis años fuesen productivos sin meterse en problemas.

Durante las primeras semanas la situación fue insostenible, al menos el corte de cabello y el tatuaje en su brazo, así como las intensas sesiones de ejercicio le ayudaron retomar un poco de la apariencia que tenía cuando jugaba Quidditch, nunca fue musculoso, pero la contextura andrógina que lo caracterizaba le metía en problemas constantemente, más cuando varios de los carroñeros que llegaban a Malfoy Manor trataron de ligarlo, fue cuando aprendió con más ahínco los hechizos verbales, sonrió porque eso lo sabían muy pocos. Su tía Bellatrix entre las cosas buenas que hizo por él, cabe resaltar que no eran muchas, fue que en el año de su permanencia en la mansión, pulió en él la Oclumancia, según Bella, era un don que tenía, así como había legerementes naturales, también existían los oclumantes, y Draco era uno de ellos.

Su tía le ayudó a aprender varios hechizos sin varita, tanto verbales como no verbales, pulió su capacidad de duelista y la transformación, dejó de lado las pociones, más por el tiempo que porque su interés no siguiera en el tema.

Fue así como en las primeras semanas en Azkaban logró salvarse de varios ataques, pronto se fue creando una fama y comenzaron a respetarlo no por su apellido sino porque demostró que era alguien inteligente y sagaz. Pronto Stevenson se dio cuenta que el liderazgo del joven Malfoy podía utilizarlo a su favor, o simplemente, como se lo aconsejaron varios de sus compañeros Aurores, provocarlo para que cometiera un error y eso lo llevara a ser juzgado con una condena más dura o con la pena máxima.

Cuando se cumplían cinco meses de su condena, Draco se dirigió a la biblioteca después del almuerzo, al fin les entregarían los formularios para poder presentar los EXTASIS, poder revisar lo que podía estudiar desde allí y como sería evaluado. Agradeció mentalmente a Kingsley Shacklebolt por las reformas que implementó, muchas de ellas tomadas del sistema penitenciario muggle, pero que les daban ventajas a los magos que estaban en Azkaban.

Se sentó en una de las mesas centrales para llenar los datos requeridos, de pronto vio como los otros reclusos salían del lugar de manera silenciosa aunque evidente, decidió no darle importancia y mantenerse alerta, un hechizo para trancar la puerta le demostró que debía defenderse, ser la perra de alguien no le llamaba la atención, así que lucharía como una gata con uñas y dientes para defenderse.

Sonrió por la comparación, le estaba haciendo daño leer tanta historia de magos que vivieron en sitios no mágicos. La mano en su hombro fue el inicio de la pelea que se le avecinaba, con rapidez echó la silla para atrás y propinó un cabezazo a quien escuchó gemir diciendo que le había rotó la nariz.

Draco tenía frente suyo a tres atacantes, curiosamente todos eran Aurores, lo que le dificultaba actuar porque descubrirían su punto fuerte y que bien lo libró de varias situaciones en esos días, así que sus armas se reducían a una pluma y su cuerpo, nunca fue bueno en la lucha cuerpo a cuerpo, hasta la Granger le rompió la nariz de un puñetazo, pero por su vida esperaba recordar las clases de defensa personal que su padre le obligó a tomar cuando chiquillo.

—Veamos qué tan buena eres "rubia" —siseó uno de sus atacantes con la varita en alto. Draco colocó la pluma en su boca para despojarse de la parte de arriba del uniforme de preso que llevaba—. ¡Esto fue rápido! ¿Quieres acción zorra?

—Parece que el señor Tenebroso le enseñó bien para que sirve las nalgas que tiene.

El comentario obsceno provocó que los Aurores rieran bajando la guardia, tiempo suficiente para que Draco lanzara la camisa a los ojos de quien le apuntaba logrando desarmarlo, mientras clavaba la pluma en la yugular sin atravesar la piel.

En la posición que mantenía pidiéndoles a los hombres que le dejaran salir, descuidó su espalda, fue cuando un golpe le derribó siendo inmovilizado por entre cuatro magos que de inmediato lo pusieron contra el piso. Cogiéndole de la garganta le hicieron ver hacía quien encendiendo un cigarrillo se sentó en una silla frente a Draco.

—Felicitaciones Malfoy, tienes agallas, de razón que los demás te dejaron en paz.

—Stevenson me vencieron porque descuidé mi espalda, puedo preguntar a qué debo esta charada.

El Auror ordenó que lo soltaran, pidió que los dejaran solos, cerró la puerta de la biblioteca y aplicó un hechizo silenciador, Draco asumió que lo que hablarían era muy importante por toda la seguridad desplegada.

—Complétalos, haré todo lo posible para que las pruebas las presentes y puedas estudiar lo que quieras en el mundo mágico o en el muggle —señaló deslizando los papeles que pronto Malfoy llenó para devolvérselos con desconfianza.

El Auror dobló el pergamino para guardarlo en su uniforme, Draco seguía esperando una respuesta convincente a lo que acababa de suceder.

—Eres interesante Malfoy, desde que llegaste has hecho magia sin varita, sabes esconder tu poder y analizar las situaciones con poca información colocándolas a tu favor.

Draco entornó los ojos, no veía a Stevenson desde que llegó y parecía que el tipo lo tenía más que vigilado, por eso actuó con astucia, no sin antes dejar clara la situación de sus padres.

—¿Mis padres no sufrirán por esto? —si ellos estaban bien, él soportaría lo que fuera, Daniel lo observó en silencio, siendo correspondido por el platinado.

Stevenson era un hombre de unos treinta y tantos años, piel blanca, ojos marrón y cabello castaño, buen cuerpo, quizás por el entrenamiento de Auror, pero que mostraba en su mirada un sentimiento particular que Malfoy no lograba descifrar.

—¿Fumas? —el ojigris negó con la cabeza—. Actúa como lo has hecho hasta ahora, esto es una cárcel, con mejores condiciones, pero todavía existe mucho resentimiento por Voldemort, y porque hay gente que no entendió lo que significó su muerte.

—¿Voy a ser un soplón?

—"Diente por diente y ojo por ojo" —sonrió el Auror—, haré que puedas comunicarte con tus padres, y tú me ayudarás con pequeñas actividades en la cárcel.

Draco no le puso atención al tono de Stevenson, se quedó pensando en el detalle de que aunque en su sentencia nunca se le dijo que estaba incomunicado, lo cierto es que en esos meses no había recibido ni una carta de Lucius o Narcissa, la propuesta resultaba tentadora.

—¿Tengo que hacer alguna promesa de sangre o firmar un papel? —la carcajada del Auror fue suficiente para entender que su pregunta era ridícula.

—Aquí la palabra tiene más peso que cualquier cosa, si me fallas, la sangre será la manera de pagarme, ¿te arriesgas?

Draco negó de inmediato, le extendió la mano que fue tomada por el Auror dándole un beso en el dorso, el platinado se sintió incomodo con la acción, la última vez que alguien tuvo un detalle cariñoso con él, a excepción de sus padres, fue en una situación bastante penosa que no quería recordar.

El hombre se marchó tras darle unas últimas indicaciones, Malfoy se quedó pensando en lo ocurrido, sabía que Stevenson le estaba ocultando información para poder manipularlo a su antojo, pero en esos seis años, tener su apoyo sería mejor que estar solo.

Caminó rumbo a su celda, esa noche no cenaría, demasiadas emociones en muy poco tiempo, acostado en el camastro, a su mente llegó la imagen de Potter, se preguntó que habrá sentido cuando se enteró de su sentencia.

«Eres imbécil Draco, bien que debió alegrarse porque siempre hemos sido antagonistas». Sonrió por la rivalidad que mantuvieron desde que se conocieron en su primer año de escuela, una que se afianzó por su amistad con Granger y Weasley. Fue curioso recordar a Ron Weasley, por unos segundos quiso escribirle y preguntarle por cómo le iban las cosas, así como contarle que presentaría los EXTASIS, que locura.

Su estómago rugió, y ganó la lucha a su cerebro que estaba pidiendo por unas horas de sueño, se levantó y fue a comer junto con los otros detenidos, en el comedor los Aurores que le habían atacado lo miraron con recelo, cuando entró Stevenson seguido del director de Azkaban, Herman Flikiers, todos se levantaron para escuchar lo que tenía que decirles.

—El Wizengamot de ahora en adelante será quien dirija la prisión, sus órdenes son que recuerden lo que es purgar un crimen —todos los reclusos se miraron sabiendo que las buenas intenciones del Ministro terminaban con las nuevas disposiciones—. Y para que se vayan acostumbrando, prepárense porque vuelven los dementores.

La cena fue amarga, el temor de esas criaturas era porque se metían en la mente agotando cualquier esperanza de vida, los más débiles caerían de primeras, Draco se llevó la cuchara con las verduras a la boca, al levantar la vista, los ojos negros del director de la cárcel lo miraban, estaba claro que él era su objetivo.

 


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