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TELÓN por EmperatrizSLKaiba

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TELÓN

Esté fic es para celebrar la vida de la mujer más maravillosa que ha nacido en este mundo justo hace unos años, me refiero a mi amada faraona, que es sin lugar a dudas el amor de mi vida, y con la que quiero compartir todas las lunas y soles que nos depare está existencia junto con las que nos ofrece el destino que compartimos, te amo infinitamente, y como solo son tuyas las palabras que te doy, y sé bien que eres la fanática más incondicional y amorosa que jamás tendré, considere del todo oportuno, celebrar tu retorno solar, con una de las cosas que más amas de mí; que cabe destacar es definitivamente lo más reconfortante y motivador del universo entero, haces con ese noble gesto que mi corazón lata desenfrenado de felicidad.

Quisiera poder darte en persona la gratitud, el amor, el afecto, la pasión, la admiración, la lujuria, la devoción, la dicha, la entrega que por tu devota gracia real de mi brota, pero no encontraría un envoltorio lo suficientemente grande, ni un lugar tan amplio para presentarlo ante tus divinos ojos; sin embargo estrella de la mañana, debo esperar que aceptes la propuesta eterna de mostrártelo día con día por lo que nos reste y esperar que eso baste, y si por alguna razón no bastara, pido dártelo hasta que el mundo deje de ser mundo, aún si las palabras se extinguieran, por ti buscaría crear un idioma para plasmarlo, vida de mi alma, eres lo mejor que tengo, y si tu me sigues concediendo el don divino de tu amor, no habrá nada que sea imposible de cumplir.

­Solo por ti, para ti, son mis letras, te amo Yailin, feliz cumpleaños, espero te guste mi regalo mi sol y estrellas.

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"¿Por qué crees que eso es lo más profundo para una persona? Es ambos a la vez. Cuando estamos enamorados, estamos completamente en peligro y completamente salvados."

Cerro bruscamente la tapa del libro, sintiendo en su estómago el común retortijón que en los últimos años se había impregnado en su físico, la garganta se contrajo en sincronía, para dar paso a la jaqueca de la madrugada, giro frustrado mirando su reloj de escritorio que imparcial le mostró que eran las tres, pasada de la media con unos minutos más de ello, si se remontara a su memoria, no encontraría un recuerdo de la última vez que pudo ir a la cama a una hora apropiada.

Intento que la voz interna de su cabeza se apagara, no se dijo, definitivamente no era su culpa; se consideraba un hombre cuerdo, responsable, sensato, y siendo así, esos detalles discrepaban en totalidad con su visión del mismo, ningún hombre de su descripción sería tan despreciable para no asumir su responsabilidad, aunque una parte suya gritara a viva voz todo lo contrario; no definitivamente no cedería ante esta horrible cuestión.

Nadie lo mando a sentir, nadie le dijo, anda y enamórate perdidamente en contra de tu buen juicio de un espíritu de hace cinco mil años, ya que es obvio que se quedara contigo; eso sí que era cómico porque en primera a Seto Kaiba nadie le ordena, ni mucho menos alguien le dice que hacer y que no hacer, en segunda tenía motivos válidos para sentirse como se sentía, tenían una historia, una que no solo se remontaba a esa vida, que convenientemente eso era lo único que reconocería para sí mismo, obvio, de toda la sarta de tonterías de la mujer de Egipto, en tercera cada que se veían se sentía la intensidad, esa mirada carmesí brillante que brotaba de esa intensa iris que lograba desorientarlo fuera de órbita solo para perderse en ese mar sangriento.

Se cubrió con sus manos frías el rostro que se tornó rosado, suspirando en represión, era obvio, definitivamente a ese paso acabaría demente, ya que estaba absolutamente jodido en esto, reconocerlo fue una tarea ardua, le tomo meses darse cuenta que no era odio, ni rencor, ni ninguna emoción nociva le que consumía sus noches de insomnio, basto recursos que nunca considero en su visión, aunque no estaba del todo convencido, pero para su mala suerte los recibos y facturas que oculto lejos de la vista del público que develaban descaradamente una pequeña fortuna nada despreciable a su terapeuta junto con un contrato de confidencialidad demasiado detallado, fue como empezó su camino a la cuerda floja para reconocer en voz alta en esa habitación aquello que lo estaba abrumando.

Ahora venía lo más difícil, la confesión, y como un verdugo afilando su hoja para la ejecución, la angustia lo invadió en silencio, ¿Quién diría que el hombre que hacía temblar a toda una multitud de hombres en elegantes trajes se viera intimidado como un niño que teme ver la obscuridad debajo de su cama por un hombre que era de la estatura límite para sus juegos infantiles de su parque de diversiones?, era una locura, a veces la realidad sobrepasaba la fantasía, y por mucho en el fondo de su ser, eso era más aterrador que cualquier cosa que en su vida allá atravesado.

De todas formas, de su visión del mismo, había que resaltar su valor, era valiente, fuerte e invencible como su amado dragón blanco de ojos azules, y por ese motivo, él ya contaba con un plan infalible para hacerle saber a esa momia su vergonzosa situación, además ¿Qué era lo peor que podía pasar?; además de ser abatido emocionalmente, y probablemente encerrarse en su cueva emocional donde nunca debió salir, bueno estaba siendo demasiado fatalista.

Miro de reojo el libro que acaba de cerrar, Cartas de amor a los muertos de Ava Dellaira se leía en la portada, en un movimiento lento se atrevió a rosar con la yema de sus dedos los bordes del lomo de la elegante e invaluable edición, sonrió con ironía amarga, de toda su colección personal, no encontró otro ejemplar para atormentarse esa noche antes de su confesión que justo ese, maldita maldición, y pese a todo, ya era demasiado tarde para retractarse.

Ahora venía lo más difícil, la confesión, y como un verdugo afilando su hoja para la ejecución, la angustia lo invadió en silencio, ¿Quién diría que el hombre que hacía temblar a toda una multitud de hombres en elegantes trajes se viera intimidado como un niño que teme ver la obscuridad debajo de su cama por un hombre que era de la estatura límite para sus juegos infantiles de su parque de diversiones?, era una locura, a veces la realidad sobrepasaba la fantasía, y por mucho en el fondo de su ser, eso era más aterrador que cualquier cosa que en su vida allá atravesado.

De las muchas cualidades que le veía a su egipcia perdición, una de las que más admiraba, era que Yami, su Yami era un completo caballero, alguien confiable, se volvió a sonrojar al recordar lo que más de una semana hizo por él.

Era viernes en la tarde cuando luego de una llovizna ligera en la ciudad, estaciono uno de sus autos deportivos enfrente de la tienda del abuelo, sin pensarlo demasiado bajo del vehículo y camino a la puerta haciendo que está sonara al abrir, mientras un saludo de bienvenida a medias lo recibió, era Yugi quedo petrificado como estatua de la impresión.

Sin esperar mas, el temerario castaño ingreso sin inmutarse hacia el mostrador dejando a su paso un tenue rastro de gotas que reducían menos la probabilidad de que se tratara de una alucinación de otro plano.

-Yugi, necesito que traigas al faraón ante mí, es un asunto importante.- Trato de no sonar demasiado autoritario, pero resultaba casi imposible, claro que con el tiempo aprendió a reconocer al chico enano delante de él como algo más que solo un niño manso del montón, pero la paciencia no era algo que soliera practicar con frecuencia, ademas la mirada que le estaba brindando no era nada amable.

-Kaiba, el rompecabezas está en mi habitación, a Yami no le gusta estar en el mostrador mucho tiempo; además si es tan importante como dices, tendrás que esperar a que cierre la tienda.- Dijo lo más educado y cordial posible, últimamente la relación entre ellos dos empezaba a tener cierta distancia, había días donde Yami prefería encerrarse por completo y no quería salir del laberinto, claro que seguían conversando en las noches, pero desde hacía un tiempo era inevitable sentir que su querido otro yo estaba ocultando algo, lo más doloroso del asunto es que aunque le había insistido en que podía confiar en el, el más negaba el hecho de que tuviera algo que contar o compartir.

-Por si no he sido lo suficientemente claro, soy un hombre ocupado y te prometo que la charla no va a demorar mucho, puedo quedarme a cuidar el mostrador en lo que vas por el, descuida, no me interesa recuperar el titulo que me pertenece por el momento, solo ve por el Yugi, o te juro que subiré, tomare el rompecabezas y te ahorcare con el hasta que se digne a salir de ahí.- De verdad que no era su intensión hacer uso de la violencia, a diferencia de lo que le hacía creer a las personas, odiaba a creces ser brusco; aunque lo que hizo que se pusiera de ese humor tan irritable y explosivo, era el hecho extraño de lo que sus oídos acaban de percibir recién, realmente le era imposible de creer que no tuviera a la mano esa reliquia antigua, desde que lo vio por primera vez, el jamás se despegaba de esa pieza de oro, que conveniente que justo ahora que más necesitaba salir de ahí con su dignidad intacta, ese par se empeñara en hacerlo pasar por esa clase de situaciones innecesariamente incomodas.

-De acuerdo Kaiba, puedes tomar asiento en lo que voy por mí otro yo, espera aquí por favor, procurare no demorar.- Un gruñido cargado de indignación fue lo que recibió como respuesta mientras el empresario tomaba asiento detrás de la barra del mostrador anticuado, al mismo tiempo su vista periférica le permitió ver el ritmo acelerado con el que el joven subía apresurado a su habitación, sintiendo como un frio bajaba por su espalda y una montaña de dudas se plasmaban en su mente.

Al estar frente a su puerta, respiro profundo antes de girar la perilla, esperaba de corazón que no estuviera demasiado deteriorado el lazo que los unía, esperaba que de alguna manera esos años que habían estado juntos compensaran ese predicamento tan hostil que indirectamente se había formado entre ellos, con cierta timidez se fue acercando a paso lento a su escritorio, donde la luz del día gris caía de forma grácil en la dorada pieza central que adornaba el espacio; se fue caminando hasta chocar con la madera vieja que se notaba desgastada pero brillante por el barniz haciendo juego con el lugar, en ese instante con sutileza poso las yemas de sus dedos en los bordes rígidos del lugar que su otro yo llamaba hogar, para alzarlo con delicadeza hasta que el ojo quedo a la altura de su frente, y se estremeció, sin perder más el tiempo, coloco sobre su cuello la cadena que unía el rompecabezas, cerro los ojos para acariciar con las palmas la silueta de la pirámide invertida, en situaciones pasadas, bastaba con tocar mínimamente el objeto dorado, pero paso lo que temía, no estaba ocurriendo nada, inhalo profundo llamando a Yami, pero para su decepción el tiempo transcurrió quedando la habitación en un silencio sepulcral.

-Yami ¿Puedes escucharme?, por favor ven, Kaiba está abajo preguntando por ti, no sé cual es su intensión otro yo, pero ha venido y no para un duelo, no sé de que se trate de verdad, pero al parecer debe ser algo muy serio.- Parecía que la quietud del lugar no iba a cambiar, espero un poco más, y cuando se estaba empezando a formular lo que le diría al hombre malhumorado de abajo, el brillo característico que conocía se manifestó.

- Bajemos juntos Yugi.- Le respondió la voz sin hacerse presente como solía hacer.

- Me parece que quiere hablar solo contigo nada más Yami.- Contesto mientras miraba el rompecabezas con la esperanza de verlo tomar el control del cuerpo que compartían.

- Dile a Kaiba que lo que tenga que decir, que te lo diga a ti, le guste o no somos uno, bajemos ya Yugi, antes de que en su ciega y egoísta desesperación destruya la tienda del abuelo.- Con algo de indecisión camino a la salida de la habitación, notando a lo lejos las escaleras mientras veía con terror como la silueta del ojiazul estaba esperando al pie de la escalera con cara de pocos amigos.

-¿Y bien Yugi? ¿Dónde esta? - De forma firme se planto al pie de la escalera esperando con los brazos cruzados en una pose común

-Verás Kaiba, lo que pasa es que Yami me dijo que lo que tengas que decir, tendrás que decirlo así, el te escucha y...-En el preludio de su diálogo el trago fuerte, callando de inmediato, él sabía que una respuesta así, no sería valida para el director general de Kaiba Corp.

-¡Faraón! Sé que estás ahí, más te vale venir o cumpliré mi amenaza de ahorcar a Yugi con la cadena que tiene puesta si no te dignas a darme la cara en este preciso momento.- En definitiva no era como esperaba dar los pasos a su confesión pero esto era absurdo.

En ese instante el ojo del milenio brillo, dando paso a una nada sutil presentación, en el final de la escalera se encontraba el espíritu del rompecabezas mirándolo feroz

-¿Cómo te atreves a amenazarme Kaiba? Escucha bien, si te atreves a lastimar a Yugi, o a volver a hablarle de esa manera, te voy a enviar al reino de las sombras; discúlpate ya mismo o si no, tu serás el que volverás a conocer mi ira.- La estruendosa e imponente voz del antiguo soberano hizo retumbar las paredes de la casa, sin embargo el hombre alto no logro inmutarse ante eso, miro de nueva cuenta esos rubíes que parecían consumirlo como fuego en las brasas; además de sumirlo en un trance del que no quería salir, subió las escaleras con calma para quedar a la altura de su hermoso rostro, tan diferente al de su reencarnación; cualquier otra persona en su lugar estaría temblando de miedo con esa demostración de poder y magia; en su lugar sin apartar la vista del hombre de los ojos carmesí, lo tomo de las manos.

- Lamento haber amenazado a Yugi, pero lo que tengo que hablar contigo es algo muy personal, quise ser amable, aunque tú sabes mejor que nadie que ese no es uno de mis fuertes; toma, es para ti, espero tu respuesta, me voy.- Dio una última mirada a ese par de ríos rojos que el iris carmesí le brindo, soltó con cariño piadoso las muñecas del faraón para darle un sobre azul membretado de su empresa, y sintiendo de nueva cuenta que el tiempo volvió a correr de forma normal, se dio la vuelta para salir de ahí, sin permitirse mirar atrás, bajo con porte cada escalón, y al entrar en la zona de la tienda de juegos tuvo la prudencia de girar el letrero hacia el lado de cerrado, antes de salir por completo, era lo mejor que podía hacer después de un encuentro tan violento, salió de la tienda, empezando a sentir como sus piernas parecían volverse de hule, hizo sonar la alarma de su fiel máquina europea para abrir la puerta, sus ojos le dedicaron una última mirada a la tienda, para al fin subirse de nueva cuenta al asiento del piloto, en el que se desplomo dando grandes bocanadas del aire que no sabía que estaba reteniendo, al hacerlo hecho su cabeza para atrás mientras pasaba su mano en su frente que había empezado a notar que había gotas de sudor deslizandose por ella, como si hubiera corrido una maratón, se permitió despeinar un poco su estilizado corte, observando su reflejo en el retrovisor, sonrió para él; lo había hecho, nada le habría costado hacerlo por el camino fácil y confiable de la mensajería, pero una parte de él quería estar presente para ver su expresión en primera fila, en vivo y a todo color.

Tenía esa sensación de éxtasis de adrenalina corriendo por sus venas, era en extremo similar a enterrar una pala para remover la tierra, literal sentía que estaba cavando su propia tumba; pero ya lo había hecho, eso era lo importante, sin demorar más encendió su vehículo, no sin antes sacar el peine de su guantera, arreglando lo mejor que podía su temple, y partió de vuelta a su amada oficina para encerrarse y pensar sus siguientes movimientos que obviamente ya tenía fríamente calculados.

En el camino, su mente divago en la situación en la que se había metido, de verdad que ese hombre no tenía ni la más remota idea de lo mucho que en verdad lo añoraba, deseaba tanto haber podido tomar esas manos y besarlas con devoción, miles de noches había diseñado su mente escenarios donde sin más devoraba esa suave piel de pies a cabeza, donde ambos con la voz rota de placer no dejaban de gritar su nombre en entrecortadas respiraciones y suspiros, si que era una tortura despertar y ver que solo era un producto frustrado de la fracción de su pervertidamente, eso lo dejaba desolado y abatido; pues en el presente solamente en el escenario de los sueños se presentaba esa divina gracia, que dolorosamente lo hacía morir y vivir, en perpetuidad, misma que era concebida; en serio que esperaba con ansías la pronta respuesta.

Adentro de la tienda, el desconcierto seguía latente, ya que todavía inmóvil se encontraba el joven de ojos carmesí observando atento el sobre grueso que tenía en sus manos, parecía que esa sensación de la calidez de las manos del empresario tomando las suyas, paro de inmediato su deseo agresivo, ademas venía escrito su nombre en grande con el puño y letra del castaño, su caligrafía fina e impecable, era algo que ni la más avanzada tecnología podía igualar.

Se dio un momento para girar de regreso a la habitación de Yugi, esta vez deslizo atrás la silla haciéndola rechinar ligeramente para sentarse y examinar con atención el objeto, era increíble como podía desatar tan fácil el baúl de emociones dentro de el, parecía como si fuera a un bufete, tomara una cosa de cada lugar y luego las metiera en una licuadora para verterla sin importar el resultado, terrible, encantador, en infortunio o  voraz.

Con dudas sé digno a abrir el contenido, y lo vacío en la mesa sin mucha ceremonia, en ella había una carta que parecía escrita a mano, un boleto a Kaibalandia, una llave pequeña de cobre, un celular de la empresa en un bonito color rojo con detalles parecidos a su dios egipcio favorito, una tarjeta dorada edición especial del mago oscuro de una de las sucursales de arcade del centro, una entrada para la ópera para el sábado de la semana siguiente, una tarjeta con su nombre escrito en dorado en fondo negro y por último un dije que parecía tener una clave para abrirse.

Definitivamente confirmo que en efecto eso era muy personal, y con más intriga en su mente que otra cosa, decido dirigir su atención a la serie de hojas que dejo esparcidas en el escritorio, las tomo con nerviosismo, en efecto eran hojas membretadas de Kaiba Corp. Nuevamente su nombre en perfecta caligrafía se encontraba en el encabezado.

Yami

He escrito en ocasiones múltiples lo que aquí estoy plasmando, me considero personalmente alguien practico, siempre hago las cosas, ya que no tiene sentido explicar el porque lo hago, solo lo hago y listo, sin embargo en está ocasión he tomado la libre decisión de conceder tomar el tiempo de hablar sobre el plan del que espero puedas formar parte, sin condiciones, sin tener que obligarte a nada, sin presiones.

Cosa que espero puedas apreciar, ya que no soy la persona en tu lista de amigos, y antes de que ocurra lo inevitable, quiero ver si existe en tu ocupada agenda personal, un espacio para salir a primera hora el sábado de la semana que viene, quisiera hacerlo mañana pero tengo que viajar a cerrar un contrato comercial importante del cual no puedo deslindarme pues ya todo está reservado y listo; ademas pienso que seguramente te tomara tiempo procesar lo que estoy tratando de entablar contigo, lo cual resulta conveniente para ambas partes.

Y antes de que empiece tu cabeza a debrayar, no tengo intención de hacer una Death-T, ni nada letal, ni de usar aparatos mágicos, es más, toda cosa que altere una convivencia buena, queda descartado, te prometo no llevar ningún disco de duelo, baraja, prototipo o artefacto que nos haga batirnos en duelo, no me interesa pelear por el titulo que ambos sabemos que me pertenece, pero ese no es el punto, porque no va a suceder.

Solo es algo que requiero compartir contigo, ya que desde hace mucho estoy lidiando con ese asunto sin resolver, no es común que reconozca que necesito ayuda, odio admitirlo, pero se que tu eres el único que puede ayudarme a resolver este predicamento, es prudente hacerlo antes de que el mundo encuentre la manera de poner de nueva cuenta nuestra vida y la de nuestros seres queridos en peligro mortal, es importante que sepas, solo que no te lo diré por escrito, esto va mucho más allá y es algo que te incumbe, por difícil que resulte de creer.

No se si tome solamente el sábado, así que contempla todo el fin de semana de una vez, imagino lo que preguntaras a continuación, y si, solo esto te incluye a ti, y solamente a ti; no al perro, ni a la ridícula de Mazaki, ni a ninguno de tus amigos perdedores, salvo Yugi, porque bueno, no es necesario explicar.

Dentro del celular, me tome la libertad de dejar mi número de contacto personal, ademas de otras cosas que imagino vas a ir descubriendo, dejo también aquí una lista de cosas con nombre clave y varias direcciones a las que tienes que ir en el horario y día marcado de preferencia con una mochila para que puedas guardar el contenido.

Creo que es prudente avisarte que en el transcurso de la semana llegaran algunas cosas más que pueden gustarte, eso es tuyo independientemente si quieres venir el fin de semana conmigo o no, te aviso que no hay devoluciones de nada, es un gesto que puedes interpretar como mejor resulte para ti.

Eso es todo por el momento, solo quedo a la espera de tu respuesta, solo pido que esto no sea demasiado para no recibir de tu parte una señal, esperare el tiempo que requieras.

Sinceramente S.K.

A esas alturas cuando llego al final, la tez de su cara se veía adornada con una capa tan roja como sus ojos, eso era sin lugar a dudas lo mas intenso que pudo recibir de parte del autor de esa nota.

¿Qué debía de hacer? Claro que quería ir con el, si algo podía reconocer es que el ojiazul era fiel a su palabra, ahora empezaba a entender la insistencia de hacerlo más en discreción, dioses cuando se lo proponía podía ser incluso demasiado encantador, repaso las lineas de la carta, podía incluso imaginar la expresión que tendría su cara con cada palabra plasmada, en ese momento su mente divago en lo mucho que le gustaría tener todos los bocetos que seguramente estarían vueltos ceniza en algún lugar de su extravagante mansión.

Guió su mano al celular, era un modelo de tapa con detalles cromados que lo hacían recordar a su carta, lo encendió fácilmente apretando un botón en la parte inferior, la pantalla dejo a la vista una animación del logotipo de Kaiba Corp., eso dio paso a un fondo que contenía una foto grupal de sus amigos con el.

Intrigado por la curiosidad fue al menú donde mostraba la galería, y para su sorpresa estaban cargada toda una colección de fotos con sus amigos en diferentes lugares, circunstancias y posiciones, eso era un detalle valioso

Navego encontrando cosas que fueron sorprendiéndolo, ¿De dónde habría sacado Kaiba sus gustos musicales? Incluso en las notas encontró otra serie de listas, de comida, libros, juegos, era sorprendente, no tenía palabras que decir, salvo el pensarlo un poco más, aunque nadie haría algo así solo para fastidiar, si estaba entendiendo bien el mensaje, el director general de la empresa de juegos más grande del país lo estaba cortejando, la sola idea sonaba absurda, pero algo le decía que no era tan descabellado; negó rotundamente su cabeza, quizás el temor que presentía se volvía cada vez más real, había sido demasiado obvio.

De verdad intento reservarse a solo observarlo, trato de alejarse al grado de limitar sus encuentros a cosas indispensables, por eso ya no quería salir del rompecabezas, el era demasiado vulnerable, además estaba el tema de que ese cuerpo no le pertenecía, su querido compañero era el verdadero dueño, por eso se sentía tan culpable cuando en su inconsciencia soñaba con estar al lado de su Seto, que lo abrazara tan fuerte que no pudiera soltarlo jamás, ¡Que desdicha tan trágica!, el sabía que no podía hacer algo así, y aun así quería creer que todo esto era un mal entendió, aunque su instinto le decía que la interpretación de las señales era correcta.

En el transcurso de los días, la palabra del castaño se manifestó en forma de regalos, ediciones especiales de cartas, de discos, de ropa, joyas, incluso un equipo completo de remodelación para hacer arreglos pendientes de la tienda y la casa que habían quedado pendientes por falta de presupuesto, un equipo de limpieza avanzado; aunque esos detalles para su sorpresa alcanzaron a todo aquel que le demostrara afecto, boletos de avión en primera clase para el abuelo con millas ilimitadas, sesiones de spa para la madre de Yugi, cupones de descuento y pases gratis para sus amigos en restaurantes, e incluso buenos trabajos tanto para Katsuya como para Honda.

Y para cuando se dio cuenta, era jueves y el aún no se había dignado a confirmar, reflexiono sobre los pros y contras, Yugi no dejaba de insistirle en que aceptara, para su sorpresa al contarle lo que paso a sus amigos, muchos coincidieron en que no parecía ser una broma, que el castaño tenía límites y que nunca sabría sus verdaderas intenciones si no se animaba a aceptar el gesto, que después de todo con esa serie de detalles había logrado hacer felices a todos.

Resoplo mientras se decidió ir a dar una vuelta al parque de Domino en la torre del reloj a las seis de la tarde porque ese era el siguiente lugar de la lista, para su sorpresa encontró a Seto Kaiba luciendo una chaqueta negra con una camisa blanca que no estaba abrochada del todo y un pantalón ajustado color beige, no se movió de posición hasta que Yami estuvo frente a el.

-Kaiba...vaya que sorpresa.-Dijo intentando inútilmente que sus ojos se quedaran en un punto fijo

-Sígueme, este es el punto de partida, te llevare a donde esta el siguiente presente.-Camino por delante sin detenerse a ver si realmente lo seguía, se sintió ridículo haciendo esto, pero ¿Qué opción le quedaba? La paciencia se había agotado, era obvio que no era correspondido, solo cerraría el ciclo y continuaría, no podía con ese pesado bulto acumulándose en su corazón.

-Kaiba, espérame.-Retuvo en su memoria la visión del hombre que caminaba delante suyo, lucía hermoso, aunque no pudo evitar verlo decaído pese a que traía lentes oscuros las ojeras eran evidentes en su semblante, estaba mas delgado de la última vez que lo vio, y pálido; ¿Le habría ido mal en su junta?, se sintió mal por el, como le gustaría haberle hecho platica sobre eso, quizás no entendería ni la mitad de los términos técnicos, pero al menos eso le daría una pista del porque tenía ese semblante tan poco animado.

Una serie de luces led en forma de estrellas y lunas ilumino una de las partes mas lúgubres del parque, ahora que se lo ponía a pensar entraron en una parte que parecía restringida pues no había una sola persona a la vista salvo ellos, al terminar ese camino, Seto se encontraba operando una especie de reproductor de cine viejo, sintió que no planeaba dirigirle la palabra ya que se veía concentrado en instalar esa cosa, opto por mirar a su alrededor y noto en el centro una especie de sábanas, cojines y una pareja adorable de peluches, un Kuriboh acompañado de un dragón blanco de ojos azules y una pantalla blanca algo alejada pero supuso que en la posición perfecta para que el proyector hiciera su trabajo, junto a los peluches había una serie de golosinas, palomitas de maíz, y una hielera con sodas.

-Kaiba...¿Qué es todo esto?.-El nerviosismo invadió su ser, si lo analizaba buscando referencias lógicas, esto se parecía mucho a varias escenas cursis de películas que Anzu les había obligado ver con ella, solo que el no era una chica en vestido y bueno Seto no era el protagonista amable y carismático que besaba a la chica.

Luego de un rato en silencio, y viendo que la máquina estuviera instalada, contrajo un gesto de incomodidad, pensó que era obvio, exhalo el aire contenido con frustración, quizás esto era la peor idea que se le pudo ocurrir.

-Yami, el presente es ver nuestras películas favoritas mientras cenamos y con suerte esperar que la pasemos bien, aunque si esto es demasiado para ti, puedes irte sin problema y con esa acción me quedara claro que no quieres pasar el fin de semana conmigo; siendo honesto hace unas horas iba a dejar las cosas así, que solamente encontraras el peluche de Kuriboh en la torre del reloj como has recibido las demás cosas, pero hubo un cambio de planes, se que dije que esperaría, sin embargo ya no puedo esperar; dime algo ¿De verdad soy tan mala opción para ti que no puedes rechazar una cita conmigo ni por mensaje?.-No podía mirarlo, así que solo le dio la espalda para cerrar sus ojos y dejar ir todo sin censura, apretando sus nudillos hasta dejarlos en blanco, lastimándose al enterrar sus uñas en su piel carnosa que ardía.

El estaba asombrado, y con cautela se fue acercando hasta quedar frente a la atormentada criatura que tenía frente a él, miro como sus manos temblaban conteniendo sin parar el caudal de emociones; ¿Y si después de todo el estaba tan asustado como él? Fuera como fuera, no podía permitir que el hombre temerario se viera reducido a la visión frágil que le estaba presentando.

-Kaiba, no eres malo en lo absoluto, disculpa si te hice sentir de esa manera, es solo que te has portado tan bueno conmigo, que me abrumo tener tu atención, aunque siendo sincero, no me molesta tenerla.-Con cautela le retiro las gafas negras de su rostro para verlo mejor, y puso una palma de su mano en la mejilla, acariciándolo con suavidad mientras con la otra pasaba sus dedos disuadiendo la tensión de los músculos entumecidos tratando de transmitir algo de tranquilidad en la tormenta.

En unos minutos que parecieron ir en cámara lenta, Yami podía sentir la caricia lenta y resbaladiza de una gota delgada de sudor mientras bajaba por el costado de su cuello haciendo sin querer que sintiera cosquillas además de la rapidez en la que su tez se erizaba.

Todo el cuerpo de Yami estaba envuelto en una densa niebla que solo en la excitación podía formarse, esa perfección en imagen no la tenía ni la mejor realidad virtual.

Sus manos estaban teniendo conciencia propia ya que se deslizaron por la camisa semi abierta del castaño, en un santiamén había alcanzado el último botón, eso hizo que de inmediato saliera del trance en el que se había sumido, de repente aquella prenda parecía estorbarle en extremo, se quitó la camisa, lanzándola en una dirección incierta y miró la hermosa exhibición debajo.

La piel de Yami irradiaba bajo las luces que lo bañaban en el reflector del proyector, ambos se quedaron contemplando en silencio, la camisa negra que llevaba Yami era lo suficientemente pegada para evidenciar que sus pezones se elevaban suavemente con su respiración, y veía que sus pantalones estaban aplastando su erección rígida.

El hombre de corazón de hielo tenía la mitad de la mente en cancelar su intento de confesión, pero estaba esperando lo que había planeado.

-Mírate Yami, eres tan hermoso.- Exhaló con fuerza, sosteniendo la barbilla del hombre de su vida en su mano, aquellos ojos comenzaron a convertirse en profundos lagos de color carmín, moviéndose de un lado a otro antes de empujar hacia adelante y conectarlos con un beso abrasador.

Yami no pudo evitar soltar un gemido que se le escapó, el hombre de negocios mordió y chupó los labios de su egipcia perdición, atacándolos con una ferocidad que solo ellos conocían, habían estado muriéndose de hambre desde hace tanto tiempo.

El tricolor hizo todo lo que pudo para relajarse en una sumisión familiar, dejando que el castaño tomara el control con la confianza que lo volvía loco.

La mano del director general acarició el brazo de la joya mas valiosa que en su vida podría tener y se posó en la mano que estaba en el cuello del hombre que inútilmente se había negado a amar.

Suavemente, lo apartó de su rostro y lo movió detrás del cuerpo del egipcio sin que el otro apenas se diera cuenta de que se había movido.

En ese instante se separó, dejando solo el espacio suficiente para respirar a duras penas mientras veía los ojos dónde se perdía sin remedio abrirse para mirar a los suyos con una lujuria recién descubierta.

-Así que soy bueno para ti, ¿no es así?.-Exhaló. Yami trató de mover su mano hacia el cabello sedoso de color chocolate, queriendo aplastar sus labios contra los del otro y nunca soltarlo, pero se encontró incapaz de moverse.

Flexionándose un poco, se dio cuenta de que el astuto joven de ojos azules le había atado las manos a la espalda, se percato algo tarde que una correa gruesa estaba envuelta alrededor de sus muñecas, y el metal frío le provocó escalofríos en el brazo; para esas alturas solo podía asumir que era el cinturón del divino dueño de su corazón, lo cual hizo latir con emoción de forma desbocada su corazón; pero, la duda embargo su mente ¿Cuándo se había tomado un momento para quitárselo? Una ola de calor se apoderó de su cuerpo y su erección se balanceó contra su estómago en anticipación a lo que pensaba que traía entre manos aquel anfitrión peculiar que no parecía tener intención alguna de quitarle la vista de encima,

Estaba extasiado de placer con solo eso, sumido en esa percepción que no se atrevió a hablar por miedo a seguir tocando el orgullo herido del ojiazul, y la pequeña posibilidad de que se detuviera, sí admitía que había descubierto su plan.

En lugar de responder para evitar volver a sentirse raro simplemente asintió.

-Bien Yami.-Kaiba sonrió y volvió a juntar sus labios como si hubiera leído la mente del soberano.

Al ver el lienzo en blanco frente a él, Kaiba no pudo evitar sentir su corazón saltar en su pecho ante la idea de deslumbrar a su hermoso tesoro invaluable.

Agarró su cuello, tratando de hacer desbordar todos sus sentimientos en el beso con la esperanza de que de alguna manera llegara al maravilloso hombre debajo de él. Su rival jadeó, y eso decidió tomarlo como una señal para seguir adelante, de esa manera no perdió tiempo en sumergirse en su boca, haciendo girar sus lenguas tratando de asimilar cada centímetro del otro.

Nuevamente dejó escapar otro gemido cuando finalmente sintió que el alto hombre lo agarraba, dándole una larga y tentadora caricia.

Independientemente de lo que pensara el ojiazul, para Yami, si había una representación del paraíso, esa era, ya que para eso estaba más que dispuesto a dejarlo hacer lo que quisiera, la sola idea hizo que su cuerpo reaccionará sin resistencia, podía sentir que su rostro se ponía aún mas rojo mientras el fornido hombre continuaba con sus lentas, dulces, adictivas largas caricias, quería gritarle que no se atreviera a parar, lo mucho que deseaba que fuera más profundo, que se diera prisa.

Pero todos y cada uno de los pensamientos que tenía se borraron de inmediato cuando sintió una presión fría envolver la base de su eje provocando que un ruido ahogado saliera de su garganta; incapaz de hacer nada más, lloriqueó el nombre de su hombre en una súplica desesperada.

-S-Seto

-Mmmm, ¿si?.-El ojiazul simplemente ronroneó en su oído, amando la forma en que gritó su nombre, haciendo inevitable que la esperanza que creía perdida nuevamente volvía a surgir.

Saco la corbata que tenía guardada en el bolsillo de su pantalón, mientras bebía la imagen del que sería su novio, su amante, su esposo, su todo, tratando de grabarla en su memoria para siempre, esperando que fuera la primera de muchas veces en las que pudieran experimentar tal catarsis de placer mutuo.

La cabeza del joven tricolor estaba estirada sobre el pecho desnudo del hombre frente a él y su respiración salió en breves jadeos mezclados con gemidos, se estaba moviendo un poco, ya sea por sus manos retenidas detrás de su espalda, o por el pantalón que lo mantenía alejado de su desesperada liberación; pero de cualquier manera no podía dejar de mirarlo con atención desbordante.

-P-por favor, no puedes dejarme así.- Los ojos color carmín se encontraron con las gemas color mar, no había forma de que durara una hora con una erección goteando mientras lo seguía contemplando, después de todo quería castigarlo por haberlo hecho esperar, era tan obvio lo mucho que se deseaban.

Tomo su corbata, ondeándola como bandera sacudiéndola, para arrojara sobre los hombros de Yami, subiéndose a su regazo tal como lo había hecho su hace unos momentos.

-Yo nunca sería capaz de hacer algo así, además, ¿Alguien no está olvidando algo?-.El empresario tenía una cierta mirada en sus ojos en la que él antiguo rey había aprendido a no confiar.

La ceja del castaño se arqueó con gracia y se rió entre dientes cuando dejo salir del maletero del proyector un consolador grueso y un lubricante sabor chocolate

-Seto.-Sintió un pequeño fuego crecer dentro de él, entonces estaba planeando lo que pensaba que podría hacer con el, parecía que había adquirido la habilidad de leer las fantasías secretas de su mente, después de todo, se imagino que iba a llenarlo por completo y dejarlo retorcerse mientras tenían su cita a solo unos metros de él, aquel panorama de pensamiento lo hizo gemir.

-Shhhh, Yami, puede que ordenara desalojar el parque entero y mi personal tiene ordenes estrictas de no venir a molestarnos aquí.-Lo silenció con un beso rápido, para alejarse ligeramente para quitarse los zapatos y luego deslizar sus calcetines fuera de sus pies, para tomarlos y enrollarlos poniéndolos en la boca del antiguo rey, luego acercó su corbata al cuello del más bajo  y comenzó a envolverla alrededor de su boca para silenciarlo.

-Pero como medida adicional, será mejor si somos discretos, ¿No te parece sensato Yami?.-Preguntó, viendo como el asintió levemente, y no pudo evitar sonreír.

Ambos caminaron hacia donde estaba su sala improvisada, le quito los pantalones con todo y ropa interior lanzándolos fuera de su alcance, para separar las piernas de Yami mientras las arrojaba sobre sus hombros, tirando más cerca de él para que ahora estuviera acostado de forma cómoda.

Tarareo para sí mismo, cuando se dio la oportunidad de admirar el cuerpo perfecto de su faraón, su miembro grueso perfecto se tensó justo frente a él, brillando en la tenue iluminación de la velada mientras su ano se contraía con anticipación bajo la mirada zafiro.

Se inclino hacia adelante, dandole una larga lamida desde la entrada hasta la punta de su erección, lo que le concedió el sonido mas hermoso que alguna vez escucho, un gemido ahogado y un retorcimiento de su compañero.

Sin darle tiempo para recuperarse, se sumergió y comenzó a lamer su entrada con vigor, gozo y devoción; después de todo, quería darle un castigo ejemplar al hombre debajo de él, por torturarlo en espera casi toda una semana, eso era algo que no olvidaría tan fácil.

El castaño envolvió sus brazos alrededor de las piernas de su adoración y le dio un pequeño jalón, tirando de su trasero hacia adelante para que pudiera tener un mejor acceso; aprovecho la oportunidad para abrir la botella del lubricante que estaba goteando en el cojín, justo no pudo importarle menos cuando la apretó en sus dedos, frotándolos rápidamente para calentar el líquido, una vez que sintió que estaba en la consistencia correcta, acercó sus dedos a la entrada y unió su lengua para abrir a su hombre en preparación para lo que vendría.

El temerario hombre de negocios sabía que para ambos era su primera vez, así que tenía que prepararlo adecuadamente porque  estaba consciente de que  corría contrarreloj del remordimiento y no podía perder tiempo.

Esto resultó en que moviera un dedo hacia adentro mientras su lengua lamía alrededor del para tratar de relajarlo, mientras azotaba de vez en cuando la palma de su mano en su trasero haciéndolo gemir más profundo; por su parte el estaba escribiendo en éxtasis mientras el castaño manejaba un segundo dedo muy bien lubricado, apartando un poco su lengua para comprobar la hora en el reloj de su muñeca, solo unos minutos más hasta que tuviera que poner en marcha el aparato, después de todo necesitaba devolver esa reliquia al museo de Domino antes de la media noche que fue la única condición que le dieron para prestárselo.

De vuelta a la tarea que tenía entre manos, comenzó a besar y pellizcar los tentadores muslos carnosos que resultaban suaves como nubes, dejando pequeñas marcas púrpuras, mientras sus dedos se cortaban en un movimiento familiar en busca de una meta en común, se dio el espacio para espirar hondo, inhalando el aroma de Yami, que era dulce como flor de loto.

-¡MMMMGGGGHHH!-Un choque en la parte correcta fue contra la mano hábil del castaño que consiguió hacerlo gemir con un ruido incoherente cuando los dedos dentro de él acariciaron ese punto especial a la perfección. Aprovechando la oportunidad para atacar el mismo lugar con intención mientras trabajaba en un tercer dedo que tenía, lo dejaba envolver  en un charco de deseo, pasión y lujuria.

Con facilidad, el castaño inclinó su largo cuerpo hacia dónde se arrojó el consolador y apretó un poco de lubricante en el eje purpúreo brillante, dando paso a unos pocos movimientos rápidos para asegurarse de que estaba cubierto, el ojiazul quitó sus dedos y untó un poco de lubricante extra en la entrada para mayor precaución. 

Este consolador era más pequeño que su miembro, pero tendría el tamaño perfecto para preparar a su divina joya para él; la imagen que le estaba brindando era tan sensual, que quería enmarcarla; fue cuando lentamente, empujó el consolador más allá hasta que tocó fondo en la base acampanada; Yami gimió ante la sensación de estar lleno, concentrándose en mantener la respiración uniforme.

-Ahora, su majestad le pido que no haga ningún ruido o no obtendrá su recompensa .-Con sus manos acarició el flequillo de Yami, dandole una nalgada traviesa hacia atrás y lo miró a los ojos.

-Mmmmm.-Exhaló por la nariz y asintió.

Se levanto para poner en marcha el proyector, eligiendo primero la película favorita de Yami, y una vez que esta empezó, acomodo a su sometido faraón a su lado mientras corría la cinta, después de un rato estaba sentado justo cuando lo dejó, con las piernas abiertas, antes de que la trama del filme llegara a la mitad.

El joven de ojos carmesí no estaba seguro de cuánto tiempo había pasado, al principio, solo estaba concentrado en las sensaciones que recorrían su pequeño cuerpo, pero pronto se acomodó y escuchó la voz de fondo del dialogo de los personajes mientras su mente se acostumbraba al leve dolor que palpitaba entre sus piernas, trató de aliviar algunos dolores estirando la espalda y soltando los brazos atados, lo que lo dejó volteado de costado, desde este ángulo tenía una vista perfecta del sensual hombre que tenía a su lado, notando un detalle que lo dejo más duro, estaba usando unos anteojos que lo hacían ver aún más sensual y el no pudo evitar desmayarse por esa visión del ojiazul con anteojos, lo cual su mente almaceno en una nueva fantasía en la que esperaba que le dejara hacer un oral algún día y lo dejara correrse sobre su cara con ellos puestos.

La boca del hermoso e imponente empresario se movía, pero era incapaz de poder entender o prestar atención a las palabras, aquel recurso se había estancado en estudiar su rostro mientras su nariz se arrugaba con disgusto, o cuando se pasaba los dedos por él flequillo en agonía, parece que le estaba prestando demasiada atención a la película,  lo que hizo que cierto calorcito se acumulara en su corazón, se sintió atraído por la idea de compartir mas cosas así, ya que esto definitivamente significaba más momentos inolvidables que sabía que ambos iban a apreciar, su corazón se aceleró porque la película terminara, estaba lleno de emoción, sentía que estaba listo para asimilarlo todo.

El castaño debe haber sentido ojos errantes en su cuerpo, porque su mirada rápidamente se dirigió a la forma del tricolor a su lado, sonrió levemente antes de volver su atención a la pantalla que proyector seguía transmitiendo, continuando con su dulce venganza, eso le daría una lección de que cuando el pide una contestación, está debe de ser inmediata, en ese instante inclinó su mano con una enorme sonrisa algo retorcida hacia el bolsillo de su pantalón, pasaron unos segundos antes de que una descarga eléctrica recorriera la columna del hermoso tricolor; el consolador había comenzado a moverse.

Atemorizando cualquier ruido que se atreviera a escapar, apretó los dientes y miró al autor intelectual de esa tortura con una mezcla de ira, lujuria y necesidad. Sin embargo, eso no lo inmuto ya que no le dio una mirada, dejó un pequeño dispositivo de plástico a un lado de su tazón de palomitas de maíz, lo que confirmo que era el control remoto del consolador, y continuó pasible viendo la película.

Habían pasado cincuenta minutos, ochenta minutos, tres días,  no estaba seguro, pero sabía que había pasado demasiado tiempo, miro de reojo la pantalla que mostraba que faltaba poco para terminar la escena final casi podía llorar de alegría, lo miró fijamente, suplicándole que se acercara a él.

-Ahora que tu película favorita termino, veamos la mía.-Estiró el cuello hacia ambos lados, suspirando cuando dejó escapar un estallido satisfactorio.

Metió la mano en el bolsillo nuevamente para sacar su teléfono celular y lo tocó un par de veces antes de acercarlo a la oreja, mientras esperaba, agarró el pequeño controlador de consolador y lo hizo girar en sus manos. Yami escuchó una pequeña voz en la otra línea.

 -Traigan la cena, y déjenla en el carrito en la entrada de las luces led.-Dijo antes de arrojar su teléfono en su escritorio.

A estas alturas, la corbata azul claro se había oscurecido alrededor de la boca del soberano, y un poco de baba corría por su barbilla, los ojos azules bailaron a través de su cuerpo, admirando las leves marcas donde el cinturón sujetaba sus manos, y la forma en que su erección estaba de un rojo magnífico, dolorido por ser tocado.

Yami se incorporó y se sentó con las piernas bien abiertas, pidiéndole entre gemidos al ojiazul que se acercara a él con un fuego en los ojos, el castaño le devolvió la mirada, presionando un botón al costado del control del consolador en sus manos, eso hizo que el joven de ojos carmesí se echara hacia adelante, sintiendo que el consolador apenas pasaba por alto el lugar que deseaba que llegara. 

-MMMFH

-Hiciste bien en escucharme, en venir aquí esta noche lo que espero que te dejará en claro lo mucho que me dolió que no me llamaras o me escribieras ni una sola vez te dije que no soy alguien paciente.-El hombre alto caminó hacia él, agarrando su barbilla por lo que se vio obligado a mirarlo, buscó detrás del cabello teñido y deshizo el nudo con facilidad, soltando el lazo de la boca de su amante, escupiendo la bola de calcetines que rodaron en el pasto.

-S-Seto por favor.-Gimió con desesperación tan pronto como estuvo libre, el castaño se agachó y le dio a su erección una rápida caricia, que hizo gritar al joven tricolor.

-¡Seto!.- El empresario exitoso no pudo evitar sonreír, definitivamente su personal habría escuchado con atención ese grito erótico del nombre de su jefe, y aunque nunca dirían nada, lo llenaba de orgullo saber qué lo sabían, que sabían que Yami era suyo. 

Dio un par de nalgadas mas a su torneada masa muscular, lo que provoco que dejara escapar un suspiro que se transformó en un gemido; el consolador seguía retorciéndose dentro de él, y ahora que tenía a su torturador pervertido frente a él se estaba ahogando en su olor. 

-Yo...quiero mas.- No pudo terminar antes de que sus ojos se volvieran hacia atrás y se cerraran con fuerza mientras su pelvis empujaba hacia adelante; se corrió por todo su pecho, dejándose caer contra los cojines; el joven de ojos carmín dejó escapar respiraciones rápidas y entrecortadas. 

-Más-Susurró en voz baja sin darse cuenta, quería la atención indivisa del ojiazul mientras se la diera, estaba decidido a entregar todo su ser si aquel hermoso castaño siguiera mirándolo con esos ojos tormentosos y llenos de lujuria.

El castaño se burló, desabotonándose los pantalones para liberar la furiosa erección que había quedado atrapada desde el momento en que puso él consolador en la perfecta entrada sensible y estrecha de su Yami.

Deshaciéndose del resto de su ropa, estuvo encima del faraón en cuestión de segundos, atacando su cuello y absorbiendo los sonidos que resonaban por toda el área. 

El empresario fornido susurró palabras que solo los dos sabrían mientras su mente corría con todas las posibilidades, quería tanto llevar a Yami junto a el, estar con el para siempre solo los dos, pero por el momento se limitaría a está pequeño refugio improvisado; quería tenerlo sobre la parte superior de la mesa del proyector, sobre el húmedo pasto silvestre del parque, en su silla, contra los arboles, sobre la alfombra peluda que puso para estar más cómodos. 

Quería tomarlo una y otra vez hasta que su mente fuera una pizarra en blanco, desprovista de todo pensamiento excepto por su nombre y exprimir hasta la última gota de semen en él. 

Serpenteando una mano entre ellos, agarró sus miembros con una de sus enormes manos y comenzó a bombearlas juntas. 

-¿Cómo lo quieres?.-Gimió en el oído de su amante. La mente del tricolor estaba trabajando horas extras tratando de procesar las sensaciones y palabras que el sensual castaño le estaba dando.

-Dime Yami.-Exigió en un susurro mientras le mordía el lóbulo de su ojera, despacio y respirando la esencia de su piel

-Yo...quiero montarte-El aliento del egipcio se atascó en su garganta mientras trataba de hablar, casi gimió cuando su espalda se arqueó ante el toque pecaminoso del  hombre de ojos zafiro.

-Desátame, por favor Seto.-En ese lapso cambió de posición para que estuviera sentado en su regazo y pudiera estirar la mano para desenredar su cinturón. 

El joven de ojos carmesí aprovechó la oportunidad para atacar la boca del hombre de ojos color océano, con la esperanza de expresar cuánto lo deseaba, del amor que el también se había avergonzado y empeñado en sepultar, pero que era imposible de corresponder o   admitir.

Cuando una de sus manos finalmente se liberó, sin poder contenerse las envolvió alrededor del cuello del empresario, sin importarle que el cinturón fuera arrojado lejos de su vista con un sonido metálico. 

Apoyándose en él con todas sus emociones.

-Seto.-Gimió entre besos, como si supiera, el castaño lo cargo aferrándose a él y masajeó sus mejillas con sus grandes manos, ahuecándolas perfectamente como si fueran esculpidas por los mismos dioses solo para su deleite personal. 

Agarró el extremo del consolador, todavía moviéndose salvajemente en el egipcio, comenzó a meterlo y sacarlo lentamente, el tricolor se quejó, queriendo que su amado reemplazara el juguete por él mismo, y fue así que él obedeció en silencio, bromear con su divina perdición siempre era divertido, pero podía reconocer que también estaba al final de su cuerda; no podía esperar a estar lo más cerca posible del hombre que lo hacía perder todo sentido de razón, y lo necesitaba ahora. 

Saco el consolador con sumo cuidado y delicadeza, presionando un botón en la parte inferior para detener el movimiento y lo arrojó a los cojines, agarrando el lubricante, apresuradamente cubrió su miembro con la sustancia antes de alinearlo con la entrada de su faraón.

-Te amo.- Dijo en un susurro guiado a su oído mientras miraba los ojos llenos de lujuria carmesí ardiendo como miles de llamas a las brazas, el era consciente que no podía decirlo lo suficiente, no podía expresarlo lo suficiente, este hombre era su mundo entero, y no pudo evitar preguntarse si lo sabía.

-También te amo.-Exhaló el antiguo soberano y el empresario empujó su miembro adentro, su corazón palpitaba; definitivamente tener el consolador dentro era una cosa, pero la erección del director ejecutivo era otra historia, era más largo, más grueso, más cálido y solo, algo así solo podía pertenecer a su amado; ambos dejaron escapar un gemido al unísono, deleitándose con la sensación de estar conectados en ese vinculo especial; el tricolor se tomó un segundo para adaptarse, o tal vez solo para recordar este sentimiento, antes de que él plantara sus pies en el pasto y comenzara a rebotar sobre la erección de su azulina perdición.

Sus gruñidos y gemidos llenaron el espacio, el joven empresario se inclinó hacia adelante para atacar los pezones duros del faraón; uno de sus puntos débiles, lo había supuesto por la forma en la que se estremeció al principio podía sentir las lágrimas en la esquina de sus ojos, esperando ansiosamente su liberación antes de que pudieran caer en una emoción abrumadora. 

El ojiazul aprovecho para mover sus manos a las caderas suaves del tricolor y comenzó a encontrarlo a mitad de camino con vigor, logrando con éxito que su ritmo se acelerara y sus movimientos se volvieran más erráticos cuando chocaron en un beso feroz. 

En ese instante el joven de ojos color fuego comenzó a buscar a tientas, la fatiga de ser objeto de burlas en el cojín durante una hora lo estaba alcanzando, y el empresario no perdió el tiempo en ajustarlos, para ese momento el tricolor estaba boca abajo con su trasero en el aire en un segundo, y el pervertido castaño estaba golpeando con enjundia la parte más sensible que tenía el soberano, su parte trasera; justo ahí dejó escapar un grito cuando los dedos del castaño se apretaron en sus caderas tal como lo habían hecho cien veces antes, y con suerte cien veces más.

Se estremeció al escuchar al ojiazul gemir su nombre, hundiendo sus pequeñas manos en el cojín para intentar empujar a su amante, liberando una de las caderas del tricolor, con cuidado el empresario puso su mano debajo de su amante y comenzó a acariciar su erección rápidamente, el egipcio se atragantó y dejó escapar un grito, su mente se llenó sin pensamientos más que la desesperación por correrse.

-Quiero...quiero verte...-Volvió a gemir pero ahora definitivamente su voz estaba tornándose ronca, el castaño accediendo, se retiró, cargo a su faraón como si no pesara nada, se cernió sobre su pequeño cuerpo y empujó hacia atrás en un abrir y cerrar de ojos. El mundo del tricolor se puso patas arriba en un instante, y la mirada feroz de su dragón hizo que su pecho se hinchara. 

Desde este ángulo, el empresario estaba dando en ese punto justo y el egipcio podía ahogarse en sus hermosos ojos azules, había una ferocidad y suavidad detrás de la mirada de color mar, algo que solo el soberano llegaría a ver. 

Cuando jugaban Duelo de Monstruos, su hermoso rival tenía una mirada cercana a esto, pero el espíritu ancestral sabía que esto era diferente, era más, era amor verdadero , todo para él, y eso llenó el corazón del egipcio con tanta calidez que las lágrimas que tenía en los ojos finalmente cayeron, se lo bebió todo mientras se agachaba y comenzaba a acariciarse. 

Se-to.-Se atragantó mientras arqueaba la espalda, fue así que brotaron delgadas hebras blancas de semen que salieron disparadas de su miembro en ráfagas mientras gritaba, pintando un desastre en su estómago, aquello logro que su mente se quedara en blanco mientras el castaño seguía empujando dentro de él, gimiendo mientras veía a su amante llegar al límite. 

El ojiazul enterró su rostro en el cuello de su amante y le dio unos empujones particularmente fuertes que hicieron que su pequeño se sacudiera contra los cojines  antes de dejar escapar un gran suspiro y abrazar al otro mientras lo bombeaba por completo de su esencia. El tricolor suspiró felizmente al sentir calor dentro de él, su respiración era irregular mientras yacían juntos. 

Los segundos se convirtieron en minutos pero se quedaron en su propio pequeño mundo, hecho solo para ellos; el antiguo rey comenzó a acariciar el cabello castaño con devoción mientras aplastaba su cuerpo suavemente bajo su peso, con la esperanza que añoraba en su corazón quedarse dormido entre esos fuertes brazos y despertarse en ellos, por el tiempo que les quedara.

-Te amo Seto.- Rompió el silencio.

-También te amo Yami.-Con delicadeza se separó de su tricolor, y sacó su ahora suave miembro de la entrada 

¿Quieres cenar?.-Sin esperar una respuesta, el castaño camino a la entrada de las luces led, regresando con un carrito que habían dejado justo donde lo ordeno.

 


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