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¿Que hay de malo en amar a Gojo Satoru? [Jujutsu Kaisen • NanaGo] por nyxkoori

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Había pocas cosas en la vida que Kento Nanami encontraba placenteras, tomar una cerveza después de un largo día trabajando fue una de ellas, hasta que volvió a la hechicería y beber se convirtió en un modo de adormecer el pesar que aquejaba su corazón. No es que él fuera alcohólico, o que estuviera cerca de serlo, pues se esforzaba en afrontar los conflictos de su trabajo de la manera más sana posible, pero en ocasiones el alcohol podía ser el mejor amigo de un hechicero.

Esa noche, a pesar de que lo único que deseaba era volver a su departamento, preparar una buena cena e ir a la cama, terminó arrastrando los pies hasta el restaurante en donde había acordado verse con algunos de sus camaradas, que luego de muchos meses de trabajo ininterrumpido, al fin tenían tiempo para reunirse. 

Para ser honesto, Kento no estaba muy seguro de por qué decidió aceptar la invitación, pues lo cierto era que no le gustaba salir a beber con otros hechiceros, ya que la mayoría solían ponerse un tanto depresivos después de algunas cuantas copas, y lidiar con un borracho triste era la última cosa que quería hacer cuando tenía otras cosas de las que preocuparse.

Quizá fue el hecho de que tuvo algunos enfrentamientos difíciles durante las últimas semanas; en realidad, la última maldición que exorcizó esa tarde, lo puso en aprietos cuando lo dejó sumido en un estado de pánico y ansiedad tan intensos, que Nanami todavía no se sentía recuperado. O tal vez se trataba de que no quería estar solo, pero tampoco necesitaba hacer que Satoru se preocupara al pedirle que pasaran la noche juntos, después de todo, era impropio de él demandar más atención de la que el otro hechicero podía ofrecerle, que en cualquier caso, ya era más de lo que Kento había esperado recibir de alguien tan ocupado como Satoru.

El restaurante en el que se reunían era bastante modesto, pero tenía la particularidad de que se mantenía abierto hasta bien entrada la madrugada, lo cual no era fácil de encontrar. Kento no se sorprendió al percatarse de que, al parecer, era el último en llegar; lo que sí llamó su atención era que ya habían comenzado a asar carne y que la mayoría bebía su segunda o tercera ronda. Kento decidió revisar la hora en su reloj, para preparar una disculpa apropiada, dependiendo de qué tan tarde llegaba, aunque eso solo sirvió para que se diera cuenta de que estaba a tiempo.

—Te ves de la mierda, Nanami —dijo Ieiri a manera de saludo.

No era la primera vez que ella lo saludaba de ese modo, sabía que no sería la última, cuando eran adolescentes, a Kento incluso le había parecido divertido, pero no ahora, esta vez las palabras de Ieiri se sintieron hirientes y ante la ofensa, lo primero que pensó en hacer fue en devolver el comentario de la misma manera. No obstante, se dio cuenta a tiempo de que estaba exagerando la situación, por lo que Kento suspiro, mientras se quitaba el abrigo y se acomodaba en el lugar que habían reservado para él.

—Fue un día largo —dijo con cansancio—. Lamento haberlos hecho esperar.

—Llegamos temprano —señaló Yaga, haciendo un ademán para quitarle importancia al asunto.

Una mesera se acercó para ofrecerle algo para beber, Kento pidió una cerveza, creyendo que mientras más pronto comenzara a beber, más pronto se desharía de eso que lo estaba molestando. Después de que la mesera se fue, la mesa permaneció en silencio, a falta de conversación, el hechicero rubio decidió tomarse un momento para revisar sus mensajes.

 

[05/20 06:50 p.m.] Gojo Satoru: ¿Vienes esta noche? (ʃƪ^3^)

 

[05/20 07:18 p.m.] Nanami: Pensé que estabas fuera del país.

 

[05/20 07:19 p.m.] Gojo Satoru: Regresé hace unas horas

[05/20 07:19 p.m.] Gojo Satoru: No te lo dije porque sé cuánto odias que te distraiga de tu horario

 

[05/20 07:19 p.m.] Nanami: Mentiroso.

[05/20 07:20 p.m.] Nanami: Salí con los demás a beber.

 

[05/20 07:20 p.m.] Gojo Satoru: ( ;∀;)

[05/20 07:21 p.m.] Gojo Satoru: Está bien, diviértete (—•—•—).。*♡

[05/20 07:21 p.m.] Gojo Satoru: Avísame si cambias de opinión, tengo regalos para ti ( ꈍ—ꈍ)

 

Kento sonrió a la pantalla antes de guardar su celular en el bolsillo de su chaqueta y volvió su atención a la mesa, solo para darse cuenta de que Ieiri lo observaba por encima de su vaso. Era el tipo de mirada suspicaz que gritaba "te atrapé," aunque él estaba bastante seguro de que ella no sabía nada, no podía asegurar que no tuviera sus sospechas, era la mejor amiga de su novio, después de todo. Si bien, Satoru y él eran lo más discretos que podían sobre su relación, al final del día, seguían siendo humanos, por lo que era muy probable que algún gesto ya la hubiera dejado en evidencia.

Ieiri dejó su vaso sobre la mesa, aun con la mirada clavada en Kento, por fortuna para él, la mesera trajo su cerveza, Kusakabe aprovechó para decirle que continuara. Trayendo bebidas cada tanto, hasta que le dijeran que se detuviera 

Los siguientes minutos se concentraron en turnarse para asar la carne, comer y beber, rellenando los breves periodos de silencio con charlas triviales. Cerca de una hora después de que Kento llegó, Iori Utahime apareció en el restaurante, él no tenía idea de que ella estaba en la ciudad, pero su presencia no le resultaba molesta.

—Lamento la demora, librarse de la burocracia es imposible cuando se trata del director Gakuganji—dijo ella mientras se sentaba a lado de su amiga, Kento aprovechó el momento para beber un largo trago—. ¿El idiota no viene?

—Gojo está fuera del país —señaló Ijichi.

«Mentira», pensó Kento, pero sabía que lo más probable era que Satoru no había anunciado su regreso, para tener algo de tiempo para él mismo y para ellos. Su deducción hizo que una oleada de culpa azotara su pecho con malestar, la idea de inventar una excusa para ir con él, comenzó a rondar en su cabeza y al cabo de unos minutos envió un mensaje a Gojo con su ubicación para que lo recogiera en menos de una hora. 

—Entonces —dijo Mei-Mei, en ese tono que dotaba a cada cosa que decía con un aire de misterio—. ¿Qué es eso de lo que estabas hablando con Shoko antes de que llegara?

—No era nada importante —dijo Ijichi nervioso, antes de tomar su vaso de cerveza y beberlo de golpe.

Kento lo miró con desaprobación, cierto era que lo apreciaba por todo el esfuerzo que hacía en su trabajo día a día, pero era un mal bebedor, así que preferiría cortarse un pie con una cierra antes de tener que llevar a Ijichi a su casa. Deseando haberse ido para el momento en el que decidieran qué hacer, tomó un trozo de carne del asador.

—¿Qué fue lo que escuchaste Mei-Mei? —preguntó Kusakabe.

—Anillo, novia y Gojo en la misma oración.

Ijichi se encogió en su lugar luciendo mortificado, mientras que las sonrisas burlonas aparecieron en el rostro de todos. Kento se sintió bastante ofendido por eso, pero hizo un esfuerzo por no demostrar que se molestó por eso.

—En cualquier caso, ¿cómo es que sabías del anillo? —preguntó Ieiri. 

—Fui a recogerlo antes de venir aquí —admitió Ijichi.

—¿Lo tienes aquí? —preguntó el director Yaga, apenas sorprendido. 

Kento, que nunca habría imaginado que el hombre tomara parte de la conversación, lo juzgó en silencio. A su lado, Ijichi se removió en su sitio mientras sacaba una bolsa de debajo de su asiento.

—No se supone que lo abriera —dijo—. Pero me dio curiosidad —añadió, deslizando una pequeña caja por la mesa, hacia las mujeres. 

Kento hizo una nota mental para recordar que no debía dejar que Ijichi recogiera cosas demasiado personales, al mismo tiempo, su ceño se frunció al observar a Mei-Mei tomar la caja y sacar el anillo; Ieiri se inclinó hacia ella para apreciar el objeto, mientras que Iori puso una mueca de desagrado.

—Parece costoso —dijo Kusakabe. 

—Seguramente lo es —dijo Yaga—. Gojo no escatimaría en un regalo para su novia.

Kento contuvo las ganas de reír, pues siempre le había parecido gracioso que la gente pensara que Gojo era heterosexual.

—¿Creen que se trate de matrimonio? —pregunto Iori.

—Tiene un rubí —dijo Mei-Mei devolviendo la joya a su sitio—. Es obvio que se trata un anillo de compromiso.

Ijichi estiró la mano para tomar la caja, sin embargo, Kento que no confiaba en que ese anillo llegara a manos de Satoru, se adelantó a tomarlo. Nadie, excepto Ieiri y el mismo Ijichi, pareció darle importancia a lo que hacía.

—¿Qué clase de persona creen que saldría con Gojo? —preguntó Kusakabe, ganándose una mirada desagradable por parte de Kento.

—Quién quiera que sea, debe estar loca —respondió Iori con una risa contenida—. Gojo es insufrible, nadie en sus cabales podría soportar su personalidad tan ridícula.

 Kento podía estar de acuerdo en que Satoru no siempre era fácil de tratar, pero se mordió la lengua con tal de no decirle a Iori que ella también tenía una personalidad insoportable.

—O podría estar buscando otra cosa —sugirió Mei-Mei frotando su dedo índice y pulgar, mientras sonreía con malicia. 

«No siempre estoy pensando en el dinero como tú», pensó Kento pasándose la ofensa con un trago de su cerveza.

—Debe ser alguien paciente y fuerte, si está con Gojo —señaló Yaga—. Estar con él es ponerse un blanco en la espalda.

Sin darse cuenta de sus acciones, Kento asintió con la cabeza. Una de las razones por las que Satoru le había pedido mantener su relación en privado, era para evitar que alguien lo persiguiera. Satoru siempre decía que sabía que podía cuidarse solo, pero prefería no arriesgarlo más de lo que ya lo hacía siendo hechicero.

—Has estado muy callado Nanami —señaló Ieiri mirándolo desde el otro lado de la mesa—. ¿Dinos que opinas?

—Creo que no deberíamos inmiscuirnos en su vida privada —dijo en su habitual tono serio—. Debe tener sus razones para mantenerlo en secreto.

—Uh, siempre tan aburrido, Nanami —murmuró Mei-Mei entre dientes. Una vez más, Kento usó la cerveza como un mecanismo de defensa para evitar que un comentario desagradable saliera de sus labios—. Si no quieres hablar de Gojo, entonces puedes hablarnos sobre ti, no creas que no te vi sonreír al teléfono, o que no te vi tomar ese anillo.

—¿Qué estás insinuando? —Kento enarcó una ceja, mientras trataba de elaborar una mejor respuesta que esa.

—Vamos, todos aquí sabemos que Nanami es la última persona que saldría con Gojo —dijo Iori.

—No entiendo por qué hablan de esto, como si tuviera algo de malo que alguien salga con él —se rindió, cansado de que la conversación estuviera dando vueltas en el mismo sitio—. ¿Es tan terrible pensar que él pueda estar enamorado y que esa persona también lo ame?

—Vamos, Nanami, es Gojo de quien estamos hablando —dijo Iori.

—Eso no responde mi pregunta, ¿Qué hay de malo en amar a Gojo Satoru? 

—Ustedes ni siquiera se llevan bien, me cuesta imaginar que pienses que alguien puede quererlo.

—¿Quién quiere a quién? —preguntó Gojo apareciendo en ese momento.

Kento se preguntó porque diablos entro, ya que se suponía que debía esperarlo afuera, como siempre, por lo que, en lugar de voltear a verlo, decidió revisar su móvil, dándose cuenta de que se quedó sin batería. No necesito mirar su reloj para adivinar que ya había pasado la hora que le pidió y que de seguro pasó un buen rato esperándolo.

—Nanami estaba defendiendo tu caso —aclaró Ieiri, mientras Gojo obligaba a Utahime a hacerle un sitio a su lado. Kento, que desde hace mucho sospechaba que ella podía estar solo un poco enamorada de Gojo, se sintió celoso por eso—. Cree que puedes ser una buena pareja.

—¿En serio? —la expresión en el rostro de Gojo resultó demasiado incrédula para el gusto Kento—. ¡Aw, Kento! ¡Siempre supe que te gustaba!

El rubio puso los ojos en blanco, aunque lo que en realidad quería hacer era sonreír. Al contrario de lo que los demás podrían llegar a pensar, Satoru era alguien entregado, siempre estaba al pendiente de lo que necesitaba, se preocupaba por sus sentimientos e intentaba hacerlo sentir bien. Y, a pesar de que incluso para él, que ya llevaba un tiempo tratándolo, Satoru resultaba un poco insistente, Kento en realidad jamás se sintió incómodo estando a su lado. Él sabía cuánto podía presionarlo para obtener una reacción y cuando había llegado demasiado lejos y debía darle algo de espacio. 

Como su pareja, Kento no tenía ninguna queja sobre Satoru y a pesar de sus discusiones inofensivas, o que a veces se molestaban entre ellos, al final, sabían que se tenían el uno al otro, y eso era suficiente para limar cualquier aspereza que pudiera quedar entre ellos.

—¿Cómo supiste que estábamos aquí? —le gruñó Iori a Satoru cuando este le robó una porción de carne de su plato.

—Nanami me pidió que viniera a recogerlo. —Las miradas sorprendidas de todos se dirigieron hacia él y Kento se dio cuenta, demasiado tarde, que ya no le quedaba cerveza para disimular—. Podemos irnos cuando quieras, amor —añadió con una sonrisa traviesa, que hizo que el pecho de Kento se sintiera cálido, aunque al mismo tiempo se preguntó si lo estaría haciendo como una broma para los demás, o si quizás había cambiado de opinión y estaba listo para gritarle al mundo entero que estaban juntos.

Kento no le había dicho todavía que estaba cansado de ser discreto con su relación, o que, en ocasiones, quería sostener su mano cuando estaban en la escuela, mientras que en otras, le apetecía besarlo en algún sitio, solo porque sí. Por supuesto, Satoru notó el cambio, y como siempre, no dudo en preguntarle si algo andaba mal y si podía arreglarlo. Kento, a quien no le gustaba sentir que exigía más de lo que él le daba, le respondió que se trataba del trabajo siendo molesto. Estaba casi seguro de que Satoru no le creyó, pero la respuesta sirvió para calmar las cosas, aunque fuera por un momento.

—Muy gracioso, Gojo —dijo en un suspiro cansado, intentando sonar más exasperado de lo que en realidad estaba, mientras pensaba que, después de todo, no importaba lo que estuviera pasando por la cabeza de Satoru en ese momento, pues sabía que no haría nada sin que lo hablaran primero.

Kento se volvió a acomodar en su lugar, pensando en excusarse para ir al baño, creyendo que al volver podría fingir que se sentía mal, teniendo así la excusa perfecta para irse. Sin embargo, todos sus planes murieron cuando al levantarse, la caja con el anillo cayó y se deslizó por el suelo hasta golpear el pie de Satoru, quien sin dudarlo se agachó a recogerlo. 

—Puedo explicarlo —dijo Ijichi.

—No hace falta —respondió Satoru molesto—. ¿Es por eso que estaban hablando de mí?

—Teníamos curiosidad —se excusó Mei-Mei.

—La verdad, era mejor hablar de tu novia secreta, que del clima —dijo Kusakabe, encogiéndose de hombros para restarle importancia.

—Yo no tengo una…

—¿Así de fácil vas a negarla? —lo interrumpió Iori Satoru levantó ambas cejas, sorprendido por la ofensa, mientras que Kento luchó consigo mismo para evitar una mueca de desagrado.

—Solo iba a decir que mi pareja es un hombre —gruñó Satoru.

—No lo creo, ese anillo que es demasiado delicado para un hombre —dijo Kusakabe.

—¡A él le gustan las cosas bonitas! —se defendió, cuando todos en la mesa, a excepción de Yaga, se rieron, Satoru se levantó de donde estaba, como si de repente el asiento se estuviera quemando—. Ustedes son tan malos.

—Vamos, Satoru, solo estamos bromeando —dijo Ieiri, en un intento de calmar las aguas.

—¿Nos vamos, Kento? —preguntó Satoru ignorando el comentario de su amiga.

El rubio lo miró sorprendido, Satoru le sonrió con cariño para calmarlo y hacerle saber que todo estaba bien. Kento asintió con la cabeza, sacó su billetera para dejar algo de efectivo que cubriera su consumo, antes de recoger su abrigo.

—Solo para que lo sepan, soy un novio grandioso —dijo Satoru mientras tomaba el abrigo de Kento para ayudarle a ponérselo—. ¿Verdad, Kento?

—No tengo quejas todavía —respondió Kento sonriendo. 

Conforme con su respuesta, Satoru dejó un beso sobre la mejilla del rubio, antes de tomar su mano entre las suyas, para salir del restaurante, dejando al resto de hechiceros con más preguntas que respuestas.


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