No es bueno andar solo
Por LaMueRtHeSitHa
Naruto, un joven de 22, rubio y de brillantes ojos azules, estaba bajo un árbol casi vacío. Calentó sus manos con su vaho serpenteante. Esperaba en la parada de siempre a que saliera Sasuke del metro. Su amigo, de 17, con sus extracurriculares siempre tenía la semana ocupada, pero sólo ese día tenía libre pasadas las 4 de la tarde.
Cuando vio el cabello azabache en punta subir por las escaleras no pudo evitar sonreír. Por el tipo de relación que tenían siempre se mantenían al margen de sus emociones, pero él nunca pudo evitar ser efusivo y le saludó como si no se hubieran visto en meses. Tal vez en un inconsciente intento de cercanía.
Ellos caminaron al departamento de Sasuke conversando mientras se escuchaba el crujir de la hojarasca. Con palabras que en ímpetu se contenían. Con el asfalto de las calles como espejo por la lluvia del día otoñal reflejando sus sentimientos mutuos que, aun teniéndolo enfrente, preferían ignorar por seguridad. Al rubio no le quedaba cerca la casa del él. Era simple conveniencia. En la casa del moreno no había nadie a esa hora.
Naruto saludó con una sonrisa amplia al portero, mas Sasuke sólo hizo un intento fallido de saludo con la cabeza mientras pasó en silencio. Siempre se sentía penoso en esa situación, pero ¿Por qué si no era la primera vez que iba su revoltoso rubio? Es que esos días eran diferentes, pero no estaban haciendo nada malo ¿o sí?
Cuando llegan al apartamento se quitaron los zapatos y dejaron los abrigos en el recibidor. Naruto se fue directamente al cuarto del menor. Una puerta simple, que si pudiera tener un letrero sería “Cuarto del placer”. Mientras Sasuke sacó unos bocadillos y unos vasos con refresco para dejarlos como coartada.
Ya en la habitación, con los ruidos de la ciudad de fondo, entre ellos comenzaron a desvestirse en lo que Naruto repartió besos espontáneos en la piel descubierta del otro. El rubio admiró los detalles de Sasuke: su piel nívea, la oscuridad de sus ojos, lo suave de su cabello, la forma perfecta de sus labios; se preguntó si Itachi tendrá un olor igual de adictivo al que se destila al hacer el amor, de qué manera besaría él o qué clase de gusto culposo tendrá en la cama.
Y es que debía admitir que quien le gustaba era Itachi, el hermano mayor de Sasuke. Pero el mundo es redondo y la vida no tiene camino definido. Pero de alguna manera había terminado con el hermano de su platónico y su mejor amigo. Sin embargo en ese momento no deseaba nada más que besar el cuello del otro y escuchar ese gemido tan placentero e intrínseco de él. Había sido su colchón salva vidas de la depresión que tenía por no poder andar con su hermano, pero ¿por qué? El rubio había buscado la manera de estar con él, pero sólo pudo llegar a ese punto de amistad en que eres de la familia.
Family´s friend-zone.
Una extraña subcategoría. Pero tenía sus beneficios. Y acostarse con su versión más joven era uno de ellos. Una categoría que no se habían atrevido a pasar por miedo a romper esa zona de confort que habían creado entre ellos como dos tortolitas. Sabía que estaba mal utilizar a Sasuke de esa manera. Como un desahogo, sin embargo le dolía más sentirse solo.
Además, Sasuke nunca se había quejado. Aunque si le preguntaran: "¿A dónde va todo esto?" no tendría una respuesta clara. Pues le tenía cariño, pero que para nada se comparaba con el “amor” que sentía por Itachi. Y sí, ambos tenían el mismo color de ojos. El rubio podía perderse en la profundidad que había en los ojos de Sasuke, pero ese mismo color le estaría recordando a Itachi.
Ellos eran dulces mentiras, de un amor platónico que nunca sucedería.
Esa electricidad que sentía Naruto en sus dedos al recorrer la espalda del menor y ese tesoro escondido en su cuello, esa suave piel que le invitaba a besar. Y sólo cuando veía al alma del menor sabía que estaba con él, pero cuando sus miradas no se cruzaban, para el rubio estaba haciéndolo con Itachi.
Sasuke antes de conocer al rubio no sabía que se sentía tener la respiración entrecortada en el cuello, ni el sentir el pecho desnudo de otro mientras se aferraban a su ser. Y justo cuando estaban a punto de llegar al clímax, en esa ocasión al azabache se le escapo un secreto.
—Minato... —gimió Sasuke mientras se venía y se dejaba caer sobre la cama.
Naruto sólo pudo quedarse perplejo e inmóvil. No había sido el único que había sido utilizado como consuelo. Pero nunca se había imaginado que Sasuke deseara a su padre. Aunque eso explicaría el porqué de sus clases extracurriculares, pues el que le daba esas clases era Minato.
Mas Naruto no le tuvo rencor. No amarse era parte del trato, ¿no? Y se quedó estático viendo como el menor movía rápido su pecho, tratando de recuperar el aire.
—No le digas... nada... —pidió Sasuke haciéndose ovillo al sentirse observado, aunque en esta ocasión se sentía vulnerable. Tal y como cuando te confiesas a la persona amada y no recibes respuesta. Así de vulnerable.
Pero Naruto le comprendió.
No es agradable sentirse solo en este mundo.
Se separó con cautela y extendió la sábana blanca sobre el cuerpo perlado de Sasuke, escabulléndose debajo de ella se acercó al azabache y le abrazó. Haciendo que el otro abriera los ojos de la impresión. No era normal que mostrara ese tipo de cariño. Se había mostrado burlón, seductor e incluso a veces rudo. Pero esta nueva actitud le agradó, haciéndole sentir un calor en su pecho. Agradable como tener una taza de chocolate caliente entre manos.
Naruto sabía de sobra que era sentirse en la misma posición. La de no poder amar a placer. Y sabía que lo que necesitaba era cariño y amor. Mucho amor para poder reparar de alguna forma un corazón al que uno mismo había hecho girones. Pues si ambos lo tenían así era por mano propia por temer que alguien más lo hiciera.
El celular de Sasuke sonó con el tono característico de Itachi mandándole un mensaje. Sasuke de inmediato lo tomó del estante pasando por encima del cuerpo del rubio y leyó el mensaje. Su hermano mayor le preguntó que iba a querer de cenar para ir a pedirlo a algún restaurant. Esa era la señal para que se comenzaran a vestir.
En una ocasión Itachi había llegado antes de lo previsto, casi atrapándolos. Por eso lo de las galletas. Naruto sabía lo que significaba esta señal y se separó más para que el otro contestara a gusto. Sasuke debía aprender que debía dejar de fantasear, según el rubio.
Naruto con cuidado se sentó en la cama como si tuviera una copa de vino desbordante al lado. Suavemente encendió una lámpara que Sasuke utilizaba para dormir que simulaba una aurora boreal junto con un ruido blanco, deseando que esto calmara, aunque sea un poco, al menor como si de una hipnosis se tratase.
¿Por qué lo que hacían no estaba bien? Si sólo se mentían a sí mismos, ninguno buscaba lastimar al otro. Pero al contenerse entre ellos y dejarse llevar por el temor ya era demasiado para ellos. Y cuando el rubio se había abrochado el pantalón, habló.
—Salgamos de esto
—¿Cómo? —y es que Sasuke no le entendía. Hablando así de la nada.
—Me han ofrecido trabajo al norte del país. Ellos sólo están esperando a que me gradúe. Puedes hacer examen para que te admitan en la universidad de allá. No creo que se te dificulte.
—¿Por qué me dices eso ahora? —y el rubio le puso dos dedos frente a él con una amplia sonrisa
—Numero 1: eres joven. Aunque te pongas con tu faceta de adolescente inteligente, aun eres propenso a cometer estupideces. Numero 2: necesitamos salir de este círculo vicioso. —mencionó con una tranquila sonrisa. Dicho esto, fue por su cajetilla y salió al balcón sin camisa. Si llegaba a su casa con olor a cigarrillo, su madre le mataría. —Sólo digo: piénsalo. ¿Sí? —dijo antes de cerrar la puerta corrediza del balcón.
Sasuke se giró a su mesita de noche dónde escondía su diario, pensando en su futuro. No tuvo que abrirlo para abrumarse de todos los sentimientos que había escrito ahí en la soledad de sus insomnios. En esa libreta de sueños eróticos de amores platónicos, deseos imposibles y miedos incomprendidos. Pensó en su futuro planeado. Había mandado solicitud para la universidad donde daba clases Minato, incluso se había imaginado solicitando sus prácticas universitarias de investigación para estar bajo su mando. Y todo volvería a lo mismo. A ese pozo sin fondo en el que sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad. A esa rutina vana en la que protegía su corazón. A ser como un par de líneas paralelas. Siempre cercanas, mas nunca juntas. Cuantas veces no escribió su temor a perder el control y cometer algo tan innatural de su ser.
Y entendió que entre el montón de tonterías y estupideces que decía Naruto, había un poco de cordura. Inteligencia emocional para ser exactos. Porque sí, eran demasiado jóvenes para decir “Para siempre”
Intuyó que estando allá, el rubio no le necesitaría más, pues no tendrían excusa para estar de masoquistas. Porque sí, él sabía desde lejos que el rubio estaba enamorado de su hermano. Pero, joder, como lo extrañaría.
Y se quedó viendo la pantalla de su celular. Aun sin responderle a su hermano.
Él quería recibir más de esos gestos del rubio. Más de esos abrazos.
"Tráeme una ensalada de pollo con extra tomate, y para el revoltoso un rámen.”
Porque detrás de su actitud arrogante se escondían su corazón temeroso. Porque uno puede sentir amor por más de una persona, pero lo que realmente lo detenía era el miedo. Al rechazo, al abandono, al fracaso. Ya tenía el no, mas ahora le ofrecieron un “¿Y si…?”.
Iba a obligar al rubio para que le necesitara más. Para que se aferrara a él y desbordara todo ese amor que se le estaba deslizando entre sus manos. Porque lo haría mejor que cualquier droga pues vendría directo de su hipotálamo.
Naruto desde el balcón también reflexionó. Habían recorriendo los mismos caminos tanto tiempo, él incluso visitaba los mismos sitios espirituales cuando tenía insomnio y se sentaba en el solitario columpio que tenía su nombre. Conteniendo su corazón hasta que su cuerpo temblaba esporádicamente por el frío de la madrugada sacándolo de sus pensamientos. Ya estaba cansado y casi enfermo de sentirse así. Ahora había dado un volantazo desesperado a su destino, se sentía girando sin control por sus acciones, pero era mejor que todo lo anterior.
Sasuke salió al balcón y observó a su amigo por un instante, con su cuerpo marcado bañado con el atardecer rojizo que inundaba el balcón. Fue a su mano y tomó el cigarrillo del rubio, quien estuvo a punto de regañarle, pero este no lo detuvo. Naruto ya lo consideraba en edad o, mejor dicho, igual a él. Además sólo le quedaba dos suspiros al vicio.
“No hay problema, róbame el cigarrillo con el quemaste toda la cordura que me quedaba” pensó el rubio.
Naruto le observó sorprendido y Sasuke permaneció con un brillo de deseo de que ambos actuaran como si ya no tuvieran miedo de que el otro le rompiera el corazón. De repente el azabache lo tomó del cuello y le besó con profundidad y pasión espontanea. Cometer errores es fácil cuando eres joven, además de que duele menos.
—¿Y eso que fue? —preguntó el rubio confundido volteando a los edificios departamentales de enfrente con cierto nerviosismo de que les hubieran visto. Y Sasuke dio la última calada al cigarrillo.
—Acepto. Iré contigo. —respondió Sasuke sin dejar salir el humo hasta que hubo terminado su respuesta.
Naruto dibujó una sonrisa en su rostro.
Pronto desenvolverían sus capas para descifrar su verdadero amor y que todo lo demás era simple admiración.