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Último beso por shiki1221

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Notas del fanfic:

Este drabble participa de la week especial "kisspril" organizada por la página "es de fanfics"

Notas del capitulo:

Disclaimer: los personajes no son míos, son propiedad de Jun Mochizuki. Sólo la historia es de mi autoría.

Día 8: Último beso

 

Siempre supo que este momento llegaría algún día, pero no existía cantidad de tiempo capaz de prepararlo para cuando llegara la hora de la verdad.

 

Cuando escuchó la decisión de Vanitas no supo si sentirse honrado u horrorizado por sus palabras. Apenas si había comprendido que la "libertad" que presumía significaba sumirse en la soledad absoluta negándose a confiar o contar con otros. Siempre centrado en su venganza. En encontrar a aquel que se robó el nombre de Luna. Aun así, el archivista no podía negar la alegría en su pecho cuando lo eligió su compañero. Fue el azabache quien dio el primer paso hacia adelante en la relación que formaron. También fue el que dio un paso atrás e intentó terminar todo entre ellos de manera arbitraria, pero no lo dejó. Vanitas siempre hacía lo mismo, tomaba decisiones por él sin siquiera consultar su opinión o sus sentimientos al respecto.

 

Noe se había jurado así mismo que mientras él viviera, Vanitas nunca sería libre.

 

—Si tan sólo pudiera elegir mi manera de morir entonces desearía ser asesinado por Noe —declaró el doctor de vampiros ante su hermano Mikhail.

 

Ambos hombres de cabellera albina se sorprendieron de aquella decisión. Sin embargo, ninguno objetó. El azabache era así después de todo y ambos lo sabían. Siempre hacía lo que quería y nadie podía impedirlo. Era confuso. Por un lado, el archivista se supo importante. Alguien lo suficientemente cercano a Vanitas como para ser elegido por encima de su hermano. Incluso si se hubiera negado a su compañía, el de piel morena habría insistido en ir tras él, pero le alegró no llegar a ello. No necesito otro enfrentamiento a muerte para impedirle hacer algo estúpidamente peligroso. Sin embargo, con todo lo bueno también venia lo malo. Ser quien tomará la vida de Vanitas era... simplemente inimaginable.

Cuando supo acerca del tiempo de vida limitado del joven de ojos azules, pensó en formas de extender su vida. No quiso perder la esperanza de encontrar alguna cura. ¿No sería lo justo? Vanitas había salvado la vida de muchos vampiros al curarlos cuando sus nombres eran robados. ¿No podía dársele alguna recompensa? ¿Algún buen karma a su favor?

—¿En qué tanto piensas? —preguntó el azabache sentado en el techo.

—¿Estás seguro de que tú...? —interrogó Noe mirándolo fijamente mientras el doctor de vampiros apoyaba su cabeza en su hombro.

—Prefiero morir como un humano. Quiero conservar mi dignidad hasta el final por eso te elegí a ti para estar a mi lado —declaró Vanitas con seriedad.

Noe no replicó sus palabras. La marca del vampiro de la luna azul había avanzado demasiado y pronto Vanitas perdería su tan amada humanidad. Sólo pidió ver el amanecer juntos una última vez antes de terminarlo todo. ¿Cómo pudo estar tan cegado todo ese tiempo? El archivista se dio cuenta demasiado tarde que estuvo huyendo en círculos del destino que le aguardaba. Sus colmillos crecieron y les causaron daño a sus propios labios al morderse con rabia e impotencia. En el pasado codició la sangre de Vanitas. Sintió envidia de Jeanne por haberla probado y ahora que tenía la oportunidad de hacerlo era para recibir el legado de Vanitas.

 

Quería su sangre, pero no a costa de su vida.

 

—No mueras, Noe incluso si yo no estoy más aquí no desapareceré —aseguró Vanitas.

Sus palabras eran como un rayo de esperanza atravesando la oscura noche en su corazón.

Los labios de Vanitas se acercaron a los suyos limpiando la sangre derramada en su nombre con su propia lengua. Se suponía que sería al revés. Él debería ser el que probara la sangre del doctor de vampiros, pero no se negó al contacto. Este sería el último beso que compartirían antes de cumplir su promesa de seguir la voluntad de Vanitas. Por lo mismo, Noe cerró los ojos y se permitió regodearse en el sabor de su propia sangre mezclada con el sabor natural del doctor de vampiros. Deseaba que ese beso fuera eterno.

Sus manos rodearon el cuerpo de Vanitas atrayéndolo hacia el propio. Quería salvarlo. En verdad quería salvarlo. Empero, parecía que estaba condenado a perder a aquellos que le importaban. Sin importar cuánto lo intentará, seguía perdiendo todo lo que amaba.

Los labios de ambos jóvenes se alejaron brevemente. Entonces Noe memorizó cada detalle del rostro de Vanitas. Aquellos ojos azules brillando por el reflejo de la luz del sol asomándose por el horizonte. Se veía bastante pálido. Denotando el avance de aquella marca y la debilidad de su cuerpo. No podía seguir prolongando el suceso con excusas. Suavemente se inclinó hacia el terso cuello de Vanitas. Éste lo recibió ladeándose en una muda invitación que fue recibida con sentimientos contradictorios. Los largos y afilados colmillos desgarraron la piel que protegía aquellas venas donde la dulce sangre de Vanitas circulaba. Finalmente, todos los secretos del doctor de vampiros le serian legados. Era una sensación amarga. Y más cuando tomaba en cuenta que Vanitas le pidió que le dejara sin una sola gota de sangre. Sería la boca de Noe la que lo mataría y nada iba a cambiarlo.

El azabache alzó la mano intentando tocar la cara de Noe, pues sentía las lágrimas cayendo de sus ojos. Sin embargo, perdió las fuerzas antes de lograr su objetivo y su brazo cayó laxamente a un lado antes de que el vampiro pudiera tomarla. Pues el archivista había creído que quería que la sujetará mientras daba su último aliento. Nuevamente sintió culpa. Aún si era un pequeño capricho de Vanitas quería cumplirlo. Era su momento de ser consentido y le falló al último momento. Abrazó su cuerpo inerte lamentando no haber alcanzado su mano. Gracias a la sangre que había bebido un recuerdo de Vanitas y él juntos llegó a su mente como si aún en la muerte buscara consolar su incontrolable llanto:

 

"Seremos tú y yo hasta el final"


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