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Memories of flowers & photos por Phoenix Jade

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Notas del fanfic:

 

 

Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Sé que dije que me ocuparía de los fics que aún tengo pendientes por terminar, pero es que esta historia se me cruzó por la cabeza y me estaba volviendo loca xD Continuaré con los demás, pero quería hacer este...

Espero que les agrade esta pequeña historia extraña. Tiene algo de Angustia, un poco de Lemon, una pizca de Drama, y un incandescente Shota.

Es mi primer one-shot, espero saber qué opinan

 

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1 - The past and the present (without the future)

 

Se agarraba la cabeza, lastimándose con sus uñas, intentando quitarse esas imágenes de la cabeza, que ya le eran profundamente perturbantes. Le dolía mucho cada vez que aparecían, por eso intentaba no verlas, sin embargo, muy pocas veces lograba su propósito. Ellas se situaban en su mente cuando se les antojaba.

-Bien, siéntate. Te tomaré una fotografía

Un hombre alto, vestido informalmente con una remera de mangas cortas de color blanco, y un jean con pechera de color celeste muy claro, sucio con tierra en algunas partes y con la pigmentación del césped impregnada en la tela en otras, enfoca con su cámara fotográfica al pequeño niño rubio. Detrás, el panorama de una pequeña habitación con pocas ventilaciones a no ser más que la ventana y la puerta; los utensilios jardineros por doquier, adornando las paredes y ocultando ese espacio vacío. Los rayos solares entraban por los sucios vidrios de la ventana, dejando a la vista esas pequeñas pelusas que flotaban por el aire.

El flash de la cámara invade ese estrecho espacio, lo que obliga al niño a entrecerrar un poco los ojos, luego de aquello. Aún no lograba distinguir bien el rostro de ese hombre, la oscuridad se lo impedía.

-¿Alex?

Abre sus párpados al sentir su nombre, pronunciado por la voz de su hermana. El dolor desaparece y las imágenes en conjunto, distingue encontrarse en su habitación, en el suelo, aún agarrándose la cabeza

-¿Te encuentras bien? -detestaba esa pregunta, eternamente repetitiva.

-Eso creo -responde aún algo aturdido

Su hermana menor, se le acerca y le ayuda a sentarse; una muchacha de catorce años de edad, estatura media, tez clara, ojos celestes y cabello rubio rizado, con algunas finas mechas rosadas.

-¿Qué sucedió? ¿Te agarró otro de esos dolores?

-Si, pero... Hay algo que..., comienza a circular por mi cabeza cada vez que me agarran esas puntadas

-¿Algo que comienza a circular?

-Es una habitación pequeña de jardinería, que me da la sensación de claustrofobia, un hombre que me toma fotografías..., pero yo soy un niño... No lo comprendo

La joven desvía la mirada, nerviosamente. Alexándrovich nota ese pequeño gesto, pero se mantiene en silencio, creyendo que tal vez afirmaba que esas visiones habían sido reales en su tiempo.

-Kimberley... Fueron reales, ¿cierto?

-No, ¿cómo crees? Son..., irrealidades que crea tu mente. No te preocupes por eso, pero coméntale a tu psiquiatra -Alexándrovich afirma con su cabeza firmemente. Al cabo de unos instantes, el padre de ambos se encuentra frente a la puerta abierta y ambos lo observan

-Kim, me dijeron que estabas aquí... ¿Estás lista para salir?

-Sí, enseguida bajo -vuelve su mirada hacia su hermano mayor, mientras que su padre se retiraba- ¿Te sientes mejor, Alex?

-Sí, no te preocupes. Ve

Ella sale, pero no sin antes haberle dado un beso en la mejilla a su hermano como forma de despedida.

Observa la puerta abierta y se frota los ojos, poco después. Se levanta para cerrarla y luego se recuesta en su cama. Agarra un cuaderno de tapa violácea, lo abre y busca la última escritura, para poder continuarla.

 Sábado, 25 de abril

La misma imagen, la misma situación..., y aún sigo sin poder ver el rostro de ese hombre que me toma la fotografía. El gesto de Kim cuando le comenté me hizo comenzar a dudar que, tal vez, aquello, sucedió realmente. Quizás, cuando pase el tiempo, en que más y más esa situación invada mi cabeza, pueda verle el rostro, así como cuando las cosas comenzaron a moverse, como si estuviese viviendo en momentos pasados, y así, desperdiciando mi presente.

Depositó el lápiz y observó un poco más la hoja, para luego cerrar ese cuaderno anillado y colocarlo en su lugar correspondiente. Cierra los ojos lentamente, larga un suspiro hondo.

-¿Te gustan?

-Sí, son muy hermosas... Alain, ¿cómo sabes tanto sobre las flores?

Abre sus ojos. Eso era nuevo. Nunca había oído solo voces... La última era la suya, estaba completamente seguro, cuando era pequeño, pero..., ¿la primera? Una voz masculina..., de alguien joven...

-¿El de la fotografía?

Podía ser. En esa situación, se encontraba en una habitación de jardinería, las flores estaban inevitablemente relacionadas, así que esa voz podía pertenecer a ese hombre..., ¿o su mente solo le jugaba una mala pasada? Quizás el pensar tanto tiempo en aquello le hacía mal, pues comenzaba a suponer posibles voces y situaciones. Pero..., un nombre. Alain. Esa pista era más grande todavía que el simple hecho de las flores.

 

 

 

-Madre, hemos tenido empleados jardineros en algún tiempo, ¿verdad? -pregunta curiosamente, al mismo tiempo que se sentaba en una de las bancas situadas cerca de la mesada de aquella amplia cocina

-Sí, tuvimos, pero eras demasiado pequeño como para recordarlo. Fue antes de mudarnos aquí -responde la mujer sin dejar de atender el alimento que estaba preparando

-Ya veo...

-¿Por qué lo preguntas?

-Solo curiosidad... -observa a un costado, distraídamente, mientras apoyaba su barbilla en su mano, haciéndose sostén con la mesa blanca- ¿Alguno se llamaba Alain?

Deposita bruscamente el cucharón a un costado, escuchándose el sonido estrepitosamente, pero no se voltea para observar a su hijo, algo extraño para éste mismo.

-¿Quién te ha dicho eso? -la tonalidad con la que había mencionado aquello, se le hizo algo aún más extraño. Parecía estar enojada y algo temerosa a la vez

-Nadie..., no me lo ha dicho nadie. Madre, ¿pregunté algo malo?

Solo el hervir de algunos ingredientes se escuchaba nomás, pues la mujer no formulaba respuesta, porque tal vez no la encontraba por ningún lado.

-No... Pero..., ¿de dónde se te ocurrió eso? -voltea y encuentra la mirada, completamente normal

-Solo se me apareció ese nombre en la cabeza..., y algo de jardinería, por eso es que pregunté. Tal vez comenzaba a recordar algo...

-Ah, pues..., debió ser algún disparate -vuelve a voltearse para continuar cocinando.

-Quizás...

Baja de aquel banquillo y comienza a caminar rumbo al living, sintiendo cómo el frío comenzaba a traspasar la tela de sus medias, comenzando a congelar sus pies. Agarra el control remoto, se recuesta en uno de los amplios sillones y enciende la televisión.

-Hoy les enseñaremos a... -cambia de canal, buscando algo más interesante que una mujer enseñando cómo armar un adorno para estantería-  ...la respuesta es muy sencilla... -vuelve a cambiar-  ...cumplido la condena. Los vecinos, indignados que Alain Kolakowski esté tan cerca de sus niños -el nombre le llamaba la atención, y hasta se le hacía familiar ese apellido, razón por la que decidió dejar un poco más en ese lugar- No queremos que un pervertido esté en nuestra cuidad, y por más que nos digan que se le tiene prohibido la asistencia a parques y a los lugares más concurridos por los niños, no estaremos tranquilos hasta que ese hombre regrese en donde debería estar: ¡en la cárcel! -comenta un hombre, completamente furioso, detrás otras personas con carteles, en forma de protesta- Todos, ¡todos recuerden este rostro para que no se les acerque a ninguno de sus hijos! ¡No duden en llamar a la policía y en volverlo a denunciar! -el hombre toma uno de los carteles y lo muestra ante la cámara

Una fotografía antigua y una actualizada se presentaban ante sus ojos. Estupefacto, se las quedó observando, y, aún cuando el reportaje terminaba y se pasaba a otro tema, Alexándrovich permaneció estático y observando la imagen grabada en su mente.

La fotografía antigua... Unas nuevas puntadas atacan su cabeza, un zumbido agonizante comienza a perturbarle los sentidos. ¿Por qué justo en ese momento?

-No te preocupes, yo te quiero mucho, Alex. No lo dudes -el mismo rostro, bien cerca del suyo, sonriéndole apaciblemente y una mano suave acariciándole las mejillas.

Las puntadas eran cada vez más fuertes, más presión con sus yemas hacía para intentar reducir ese intenso dolor.

-¿Tienes frío? -sentado en un pequeño colchón, con su torso desnudo, sintiendo el frío exterior, en aquella pequeña habitación otra vez. Se le acerca, lo cubre con una frazada verde desteñida.

Era por la fotografía, él había conocido a esa persona, pero..., ¿qué significaba? ¿Que ese supuesto abusador se había aprovechado de su infantil cuerpo? No, eso no podría haber pasado... Pero, ¿por qué no recuerda más que un flash de imágenes?

-Te quiero. Te quiero, Alex. No haría nada que te pudiese lastimar...

Otra vez comenzaba a "vivir el pasado", como él lo llamaba, cuando comenzaba a tener sensaciones muy fuertes, como si en ése mismo momento estuviesen sucediendo las cosas. Solo eran flashes, pero sin embargo le hacían doler mucho la cabeza..., porque era como si una parte de su cuerpo se negara a ver esas imágenes y revivir esos momentos.

-¡Alex! ¡Alex! ¡Alex, por favor! ¡Alex! ¡No te olvides de la verdad! ¡Alex!

¿Quiénes lo llevaban? Policías, lo estaban arrestando. Seguramente ésos eran los recuerdos que habían estado perdidos en su cabeza, ¿por cuánto tiempo? Seguramente... unos diez años, o más. Seguramente desde que tenía psiquiatra. No tenía idea.

¿La verdad? ¿Cuál verdad? Ni siquiera recordaba las cosas. Por lo menos estaba seguro de que ése hombre había estado involucrado en su vida, pero, ¿la razón del encierro era por su culpa? ¿Porque era el niño de quien había abusado? ¿Habían abusado de su cuerpo y su mente? ¿Por qué no recordaba eso? ¡Era tan importante como para olvidárselo!

Poco a poco, intentaba calmarse, reducir el grado de la intensidad de esas puntadas, de eses horripilantes sensaciones. Tenía, tendría que encontrar información, indicios para saber qué fue lo que en verdad había sucedido en su infancia. Siempre y cuando lograra controlarse.

¿Las fotografías? ¿En dónde estarían?

 

 

Caminó hasta su cuarto, encendió el computador, en busca de un medio fácilmente accesible, del que podría conseguir información acerca de ese tal Kolakowski. Se sentó y comenzó la búsqueda de respuestas. Primero decidió entrar a las páginas de noticias, allí podría saber lo que había hecho ese tipo, y posiblemente, a quién se lo había hecho.

Hoy, ha salido en libertad, Alain Kolakowski, un hombre de cuarenta años, que cumplió su condena por violación y abuso sexual, a tan solo un niño de cuatro años de edad. Hay polémica con respecto a esto: los vecinos no quieren que se acerque a sus niños y por lo tanto, consideran que deben volver a encerrarlo, la justicia, informa que tendrá terminantemente prohibido acercarse a escuelas, parques, y todos los lugares en que la asistencia de niños sea muy numerosa, y que, ante cualquier suceso, podrá volver a ser encarcelado.

-¿Qué niño? Yo quiero saber el nombre del niño.... -menciona Alexándrovich, yendo de un lado al otro, con una lectura rápida, en busca de nombres. Ya sabía lo que había hecho ese hombre, ahora, debía saber a quién, y porqué se le aparecía el rostro joven de esas formas tan pacíficas, tranquilas y amorosas. La respuesta podía ser bastante obvia para cualquiera, pero él, necesitaba las cosas servidas en la bandeja. No podría aquello, ser verdad.

...Alexándrovich Yevtushenko, un niño de cuatro años. Kolakowski era el jardinero de la familia, y se sabía que el niño tenía una gran afinidad y cariño para con él, razón por la que pasaban mucho tiempo juntos, pero nunca se imaginaron, o sospecharon, de algo como esto. Las pruebas más contundentes, además de los daños físicos y morales del niño, fueron las fotografías que éste le tomaba, y en la mayoría, el niño estaba con alguna parte del cuerpo descubierta.

Se alejó, arrastrando la silla hacia atrás, en un momento, se balancea en sus dos patas traseras, hasta caer al piso. Se sostiene la cabeza. Sus suposiciones habían sido ciertas, se habían aprovechado de él... ¿por qué no lo recordaba? Vuelven ya los tan conocidos dolores físicos, vuelven los flashes, vuelven las sensaciones de recorrer el pasado pero en el presente.

-¿Te sientes bien?

-Sí, estoy bien. Alain, ¿por qué te gusta sacarme fotos?

-Mh -sonríe tranquila y tiernamente, acaricia los lacios mechones rubios del niño y luego las mejillas- Porque son recuerdos para mí, cuando estoy solo. Además, no siempre puedo verte, o cuidarte. Sabes que, cuando me ausento mucho tiempo, puedo llevar alguna de esas fotos conmigo, y así, verte, aunque sea a través de un papel.

-¿Y por qué te tienes que ir por tanto tiempo?

-Porque... Tengo que trabajar en otros lugares, o, tengo que ir a visitar a mi familia.

-¿Viven lejos?

-No, pero... cuando crezcas más, te contaré.

No podía ser verdad, él había sido ese niño, y ahora recordaba otro par de cosas... ¿Cuándo? ¿Cuándo había sucedido esto? ¿Por qué no lo recordaba, si era tan importante?

Sesiones fotográficas, en el que él era el protagonista, en el que él sería un modelo tomado inconscientemente, inocencia, niño, era un niño. Pequeño, era pequeño... Ese hombre, ese joven... ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué no recordaba el momento en que le hacía daños físicos? Solo recodaba cosas en las que le decía que le quería y que le protegería... ¿Ésa era la verdad? ¿Era la verdad? ¿Ere ese hombre, la razón por el olvido de su niñez? ¿Era ese hombre quien se había robado su niñez? ¿O éste solo le tomaba fotografías? Pero, entonces, ¿quién le había hecho ese daño físico, sino?

 

 

Abrió nuevamente sus ojos. Había quedado dormido o se había olvidado de abrirlos.

Las sensaciones habían desaparecido, lo que significaba que era tiempo de moverse de allí, levantarse del suelo para salir a caminar, posiblemente a caminar. Solo esperaba poder hacerlo, porque no quería estar más en ese ambiente que emanaba de su cuarto; estaba cansado, necesitaba permanecer, aunque sea por unos minutos, lejos de su hogar y de su familia.

Tomo un baño rápido, intentando olvidarse un poco las cosas, tan solo cuando podía observarse su cuerpo desnudo; se vistió apresuradamente, avisó a su madre que saldría por unos momentos, a caminar, y fue sin rumbo a cualquier parte.

Recorrió la cuidad, con el frío viento haciéndole la contra. No sabía bien en qué dirección iba, o en dónde terminaría; pero estaba seguro que se perdería.

-Te quiero...

-¿Eh?

Se frota los ojos. ¿Su voz? ¿Hacia quién? Estaba cansado de recodar trozos, y luego tratar de unirlos para obtener algo de coherencia.

-Te quiero yo también, Alain.

 

 

Continuó caminando por largo rato, ya sin siquiera acodarse de por qué lo había hecho. Siguió, continuó sin rumbo, sin razón, solo para perderse. Intentando, tal vez, acabar consigo mismo. Buscando la muerte de esas imágenes y sonidos, el fin. Buscando el final.

Poca gente estaba a su alrededor, estaba en una parte céntrica de una cuidad que desconocía. El frío las espantaba, las invitaba a quedarse en casa, por ello, el no lograba encontrarlas pro más que no las buscaba. No obstante, un hombre estaba allí, sentado en una banca, apartada de todo. El frío no lograba espantarlo y enviarlo a casa, el frío solo le hacía parecer  triste, le hacía dar aspecto de hombre triste y solitario, sin nada que hacer y sin nadie con quien hablar. Ése fue el aspecto que le dio a Alexándrovich al verlo allí. Sonrió un poco al darse cuenta que él podría dar el mismo aspecto. Caminando solo por las calles, contra el viento. Un muchacho triste y solo, sin nada que hacer y sin nadie con quien hablar.

Se le acercó, continuando por su camino; pero, al pasar por su lado, le reconoció. Era Alain, ese hombre condenado y excarcelado. Ese hombre que tal vez le había robado su infancia y los recuerdos de ésta misma, su inocencia, su niñez. ¿Era él o solo una ilusión? No sería la primera vez en que su cabeza le jugaba una mala pasada.

Se detuvo. Se atrevió a dar media vuelta y observarle. El hombre mantenía su peso en sus codos, apoyando éstos mismos en sus rodillas; su cabello medio largo caía, ocultándole la vista, que escasas veces era descubierta sólo por el viento. Levantó su vista hacia el frente, y luego hacia él.

El viento silbaba triste, llevándose consigo a todas las hojas del otoño, incomodando.

Tenía ganas de preguntarle si se llamaba Alain, tenía ganas y a la vez tenía miedo. ¿Qué sucedería? Ya era un hombre grande, por los cuarenta años. No podía dejar de verlo a los ojos. ¿Veía tristeza o solo él la imaginaba?

-¿Alex, eres tú?

Sorprendido, retrocedió un paso. Era él. Él se había apiadado de su infancia, de su mente... Era él, y lo tenía a unos cuantos pasos.

-Estate quieto. ¡Quieto maldito mocoso!

Le desvestía con total brutalidad, arañándole incluso la piel, en sus intentos de quitarle la ropa. Alto, robusto, de cabello marrón ondulado... su rostro borroso. Lloraba tratando de quitárselo de encima, sintiendo miedo y sin comprender porqué le estaba haciendo aquello, porqué le quería sacar la ropa. El niño lloraba. El niño rubio y pequeño. Siendo víctima de la incomprensión, del abuso.

Manos que tocaban su débil y diminuto cuerpo, su inocente cuerpo, al igual que su mente. Un dolor extraño, algo extraño que le hacía doler, que entraba dentro de sí. Extraño. Y doloroso.

-¡No! -se sostiene la cabeza, sintiendo esas puntadas. Los recuerdos dolían.- ¡No eras tú!

-¿Qué?

Mientras el dolor aumentaba, mientras los sonidos continuaban emanando de esa boca y las perversiones aumentaban en esa mente desquiciada, el niño pequeño no sabía qué hacer más que llorar.

-¡Me duele! ¡Basta! -sus piernas dejan de responderle, haciéndole caer de rodillas al suelo. Se entierra las uñas en su cabeza; dolor. Dolor.

-¡Alex! ¿Qué te sucede? ¿Qué es lo que te sucede?

No había sido él....

 

 

 

 

Abre sus ojos, encontrándose en un ambiente cálido, en una cama de dos plazas. Tranquilidad.

Sin entender, se levanta de allí. No era su casa ni la de ninguno de sus familiares. Alarmado, se pone en pie y se observa a sí mismo. Su campera había desaparecido, al igual que sus zapatillas; estaba con vestimenta ligera pero algo abrigada. Se abre la puerta de a su derecha, por ella llega ese hombre con una taza que emanaba vapor y una esencia de algo delicioso. Un té, tal vez.

El hombre se sorprende al encontrarlo despierto tan prontamente, por lo que acude a preguntarle si se encontraba bien, depositando la taza en la cercanías, en una mesada. No encuentra respuesta, solo una mirada atónita y confusa.

-¿En dónde estoy?

-Mn. En mi casa. -responde nerviosamente, pero rápidamente se justifica.- Te desmayaste y yo... No supe qué hacer. Por eso te traje aquí.

-¿Quién eres? ¿Qué quieres? -retrocede, temiendo por sí, por su destino

-¿No...no me recuerdas?

¿Debía responder? No estaba seguro, ¿por qué debería? Era un hombre extraño, pero conocido a la vez; que le había casi secuestrado.

-¿Alain? -pregunta dudando

-¿Me recuerdas?

-¿Qué me hiciste? Déjame ir...

-Alex... Yo... Yo no he hecho nada... Mi único crimen fue fotografiarte... Nunca se me ocurrió lastimarte... Te quería, no podía hacerte algo como aquello... Te quiero... Nunca he dejado de quererte o pensar en ti, durante todo el tiempo de la condena...

Le creía, sin saber porqué.... Tal vez por esos últimos recuerdos. Recordó cuando le lastimaron físicamente y le robaron de sí toda inocencia y toda su niñez. Había sido otra persona. Estaba seguro, había sido otra persona, no Alain. No Alain.

Se acercó a él y le abrazó. No comprendía ni porqué lo hacía o porqué le creía. Pero, en el fondo, opinaba que sus sentimientos se asemejaban.

Se sentía extraño tan cerca de aquel cuerpo, se sentía extraño sus sentimientos y sus recuerdos.

-¿Qué fue lo que sucedió? Dime qué fue lo que sucedió porque no recuerdo del todo... ¿Quién fue el que me robó mi niñez?

El hombre se alejó un poco, buscó la mirada del jovencito, que buscaba respuestas, y, veía que decía la verdad al no recordar todas las cosas, pero no estaba seguro de qué no recordaba.

-Alex... ¿sabes quién soy yo? ¿qué era lo que hacíamos todas las tardes juntos, en dónde... para qué?

-Alain...Kolakowski. Eras uno de los jardineros en nuestra casa... Estábamos tiempo junto con las flores y a veces yo te fotografiaba y tú a mi... estábamos dentro de una pequeña casita llena de los utensilios que necesitabas para trabajar. Tú te ibas por largos períodos de tiempo, por cosas de tu familia que me decías que me explicarías cuando fuese más grande.... ¿no?

Sonrió un poco, sí recordaba, y bastante. Le acarició las mejillas. ¡Cuánto había crecido! Seguía queriéndole, amándole. A pesar de que no debía. En aquel entonces era un niño, y a pesar de que nunca le había hecho nada más que fotografiarle, estaba destinado a ser un hombre mayor que él, mucho mayor que él, sin posibilidades de amarlo, sin posibilidades de cuidarlo y quererlo más que un simple conocido. Pagó su condena, la que no le correspondía, y se ganó el título de un pervertido, todo, por él, por la culpa de él, de ese hombre que salió ileso, que salió escapando y sonriente, sonriente al ver que no le habían descubierto. Ahora era un joven, un hermoso joven, de mirada sensible, de cabellos alborotados que destellaban con la claridad del sol, de piel suave y blanca... Siempre le había visto como un ángel, pero ahora, su inocencia le había sido robada, su niñez también, su cuerpo había sido usado. En parte, la culpa la tenía él, también. A pesar de que ya había crecido, no podría amarle tampoco. Veinte años de diferencia, era lo mismo que una prohibición.

-Sí... Eso es. Soy Alain. Alex, ¿recuerdas lo que sucedió ese día? -pregunta con voz suave, para tratar de no obligarlo a recordar. Solo quería saber si lo recordaba, no obligarlo a hacerlo.

-¿Cuándo?

-Cuando me llevaron. Cuando todo sucedió en un solo día. Cuando parecías no tener mirada...

-¿Cuando me robaron?... -cerró los ojos, tenía la imagen de cuando se lo llevaban y él gritaba por su nombre, diciéndole que recordara la verdad... ¿era tal vez aquello que a tan solo unas horas había recordado? ¿era el hombre de cabello ondulado y marrón?

-No... No quiero que te esfuerces para hacerlo. Si tu mente no quiere que lo recuerdes, es por tu bien...

-Un hombre...de pelo marrón y ondulado... que me lastimaba... me tocaba... me...respiraba al oído...

-Alex... ¿lo recuerdas? -sorprendido, lo recordaba. ¿Cómo era que su mente podía soportar aquello?- Alex, basta. No sigas. Te va a hacer daño. No te esfuerces para recordar.

-No lo hago... Lo recordé cuando te vi. Porque antes no recordaba nada... Fue todo este año... Cuando por fin pude ver tu rostro en toas esas imágenes que se me aparecían en la cabeza, cuando después escuché tu nombre, tu voz y la mía, cuando recordé lo que hacíamos.... Cuando te encontré sentado... recordé eso... ese hombre y lo que me hacía...

Su cuerpo se ponía débil, perdía fuerzas, como si fuese a desmayarse. Alain, temiendo por ello, lo llevó cerca de la cama.  Y lo recostó allí, observándolo. Nervioso. Se levantó, no debía tenerlo más tiempo en su casa, menos en su habitación, menos en su cama. Debía hacer algo al respecto. Debía olvidarse de él, y dejarle vivir. Dejar de amarlo, debía dejar de amarlo.

-No te vayas. No me dejes solo. Alain...no me dejes solo. Te quiero -le agarra la mano, justo a tiempo.

Se sienta y le obliga a él a hacer lo mismo. Le veía nervioso. Por un tiempo le observó a los ojos. Y sin resistir, acerca su rostro y le besa. Le sostiene el rostro, sellando sus labios con los suyos.

Alain le aparta de sí, sosteniéndole desde los hombros.

-No hagas eso. Por favor, no hagas eso.

Apenado, rechazado. No le importaba. Le quitó la mano de sus hombros y volvió a besarle tiernamente.

-Alex, por favor no. No debo... no debes... -le apartó, pero él le abrazó tranquilamente, escondiendo su rostro en su cuello. Sentía los labios de él rozándole la piel y erizándosela. No correspondía... Pero no podía detenerse más... Simplemente no podía.

Apoyó sus manos en la cintura del joven, sintiendo ese cuerpo frágil que le suplicaba su contacto. Besó su cuello y luego sus labios, descubriéndolo poco a poco de la vestimenta, de la suya también. Lo recostó en la cama, besó todo su cuerpo, acarició todo su cuerpo, sentía cada parte de él, recorría con su mirada cada parte de él. Tantos años aguantándose de hacerlo, porque no correspondía, por que era un niño, que se desataban. Él se entregaba, y no podía resistirse más. No podía continuar engañándose a sí mismo.

Alexándrovich le decía en suspiros y gemidos que le quería, y él le respondía de la misma forma. No aguantaba más, deseaba poseer cada parte de esa piel, de ese cuerpo joven... le amaba por sobre todas las cosas del mundo, y lo que más deseaba, por fin se le cumplía.

Con cada minuto que transcurrí, más y más suspiros, gemidos y palabras que se desataban.

Rozaban sus pieles, entremezclándose las transpiraciones, los besos que consumían ese delicioso sabor impregnado en el otro.

Horas en las que solo hacían lo que sus impulsos les ordenaban, saboreándose el uno al otro, entregándose tan firme y lealmente... Alain con tanto tiempo esperando y a la vez esquivando, creía soñar, Alexándrovich, confuso por lo que estaba haciendo, pero feliz, extrañamente feliz.

Sensaciones extrañas llegaban al joven. Un acto que le había robado su niñez, pero que ahora era el mismo, siendo otro al mismo tiempo, entregándole más cosas aún de las que le habían robado.

Una explosión que le recorrió el cuerpo, un grito por ello. Su cuerpo ya no le respondía, necesitaba un descanso.

El cuerpo del mayor, sobre el suyo.

Cerró los ojos.

 

 

 

Abrió los ojos, sintiendo la calidez de las frazadas. Buscó a Alain cerca, pero no estaba. Observó la puerta entreabierta, se sentó y buscó su ropa por el suelo. Se vistió y caminó por aquel lugar desconocido, buscando al mayor.

Todo estaba muy silencioso. Tal vez, demasiado.

De pronto, comienza a sentir ruidos exteriores. Personas, gente. Abajo, se encontraba en un edificio.

Una computadora encendida con la pantalla casi en blanco. Se acerca a ella. Letras.

No debe ser así. No debió.

Es mentira. No sientes eso... yo sí, pero no debo arruinarte más tu vida.

Mael, el hombre ese, de cabello marrón y ondulado se llamaba Mael. Era uno de los mayordomos, pero se ha ido del país. Hace ya tiempo, cuando me culparon a mí por la violación...

Si quieres las fotografías, mantuve escondidas algunas en otro lugar, antes de que la policía las encontrara, están bajo el televisor de este comedor.

Tú tenías las que me tomabas, pero no sé en donde las dejaste...

Alex... te quiero, pero no quiero arruinarte más tu vida...

Lo de ayer... fue solo una equivocación... lo mismo al amarte.

Lo lamento.

Lamento que te haya robado tu niñez, y yo tu vida.

 ¿Era una despedida? ¿De verdad era una despedida? Entonces, ¿por dónde? ¿por dónde se había ido?

Un fuerte viento entró por el ventanal, las cortinas blancas bailaron con ella. Alexándrovich, temeroso, se acercó hasta allí, sintiendo cada vez más y más cerca los ruidos de las personas, la policía. Observó hacia abajo...

Por allí se había ido. Se fue al vacío.

Impresionado, retrocede y se sienta en el piso. Llorando y sin comprender del todo el porqué.

¿De verdad se había ido? ¿De verdad había muerto?

Se levantó, aún llorando desconsolado, pero buscó por debajo de la televisión las fotografías. Las encontró, se encontró a él de pequeño, sonriendo, cubierto por una frazada verde desteñida, luego otro fotografía del Alain a su lado, abrazándole. Ambos sonreían. ¿Qué era? ¿Por esto había sido culpado y condenado?

Continuó llorando. De verdad le había dicho que le quería, le creía... y recordaba que no le había hecho nada... ¿por qué se había culpado de robarle la vida...?

Se acostó en el frío suelo. Al poco tiempo, sintió que la puerta era forcejeada para ser abierta. La policía otra vez...

 

Su vida había sido robada, pero hacía un instante.

 

 

 

·.·´¯`·.·´¯`·.·´¯`·.·´¯`·.·´¯`·.·´¯`·.·´¯`·.·´¯`·.·

Notas finales:  

Si les ha parecido extraña esta historia, a mí también.

Soy sincera cuando digo que se me ocurrió de improviso, luego de despertarme como cualquier otro día.

Déjenme un review, por favor, me encantaría que lo hicieran comentándome qué tal les pareció. Es mi primer one-shot, y, en cierta forma, me siento bastante conforme con él.

Pregunten cualquier cosa, ¿ne?

Muchísimas gracias por leer.

¡Hasta otra vez!

 

Phoenix Jade


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