Hoy me detuve por más tiempo, esperando en balde que posara sus ojos en mí y que por fin esos traicioneros bandidos se aliaran conmigo. Mi espera fue infructuosa, siguió con su arrogante actitud, siguió en su pedestal del cual no bajará por temor al cielo... o por temor al diablo... o por temor a mí.
Con tus desdenes no haces más que traicionarte y negar la pasión que nos alimenta... no sé si el diablo o un ángel la inspira, de lo que estoy segura, ¡Ha, Mojigata! es que bajarías si yo te lo propusiera. Haría con mis besos, mis manos, mis labios y todo mi cuerpo que llegaras al paroxismo del placer... tal y como lo sentiste cuando te torturaron. Haría flaquear tus convicciones de la misma manera en que fracasaron terriblemente tus primeros verdugos. Te haría de nuevo una santa. Me convertiría en tu único amor.
Después de mi herético sueño sigo mi camino y me doy pena... estoy enamorada de la santidad de esa mujer, de la imposibilidad de alcanzarla, de lo imposible que resulta alcanzarla. Deseo a esa mujer a la cual amo y por la cual me desangro día a día... como su Mesías.