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Here with me... La hermosa bestia verde de Konoha por KakaIru

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Notas del capitulo:

Hola! Aquí vengo con otro capítulo (wow que rapido! ni yo me lo creo) que espero que les guste y si es asi dejenme un review!!!! (no sean malit@s!!!!)

Bueno ya les dejo continuar con la lectura...  Y de mas esta decir:

Capítulo dedicado a tod@s l@s fans de esta otra superlinda parejita....

GaaraxLee

 

 

Lee caminaba lentamente. Aún no sabía muy bien qué decir a la Hokage. Pero el hecho era que estaba muy molesto. Molesto con el Kazekage, molesto consigo mismo, por ser un idiota, por pensar que talvez Gaara se había acercado a él con la intención de ser amigos, ¡pero no! Gaara lo que quería era otra cosa.

 

Y este hecho lo entristecía sumamente y no sabía porqué.

 

-Hola, Lee…- le saludó una voz neutra. Lee alzó la cabeza y vio a Neji frente a él.

 

-Hola- respondió sin muchas ganas.

 

-¿Qué sucede?- preguntó Neji al notar el desánimo de su compañero.

 

-No es nada- Lee le dirigió una sonrisa forzada.

 

-Claro…- dijo Neji en tono incrédulo- Bueno, lo que sea que te suceda, recuerda que tú nunca te rindes, y nunca pierdes el ánimo…

 

Lee abrió los ojos con sorpresa. Esas palabras… esas mismas palabras… se las había dicho él a Neji cuando se conocieron años atrás… Recordaba ese momento a la perfección, cuando Neji le había dicho que se rindiera, que nunca lograría vencerlo, que era inútil seguir intentándolo. Pero él no se había dado por vencido y, completamente seguro de sí mismo, había dicho:

 

“No, yo nunca me rindo, nunca pierdo el ánimo, porque sé que puedo ser más fuerte”

 

Lee sonrió.

 

-…Porque sé que puedo ser más fuerte- completó su propia frase.

 

Neji le devolvió la sonrisa.

 

Lee suspiró fuertemente. Era muy extraño ver reír a Neji, pero tenía una linda sonrisa.

 

-Te acompaño a donde vayas- dijo el de ojos blancos a su compañero.

 

-No voy a ningún lado- confesó Lee olvidando por completo su deseo de ir a ver a la Hokage. Después de todo eran contadas las veces en las que compartía con Neji.

 

-¿Entonces por qué no vamos al festival?- Lee asintió.

 

El festival estaría bien. La música, las risas de los habitantes de la villa, los dulces y los colores. Dios, casi podía sentir la emoción de los demás. Y apenas era el mediodía, había tiempo aún de hacer muchas cosas.

 

-¿Vamos?- pidió Neji, y ambos se dirigieron al festival.

 

Por el camino Neji vio como Lee recobraba la alegría que siempre le había caracterizado.

 

Esa era una de las virtudes que le gustaban de él y que lo habían enamorado. Lee era tan endemoniadamente alegre que resultaba imposible no alegrarse con él. Cada cosa que hacía, que decía, que pensaba, venían de su corazón. Lee nunca mentía, nunca engañaba a nadie, al contrario, trataba siempre de ayudar a los demás aún arriesgando su propia vida. Esta era una de las cosas que le fascinaban de él. Ya entendía porqué Gai-sensei lo había escogido como su preferido. Ni Tenten ni él podrían competir nunca contra Lee en ese sentido.

 

Y cada vez que Lee reía era como si les brindara la paz que buscaban. ¡Y Lee siempre estaba riendo!

 

Por eso no le gustaba verlo triste, porque era como si el cielo se tiñera de negro, como si azotara una tormenta, como si la vida se acabara.

 

Y Lee tenía tanta vida… Pero a la vez era como un niño. Lee no sabía absolutamente nada de la vida. Odiaba las peleas y las injusticias, apoyaba a todo aquel que necesitara ayuda, protegía a los más débiles aún de los que eran más fuertes que él y continuamente buscaba aumentar su propia fuerza mediante los entrenamientos. Pero era sumamente inocente. A pesar de estar enamorado de Sakura (lo había estado en el pasado, desatando los celos de Neji) nunca había llegado a nada con ella, y no había tenido otra pareja. Lee parecía no entender nada sobre el amor (más de lo que había sentido hacia la pelirrosa) y eso provocaba aún más amor en Neji.

 

Si por él fuera se encargaría de enseñarle a Lee todo lo relacionado con el amor y más. Si tan sólo Lee pudiese corresponder a sus sentimientos…

 

_

 

 

Había algo que lo molestaba. No sabía qué. Pero era un irritante sentimiento, una opresión en el pecho. Algo no estaba bien.

 

Gaara se levantó de su sitio. Observó a su alrededor.

 

-Claro, él se ha ido…- dijo refiriéndose a Lee.

 

Había estado sumido en sus pensamientos todo ese tiempo. Pensaba en Lee y en él mismo. Ciertamente él sentía una atracción física por Lee hasta cierto punto inexplicable y desconcertante. Entonces, ¿por qué le molestó verle sonreír a ese tal Neji? Y de sólo pensar en ese nombre le hervía la sangre.

 

Lo odiaba. Y la verdad es que no sabía la razón, pero aún así lo detestaba con todas sus fuerzas.

 

-Gaara…- escuchó susurrar su nombre.

 

Dio la vuelta y se encontró con su hermano. Pero Kankuro se veía muy… distinto. ¿No llevaba maquillaje? No, tampoco llevaba su atuendo usual, esta vez simplemente utilizaba un kimono negro y rojo.

 

“Lindo kimono”, pensó Gaara mientras dirigía una mirada de fastidio a su hermano.

 

-¿Qué quieres?- preguntó con cierto tono irritado.

 

-Simplemente estaba pasando por aquí y como te vi ahí tirado pensé que necesitabas algo- respondió Kankuro como si nada.

 

Pero, ¿Gaara necesitaba algo? Ahora que se ponía a pensar talvez sí necesitara algo. Y es que su mente estaba hecha un caos. ¿Podía confiar sus problemas a su hermano? Bueno, al menos lo intentaría, y si Kankuro se atrevía a reírse de él podía darse por muerto, que le prepararía un bonito ataúd de arena para que descansara.

 

-No sé qué me sucede…- comenzó a decir el pelirrojo mientras Kankuro alzaba una ceja. Realmente no se esperaba que Gaara le fuese a contar sus problemas.

 

Y el tono de Gaara era bastante calmado y serio. En su cara se notaba una gran concentración. Kankuro se puso nervioso de pronto. Demonios, esa era la primera vez que hablaría con Gaara como si fuesen hermanos. ¿Le pediría consejo? Entonces debía pensar bien qué decir. ¡Dios! ¿Cómo Temari podía aconsejar con tanta tranquilidad?

 

“Cálmate Kankuro, sólo es un consejo, y talvez ni siquiera te lo pida”, trató de tranquilizarse pero no pudo.

 

Por un lado se sentía feliz. ¡Al fin! ¡Al fin Gaara lo veía como a un hermano! Y se sentía tan bien que casi se sonrojaba. Kankuro reprimió una sonrisa que amenazaba con ser demasiado tierna y únicamente se sentó a un lado de Gaara, no muy cerca como para invadir su espacio personal pero sí lo suficiente como para escucharlo sin que el otro tuviese que alzar la voz.

 

-Es algo que siento cuando veo a cierta persona- continuó el pelirrojo. Kankuro pestañeó repetidas veces. ¿Siento? ¿Gaara había dicho la palabra ‘siento’? Si ya casi comenzaba a pensar que Gaara era incapaz de sentir algo. Pero al parecer se equivocaba. ¿Cuántas otras cosas más descubriría de su hermano pequeño? ¡Había tantas cosas que desconocía y se moría por saber!

 

Kankuro asintió ante la mirada del pelirrojo.

 

Continúa.

 

-No sé lo qué es, por un lado me gusta, pero ya me han gustado otras personas antes- Kankuro asintió. Sí, a Gaara le habían gustado varias mujeres de Tsuna, y se había acostado con ellas y las había dejado casi al instante, así que nada de eso lo sorprendió-. Pero me molesta cuando habla con otras personas, cuando sonríe a otras personas, cuando las mira, cuando piensa en ellas. Me molesta mucho, y siento ganas de matar a todos los que le rodean únicamente para que pueda verme y sonreírme a mí- Kankuro se quedó anonadado. ¿Gaara demostrando abiertamente sus celos? ¿Admitiéndolo? ¿Y desde cuándo Gaara había comenzado a desarrollar sentimientos de posesión hacia alguien?

 

Definitivamente su hermanito era una caja de sorpresas. Nunca sabría qué encontrar en su interior.

 

Porque al parecer Gaara sí podía llegar a sentir celos, eso significaba que sentía miedo de perder algo muy valioso. Lo que equivalía a pensar que Gaara sí apreciaba algo (en este caso alguien), a pesar de toda la coraza que lo rodeaba, haciéndolo parecer un ser sin corazón incapaz de amar otra cosa que no fuese él mismo. Ahora más que nunca ese lema que Gaara había repetido como un mantra (ese molesto ‘me amo sólo a mí mismo y peleo sólo por mí mismo’) perdía su valor.

 

El Kazekage sí podía amar. Sí podía tener miedo. Sí era humano, después de todo.

 

Se hizo un momento de silencio. Gaara escogió bien sus palabras.

 

-Siento que esta vez es diferente- claro que era diferente, eso podía saberlo Kankuro con sólo ver a los ojos de su hermano-, pero no sé qué hacer con esto que siento, ni siquiera sé darle un nombre. Resulta algo molesto.

 

Kankuro volvió a pestañear con sorpresa. El amor a veces resultaba ser molesto.

 

-Gaara- le interrumpió el mayor; ambos ojos azules se posaron en él, expectantes-, eso que sientes talvez es amor.

 

Amor.

 

Gaara.

 

Amor.

 

Gaara.

 

Amor y Gaara. Definitivamente el pelirrojo creía que ambas palabras no eran compatibles. Pero si no lo era entonces qué otra cosa podía ser. ¿Qué era eso tan intenso que sentía cuando estaba con Lee?

 

-No… Imposible…- respondió tajante Gaara.

 

-No lo es tanto- dijo Kankuro con confianza, aún con el temor de que Gaara se molestara y lo asesinara-, ¿por qué no me describes lo que piensas con respecto a esa persona?

 

Gaara agachó la cabeza. ¿Cómo dar palabras a sus pensamientos?

 

-No puedo dejar de pensar en él…- comenzó Gaara.

 

Kankuro casi se atraganta al escuchar esta frase. ¿Él? ¿Eso significaba que a Gaara le gustaba un chico? Quién lo hubiera imaginado. No estaba en contra de que a su hermano le gustara un él y no una ella, pero sí que se le hacía bastante difícil no impresionarse. Aunque… a él también le habían gustado algunos chicos, así que no había nada de qué avergonzarse.

 

Gaara le dedicó una mirada a su hermano esperando su reacción. Kankuro se limitó a asentir con una tenue sonrisa en los labios.

 

Te apoyo.

 

Gaara continuó:

 

-A cada momento del día quiero verlo, quiero estar a su lado. No quiero que nadie se acerque a él, no quiero que nadie lo mire. Pienso en él todo el tiempo, quiero besarlo y hacerlo mío. Pero él no quiere. Hoy estuvimos juntos, pero él se asustó y ni siquiera me dejó quitarle la ropa- Kankuro le veía sorprendido… Gaara realmente no sabía nada de sutileza. ¿Cómo quería que el otro no tuviese miedo si él actuaba de esa forma, como un animal en celo? Y resultaba increíble imaginarse a Gaara en esas condiciones…- Ahora seguramente debe estar con otra persona, y eso me molesta, y me dan ganas de ir a buscarlo y encerrarlo en mi habitación sin dejarle salir. Lo quiero sólo para mí.

 

Bien, eso era un problema. Un problema muy serio. Kankuro lo sabía y probablemente Gaara también debía saberlo.

 

Cuando el pelirrojo se refería a ‘querer sólo para mí’ significaba que iba en serio, que realmente quería tener a esa persona. Pero querer tener, en el idioma de Gaara, era como decir tener un objeto, aunque se tratara de un ser humano. Y ese chico no era un objeto, un animalito ni mucho menos, y Gaara debía comprender esto o las cosas no terminarían bien.

 

Conociendo a Gaara como lo conocía, Kankuro estaba seguro de que su hermano era capaz de llevarse al chico aún en contra de su voluntad, y esto definitivamente no era bueno. Así que era su deber calmar a su hermanito antes de que hiciera alguna locura.

 

-Gaara, pero el amor no es así- explicó Kankuro a su ignorante hermano-, en el amor debes pensar en los sentimientos de esa otra persona y buscar su felicidad.

 

-Sé que sería más feliz conmigo- señaló Gaara; Kankuro negó.

 

-Eso no puedes saberlo…

 

-Lo sé- dictaminó el Kazekage.

 

Kankuro maldijo que su hermano fuese tan cabezota. Pero supuso que era algo de familia, todos los Sabaku eran iguales, incluyéndolo.

 

-No eres Dios, no puedes saberlo- insistió el maestro de las marionetas.

 

-No necesito ser Dios para saberlo- replicó Gaara sin molestarse, cosa que sorprendió al otro-, además no importa si no es feliz.

 

-Pero Gaara…

 

-Soy un ser egoísta- dijo el pelirrojo frunciendo el entrecejo-, siempre lo he sido. Desde el momento en que me di cuenta de que nadie puede quererme, siempre han deseado que desaparezca y mi única razón para vivir es matar, asesinar a los demás, a aquellos que me desprecian. Únicamente me preocupo por mí, porque nadie más lo hará. No me interesan los sentimientos de los otros porque tampoco a ellos les interesan mis sentimientos. Nadie se preocupará nunca por mi dolor, sólo yo, así que debo calmarlo aunque tenga que sacrificar a otros para conseguirlo. Es mi sufrimiento, nadie se preocupará por él, así que yo no me preocuparé por el suyo... Él me teme, talvez me odia, ¿pero y si realmente me odia?- la voz de Gaara se quebró, y en ese momento tenía un aspecto frágil y desvalido, nada que ver con el demonio que realmente era, y parecía que iba a romper en llanto de un momento a otro; Kankuro deseó abrazarlo pero se contuvo; Gaara cambiaba de ánimo demasiado rápido, y eso era peligroso- Si él realmente me odia, ¿entonces qué haré? Si lo que siento es amor y se supone que deseo hacerlo feliz, ¿entonces por qué no puedo dejar que sea feliz lejos de mí aún a costa de perder su cariño, si es que siente eso por mí, aún a riesgo de que me odie todavía más?

 

-Gaara…

 

Kankuro no sabía qué decir ni qué hacer para reconfortar a su hermano.

 

Ciertamente la situación de Gaara debía ser terrible. Después de todo era Gaara, no cualquier otra persona. Debía ser difícil vivir una existencia ligada al odio, los asesinatos y el miedo y luego enamorarse de una persona. Y entendía muy bien porqué Gaara se veía incapaz de lidiar con ese sentimiento que crecía en su interior. Debía tener muchas dudas, seguramente. Y debía tener mucho miedo también. Definitivamente todo lo que había aprendido Gaara de la vida hasta ahora no tenía nada que ver con lo que sentía en ese momento. Era como si ideas completamente opuestas se juntaran en su cerebro dando órdenes a su corazón. Por una parte su infancia (sus dieciséis años de vida), el miedo, el odio de su propia familia, el placer al asesinar, el demostrar su existencia por medio de la aniquilación de los demás; y por otro lado el amor, el deseo de estar con alguien, de entregarse completamente a ese sentimiento, a esa sensación de bienestar al encontrarse al lado del ser amado.

 

Sí, debía ser difícil y frustrante para Gaara.

 

Pero nadie podía ayudarlo. Ni Kankuro, ni Temari, ni nadie. Nadie más que él mismo. Talvez lo que debía hacer era escuchar a su corazón. Pero mucho temía que el corazón de su hermano había enmudecido tiempo atrás, siendo incapaz ahora de servir de algo.

 

La existencia de Gaara era tan triste…

 

-Lo siento…- fue lo único que pudo articular Kankuro al no poder ayudar a su hermano, ni siquiera tenía palabras de consuelo que le pudieran servir. En ese momento se sentía tan mal consigo mismo, por no ser un buen hermano. Pero Gaara parecía no recriminarle.

 

-Gracias- fue todo lo que brotó de los labios del pelirrojo y Kankuro pensó haber escuchado mal.

 

¿Gaara le había dado las gracias? Sí, por muy increíble que pareciera. Definitivamente Gaara era impredecible. Un momento se mostraba cruel y despiadado, luego parecía enamorado y risueño, luego lucía débil y desvalido y por último desesperanzado y triste.

 

Kankuro no sabía qué hacer con todas esas facetas de su hermano.

 

-¿Podrías dejarme a solas?- preguntó Gaara en voz baja. Kankuro no quería dejarlo pero sabía que tampoco podía ayudarlo, así que decidió dejarle en paz. Se levantó lentamente, le dirigió una mirada lastimera y se fue.

 

El festival, a partir de ese momento, le supo amargo. Pero al menos le quedaba el consuelo de que había avanzado un paso en su relación con Gaara.

 

-Por cierto, Gaara…- dijo Kankuro antes de irse- estoy seguro de que aún no les dicho que lo quieres, ¿verdad? ¿Por qué no lo intentas?

 

Y desapareció.

 

_

 

 

Todo estaba tan animado que Lee se olvidó de sus penas momentáneamente. La presencia de Neji era muy relajante, y ambos parecían divertirse.

 

Sentado algo alejado de la multitud Neji veía a Lee devorar un empalagoso dulce. Se le hizo sumamente gracioso ver como el chico degustaba con enorme placer el delicioso manjar que se escurría irremediablemente por sus labios debido a la glotonería.

 

Neji largó una carcajada.

 

Lee le miró alucinado.

 

¿Neji riendo a mandíbula batiente? Es que el festival realmente cambiaba a la gente, incluyendo al de los ojos blancos, que se acercaba a Lee con paso lento al tiempo que una disimulada sonrisa adornaba sus labios.

 

-¿Qué es tan gracioso?- preguntó Lee aún con el dulce en la boca. A Neji se le hizo sumamente tierna la imagen.

 

-Tú- respondió ensanchando aún más la sonrisa al ver la cara de enfado de Lee (que a decir verdad lo hacía lucir aún más infantil).

 

-¿Y yo por qué?- preguntó Lee haciendo un pequeño puchero que sacó una diminuta sonrisa en Neji.

 

-Porque eres un niño muy tonto y tierno- respondió Neji acercando una servilleta a las mejillas manchadas de Lee, limpiando con cuidado cada moflete, maravillándose con el dulce sonrojo que invadió a Lee de repente.

 

Y entendía muy bien el desconcierto de Lee. ¿Desde cuándo él, Neji el insensible, se comportaba de manera tierna con alguien? Pero es que Lee (en su opinión) no se merecía otra cosa. Él quería tratarlo con cariño, el mismo cariño que no había dado nunca a nadie, pero Lee era diferente, a él lo quería más que a nadie. Ya lo había aceptado. El primer paso estaba dado. Ya sólo quedaría saber si el otro le correspondía. Y, de ser así, ya sólo quedaría la confesión, que estando solucionado el segundo paso no sería nada difícil.

 

-Lee…- murmuró Neji acercando su rostro al de su amado amigo.

 

El mencionado se quedó estático. La cercanía de Neji se asemejaba mucho a la de Gaara. Y Gaara lo había… Dios, no, ¿y si Neji quería hacer lo mismo?

 

-Neji- dijo Lee posando ambas manos en el pecho del ojiblanco.

 

Y el pecho de Neji se sentía algo áspero, un poco duro. Su ropa, al parecer, no era tan suave como aparentaba.

 

Lee movió sus dedos.

 

Esa sensación ya la conocía. Esa textura no había podido olvidarla nunca, ni aunque lo hubiese querido. Eso que sentía era…

 

¿Arena?

 

Abrió los ojos asustado justo para ver el cuerpo de Neji rodeado de una arena que lo aprisionaba peligrosamente.

 

-¡Neji!- gritó Lee fuertemente.

 

Volteó a todos lados tratando de encontrar al causante de que Neji estuviese apresado en ese ataúd de arena. Entonces lo vio. A unos metros de donde se encontraban un muy enfadado Gaara los observaba.

 

Si bien Lee nunca había tenido miedo lo que sintió en ese momento fue algo muy parecido, al ver la furibunda mirada del Kazekage cargada de odio, rencor, ¿celos? Gaara dirigió una fugaz mirada a Lee y luego desvió la vista el cuerpo de Neji, que flotaba en una ataúd de arena. Todo el festival se había quedado en silencio, sólo algunos niños lloraban.

 

Lee intentó acercarse a Gaara pero el brazo extendido de este lo detuvo. Lee había visto antes ese gesto, justo antes de aplicarle el ataúd del desierto durante su pelea. Y sabía lo que vendría a continuación.

 

-¡Detente!- gritó Lee, pero la mano de Gaara se cerró rápidamente.

 

-¡¡¡Sabaku Kyū!!!

 

 

 CONTINUARA.................................

Notas finales:

Y aquí termina este cap!!! (no me maten) Que sucederá con Neji? Podrá Gaara controlarse o ira matando a todo el mundo? Habra alguien que detenga al Kazekage? Que le espera a Lee en adelante? Jajaja esto y mas en el proximo capi! Y si quieren leerlo tendran q dejarme review!!! (bueno, solosi quieresn....)

De antemano gracias por leer...

Cuidense y sigan leyendo por favor!!!!!!!!!!! 


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