Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tu sonrisa inolvidable por Aphrodita

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Dedicado muy especialmente a Alexei por su paciencia y comprensión. Y también al Fans Club Kannon & Radamanthys.

Tu sonrisa inolvidable


Aphrodita





One Shot...


El niño rubio permaneció aferrado a la blanca y tibia mano de su madre, no estaba muy acostumbrado a estar rodeado de tanta gente como lo estaba en ese pueblo.

Sin embargo se soltó de aquella mano de porcelana para distraerse unos segundos decisivos con la llamativa cultura de aquel país tan lejano y ajeno al suyo.

Cuando volteó se vio en la desafortunada situación de estar completa y absolutamente perdido en esa muchedumbre que no hablaba su lengua materna.

Buscó con sus pequeños y desorbitados ojos permitiendo que poco a poco la desesperación dominase sus sentidos, nublándolos por completo.

Solo y perdido en Grecia... Con seis años, ese era el desenlace mas temido e inesperado para un niño.

Sin poder contenerse, y sin querer hacerlo, el niño rompió en llanto... Y ya sus pequeños ojos, a esas alturas no podían focalizar nada mas que aquella tumultuosa masa de gente en aquel extraño pueblo.

Una mano grande y poderosa se apoyó sobre sus hombros, con cierta dificultad para respirar por ese llanto desgarrador y esa angustia nacida en su pecho que lo oprimía, intentó serenarse y voltear.

- ¿Qué sucede niño?

Inquirió un joven de tez algo morena, mirada firme y cabellos azulados, algo rebeldes que caían por su frente y hombros.

El pequeño no dejó de llorar ante esas palabras, fue aun peor, pues al llanto acompañó un desgarrador grito de terror al no comprender ni una sola palabra del lugareño.

- Tranquilízate... –El joven optó por apelar a su conocimiento sobre los idiomas --¿Hablas ingles?... –Adivinó teniendo en cuenta que el inglés siempre fue el idioma neutro en todos los países.

Ahora si, el niño asintió más tranquilo comprendiendo las palabras del otro... Su llanto desgarrador seso, sin embargo continuo hipando a causa de la angustia.

- ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?
- Me perdí... –Pronunció el pequeño entre lagrimas, frotando sus ojos para que estas desapareciesen.
- ¿Te perdiste?... –El muchacho frunció su frente --¿Estabas con alguien?
- Si, mis padres... Yo estaba con mi mama... –Comenzó a llorar nuevamente.
- Bueno, tranquilo... No re preocupes, los hallaremos... Tenlo por seguro... Acompáñame... –Sonrió el otro niño algo enternecido por el porte del menor.

Sin saber bien que hacer, el pequeño perdido siguió los pasos del mayor, observando debes en cuando su profundo y marcado rostro... Por costumbre y también por temor, tomó su morena mano para no volver a perderse.

- ¿Cómo te llamas?... –Investigó el mayor sonriendo apenas y afirmando mas el agarre de manos.
- Baldwin... –Hipó el niño.
- ¡Oh! Bello nombre...
- A mí no me agrada... –Contradijo con su temblorosa voz.
- El mío es Kanon... Y a mí me gusta mi nombre... –Dijo el lugareño para lograr, con su conversación, distraer un poco a su compañero de caminata.

Quizás, en otras circunstancias, el pequeño llamado Baldwin no hubiese seguido los pasos de un desconocido, pero la situación requirió realmente ayuda.

Siguieron caminando por el pueblo, hasta que poco a poco comenzaron a alejarse del mismo subiendo lo que seria una colina.

- Baldwin Rad Cromwell. –Acotó el niño sorpresivamente, sintiendo el viento griego golpear su rostro, el día era soleado y calmo, nada vaticinaba tal terrible destino.
- ¿Ese es todo tu nombre?... –Preguntó el mayor sorprendido –Es bonito, no se porque dices que es feo...
- Me gustaría llamarme de otra forma, cuando sea grande me cambiare el nombre...

Kanon rió al escuchar la emoción y la determinación en ese pequeño llamado Baldwin. Llegaron ante una cabaña, algo alejada de la civilización, el lugareño ingresó y en griego llamó a su hermano.

Otro muchacho, muy similar al mismo joven que lo rescató, por no decir exactamente igual, salió de una habitación... En su rostro y en las visibles parte de su cuerpo desnudo, series cicatrices recientes lo adornaban. Algo que el extranjero no pudo comprender, pero que demostraba el entrenamiento al que se sometía diariamente el griego.

En pocos minutos, lo que duró la charla entre ellos, el joven desconocido salió de la cabaña rumbo al pueblo; para restar dudas, Kanon volteo al niño para explicarle.

- Mi hermano ira con las autoridades... Pronto encontrará a tus padres...
- ¿Era tu hermano?... –Aquello había quedado muy en claro –Son iguales...
- Somos gemelos... El se llama Saga... –Explicó buscando en una desvencijada alacena el pan que ese día habían adquirido en el pueblo.

Al observar que el niño permanecía de pie al costado de la puerta abierta, el mayor, aunque por tan solo seis años, lo invitó a sentarse ofreciéndole un poco de ese pan casero.

- ¿Tienes hambre?...
El rubio negó con su cabeza y acotó:
- Tienes un hermano, eso debe ser bueno...
- No te creas... Si no te llevas bien con tu hermano, no sé si eso es bueno... –Dijo Kanon mas al aire que al pequeño, se sentó en la mesa para comer un poco de aquel pan.
- Yo quisiera tener un hermano...
- ¿No tienes? ¿Tienes solo a tus padres?... –Baldwin asintió y el otro prosiguió: –Pues, eso es bueno... Yo no tengo padres, y me gustaría tenerlos...
- Mi mamá no tiene mucho tiempo para mí... Y mi papá trabaja mucho... Casi siempre juego con las criadas, aunque ellas tienen que hacer los quehaceres de la casa y no siempre pueden jugar conmigo... –Comentó el niño con pesar balanceando sus piernas, sentado en la silla de madera que rechinaba con cada uno de sus movimientos.
- Debes tener amigos en tu país...
- No me dejan tener amigos...
- ¿Por qué?... –Se horrorizó el peliazul.
- Porque yo soy mejor que esos niños... No debo juntarme... –Acusó bajando su vista al suelo de tierra.

Kanon arrugó su frente en señal de fastidio, aquello había sonado horrible; sin embargo adivinó, en el compungido rostro del otro, que no pensaba así verdaderamente.

- Y a ti ¿Te gustaría tener amigos?...

El rubio asintió con efusividad reiteradas varias veces, consiguiendo así la espontanea sonrisa del mayor... El silencio dominó aquella calurosa cabaña, hasta que Baldwin quebró ese mutismo pronunciando apenas.

- ¿Encontraran a mis padres?...

Las lagrimas amenazaron con surgir de nuevo... En señal de consuelo, el peliazul levantó su mano y secó aquella lagrima que caprichosa se deslizaba por la blanca mejilla del menor.

- Tranquilo... Veras que sí...
- ¿Y si se fueron? ¿Y si volvieron a Inglaterra y me dejaron solo?
- No Baldwin... No sucederá eso, no te dejaran... –Sin saber bien que hacer, el joven de tan solo 11 años caminó hasta el abatido niño, y arrodillándose a su lado lo tomó entre sus brazos. --¿Quieres salir a jugar un rato?

¿A que jugarían?, Ni idea... Ya lo vería Kanon en ese momento, lo importante era distraer a aquel crío, que frágil y dependiente se aferraba a él al punto de matarlo de ternura. Y es que para Kanon siempre fue difícil socializar con la gente, sobre todo con los niños, algo que a su hermano no le representaba ningún problema, y de allí residía su buena reputación entre los pueblerinos.

Para Kanon todo era mucho más difícil que para Saga.

Sin embargo, se sintió útil y agraciado al verse consuelo de un niño perdido. Tal vez él pecaba de antisocial y huraño, en algunos casos, tildado de malvado por su gemelo... Pero él también tenia su lado bueno, como Saga su lado malo.

Afuera el sol golpeaba la superficie de la tierra sin clemencia... Con algunos juegos improvisados que la mayoría consistían en correr de un lado al otro, logró distraer al pequeño engendro que le estaba arrancando demasiadas sonrisas para su gusto.

No solo Baldwin rió a mas no poder, no solo él sintió esa felicidad en su pecho y el viento golpear su rostro, sino también Kanon.

Así el pequeño rubio podía gozar de un amigo y hasta inclusive de un hermano por unas cuantas horas, y a su vez el peliazul podía sentirse útil al por lo menos conseguir las carcajadas del menor.

Supieron que aquel instante terminaría en algún momento, lo supieron a pesar de sus cortas edades. Fue por ello que cuando decidieron parar de correr, agitados y agotados para beber un poco de agua, Baldwin inquirió aun respirando con dificultad y con una sonrisa en sus labios:

- ¿Iras a Inglaterra?
- Pues... Puede ser... No lo sé...
- ¿Iras a visitarme?
- Si voy, eso tenlo por seguro...
- ¡Y jugaremos escondidas!... Veras yo allí tengo caballos, puedo prestarte el mío...
- Me encantaría cabalgar aunque no tengo la más pálida idea de cómo se hace... –Rió el peliazul motivado por la efusividad del menor quien prácticamente se había colgado de su cuello.
- ¡Sí! Y tendrás que probar el flan que hace Nana...

El rubio siguió hablando con ese candor tan particular que había prendido al mayor, sin embargo este supo que no se volverían a ver, o por lo menos, era lo más probable... Nunca tan equivocado en su vida.

Cuando visualizaron a lo lejos una figura comprendieron que había llegado el momento de separarse, Saga llegó y le informó a su gemelo que las autoridades de Grecia habían hallado sin dificultad a los padres del niño, pero que no sabían dónde estaba el pequeño, desde ya.

Lo esperaban en el puerto... Saga marchó dando fin a su trabajo de intermediario; teniendo en cuenta que él era una figura importante en Grecia con tan solo 11 años, no le representó una gran dificultad hallarlos.

Kanon suspiró fuertemente y observó por ultima vez el rostro del pequeño para para preservar en su mente sus facciones y recordarlo.

- Creo que será mejor que partamos ahora, el sol se está yendo...
- Te quiero Kanon... –Dijo el niño sorpresivamente y, como todo niño que es espontaneo y despreocupado, besó sus labios.
- ¿Qué haces?... –Exclamo el peliazul extrañado por tal arrebato, inocente hasta tal punto que Baldwin se asusto.
- Eso es lo que hacen las personas cuando se quieren... –Expresó con tono obvio.
- Bueno, si pero... --¿Qué podía explicarle un niño de 11 años a uno de 6? Kanon solo tuvo en claro que esas cosas no deberían hacerlo entre hombres.
- Kanon ¿No vas a besarme tu también?... –Inquirió el rubio caminando a su lado cuesta abajo rumbo al puerto.
- Pues... Este... No... Ya lo has hecho tu, así que no hace falta...
- Cuándo la gente se quiere se casa... Como mis papás... –Acotó Baldwin colgándose de la mano de su nuevo amigo --¿Tu te casaras conmigo cuando seamos grandes?
- Pero... Eso debe ser con una niña... –Explicó Kanon algo turbado. –Con una novia...
- Bueno... Tu serás mi novia entonces, Kanon...

El peliazul rompió a reír con verdaderas ganas, nunca había escuchado tanto disparate junto y al mismo tiempo.

- Será mejor que cambiemos de tema... –No podía explicarle ciertas cosas a un niño, sobre todo porque el también lo era y no las comprendía en su totalidad.

Siguieron su camino, aun jugando y dialogando... Así Kanon vislumbró que la vida del rubio era ostentosa y agraciada, por lo menos económicamente.

Llegaron al puerto, el punto de reunión; Baldwin a esas alturas sentado sobre los hombros del peliazul, agotado por la extensa caminata.

El griego bajó con facilidad al niño de su espalda, cuando este les señaló a sus padres, que los había visto, a lo lejos, en el muelle, acompañados de un policía.

Los padres de Baldwin, perfectamente vestidos, con una elegancia muy particular, se acercaron a ellos; el padre estrechó la mano del joven, mientras la madre tomaba a su niño entre sus brazos para reprocharle su travesura sin siquiera imaginar la odisea sentimental por la que había atravesado el pequeño rubio.

- ¿Quieres decirle algo a tu amigo?...

Inquirió el padre antes de partir de aquel lugar, agradecido con el lugareño por el cuidado hacia su hijo. El pequeño asintió y corrió hasta donde estaba Kanon para realizar algo que desconcertó el menor... Buscó en su cuello una pequeña cruz victoriana y se la cedió al peliazul.

- ¿Esto?...
- Para que me recuerdes...

Mejor dicho, para que Baldwin lo reconociese el día de mañana. Kanon sonrió muy emocionado por el gesto, había pensado seriamente en rechazarlo teniendo en cuenta que había sido la decisión impulsiva de un niño de seis años, pero al ver la pasividad de los padres de este ante el gesto del pequeño, se guardó la cruz en el bolsillo, y con una imperceptible lagrima en sus ojos, saludo con su mano a Baldwin que poco a poco se alejaba tomado de la mano de su hermosa madre.


***


Kanon jamas osó imaginar que diecisiete años después encontraría a Baldwin convertido en su enemigo, en un poderoso y respetado Juez del Inframundo, convertido en todo un hombre, temerario, fuerte, aguerrido.

Finalmente Baldwin había cambiado su nombre por uno que sin dudas le sentaba muy bien, tomando como base su segundo nombre: Rad.

En el fulgor de la batalla, el peliazul no tuvo el tiempo para detenerse a pensar demasiado en ello, la realidad era que el destino había querido cruzarlos de una forma totalmente opuesta, distinta e irremediable.

En el presente eran enemigos, sin dudas, y aun así, en varias oportunidades, Kanon se preguntó si este temerario y colérico Espectro lo recordaba aunque fuese un poco.

Tras la batalla de Hades, cuando cada Guerrero obtuvo por fin su vida mundana, el griego pasó cada uno de sus días, encerrado en su pilar pensando en ello, con la cruz ennegrecida por el tiempo entre sus dedos.

Una sonrisa surcó sus labios ¿Valía la pena averiguarlo? Quizás no, quizás sí... Pero ¿Cómo? Y aun más importante ¿Qué lograría con aquello?

Tal vez solo para rescatar aquel momento en el que Kanon se había sentido útil, bueno, sencillo, feliz... Y no un malvado traidor como su vida se vio manchada. Quizás Radamanthys recordase esa faceta del General, faceta que ni su propio hermano había conocido.

Luego de meditarlo por un largo año, a punto de cumplir sus treinta, siendo todo un hombre y ay no un niño, tomó la decisión de encaminarse rumbo al Castillo de Hades, no como enemigo, sino tal vez como un mero mensajero... Si, pues era ese niño de once años el que realmente quiso comunicarse, rescatar y sacar a flote aquel recuerdo, el hombre presente solo sirvió de mensajero.


***


Zeros caminó con paso lento observando indiscreto la caja que sus pegajosas manos portaban. Curioso y con ganas de saber su contenido.

El largo pasillo, obscuro y repleto de espejos en sus paredes, le dio la imagen difusa de su propia persona. Siguió su camino buscando no distraerse, no podía, pues aquel General había sido muy contundente con su mensaje, y su vida estaba en juego si ese paquete no llegaba a manos de su Señor Radamanthys.

Ingreso al amplio salón encontrando al Juez sentado en su gran sillón, bebiendo quizás un poco de Wishky.

- Zeros... –Pronunció Wyvern con algo de recelo --¿Qué quieres?
- Señor... –Titubeó La Rana ingresando con cautela --Vine a traerle esto...

El rubio lo observó con profundo desprecio; odiaba que lo interrumpieran, mas si era Zeros.

- ¿Qué es? ¿Quién lo envía?... –Tomó con furia el pequeño paquete.
- Kanon del Dragón Marino, mi Señor... –Lo observo con alevosía, susurrando apenas aquellas palabras –Raro que un enemigo le traiga un presente... ¿No?... –Dejó la pregunta flotando en el aire.

Por un segundo, el ingles había olvidado la presencia del otro Espectro, pero al escuchar esas palabras volteó su vista furibunda y espetó:

- Lárgate...

Riendo por lo bajo Zeros se alejo por la puerta dejando a Radamanthys a solas con la pequeña caja ¿Por qué un enemigo se dignaría a llevarle algo? Cabría la posibilidad de una pesada broma, y eso fue lo creyó el rubio cuando poco a poco fue descubriendo el contenido de esa caja.

Con sus ojos temblorosos y sus manos inquietas, en la penumbra de aquella sala, levantó con su dedo el dije ennegrecido por el tiempo que él recordaba perfectamente.

Un sentimiento inexplicable de furia, melancolía e impotencia se apoderó del imponente Juez. A la pequeña cruz le acompañaba un trozo de papel que restó las posibles dudas de aquel hombre, que con pavor había dado a reconocer sus dormidos recuerdos, leyó reiteradas veces como si aquellas líneas fuesen una broma cruel de su vista, una mera ilusión y no más.

“Quizás tu no me recuerdes, pero yo sí, Baldwin”

Firmado de manera muy legible, “Kanon del Dragón Marino (Y Santo de Géminis)”.

La respiración del Juez comenzó a ser dificultosa ¿Qué significaba aquello? Mas allá de lo que realmente implicaba esa cruz... ¿Por qué se la devolvió? Acaso, ¿Kanon creyó que jamas podría ser la “novia” de aquel niño? No en esas circunstancias.

Wyvern recordaba perfectamente ese día, de echo jamas había podido borrarlo de su mente porque nunca lo quiso hacer ¿Cómo olvidar ese día, si a su manera, infantil, despreocupada e inocente había sido feliz? Había conocido a un hermano, a un amigo que le duró un par de horas, pero que fueron suficientes para comprender que eso era lo que siempre anheló y extrañó desde pequeño. Tan solo había olvidado el rostro y el nombre de aquel joven, pero nunca su calor y su sonrisa.

Si tan solo Kanon hubiese sonreído, quizás Radamanthys lo hubiese reconocido ¿Pero como sonreír en una batalla? ¿Y a tu enemigo?

De pie observando por el alto ventanal, luego de mucho meditarlo, con la cruz aferrada en su mano, Baldwin tomó la decisión de devolvérsela a Kanon; al fin y al cabo le pertenecía, él se la había regalado y los regalos no se devuelven.


FIN




Notas finales:

Si, ya sé que apesta -_- Pero les juro que la idea que tenia en la cabeza era buena, o por lo menos me gustaba, no sé que le pasó a este fic que salió así el pobre.


Ya sé que el Castillo de Hades fue boleta, pero en este fic necesitaba situarlo a Rada en algún lugar xD.

Y no digan nada, también sé que robé descaradamente de Kizuna (Pero solo la parte del beso *O*)

En realidad Radamanthys es de las Islas Feroe, así que me hice bolas, no sabía si poner Inglaterra, Gran Bretaña, o directamente Islas Feroe, al final dejé Inglaterra, no me peguen por ello xD, sé que no es lo mismo ¡Jaajaja!

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).