La sangre manchaba las blancas nubes de los jardines celestiales, la muerte inundaba el lugar, ángeles contra demonios, varios habían caído y aun que ya hubieran pasado varios días y noches sin descanso o tregua ninguno de los bandos dejaba las armas, ya que ninguno deseaba llevarse la derrota a casa.
Abrió sus ojos amatista y sonrió con crueldad, adoraba el aroma a miedo, a odio, el demonio extendió sus hermosas alas negras, se relamió los labios y volvió al ataque una vez más, deseoso de arrebatar vidas, fue cuando un enemigo se cruzó en su camino, un ángel al parecer de alto rango con armadura plateada y dorada, el casco cubriéndole la mitad de la cara y varios adornos por las alas blancas. ambos empezaron una pelea como pocas veces se veía, ninguno de los dos se daba por vencido, y cuando parecía que alguno tomaba la ventaja era contrarrestado por el otro, ambos volaron entre las capas de nubes, demasiado atentos en su batalla como para fijarse que se habían alejado ya bastante del campo de batalla. Niger no podía dejarse vencer por un ser celestial, menos por aquel, ahora lo respetaba, por que había sido digno oponente, pero también deseaba poder ganarle, dominarle y probar su sangre.
Finalmente hizo un movimiento, que al parecer el otro no esperaba y logró cortar el casco que protegía su rostro, este calló y dejó ver el delicado rostro del ángel, aquellas facciones tan finas y atrayentes, esos ojos desafiantes, las mejillas sonrojadas por el esfuerzo, sacudió la cabeza, no iba a dejarse vencer, no podía. El ángel, Joshue seguía con la pelea sin dar tregua, no perdería contra ese asesino de ángeles.
Ambos peleaban sin tregua, las nubes empezaron a llorar delicadas gotas de agua, pero ni aún así se detuvieron, las espadas chocaban una y otra vez, finalmente quedaron demasiado cerca como para sentir como chocaban sus respiraciones y se rozaban sus labios, ambos se miraron unos instantes, amista contra plata, sus manos duraron por unos segundos, pero volvieron a la pelea, esta vez buscando quedar mas cerca de su oponente para poder intercambiar aquellas miradas tan apasionadas, el fuego por la pelea que ardía en sus pechos fue cambiando a uno diferente, que nunca habían conocido, las manos volvieron a temblar y las armas cayeron atravesando algunas nubes. Las manos de ambos se entrelazaron y sus labios se unieron en un suave beso, en un beso lleno de traición , ninguno de los se imaginaba que sus destinos cambiarían totalmente por aquel beso, pero tampoco les importó, poco a poco descendieron ajenos a la batalla, olvidándose por completo de el odio que había entre el cielo y el infierno, solo pensando en su mondo, donde solo habitaban ellos dos, terminaron en ua pequeña cueva junto al mar, la tierra era ajena a toda esa guerra, aun que el cielo estaba nublado se alcanzaba a sentir la paz en las suaves mareas.
Niger separó sus labios y miró al ángel con un deseo, un deseo tan profundo e intenso que le hacía latir su corazón con emoción, no había necesidad de palabras no había necesidad de explicaciones, las manos hábiles del pelinegro recorrieron cada parte del cuerpo del ángel, quitando con delicadeza la armadura que protegía aquel frágil cuerpo, el albino demostraba cuanto amor podía proporcionar aquellas manos que varias veces habían portado un arma, y sus ojos grises irradiaban aquella locura y pasión que consumía al ángel, las manos traviesas de ambos jugueteaban en el cuerpo de ellos, deseando conocer cada parte de su enemigo, sus respiraciones se hacían una con la cercanía, sus labios se rozaban en un tierno mimo lleno de un sentimiento mayor a la pasión y el simple deseo, una vez mas amatista contra plata acaricíandose con la mirada. Entonces fueron uno, en una unión profana, llena de suavidad y ternura de parte de ambos, sus almas también eran una sola, demostrando que la luz se podía mezclar con la obscuridad en algo más puro. Joshue abrazó con fuerza al pelinegro y recorrió con su boca el rostro del demonio acarició los cuernos y las alas tan diferentes a las suyas. Niger devoró cada parte de su angelical faz, tocó con la punta de sus yemas la tiara (Aureola) en la frente del ángel y mimó con ternura las bellas alas emplumadas del menor, en un impulso lo apegó más a el para poder sentir la tibieza que desprendía ese cuerpo y siguió con los movimientos. El albino gemía entrecortadamente sin dejar sus caricias y mimos, el calor era más intenso y los besos desesperados. se volvieron a mirar como intentando reafirmar sus decisiones y ambos terminaron, Joshue perteneció totalmente a Niger, y Niger perteneció a Joshue. El demonio extendió sus alas y cubrió protectoramente al ser de luz como si pudiera protegerlo de cualquier mal, pronto cayeron en un sueño profundo, sin esperar nada solo deseando despertar y encontrar a su amado al lado. Nadie supo lo que paso, nadie sospecho la ausencia de ellos, el mar como único y silencioso testigo arrullo con el sonido de sus aguas a los amantes. Parecía que el pecado jamás saldría a la luz, pero no fue así.