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Entre colores por Taru

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Notas del fanfic:

Hola a tod@s!! este es mi primer fanfic, y espero que os guste. Lo intentaré actualizar regularmente. Dejad reviews plis!!

Besos

Capítulo 1 -       

-  Alex, Alex…     

- ¿Si?

-  ¿Dónde tienes la mente? Regresa con nosotros y céntrate – le reprendió su compañero de clase.

-   Perdóname Mike, pero será mejor…

-     Si, será mejor que lo dejemos por hoy. – corroboró Mike. Cuando Alex tenía la cabeza en otra parte, sabía muy bien que era mejor dejarlo pasar.

-     Os veré mañana por la mañana. – dijo Alex, y sin más explicaciones salió de casa de Mike, dejando a sus compañeros con la palabra en la boca.

 Había tratado de centrarse en el proyecto que tenían entre manos para la exposición de pintura que se celebraría dentro de dos meses, en la que tendrían que exponer el resultado de su trabajo. Pero le había sido imposible. Desde hacía varias semanas solo tenia en mente una cosa, un rostro, un nombre: Joel.

 Desde que lo vislumbrara en una de las clases de dibujo, posando como modelo, quedó fascinado. Aquella hermosa criatura, de cabellos dorados, relucientes como el bronce, de delicadas facciones, de  piel marfileña, tan tersa y sedosa, de labios exquisitos que prometían placeres inconfesables, y de ojos únicos, de un sorprendente color dorado,  grandes y expresivos,  rodeados de largas pestañas oscuras que serían la envidia de cualquier muchacha, lo había cautivado al instante.  

Desde entonces, ante la sorpresa de sus compañeros y profesores, había comenzado a asistir  a clases de dibujo de los primeros cursos de Bellas Artes, alegando que quería perfeccionar su técnica y que ningún artista que se preciase se consideraba nunca lo suficientemente bueno. Consiguió averiguar el nombre del muchacho y cuales eran las clases en las que posaba. Obviamente, a nadie le confesó el verdadero motivo.

 Y es que él, Alex Cullen, uno de los talentos más prometedores de la Escuela Superior de Bellas Artes de Nueva York, se estaba comportando como un colegial. Aquel jovencito, Joel, le ha hacía sentirse así precisamente. A sus 23 años,  se ponía nervioso cada vez que se encontraba cerca de aquel muchacho que no tendría más de 17 o 18 años.

 Aún recordaba la primera vez que habló con él. Había sido en una de las clases de última hora de un viernes. Debido a la lluvia torrencial que había comenzado a caer a primera hora de la tarde, muy pocos alumnos habían asistido, por lo que había un total de 5 alumnos en la clase, aparte de Joel y del profesor de dibujo, Gabriel.  Viendo que no vendrían más alumnos, el profesor les había  animado a ser originales, y les permitió dibujar en estilo libre.

 Joel permanecía en medio del aula, subido en una tarima, parcialmente tapado con una tela, estratégicamente colocada. Sus largos cabellos, a los que sin ninguna duda, les hacía falta un buen corte, estaban peinados hacia atrás, pero unos mechones rebeldes le caían graciosamente sobre el rostro. Permanecía en una pose relajada, ausente, con una de las rodillas levantadas y con los grandes ojos somnolientos perdidos en la distancia. 

Alex, dejándose llevar, comenzó a dibujar. Cuando  volvió a escuchar la voz del profesor, reparó que las dos horas de la clase habían pasado sin apenas darse cuenta.

 -   Bien chicos, id acabando...- dijo Gabriel, mientras pasaba de alumno en alumno para poder ver sus obras. Cuando llegó a donde se encontraba Alex, se quedó un largo instante mirando su obra, sin decir nada.

 -       Vaya, vaya… qué tenemos aquí. – dijo, finalmente,  llevándose la mano a la barbilla y estudiando el retrato con atención. – Sin lugar a dudas, sigues siendo mi mejor alumno, Alexander. 

Alex contempló el cuadro y supo a qué se refería el profesor. Había dibujado a Joel impregnando el cuadro con la sensualidad que emanaba del chico. La figura del cuadro era la de un seductor muchacho durmiendo en sensual abandono, con su exquisito y delicado cuerpo de adolescente reclinado sobre un diván, cubierto apenas por la tela, como si de un joven dios griego se tratara. Reconoció que era uno de sus mejores retratos, de él emana una fuerza e intensidad que muy pocas veces había conseguido. Dirigió la mirada a Joel y se encontró con sus ojos penetrantes, y no le pasó desapercibida la pequeña sonrisa que le dirigió. Después, el muchacho se giró y se metió en el pequeño cuarto habilitado como vestuario para los modelos. 

Alex se centró en recoger su material lentamente, como siempre  hacía. Su material siempre estaba perfectamente organizado,  en perfectas condiciones, desmintiendo el mito del artista caótico. Y es que como en todo, Alex tenía un espíritu perfeccionista,  a veces casi obsesivo, al que le gustaba tener todo bajo control.  Los demás estudiantes, ya habían abandonado la clase, y el profesor, tras decirle que pasase por su despacho cuando pudiese, se despidió de él. No se dio cuenta de que no se encontraba solo hasta que le sobresaltó una voz.

 -  Así que tú eres la joven promesa de la escuela de la que tanto he oído hablar. 

Alex levantó la cabeza y vio a Joel, a su lado, vestido con unos tejanos desgastados, unas deportivas y una camiseta  de fútbol demasiado grande para él. 

-  No deberías hacer caso a las tonterías que dicen sobre mí.

-  Vaya, así que también eres un artista humilde. Pensaba que todos los artistas erais unos creídos. – le respondió el chico, sonriendo.

-   No te equivoques, soy el mejor de la escuela, pero es verdad que todos los artistas somos unos creídos. Viene con el lote.- bromeó el mayor.

 Joel soltó una carcajada y cogiendo un taburete se sentó al lado de Alex, mientras le estudiaba. Realmente era un chico muy guapo, con su  largo pelo negro recogido en una cola  y sus grandes ojos oscuros y penetrantes. Su rostro moreno y de facciones fuertes y armoniosas, se transformaba cada vez que sonreía con aquellos labios carnosos. Sus manos, las manos de un artista, eran grandes y expresivas. Era alto, con el cuerpo de un atleta, delgado y con los músculos bien definidos. Había visto como lo observaba, fuera y dentro de las clases, con aquellos ojos ardientes y fieros.   

Algunos estudiantes con los que había hecho amistad le habían contado muchas cosas sobre él, tras algunas preguntas discretas. Se llamaba Alexander Cullen y era el  estudiante más brillante de la escuela, con un futuro prometedor. Pese a su carácter hosco y frío, era muy popular entre el resto de los estudiantes. Aún así, era muy selectivo con sus amistades y se movía en círculos sociales muy exclusivos y cerrados. Por eso, le sorprendió la calidez de su sonrisa. 

-  Te llamas Alexander, ¿verdad?, yo me llamo Joel. – le dijo tendiéndole la mano.

-  Llámame Alex. – Le respondió mientras le estrechaba la mano.

-  ¿Puedo ver el retrato? – preguntó señalando el cuadro tapado con una tela.

-    No permito a nadie contemplar mis cuadros hasta que no estén completamente terminados, excepto a Gabriel.

-   ¿Gabriel, el profesor?

-    Si, digamos que es algo así como mi mentor.

-   Entiendo. Pero se podría decir que en cierta forma el cuadro también me pertenece, ¿no crees?

-   ¿A qué te refieres?

-   Bueno, siempre he pensado que cada vez que soy retratado, queda algo de mí en los cuadros.

-  ¿Y piensas reclamar todos los cuadros en los que sales retratado?  – se mofó el artista.

-   ¿Te estas burlando de mi?- preguntó el muchacho, sonrojándose y frunciendo el ceño.

-   Vamos, no te lo tomes así, solo estaba bromeando. Hagamos una cosa, te prometo que en cuanto el retrato esté acabado serás, a parte de Gabriel, la primera persona en verlo.

-  ¿De verdad?¿lo prometes? – El rostro del muchacho se iluminó.

-  Lo prometo

-  ¡Gracias!¡ Entonces nos vemos en la siguiente clase!! – y antes que pudiese detenerlo, cogió su mochila y salió corriendo como un torbellino, dejándole solo en aquel aula.  

 


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