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Entre colores por Taru

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Notas del capitulo: Aqui va el segundo capitulo...

Capítulo 2 

-    rofesor, ¿puedo pasar? – Preguntó a Alex llamando a la puerta abierta del despacho de Gabriel, asomando la cabeza. Habían pasado algunas semanas desde que su profesor le pidiese que pasase por su despacho en aquella tarde lluviosa.

-  Ah Alex, pasa, pasa

-  Siento no haber venido antes, pero...

-  No te preocupes, me alegro de hayas podido pasar, sé lo ocupado que estás últimamente. – le dijo, señalando la silla vacía que había ante su escritorio.

-  Si, la verdad es que no tengo ni un momento libre, ya sabe, entre las clases, la exposición…

-  Por favor, Alex, te he dicho que me tutees cuando no estemos en clase…

-  Lo siento, siempre se me olvida. – dijo el chico sonriendo. Sabía que aunque en una escuela con tanto prestigio como la suya, en la que en las clases se mantenía la distancia entre alumnos y profesores,  Gabriel siempre tenía abiertas las puertas de su despacho para cualquier alumno, insistiéndoles siempre que en que le tuteasen, en especial a Alex.

-   Verás, te dije que pasases por mi despacho porque quería hablarte de esto – dijo tendiéndole un folleto.

-   Ecole Superieur de les Belles Arts de Paris...-leyó.

-    Supongo que te suena.

-   Claro, es una de las escuelas de Bellas Artes más prestigiosas del mundo, de la que han salido algunos de los mejores artistas.

-    Bien, veo que la conoces bien. – dijo el profesor, satisfecho.

-    Pero, no entiendo…

-    Ahora lo entenderás. L’Ecole ha convocado una beca extraordinaria, para que un estudiante  extranjero pueda acabar su formación allí. La convocatoria incluye la estancia pagada durante un curso completo, si, si… ya sé que no sería problema para ti pagarte la estancia, pero eso es lo de menos. Solo quiero que comprendas que solo admiten a los mejores. Y después del retrato del otro día, no  tengo ninguna duda de tú eres esa persona. Así que… - dijo mientras sacaba un gran sobre y colocaba sacaba una serie de papeles ante Alex. -  Me he tomado la libertad de rellenar la solicitud en tu nombre, solo tienes que firmar aquí, aquí y aquí. – Concluyó tendiéndole una pluma a un aturdido Alex.

-   Pero Gabriel…

-   Oh, vamos, muchacho, sé que te ha pillado de sopetón, pero solo piensa la oportunidad que esto supondría, podrías impulsar tu carrera a nivel internacional.

-    Está bien, solo te pido que me des un poco de tiempo para pensarlo.

-    No hay tiempo, la convocatoria se cierra en 4 días, el tiempo necesario para llegue el sobre con los papeles. Si te hubieras pasado antes por aquí…

-    De acuerdo, dame esa pluma y acabemos de una vez. – dijo tomando la pluma y firmando los papeles.

-     Bien hecho, muchacho, no te arrepentirás. Ahora, si no te importa, tengo papeleo con el que pelearme, ya te avisaré en cuanto sepa algo.

-     Gracias. – dijo Alex levantándose y dirigiéndose hacia la puerta. – Creo.     

Cuando salió del edificio, se subió el cuello de su abrigó para protegerse del viento cortante y se dirigió a su coche. Iba distraído, pensando en la conversación mantenida con Gabriel, cuando chocó contra alguien. Debido al duro encontronazo, la otra persona rebotó y cayó hacia atrás, dándole el tiempo justo al joven artista de sujetarla antes de que cayera al suelo. Cuando miró a la otra persona para disculparse, se encontró con un par de ojos dorados que le miraban furiosos.

 -    Joel.

-     Deberías tener más cuidado, un día podrías hacer daño a alguien, si vas por ahí de esa manera.

-     Lo siento mucho. – se disculpó. - ¿te has hecho daño?

-     No, solo ha sido el susto. – contestó el más joven, mientras se colocaba bien la ropa con gestos irritados

.-    Déjame invitarte a un café para recompensarte. – le ofreció Alex. - ¿O acaso ibas a la Escuela?

-     No, iba a la parada del autobús, pero creo que lo he perdido.

-     Bien, entonces puedes hacer tiempo mientras tomas algo conmigo, ¿qué dices?

-     No creo que sea una buena idea.

-    ¿Por qué?

-    Bueno, es que no me fió demasiado de un tipo que no cumple sus promesas

.-   ¿Cómo? Oye, no se a qué…- empezó a decir Alex, pero de golpe cayó en la cuenta. – Te refieres a lo del cuadro ¿verdad?

El chico se limitó a mirarle con el ceño fruncido, un gesto infantil que encandiló al artista. Se prometió que no cejaría hasta volviese a atisbar una sonrisa en aquel encantador rostro.

-    Tienes razón, ha sido una torpeza por mi parte, pero la oferta sigue en pie, nadie ha visto el cuadro, aunque ya está acabado.

-    ¿En serio? Entonces volvamos a la Escuela y…

-    No, lo siento, pero el cuadro se encuentra en mi casa. Lo trasladé hace un par de días.

-    Oh, entiendo. – dijo Joel, con cara de decepción.

-   Lo que no quiere decir que no puedes venir a verlo cuando quieras. Además, he de decirte que me has dado mucha suerte.  – añadió el mayor, recordando que había sido el retrato del muchacho lo que había impulsado a Gabriel ha rellenar la solicitud de beca en su nombre.

-    ¿Suerte?¿yo a ti? – le preguntó el muchacho sorprendido.

-    Si aceptas mi invitación, podrás ver el cuadro y te contaré a qué me refiero. ¿Te parece bien  mañana a eso de las 6 en mi casa? Déjame tu cuaderno para que te apunte mi dirección. – Dijo mientras cogía el cuaderno del muchacho y le apuntaba su dirección. – También te he apuntado mi teléfono, por si en el último momento no puedes venir.

-    Gracias Alex, allí estaré. – le respondió Joel, mientras una sonrisa iluminaba su rostro.- ¡Oh, mi autobús!¡me voy corriendo, que si no lo volveré a perder!¡Te veo mañana!

Alex observó como se alejaba el chico, satisfecho consigo mismo. De un solo golpe había cumplido su promesa y había conseguido hacer sonreír a Joel. Tras varios instantes, se dio la vuelta y se dirigió a su coche. 

*****************************************          

 Cuando Joel llegó a su casa, se quitó el abrigo, dejó las cosas encima de la mesa y se tiró en el sofá. Estaba agotado. Había salido de casa muy temprano, ya que tenia muchas cosas que hacer y no había parado en todo el día. Había estado buscando un trabajo para los fines de semana, ya que el trabajo de modelo y el de dependiente en la tienda de música, apenas le daban para pagar las facturas.  

Y es que a sus 17 años,  era un superviviente. Había quedado huérfano a los 7 años, y tras años de entrar y salir del orfanato en el que había crecido, había decidido escaparse y poder vivir su vida como él quisiese. Los primeros meses habían sido muy duros, una pesadilla de noches durmiendo a la intemperie, de esconderse de la poli, de evitar que le robasen lo poco que tenía…pero había sobrevivido, y Daniel había sido su tabla de salvamento. Daniel era su mejor amigo, su hermano. Le había conocido en la calle, cuando Joel había intentado robarle tras varios días sin comer, pero había sido demasiado lento y Dani le pudo dar alcance. Joel se preparó para recibir una paliza, pero en lugar de eso acabó durmiendo en su casa, y así hasta el día de hoy.

Dani siempre  le decía que le recordaba a él cuando tenía su edad, y por eso le había acogido. Joel trabajaba duro para no resultar una carga. Aunque su amigo siempre le decía que no le debía nada, él estaba resuelto a devolverle  todo lo que había hecho por él. Así es como había comenzado a posar como modelo. Había visto un cartel  en el que se pedían modelos jóvenes para las clases de dibujo de la escuela de Bellas Artes, y se presentó, más por curiosidad que por que creyese que le cogerían, pero se llevo una grata sorpresa. Había tenido que mentir sobre su edad, porque pedían un mínimo de 18 años, pero era algo que solía hacer a menudo, ya que su físico aniñado solía jugarle malas pasadas. Le habían rechazado en muchos trabajos precisamente por eso. Pero había tenido suerte en esta ocasión, ya que buscaban belleza, y eso era algo que sabía que no le faltaba. Era un trabajo que no le desagradaba, siempre se había sentido a gusto con su cuerpo y no tenía ningún problema en enseñarlo.  

Y parecía que este trabajo había dado sus frutos. Hacía unas pocas semanas había empezado a sentir como unos ojos oscuros le observaban, le seguían, le devoraban. Enseguida había averiguado el nombre del dueño de aquellos ojos. Alex. Había averiguado cosas muy interesantes.  

Sabía que era uno de esos niños ricos de la Quinta Avenida, que podían permitir cualquier capricho. Él despreciaba a los de su clase, porque se creían superiores y miraban al resto por encima del hombro. Pero Alex era diferente. Y él estaba dispuesto a utilizar eso a su favor. En principio ya le había invitado a su casa. Eso era suficiente por el momento. 

-     ¿Ya estas soñando despierto otra vez, enano? – dijo una voz detrás suyo. Joel pegó un bote.

-     ¡Dani, por Dios, que susto me has dado!

-    Eso te pasa por estar en las nubes. ¿Qué es lo que te tenía tan ensimismado? – le preguntó Dani, mientras le revolvía el pelo. De padre brasileño y madre francesa, el joven de 25 años era un perfecto ejemplo de mestizaje. Era un impresionante mulato que traía de cabeza a las mujeres (y no solo a las mujeres), con su pelo peinado en rastas, sus enormes ojos azules, su piel color café con leche, y su forma de moverse. Era profesor de capoeira, una mezcla de lucha y danza proveniente de Brasil, con un cuerpo que así lo demostraba.

-    No pensaba en nada importante…

-    Permite que lo dude, tu siempre tienes algo en mente – respondió el mulato, guiñándole el ojo.

-    Oye,¿qué estás insinuando..?. – preguntó el muchacho, fingiéndose enfadado.

-     Nada…

-    Te vas a enterar de lo que es bueno, grandullón. – y tras esto,  se puso en pie sobre el sofá y se lanzó sobre el mayor para una de sus fingidas peleas a las que tanto le gustaba jugar, y a las que inevitablemente, siempre acaba perdiendo. – Esta vez te ganaré...

-     Sigue soñando, mocoso – le dijo, agarrándolo e inmovilizándolo al instante, mientras le hacía cosquillas. Joel se retorcía como una anguila, mientras se reía a grito pelado y le gritaba que parase.  

 Más tarde ambos se encontraban tirados en el sofá, riéndose aún y recuperando el aliento. Dani se incorporó  y le miró. 

-    Al final no te he preguntado si has encontrado curro.

-     Bueno, he recorrido unos cuantos sitios, así que ahora solo falta que me llamen.

-    Bien, no te preocupes, ya te saldrá algo – le animó el mulato.

-   ¿Has cenado? Porque yo tengo tanto hambre que me comería el sofá, contigo incluido.

-    Je je, que bruto eres. No he cenado nada, pero hoy me han pagado en la escuela, así que, ¿qué te parece si pedimos una pizza? Invito yo.

-    Genial. – dijo Dani cogiendo el teléfono. – Pido la de siempre, ¿no?

-    Si

-    ¿Oiga? Quería una pizza… 


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