Desde su ventana esa escena seguía pasando, siguiendo su camino… lo que había iniciado como un paseo por los jardines entre la princesa del palacio y el más querido de sus guerreros cambiaba lentamente de perspectiva…
En una de las bancas de piedra pulida del jardín, la princesa Tomoyo hizo que Kurogane se sentara, el chico obedeció sin protesta alguna, un poco extrañado de esa actitud; poco después ella tomó el moreno rostro entre sus manos para acercar el suyo, disminuyendo la distancia hasta que al fin logró su objetivo, besar los labios de Kurogane…
Eso era lo que estaba matando de dolor al rubio mago, esa escena era la que causaba que unas silenciosas lágrimas escaparan de esos orbes, resbalando por las mejillas y precipitándose por la barbilla.
-Kuro-sama…-susurraba mientras al fin podía retirarse de la ventana-Yo… ya sabía que tarde o temprano… tarde o temprano regresarías a tu hogar… al lado de la princesa que tanto nombrabas, por la que tan ansioso deseabas ver…-susurraba mientras las lágrimas seguían resbalando, recostándose boca abajo en el futon.
Lloro hasta quedarse dormido, sumergiéndose en unos sueños confusos y dolorosos, mezcla de sus deseos y de la realidad inminente…
La noche pasó, tan rápido que el rubio creyó que apenas se había acostado, el sol golpeó contra su rostro, cerró con mayor fuerza los ojos… pero después el ruido del movimiento afuera le hizo abrirlos, “No hay opción… tengo que… tengo que… levantarme”
Pero al ponerse de pie sintió un terrible mareo, tuvo que sujetarse de una mesita cercana… sacudió la cabeza y lo ignoró para proseguir a cambiarse y salir para encontrarse con los demás.
-Buenos días Sakura-chan, Shaoran-kun-dice al encontrarse en el camino a los jovencitos-Oh también a ti Moko-chan-añade al verla brincado detrás de ellos.
Los chicos lo saludaron y le preguntaron que tal la noche, éste mintió perfectamente diciendo que había dormido como tronco, tanto así que le dio trabajo levantarse adornando sus palabras con esa sonrisa despreocupada.
Al poco rato llega Kurogane acompañado de Tomoyo, quienes los saludan con normalidad, a lo que el rubio se obligó a sonreír, pese a su malestar, pese a que se sentía cada vez peor.
Durante el desayuno todo parecía normal, Fye molestando a Kurogane, cuchicheando con Mokona sobre que más hacerle, contarle a Tomoyo algunas cosas vergonzosas… lo que provocaba que el rubio tuviera que correr mientras el guerrero le perseguía.
El día iba pasando, Shaoran y Sakura fueron al pueblo a explorarlo, Fye rechazó la oferta de acompañarlos, excusándose de que había encontrado la biblioteca y que seguro encontraría textos muy interesantes.
Se despidió de los chicos desde la puerta principal con esa sonrisa tatuada pero en cuanto ya no los vio se borro de sus facciones; se adentró en los pasillos, caminando desganado, y sin planeárselo encontrándose de nueva cuenta a Kurogane y a Tomoyo juntos… y aunque no estaban besándose… para Fye el sólo verlos juntos lo hería…
“De ahora en adelante… Sakura-chan, Shaoran-kun, Moko-chan y yo viajaremos solos… al fin se le ha cumplido su deseo a Kuro-sama… pero nosotros aun tenemos mucho que hacer… aún hay muchas plumas que recolectar… y yo… yo tengo a un mundo al cual no volver” pensó Fye mientras se alejaba lo más rápido posible de ese lugar, de esa imagen.
La hora de la comida llegó pero Fye decidió pasar de ella, no dio explicación en esta ocasión, sólo se encerró en su habitación y se echó sobre el futon, meditando, sintiéndose cada vez más deprimido, cada vez más débil…
Pese a que Mokona no había detectado ninguna pluma Sakura estaba emocionada con el lugar, en un solo día no podían verlo todo y pidió al castaño se quedaran un par de días más; eso significó una tortura para el rubio, quien creía que no tendría que ver por más tiempo como esos dos andaban para todos lados juntos.
Mokona observa las acciones de los últimos días de Fye, como se ha alejado un poco de todos, como casi no come ni habla
-Mokona esta preocupada-dijo la tarde del tercer día, mientras veía como Fye atrapaba en la palma de su mano pétalos de flores que caían cerca del lago.-Mokona cree que Fye tiene algo raro…
El rubio soltó un suave chiflido... mirando ese pétalo en su mano… pero no ocurrió nada, una mueca de tristeza se marcó en su rostro.
-Vaya… ni magia puedo hacer-susurró, mientras esas palabras no fueron oídas por Mokona.
Al día siguiente Fye trató de actuar como normalmente, pero ya no le era tan fácil fingir ya no podía sonreír, incluso no pudo salir de la cama esa mañana, preocupados Sakura y Shaoran fueron a verlo, acompañados de Kurogane.
-¿Fye-san como te encuentras?-cuestiono Sakura mientras se sentaba aun lado
-Estoy bien, es sólo que esta vez no pude dormir-le dice forzándose demasiado para sonreír.