Me desperté al sentir unos ruidos provenientes del baño. Fui directamente a ver de que se trataba, seguramente era Akira con otro de sus ataques de borrachera. No sé ni siquiera para que me levanté, pero creo que fue lo mejor.
Lo había visto muchas veces borracho, pero nunca en tal punto. Su cuerpo estaba totalmente ensangrentado, su ropa echa pedazos, y seguía devolviendo lo que su cuerpo no había resistido. Pero me fijé en algo, él estaba llorando, pero seguramente debe ser por que no creo que sea muy agradable estar en ese estado.
“¿Pero qué te pasó?”
“¡¡Ándate!!”
“¡Déjame ayudarte!”
“¡Dije que te fueras!”
Akira me gritó con las pocas fuerzas que le quedaban, y se tendió en el piso, agotado de vomitar.
Lo tomé, para luego llevarlo hasta su cama, mientras él me gritaba que lo dejara.
Comencé a limpiarle la sangre del rostro, mientras sus lágrimas no paraban de correr por su rostro.
“Perdón”
“No tienes porqué pedirme perdón”
“Es que te estoy quitando minutos en los cuales podrías estar durmiendo, en vez de estar acá, limpiándome”
“Tú sabes que te quiero mucho y hacer esto no es gastar mi tiempo, es ayudarte. Pero deberías evitar meterte en tantos problemas”
“Está bien”
“Me gustaría que confiaras en mí, como cuando éramos pequeños…”
“Pero, ¿eso no te molestaba?... yo trataba de que estuvieras todo el día conmigo, era como una lapa”
“¡Eres un imbécil!, ¿Cómo puedes pensar eso?...Mejor duérmete, tienes que descansar”
Yo y mi falta de tacto, en ciertos momentos no soy muy delicado que digamos y saco a relucir mi lado bruto.
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