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Ore wa uke ja nai! por Camui Alexa

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— Ese hijo de perra… — murmuró Gackt entre dientes antes de vaciar su copa de un solo trago. Hizo señas al barman, que asintió y volvió a llenarle la copa.

El alto JRocker apoyó la barbilla en su mano, su mirada perdida en las burbujas de su copa de licor. “Cómo pude caer en eso?”, se preguntaba una y otra vez.

Nadie en el mundo podía imaginarse que el mismísimo Gackt se encontrase en un bar de cuarta categoría intentando ahogar el dolor de su corazón destrozado en alcohol barato. A él mismo le costaba trabajo aceptarlo, cuando había cientos o miles de hombres y mujeres soñando con la oportunidad de acercársele al menos una vez en la vida. Gackt era un semidiós del medio, idolatrado por millones y envidiado por más aun. Y sin embargo, ahí estaba...

Volviendo a vaciar la copa, pidió otro trago, que el barman sirvió de inmediato. Esas eran las ventajas de los antros de baja categoría como aquél: primero que nada, todos estaban demasiado abrumados con sus vidas como para prestarle atención a una abatida estrella de rock como él y, segundo, al barman le importaba un cuerno si bebía hasta romper todos los récords mientras pagara, no le causara problemas y se mantuviera conciente hasta haber salido de su establecimiento. Sí, las maravillas de los lugares comunes y corrientes.

— La próxima vez que lo vea... — juró antes de volver a apurar el trago.

— ¿Mala noche?

Gackt se volvió, francamente molesto. Estaba a punto de mandar al diablo al bastardo que había interrumpido sus juramentos cuando notó que aquel no era un tipo cualquiera. Lo que era más, lo conocía de alguna parte.

— He tenido mejores, definitivamente...

— Entonces ya somos dos — desvió la mirada hacia la pared más allá de la barra.

Y fue entonces que Gackt lo reconoció. Debía estar ya bastante ebrio para no haber reconocido al instante ese cabello largo, lacio y negro como el ónix, la piel blanca y esas facciones que le conferían el aspecto de un espíritu de la mitología japonesa. Por supuesto, no era otro que Sakura, el antiguo baterista de L’Arc~en~Ciel.

El nombre de la banda hizo eco en su mente y una nueva oleada de ira lo recorrió.

— Y qué es lo que te trae por aquí?

— Ya sabes... cosas que pasan... y a ti?

— Me he peleado con alguien por enésima vez.

— Y este siempre es tu remedio?

— De vez en cuando. Supongo que lo que quiero es olvidar lo estúpido que todo esto me hace sentir.

El barman los miraba de reojo, tal vez interesándose en su charla, así que Gackt decidió que, ya que desahogaba sus penas, al menos quería elegir a la audiencia.

— Dame una botella completa de Vodka — dijo en voz neutral. Recibió la botella y la pagó, junto con otras nueve copas que debía —. Vienes?

Sakura asintió y siguió al cantante hasta una mesa en un rincón pobremente iluminado.

— No te parece irónico? — decía mientras descorchaba la botella con la habilidad que sólo un verdadero experto desarrolla —. Tienes una fila de fans que matarían por darte una noche y, sin embargo, alguien es capaz de tratarte como basura.

El baterista esbozó una amarga sonrisa, aceptando la copa que le ofrecía Gackt.

— Sí... en ese caso, estamos absolutamente iguales.

— Ah, si?

— Y lo peor es que sé que la próxima vez que ese bastardo venga a buscarme, no podré resistirme a él.

— Definitivamente te comprendo... paso por lo mismo — Gackt empezaba a perder sus inhibiciones ahora que comenzaban las confesiones ebrias de parte de ambos —. El hijo de puta me llama y luego de siete magníficas horas, me bota de su apartamento. Si al menos me hubiera dado una hora más, no sería tan terrible.

— Un. Estúpido, estúpido, estúpido...

Gackt no sabía si Sakura se llamaba estúpido a sí mismo, a él o al bastardo que lo tenía en ese estado, pero como parecía estar hablando consigo mismo, o con su copa, como mucho, él procedió a hacer lo propio. Después de todo, lo único que necesitaba era hablar, decir todo lo que encerraba dentro de sí; y si era a alguien que se encontraba en el mismo estado que él y que no recordaría nada a la mañana siguiente, pues mucho mejor.

— Si al menos no fuera tan sexy y...

— Esa voz! ¿Cómo puedo decirle no cuando me llama diciendo “Ne, Sakura chan...”?!

— Desde que estuvimos en Taiwán, se cree que es mi dueño...

— El sólo pensar en esas alas en su espalda!

— Tal vez si me deshiciera de Ogawa...

Sakura, de algún modo, captó la última frase de Gackt.

— Ogawa?

—Un, Ogawa Tetsuya.

— Mi antiguo líder?

— Sou desu... vas a defenderlo?

— No. Sólo me preguntaba cómo te afecta Ogawa.

— Pues es él quien está en mi camino — dijo como si resultara obvio.

— Acaso... hablas de Haido chan?!!

— Un...

— Uso!

— No me digas que tú también...

— Me temo que sí...

— Ano yarou!

— Las cosas empeoran — Sakura se inclinó hasta recostarse sobre la mesa —. Así que hay otro más... supongo que con Haido todos los rumores deben creerse.

— No lo puedo creer!

Sakura se encogió de hombros.

—Bienvenido al club!

Gackt respiró hondo.

— Bueno, al menos ahora no necesitamos muchas explicaciones.

— Un. Y tienes razón, Haido es un hijo de puta.

— Sou desu ne... Rayos! Y yo que pensaba que era el único!

— Ja! Qué buena broma! Haido tiene una lista impresionante, sabes?

— Pues... no puedo culpar a quien quiera que esté en la lista.

Sakura rió. El alcohol que ya tenía en la sangre le permitía tomarse todo aquello de manera amable.

Y como era de esperarse de dos ebrias estrellas desairadas, se encontraron completamente de acuerdo en que si bien Hyde era un bastardo egoísta, era demasiado sexy como para resistirse a él.

Por un buen rato, continuaron quejándose, maldiciendo a Hyde y consumiendo alcohol, hasta que fueron los dos últimos clientes en el bar y los empleados les dirigían miradas de hastío que eran casi tan efectivas como los empujones para sacar a la gente. Para entonces, Sakura y Gackt eran ya buenos amigos, al menos hasta que los efectos del alcohol se disiparan.

— Tal vez deberíamos retirarnos... — comentó Sakura.

Gackt estuvo de acuerdo. Pagaron sus cuentas y salieron; Sakura aún llevando un vaso de vidrio barato en su mano. Ninguno de los empleados se percató de ello.

Gackt tenía experiencia en mantener la vertical cuando el piso parecía más inestable que el oleaje del mar, pero a Sakura se le dificultaba mucho la tarea de conservar el equilibrio.

— Cómo haces para conservar el equilibrio de ese modo?

— Con práctica, Sakura chan, sólo con práctica. Después de un tiempo, el organismo se adapta por sí sólo.

Sakura tenía serios problemas para caminar en línea recta.

— Qué harás ahora?

Las luces del bar se apagaron y casi inmediatamente después, los tres empleados que quedaban ahí se fueron, pasando junto a los músicos con total indiferencia.

— Regresaré a mi casa, por supuesto.

— En auto?

— No creo poder conseguir un taxi a esta hora, y no quiero zigzaguear hasta el metro.

— Llegarás con vida hasta tu casa?

— Confío en que las calles estén lo suficientemente despejadas como para eso.

Gackt negó con la cabeza.

— Sore wa ikenai yo.

— Eh?

— Vamos, yo te llevo. Ya mañana podrás venir a recoger tu auto.

Sakura pareció meditar la propuesta un momento. No le desagradaba en absoluto la compañía del cantante; sólo dudaba de su capacidad para recordar en cuál bar había dejado su auto.

“Me preocuparé por eso mañana...” concluyó y siguió a Gackt hasta su auto.

Subió al asiento del copiloto, captando al instante el aroma de la Egoisté de Gackt. Era una esencia realmente sugestiva; ahora comprendía por qué el alto JRocker la utilizaba.

— Y qué fue lo que te puso en ese estado?

— Haido, por supuesto.

— Lo sé — dijo Gackt —. Lo que quiero decir es, ¿qué te hizo esta vez?

— Como suele hacer, se apareció de pronto en mi casa, mirándome con esos enormes y hermosos ojos que tiene...

— Un — Gackt podía imaginarse a dónde iba todo eso. Después de todo, también él era víctima de esos ojos de princesa.

— Por supuesto me dije que esta vez no caería en su juego, pero dijo que sólo quería conversar con un amigo, que estaba aburrido porque Tetsu estaba fuera de la ciudad. Justo entonces debí darme cuenta de lo que quería, pero cuando está frente a ti, es imposible pensar con claridad.

Gackt asintió, comprensivo.

— Aunque lo dejé pasar porque él sólo quería charlar, tres minutos después ya estábamos en la cama...

El cantante emitió un silbido.

— Todo hasta ahí iba bien, pero hoy se sale de mi apartamento diciendo que Tetsu iba a regresar antes de medio día. Así nada más, todavía era casi madrugada... — miró su vaso vacío, recordando el radiante rostro de Hyde mientras le anunciaba que se iba para poder recibir a Tetsu como era debido.

— Vaya! Pues te tengo una noticia: el vuelo de Ogawa se retrasó.

— Cómo lo sabes?

— Haido me llamó. Dijo que necesitaba de mi compañía porque extrañaba a Ogawa. Y, como ya te imaginarás, Haido tiene una forma muy especial de convencerte de consolarlo justo como a él le gusta.

— Lo sé.

Gackt no se apresuraba por dos razones: no quería sufrir un accidente y tampoco quería separarse muy pronto del baterista.

— Pues bien, siete horas después de que llegué al apartamento de Haido, sonó el teléfono y resultó ser Ogawa, que había conseguido un vuelo de improviso y ya estaba en Narita. Así que Haido se puso histérico y me sacó del apartamento así como estaba.

Gackt recordó la escena, cuando sólo podía mirarlo, dejándose arrastrar fuera del apartamento por un Hyde que requería de todas sus fuerzas para medio empujarlo aunque él se dejaba conducir, aún mudo de asombro.

— Date prisa en salir de aquí, Tetchan no tarda en llegar!

— Demo, Haido chan!! No puedes hacerme esto!

— Gacchan, Tetchan llegará en cualquier momento — y dicho esto, lanzó hacia fuera de su casa una bola formada por la ropa y los zapatos de Gackt y cerró de un portazo.

Pasaron varios segundos antes de que Gackt reaccionara y comenzara a golpear la puerta.

— Haido, abre!

— Lo siento, Gacchan! — Haido se apoyaba en la puerta, sintiendo las vibraciones de los golpes de Gackt sobre la madera mientras intentaba volver a respirar normalmente.

— No puedes sacarme así, fueron sólo siete horas!!

— Te prometo que para la próxima serán doce, si te portas bien conmigo!

— Demo, Haido chan, eres cruel!

— Tengo que cambiar las sábanas — miró hacia abajo, observando su cuerpo desnudo —; y darme un baño.

— Al menos déjame pasar y cambiarme dentro!

— No, Gacchan. Eres demasiado irresistible. Sobre todo cuando estás a medio vestir.

— Ábreme, Haido!

Hyde lo ignoraba por completo, tarareando una tonada para sí mismo mientras iba a cambiar las sábanas de su cama.

El alto cantante sabía que las posibilidades de ablandar el corazón de Hyde eran más bien nulas, pero no podía darse por vencido así como así.

— Haido chan!!!

En eso, la puerta se abrió, y Gackt por un momento no pudo creer que fuera cierto. Ya conocía los arranques de Hyde y no tenía muchas esperanzas de que fuera a admitirlo de regreso en el interior.

De pronto, Hyde se asomó por la puerta con una enorme y radiante sonrisa y arrojándole una pelota de sábanas de seda color naranja todavía húmedas.

— Ne, Gacchan, hazme un favor. Lava esas sábanas y devuélvemelas lo más pronto posible. Son las favoritas de Tetchan, y estoy seguro de que las echará de menos. Ja ne! — dicho esto, cerró la puerta de nuevo, asegurándola y comenzando a canturrear una nueva canción para sí mismo mientras se dirigía de vuelta a la habitación.

Gackt se quedó mirando la puerta con incredulidad. Hyde se había mostrado realmente tierno con él esa mañana; casi tanto como lo había sido en Taiwán, cuando el alto cantante creía que Hyde era tan inocente como su aspecto aparentaba, y ahora... ¿Cómo podía alguien tan hermoso y que apenas hacía unos minutos se le entregaba de forma tan amorosa, comportarse tan fría y cínicamente?

Así que ahí estaba Gackt, la gran estrella de JRock, en el pasillo del veinteavo piso de un elegante complejo de apartamentos en Shibuya, cubriendo su cuerpo desnudo con sólo una sábana de seda anaranjada y su ropa regada en la alfombra del pasillo. Finalmente, decidió que todo empeoraría si Ogawa llegaba y lo encontraba desnudo y envuelto en una de sus sábanas de seda fuera de su casa. Así que empezó la ardua tarea de vestirse mientras trataba de cubrirse lo mejor que podía con la sábana.

— Vaya! Esta vez sí se ha excedido! — comentó Sakura tras escuchar el relato de Gackt —. Sabes? Envidio sus poderes de seducción como no tienes una idea.

— Sí... resultarían muy útiles. Claro que hay que combinarlos con un buen gusto.

— Buen gusto? Haido se tiraría cualquier cosa que se mueva... a veces creo que si no tuviera cerca nada que se moviera, se tiraría hasta una escoba.

Gackt dejó escapar una carcajada.

— Demo, Haido sí tiene buen gusto.

— Sou desu ne...

— Quiero decir, ninguno de nosotros está tan mal.

— Nada mal — comentó mirándolo detalladamente.

Gackt sintió la mano de Sakura acariciar su muslo, y un estremecimiento recorrió su espalda.

El baterista subió su mano por el interior de la pierna de Gackt, observando sus reacciones para saber si continuar o no. Provocándolo, retiró la mano.

Gackt lo miró de reojo y Sakura dejó escapar una risita.

Devolvió su mano a la rodilla del cantante, se inclinó para besar su cuello. Sintiéndolo temblar ligeramente, subió hasta su mejilla.

Bruscamente, Gackt detuvo el auto junto a la acera. En cuanto el auto se detuvo, se volvió, apretando a Sakura contra su cuerpo y correspondiendo sus besos y caricias.

Las manos de Sakura comenzaban a colarse bajo los pantalones de Gackt cuando éste se detuvo, apartándose bruscamente e intentando volver a respirar normalmente recargado en el asiento.

— Doushita no? — preguntó Sakura preocupado.

— Si te dejo hacer eso, pronto estaremos haciéndolo en el auto y no quiero que nos arresten.

Gackt mantenía la vista al frente y las manos apretadas en el volante mientras intentaba recobrar el control.

— Entonces apresúrate a llegar a mi casa!

— Estás loco? Queda demasiado lejos! Estoy orgulloso de mi autocontrol, pero dudo poder contenerme tanto tiempo.

— Alguna sugerencia?

Gackt miró los alrededores, como para asegurarse del lugar donde se encontraba, y recordándose los riesgos de ir a buscar un hotel en compañía de Sakura, pues en días como ese los paparazzis solían estar en los lugares más impensables. De pronto, se le ocurrió una idea.

— Mi casa queda más cerca.

— Bien! — aceptó Sakura, pues sabía que el cantante tenía razón y que, de pasar mucho tiempo, corría el riesgo de saltarle encima provocando un accidente que podía matarlos a los dos.

Camui Gackt, que siempre se conducía con elegancia y moderación, mandó al diablo todas las leyes de tránsito y voló hasta el edificio de departamentos donde vivía siempre que estaba en Tokyo, causando que la velocidad los mantuviera aplastados contra sus asientos.

El corazón latía al triple de su velocidad normal, y no sólo por la lujuria, sino por la forma salvaje en que Gackt manejaba y se estacionaba. Realmente había llegado a temer por su vida en ese corto trayecto.

— Aquí estamos — anunció feliz Gackt bajando del auto y buscando las llaves de su casa con movimientos desesperados.

Sakura golpeteaba el piso con el pie y mantenía los brazos cruzados sobre el pecho para controlar un poco la frustrante sensación de su erección presionada con fuerza por sus pantalones. Nunca le había parecido que un elevador tardara tanto.

— Tomamos las escaleras? — sugirió.

Aun con sus sentidos exaltados por la lujuria y el alcohol, Gackt no perdía su encanto ni su habilidad para ser siempre elegante, misterioso y provocativo, así que rechazó la propuesta.

— No tardará demasiado.

Poco después, se encontraban frente a la puerta de Gackt, quien abrió para ser empujado al interior por Sakura con movimientos verdaderamente desesperados.

De alguna manera, se las arreglaron para seguir besándose, acariciándose y quitándose las camisas sin dejar de avanzar hacia la habitación. La pequeña Bell Constantine corrió a recibir a su amo, sólo para toparse con la puerta de la alcoba cerrada antes de que pudiera entrar.

En el interior, Gackt había empujado a Sakura sobre su amplia cama de sábanas de seda. Mordisqueó el cuello del baterista mientras éste llevaba sus manos por debajo de sus pantalones. Dejó escapar un gemido de placer y Sakura aprovechó ese instante para invertir sus posiciones, colocándose sobre Gackt.

El cantante disfrutó de las caricias hasta que su tendencia natural a tomar el control volvió a dominar, y giró para quedar encima de Sakura, pero el baterista se resistió y quedaron ambos de costado. Gackt lo empujó, con fuerza pero gentilmente, y Sakura no cedió.

— Qué haces? — preguntó Sakura entre beso y beso.

— Intento besarte.

— Lo estás haciendo bien — y a su vez, intentó recuperar su posición arriba.

— Vamos, Sakura chan — dijo con el tono más sensual de su voz aterciopelada —, quédate quieto un instante y déjame hacer mi trabajo.

— Trabajo? Agradecería que hicieras el mío un poco más fácil.

— Tú sólo relájate. Soy un experto, prometo que no dolerá — y volvió a besar su cuello, sólo para sentir las manos de Sakura apoyarse en su pecho y apartarlo.

— Cho... chotto mate!

— Doushita no?

— Qué es exactamente lo que pretendes?

— Mh... love, love, love, my honey.

La mirada de Gackt hizo muy obvio el camino que quería seguir.

— Ni lo sueñes! Yo voy arriba!

— Puedes estar arriba, aunque me imagino que debe ser muy cansado.

— Sabes bien a lo que me refiero. Yo no soy uke!

— Ja! Y crees que yo sí?

— Tú, con tus ojos azules...

— Y tú, con tu aspecto de maiko!

— Maiko yo? Yo no soy Haido!

De pronto, ambos quedaron en silencio. Quizá debían haberse dado cuenta desde el principio de que Hyde era lo que mejor definía a un uke... así que si los dos estaban con él, su rol estaba más que claro. Por un rato, los dos se sintieron idiotas, pero sus cuerpos aún reclamaban atención y ambos encontraban al otro demasiado sexy como para dejarlo ir, así que...

— Demonios!

— No te preocupes, Gacchan. Con tu gran habilidad para hacer cualquier cosa, estoy seguro de que serás un buen uke. Puede que hasta superes a Haido chan...

— Olvidas que soy bueno haciendo todo aquello que quiero hacer. Y no desprecio para nada tu capacidad de aprender, así que...

Sakura rió.

— Eres tan tierno! — empujó el hombro de Gackt, tratando de tenderlo sobre la espalda, pero no dio resultado.

— Si consigues derribarme, te dejaré hacer lo que quieras. Si no, me dejarás ser un buen anfitrión y tu maestro en nuevas experiencias.

Observando el delgado cuerpo de Gackt, que parecía tan delicado como para que el viento lo rompiese, Sakura aceptó, confiando en sus poderosos brazos de baterista.

Ahí estaban, dos grandes músicos ebrios, semidesnudos y arrodillados el uno frente al otro sobre la cama revuelta, mirándose como dos samurai a punto de librar un duelo a muerte.

Un ave nocturna pasó frente a la ventana y el ligero movimiento hizo a Gackt volver la cabeza. Sakura vio en ese movimiento su oportunidad y se lanzó hacia el frente. Por supuesto, Sakura ignoraba que el cantante poseía grado de experto en más de un arte marcial, así que pronto se encontró sobre el piso, inmovilizado por los brazos y piernas de Gackt.

— Kuso!

Con una enorme sonrisa de satisfacción, Gackt lo liberó de la llave que le había aplicado.

— Vete al infierno, Gackt! — escupió mientras se ponía en pie.

— Sólo si te vienes conmigo — con su sonrisa tornándose seductora, Gackt volvió a besarlo mientras botaba el cinturón hacia un lado.

El beso de Gackt era intoxicante, igual que sus caricias expertas sobre todo su cuerpo. Sintiendo su pasión encenderse de nuevo, decidió seguirle la corriente al menos por un rato. Ya después vería cómo recobrar el dominio de la situación.

Gackt lo hizo recostarse de nuevo, besando y acariciando todo su cuerpo casi con rudeza. Sakura levantó un poco las caderas para permitirle que le quitara los pantalones. Sus dedos de pianista se movían ágiles y fuertes sobre su erección, arrancándole una serie de gemidos. Deseoso de devolver esas atenciones, intentó quitarle el ajustado pantalón de piel negra que llevaba, pero no pudo correrlo ni un milímetro.

Sonriendo, Gackt se separó de él un instante y se quitó el pantalón con un solo movimiento.

Sakura siempre había estado orgulloso de sus “atributos” masculinos, y aunque había oído mucho acerca de Gackt Jr., sobre todo en las páginas de fans que visitaba de vez en cuando para ver qué tanto podían acercarse en sus delirios a la verdad entre Hyde y él...

No era un buen momento para pensar en eso.

— Pensé que sólo alardeabas.

— Eh?

— Con lo de tu... mágnum.

— No acostumbro mentir. Aunque admito que eso se me escapó.

“Bueno, era de esperarse”, pensó Sakura, “después de todo, Haido chan es muy exigente... Tetchan tampoco está nada mal con su Mukinpo...” reflexionó recordando las ocasiones en que lo había visto desnudo en el backstage.

Antes de que Sakura pudiera abofetearse a sí mismo por estar pensando en eso, los labios de Gackt sobre la piel de su cuello y la dureza de su mágnum presionando su muslo lo devolvieron al momento.

Gackt enredó sus piernas en las de Sakura de un modo inexplicable, y por primera vez en su vida, el baterista pensó que bien valía la pena experimentar cosas nuevas.

El vocalista manoteó un frasco de lubricante del cajón del buró. Sakura sintió los dedos perfectamente lubricados deslizarse en su interior, descubriendo que la sensación no le desagradaba en lo más mínimo. Pronto, Sakura gemía de placer por la forma en que Gackt lo tocaba, y cuando retiró su mano para acariciar su espalda, dejó escapar un gruñido de protesta.

Las manos del cantante recorrían su espalda con fuerza, bajando luego por sus costados hasta afianzarse bien en su cadera.

Sakura sintió cómo Gackt ponía en su interior algo bastante más grande que sus dedos, y cuando comenzó a moverse rítmicamente, fue incapaz de decidir si aquello dolía más de lo que le daba placer.

Deseaba mirarlo, acariciarlo... pero Gackt permanecía pegado completamente a su cuerpo, moviendo cada uno de sus músculos de un modo que no parecía humanamente posible.

La dulzura de los besos de Gackt, contrastando con el ritmo violento de sus penetraciones, llevó al baterista al clímax más pronto de lo que hubiese deseado. Sin embargo, ¿habría podido continuar si aquello se hubiese prolongado mucho más? Su cuerpo se estremeció como sacudido por una corriente eléctrica, y ahogó un grito de éxtasis en el hombro del cantante.

Gackt, sintiendo el cuerpo de Sakura vibrar de puro placer bajo el suyo y arrobado por la forma mística en que la luz jugaba con sus facciones, se abandonó a la intensidad del orgasmo.

Cuando pudo levantar la vista, Sakura había caído rendido al sueño, su rostro en completa paz iluminado por la luz de la luna. Gackt llegó a una conclusión: Sakura era hermoso. Quizá no tanto como Hyde, pero lo cierto era que la belleza de Hyde era algo que incluso los ángeles envidiarían, así que...

Si tan sólo Hyde pudiera ser tan honesto como Sakura, si tan sólo se entregara a él con la misma libertad que el baterista... Aquello había sido muy corto; demasiado corto, de hecho, para sus estándares; pero había sido sumamente gratificante.

Sintiéndose feliz y sobrio después de un poco de buen sexo, Gackt besó a Sakura en la mejilla, acomodó las sábanas sobre sus cuerpos desnudos y, seguro de que quería repetir lo de esa noche, se dispuso a dormir.

A la mañana siguiente, Sakura rechazó el desayuno y tan sólo pidió a Gackt que lo llevara a su casa.

— Estás seguro? No preferirías ir por tu auto?

— Iré por él más tarde. Con el alcohol de anoche, estoy seguro de que no huelo nada bien... mejor me daré un baño antes de atreverme a salir.

— Como gustes.

Gackt siguió las indicaciones de Sakura hasta llegar al apartamento.

— Bien, es en el número dos del octavo piso. Ya sabes dónde encontrarme.

— Igual, puedes llamarme cuando quieras.

— Te veré luego — estaba a punto de bajar del auto, cuando Gackt lo retuvo por el brazo y se inclinó para besarlo suavemente en los labios.

— Hasta después.

El baterista caminó hasta su edificio elegante y tranquilamente, mientras Gackt lo observaba.

En cuanto cerró la puerta del apartamento a sus espaldas, dejó caer las llaves al suelo, seguidas por él mismo. Tras algunos gemidos y un gran esfuerzo por convencerse de que al menos tenía que llegar a su cuarto, se arrastró hasta la cama.

Su aspecto había sido el mejor para Gackt; pero la verdad era que la cabeza le punzaba como si alguien estuviera golpeando un gong en su interior, la mínima luz lastimaba sus ojos, sentía el estómago revuelto, la garganta seca y, sobre todo, le dolía la parte de atrás.

— Gackt, vete al infierno! Con todo y tu mágnum!

Sin embargo, cuando por fin pudo encontrar una posición cómoda en el colchón, se encontró rozando sus labios con las yemas de los dedos, recordando los besos del cantante, la forma en que sus manos...

Antes de que pudiera notarlo, tenía una erección enorme.

— Demonios! — maldijo para sí mismo, porque aquello requería de atención y hasta el más mínimo movimiento dolía como el infierno.

Mientras, Gackt se miraba al espejo.

— Creo que la playera sin mangas está descartada...

Esa tarde tendría una sesión de fotos, y su torso y su cuello estaban cubiertos de marcas rojimoradas. Eso podía desaparecerse con maquillaje y la iluminación adecuada, pero de la hilera de dientes marcada en su hombro no estaba del todo seguro.
Notas finales:

Algo diferente!

Solamente humor! Alguien adivina cómo es que nació esta loca idea?

Por favor, dejen comentarios.


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