Soledad.Sólo aquellos que la han conocido pueden comprender la inmensidad del dolor que trae consigo. Light Yagami lo sabía, sin embargo, sólo ahora podía comprender cuán dolorosa podía ser. Toda la vida fingiendo no tener sentimientos, pretendiendo ser algo que no era. Hasta que apareció él. Ni siquiera un nombre, solamente una letra. Todo,absolutamente todo se redujo a la nada. Aquellos oscuros ojos pudieron ver lo que nadie. Sus sentimentos,su ideal de un mundo perfecto. Todo,absolutamente todo...Perdido. Como aquellas dos palabras que nunca salieron de su garganta. Cuántas oportunidades tuvo, cuántas veces pudo hacerle saber que lo amaba, que no podía vivir sin él y que su existencia sólo se completaría si se quedaba su lado, que incluso estaba dispuesto a renunciar a sus ideales...Pero no. No lo dijo. Ahora, en el vacío y la soledad de la muerte, se preguntaba día tras día por qué. Y la respuesta llegó sola. Por orgullo. ¿Orgullo? No, por miedo. Miedo al rechazo...Temía que, si abría su corazón, L lo miraría extrañado, pensando que era una nueva estratagema para que dejase de sospechar de él...O tal vez no. ¿Quién sabe? Nunca abrió su corazón, y, pese a que pasaron mucho tiempo juntos y llegaron prácticamente a conocerse como la palma de la mano, ese tema nunca salió a colación.
Light miró al cielo eternamente cubierto por nubes negras. Nuevamente recordó ese día. El día en el que su felicidad se fue definitivamente. Porque el grito que dio al sostener a su amado en sus brazos era sincero, provino de lo más profundo de su ser. Sintió como si le partieran el alma en dos, como si le enterraran una daga en el pecho. Si no hubiese sido tan cobarde, las cosas hubieran sido diferentes. O tal vez no.
En la soledad de la muerte, Light pensaba en L. ¿Dónde estaría? ¿Sería feliz?¿ Estaría tan solo como él?
Un ruido de cadenas distrajo sus pensamientos. Inconscientemente, el castaño giró la cabeza, esperando ver su amado detective. Nada. El vacío. Una lágrima escapó de sus ojos. Nuevamente miró al cielo, como buscando algo...
Algo...
**********************************************
Cielo. Paraíso. La otra vida. La paz eterna. Tenía muchos nombres, pero para Elle Lawliet ninguno representaba cómo se sentía en ese lugar. Porque, extrañamente, él recordaba. Recordaba toda su vida, desde su infancia en Wammy's House, hasta el momento mismo de su muerte. El sentir a Light sosteniéndole y, antes de cerrar los ojos, ver esa mirada maligna, esa mueca demoníaca. Kira. Todo se reducía a su mayor enemigo. Pues, si no fuera por Kira, L nunca hubiese conocido a Light. Su Light. El que le mostró que, pese a que pareciera lo contrario, tenía un corazón y podía amar como el que más. Al principio tuvo miedo, pues no conocía esas sensaciones. Y ese mismo miedo fue el que le impidió decirle a esa luz, mirar a LA luz que iluminaba su vida, que nada le importaba más que él. Que, si era necesario, podría mandar todo al diablo, sólo si él se lo pedía. Pero no. Nunca sucedió. Además, L pensaba que, si le hubiese dicho lo que sentía, Light le hubiese mirado extrañado, y luego soltaría una risa, pensando que era una broma.
Elle Lawliet estaba solo. Solo en el Paraíso. Y eso le dolía más que estar solo en vida. Pues, al vivir, es posible remediar la soledad. Sin embargo, tras su muerte, le era imposible, pese a que, en vano, lo había intentado, observando a su amado enemigo. Hasta el momento de su muerte, en el que no pudo evitar sentir tristeza. Tristeza y más miedo. Miedo por lo que le esperaba a su castaño. Mal que mal, había sido Kira, el asesino de masas, y, como tal, recibiría su castigo. O eso se decía en el Cielo. Cuando lo oyó, sintió nuevamente aquella punzada en su corazón. Tal como el día en que vio a Light morir frente a sus ojos. Su enemigo. Su amigo. Su amado. Cómo deseaba verlo, aunque fuera una vez...Sentir su voz, su aroma, mirar esos ojos miel, ese cabello que caía graciosamente al costado de sus orejas...Ver esa sonrisa.
Soledad. Siete letras. Tres sílabas. ¿Cómo algo tan simple puede ser tan doloroso? Ni aquellos llamados genios lo entienden. El detective y el ex-asesino de masas lo sabían a la perfección. Lo peor de todo, era el no poder llenar ese vacío.
Si tan sólo...
Si tan sólo...
Pudiera verte...
Sentirte...
Tenerte entre mis brazos aunque fuese una sola vez...
Susurrar aquellas palabras que no me atreví a decirte entonces...
L...
Light...
El otrora dios del nuevo mundo miró hacia el cielo encapotado. Y vio algo que lo asombró. Un rayo de luz se colaba entre las nubes. Y de ellas caía una pluma blanca. Light la tomó entre sus manos, sujetándola con fuerza. Tal vez...No, no era posible...Tenía que ser una jugarreta de su mente. Pero algo le decía que no era así. Por primera vez, Light Yagami se dejó llevar por lo que le dictaba el corazón. Nuevamente miró al cielo y, sin previo aviso, sintió que alguien lo abrazaba. Ese aroma, esos brazos...Cerró los ojos.
Si esto es un sueño...No quiero despertar jamás...
-Light...
El castaño abrió los ojos. Allí, abrazándole, estaba L, su L. Con un par de alas más blancas que la nieve más pura.
-L...¿cómo...? Tú...
-Ya basta de secretos. Mi nombre...es Elle. Elle Lawliet.
-Elle...Yo...Yo...-Light no pudo terminar, pues en ese momento sintió los labios de Elle contra los suyos. Light se abrazó con fuerza a L, demostrándole cuánto había anhelado aquel momento. Pronto el beso se profundizó, ambos amantes entrelazaban sus lenguas en una danza perfecta, totalmente sincronizada. Como dos piezas de un rompecabezas que encajan a la perfección. Cuando se detuvieron para tomar aire, se miraron.
-Elle...
-Light...
Y entonces Él comprendió. Comprendió que, aunque pasen años, siglos, incluso eras, el amor que se profesaban aquellos mortales no desaparecería jamás. Dos almas que se vuelven una. Dos corazones que laten al unísono. Dos almas que, por más vidas que pasaran, se reencontrarían una y otra vez. En ese momento, lo decidió. Les daría una oportunidad, pues el amor creó un milagro.
En ese mismo instante, una luz cegadora envolvió a los dos amantes. Asustados, se abrazaron, temiendo separarse una vez más. Cerraron los ojos, temiendo lo peor.
**********************************************
Light sintió un dolor en el brazo derecho. Qué raro. Oyó un sonido familiar, pero no podía precisar qué era. Trató de pensar, de recordar...Estaba muerto, y de pronto, Elle había aparecido frente a sus ojos, y entonces...
Light abrió los ojos. Estaba en una cama. Lo primero que vio fue su brazo derecho, que tenía conectado un equipo de transfusión de sangre. Eso explicaba el dolor. Siguió bajando, y se dio cuenta de que su mano sostenía a otra, la de L, quien también se encontraba acostado, y le sonreía. Light le devolvió la sonrisa.
-¿Qué sucedió?-inquirió el castaño
-Parece que hemos vuelto...
-¿Vuelto? ¿A dónde?
La conversación se vio interrumpida por la llegada de Soichiro Yagami, Matsuda y Sayu.
-Light.kun, Ryuuzaki, ¿se encuentran bien?-preguntó el más joven-En cuanto supimos del accidente en el tren...
-Onii-chan, Ryuuzaki-niichan...Pensé que...Pensé...-la chica no pudo seguir, pues comenzó a llorar y gimotear. Matsuda la abrazaba y le daba palmaditas cariñosas en la espalda. El jefe de policía miró a Light y a Elle.
-¿Están bien? ¿No necesitan nada?-preguntó.
El castaño y el moreno se miraron, sonriendo, y sujetando sus manos con fuerza.
-No, papá-dijo Light-Estamos bien. Ahora sí.
Fin/The End/C'est fini/Das Ende/Owari da