Capitulo Único
Muerte
-Tómame-
Una solo palabra, que suena como una orden en un tono tierno y fatigado. Mis labios están resecos por esta maldita fiebre que consume lentamente mis fuerzas y mis ganas de vivir. Tu mirada siempre ha sido tan traslucida, puedo saber todo a través de esos ojos agua marina. Ahora te encuentra confundido y yo sonrió, es como si por un momento fuera el hermano mayor y tu el menor.
-Tómame, hazme tuyo-
Tu cara sigue sin mostrar sentimiento alguno mientras tus ojos muestran miles de sentimientos juntos. Quiero darte aquello con lo que siempre has soñado, mi amor lo tienes incondicionalmente y mi cuerpo te lo puedo entregar hoy que me he dado cuenta que moriré ya no me importa que esta mal o que esta bien, te amo y no me interesa que seas mi hermano
-Serafín-
Cierro mis parpados leves segundos para abrirlos y mirarte con ese amor que he ocultado por el bien de los dos, amo cuando mi nombre nace de tus labios es como si renaciera de este dolor. Una sonrisa melancólica asoma en tu rostro, y veo a mi pesar como lagrimas humedecen tus mejillas muriendo en tus labios rojo carmesí.
Creo que por fin has abierto los ojos a la realidad estoy muriendo, la muerte se encuentra a un paso de mi este es mi ultimo día en la tierra, este es mi ultimo día en mi cuerpo. Levanto mi mano con esa horrible jeringa inyectada en mi brazo, quiero secar esas lagrimas tu siempre lo has hecho con las mías, tomas mi mano a mitad del trayecto y la apresas con fuerza.
-Tómame-
Vuelvo a repetir, quiero sentirme uno contigo, besar tus labios siempre he imaginado un beso apasionado como el de las novelas y entre tus brazos suave y despacio entregarme.
Tus ojos dicen en silencio lo que tu boca no se atreve, te sonrió aprieto tu mano y susurro en seco un si. Estoy seguro así quiero pasar mis ultimas horas siendo uno contigo respirando tu aroma, besando tus labios, estrechándote contra mi, y sentirte dentro de mi.
Acercas tu labios a los míos y soy un inexperto en esto infantilmente cierro mis parpados esperando probar el sabor de tus labios y conocer eso que se llama pasión, saben a menta el primer pensamiento que viene a mi cabeza están fríos al contrario de los míos, tu lengua invade con timidez mi boca y la acaricio con la mía invitándote a explorar mas de mi.
Tu mano se apoya en mi mejilla tu contacto es fuego en mi piel, parece como si marcaras mi piel. Abro más mi boca pero tu boca abandona la mía, bufo molesto cuando ya estaba siguiendo tu ritmo, una pequeña risa escapa de tus labios los que ahora siento en mi cuello. Tu lengua me hace cosquillas, hace mi piel erizarse. Acaricio con ternura reprimida tus cabellos, rojos como la sangre y brillantes como el sol. Hermanos de sangre, somos tan diferentes en cuerpo, tus cabellos son rojos y los míos rubios dorados, el tullo es ondulado el mió lacio tu de ojos agua marina y yo verde como las esmeraldas.
Desde pequeño siempre sentí algo especial por ti pero por la sociedad dictadora de hoy supe que estaba mal, que era una especie de aberración el sentir algo mas que hermandad hacia ti. Descubrí que yo también te gustaba desde los 10 años pero guarde la distancia no quería que te metieras en problemas por mi. Ahora me arrepiento tanto perdí tantos años pensando en el que dirán y no pensé en lo que me hacia feliz a mi, ahora estoy muriendo y perdí años valiosos a tu lado. Una pequeña lagrimas baja por mi ojo y tú la detienes como siempre haces.
Pequeños y escandalosos gemidos salen de mi boca, quiero que este momento no termine jamás, te subes encima mió, me sacas lentamente en un juego sensual el camisón que tapa mi desnudes y que ha sido mi ropa por todos estos años. Mi piel es pálida, tan blanca como la nieve y tan caliente como el fuego, te deleitas mirándome un sonrojo pronunciado adorna mi rostro trato de taparme con las sabanas pero tu me sonríes y sigues bajando de mi cuello hasta mi pecho, succionando mis tetillas la excitación se ha vuelto parte de mi ahora.
Rasguño tu espalda dejando mi marca, por fin te cansas de mis tetillas y sigues bajando, tocas levemente mi miembro ya duro, el dolor y el placer corren por mis venas arqueo mi espalda soy sensible a tu tacto, metes a tu boca mi miembro y succionas con fuerza ahogo una exclamación de sorpresa, tu lengua pasa por cada lugar de mi miembro me es tan difícil respirar y gemir, me aferro a las sabanas para no dejarme arrastrar por la lujuria tan temprano, no tardo mas de unos minutos en correrme en tu boca, siento tanta vergüenza tragas mi semen y pasas tu lengua delineando tus labios para limpiar algún rastro de semen.
-Quiero tenerte dentro-
El rubor ya es común en mi cara, pero necesito tenerte dentro mió quiero ser uno contigo.
-Va a doler-
-No importa-
No estoy dispuesto a echarme para atrás, me tomas sutilmente de las caderas para acercarme mas a tu cuerpo, la cabeza de tu miembro palpa en mi entrada, puedo sentir el dolor aun sin que me hayas hecho nada, metes de a poco tu carne, muerdo con fuerza no quiero gritar y tampoco quiero mostrarme asustado. Me aferro con más fuerza a tu espalda sueltas un gemido de placer y dolor, mis ojos están humedecidos las lagrimas recorren mi rostro duele, duele mucho, pero no quiero que pares.
Por fin todo tu miembro esta dentro mió, se ha ido haciendo paso en mi estrecha entrada es como si todo dentro mió se desgarrara, muevo mis caderas animándote a embestirme. Las primeras embestidas son dolor puro, incluso he gritado pero en un abrir de ojos el placer inunda mis sentidos, creo que no existe algo mejor que esto es estar en el cielo y el infierno a la misma vez.
-Más...-
Pido es un sonoro gemido entrecortado, tu miembro sale y entra dentro de mi cuerpo en un frenesí de carne y sangre. Parece como si mi carne se hubiera moldado a ti permitiéndonos un mayor placer.
-Ya no puedo más-
Terminas de decir esas palabras y te corres dentro mió, siento algo caliente donde sigue tu pene, debe ser tu semen mezclado con la sangre de mi virginidad perdida, crea el semen un ardor con mi carne desgarrada. Apoyas tu cabeza en mi pecho las respiraciones están exaltadas nuestros corazones laten a un mismo ritmo.
Tengo una sonrisa tonta en mi rostro nunca en mis quince años de vida me había sentido mas feliz, completamente feliz. El sonido de tu celular me saca de mis cavilaciones, eres un hombre importante en el mundo mas haya de este hospital privado, a tus 27 años trabajas en una firma de abogados pero siempre vienes a la mañana a la tarde y a la noche para velar mi sueño.
-No vas a contestar-
Pregunto temeroso de que sea importante y te apartes de mi lado.
-No, hoy solo existes tú para mí-
Me sonríes y besas mi nariz juguetonamente, no haces más que incrementar mi felicidad.
2 horas mas tarde...
Me has vuelto a poner este camisón que tapa mi cuerpo febril y delgado por esta enfermedad que me consume, me duele mi cuerpo pero es por la pasión y el amor que ha sido presenciado por la nada, un amor secreto que se ha consumado en esta fría y blanca habitación de hospital.
El doctor entra y te pide que salgas es para tomarme el pulso, la presión y otras cosas mas esos nombres tan complicados no consigo que se queden en mi mente. Es un hombre de mediana edad le calcularía unos 40 años, rostro bondadoso piel morena, cabellos negros y ojos miel se ha vuelto un buen amigo para mi.
Me sonríe con calidez, puedo ver en sus ojos la lastima mis horas ya están contadas. Sale de la habitación con un suave hasta luego, te tardas tu tiempo en entrar, el doctor ya te estará dando la noticia o estarás llorando afuera para no hacerme mal.
Entras después de unos minutos con los ojos rojos, así que he acertado te sientas en la silla al lado de mi cama y el silencio hace presencia.
-Hermano-
Te llamo, me miras y no puedes evitar derramar mas lagrimas.
-Hermano, cuanto-
-Estarás bien-
Me dices apretando con fuerza mi mano, tratas de sonreír pero es más una mueca.
Trato de soltar tu agarre sabes que siempre me ha gustado que se me vaya con la verdad, he aceptado mi destino el cual es morir no le tengo miedo a la muerte pues a todos nos llega a unos mas temprano y a otros mas tarde, pero nadie habrá de ahorrarnos el final.
-Cuanto-
Vuelvo a preguntar.
-Tres horas-
Ahora soy yo el que lloro, tres horas de vida no puedo creerlo, he tratado desde mi enfermedad prepararme mentalmente para la muerte pero uno nunca puede estar preparado para dejar la tierra no se que hay después de la muerte y tengo miedo.
Lloras junto a mi, nos abrazamos como dos amigos, hermanos, amantes, enamorados nuestras lagrimas se mezclan, ya no hay nada que hacer moriré en esta habitación de hospital.
Miro a cada segundo el reloj en la pared que le resta horas, minutos, segundos a mi vida. No sirve de nada que trate de aferrarme a la vida puesto que pronto conoceré la muerte.
2:15 me separan de la muerte...
Me cuesta respirar cada vez más, parece como si las cuatro paredes de la habitación me asfixiaran, abres la ventana y la brisa acaricia mi rostro despeinando mis largos cabellos, tú me acaricias también.
-Prométeme...-
Te miro suplicante.
-Cualquier cosa-
Te sonrió alentador.
-Prométeme que vivirás por los dos-
Más lagrimas.
-Prométeme que para ti cada mañana será una bendición que seguirás con tu vida, que buscaras el amor y por mas que los tiempos sean difíciles no te rendirás que te aferraras a la vida-
Veo que dudas.
-Te odiaría si sufrieras mi muerte después de mi entierro, te odiarla si fueras tan cobarde para quitarte la vida, no me llores, no sufras por mi solo recuérdame-
-Como vivir si hoy te vas de mí para siempre-
-No es así, este donde este te estaré cuidando, rogando por tu felicidad y velando tu sueño así como tú siempre lo hacías con el mió, ahora prométemelo Adriel-
-Te lo prometo-
Te abrazo buscando tu calor, tu nunca has roto una promesa quiero que seas feliz, eres una persona maravillosa y no te costara encontrar alguien que te ame, no como yo por que cada persona tiene una forma y amor diferente, única.
1:05 faltan para mi final...
Recordamos buenos momentos junto a papa y mama, nuestros cumpleaños, los juegos en el parque, todos los helados que comimos en la heladera del anciano Alberto. Como nos quedábamos despiertos a la noche contando historias de terror por lo que siempre tenía que dormir en tu cama, la primera vez que me caí y curaste mi herida con una bendita de ositos.
Risas y lágrimas, dolor y felicidad.
30 minutos y ya puedo oler a la muerte...
-Te amo-
Te miro con acongojo, nos besamos en un beso romántico y tierno, como en las películas románticas o en los cuentos de princesas.
-Te amo-
Esta vez soy yo el que se confiesa, no paras de llorar mi corazón se encoge por el dolor que siento, el dolor empieza a tomar control de mi cuerpo.
Te levantas de la silla y corres para ir en busca de un doctor, trato de decirte de que nada sirve que ha llegado mi hora pero el dolor no me deja ni respirar, punzadas en mi corazón es como si me clavaran un cuchillo una y otra vez, las maquinas a las cual estoy conectado hacen sonidos agudos, tratando de llamar la atención, mi doctor y unas enfermeras entran en el cuarto y te echan afuera, mi vista se nubla, siento brazos tratar de parar mis convulsiones pero no sirve de nada, mi alma va dejando mi cuerpo lentamente pero sin regreso, veo como entras con enfermeros detrás de ti te miro y no importa que mis labios no puedan decirte "adiós, amor mió" puesto que mis ojos dan el mensaje y lo has entendido a la perfección, exclamas un no, pero ya es tarde...
Puesto que ahora le pertenezco a la parca...
