Había pasado ya los primeros parciales, y el albino había sido elegido para unas clases especiales, por el título de arcángel, aun que la verdad no le llamaba la atención todo eso. Lo único que le había dado gran placer, había sido: poder ver el rostro de sus profesores al saber que él estaba entre los mejores del Instituto. Nadie se esperaba que el mas irresponsable pudiera ser candidato para líder celestial.
Miguel era su único amigo, aun que sus personalidades eran totalmente diferentes. El pelirrojo era responsable y estricto, odiaba salirse de las reglas no había gris solo existía el blanco y negro, por el contrario Luzbell cuestionaba todo y vivía en un mundo lleno de grises y sombras, porque jamás se contentaba con nada, hasta que conoció al que le daría color a su vida.
-El equipo 7 estará conformado por Miguel Luzbell y Gabriel- Habló el profesor mientras organizaba varios equipos.
El albino alzó la mirada "¿Gabriel? ¿Quién de todos estos perdedores es?" Se preguntó a si mismo buscando al dichoso estudiante con la mirada.
-¿Ustedes son mi equipo verdad?- Preguntó una voz suave tras ellos. Gabriel, un joven rubio de piel clara como la leche, mejillas sonrosadas de una forma encantadora, con una figura totalmente e irreal. Sus ojos castaños eran tan profundos e intensos, que de cierta forma invitaban a acercarse más.
-Si ...y acost....- Luzbell clavó la mirada en la perfecta figura que tenía frente así, una sensación única recorrió todo su cuerpo. Sintió como si su corazón fuera a salir de su pecho, no supo que decir, el sarcasmo se fue y se quedó mirándole balbuceando algunas frases sin sentido.
Aquella fue la primera vez que pudo sentirse vivo.....aun que el rubio le evitaba, asustado por su reputación, Luzbell intentaba mejorar día con día, para poder impresionarlo, para poder estar con él.
Aquel colegio era tan aburrido, Ángelus aprendices de ángeles, iban y venían, usando sus hermosas túnicas blancas, todo aquello parecía un hospital, un manicomio, una prisión, donde eras exactamente igual al resto. Casi todos hablaban, sobre las calificaciones, los promedios, quién sería o no un arcángel principal, entre otras cosas. Que cansado era, siempre lo mismo.
"Que se consigan una vida"Pensó irritado el ojiazul mientras caminaba por el pasillo. Luzbell era un ángelus realmente atractivo, rebelde sin causa, muchos de los estudiantes suspiraban por él. Era muy conocido en el Instituto, más que nada por aquella actitud tan apartada, burlona y sarcástica. El albino se cuestionaba por todo y odiaba seguir indicaciones sin que se le explicara porque debía hacerlo o porque no. Esta actitud era adorada por muchos, pero también irritaba a los profesores, ¿Cómo es que alguien así logró entrar al Instituto Angelika?, claro está que había mejorado demasiado, nadie sabía la causa, pero en los últimos meses aquel chico rebelde había intentado sobresalir.
Los susurros se escuchaban a medida que el ojiceleste avanzaba, como siempre con su mirada fría e indiferente, cansado de aquel acoso que sufría. Se detuvo frente al salón, suspiró aburrido y entró sin más "Gabriel" Su corazón se aceleró de una forma indescriptible cuando se encontró a solas con aquel rubio.
Gabriel al sentirse acompañado apartó la mirada de la ventana y clavó sus ojos castaños en los celestes de Luzbell.
Aquella mirada le hizo temblar ligeramente
-¿Luzbell?- Preguntó en un susurro avergonzado.
El albino cerró los ojos, deleitándose por aquellas palabras. Una felicidad se apoderó de el. Era tan exquisito poder escuchar su nombre de aquellos labios.
-...Si.. Estoy aquí...pero al parecer no hay nadie, y eso que siempre llego tarde ¿Sabes donde están todos?- Preguntó tratando de esconder sus emociones y rogando por que el rubio no pudiera notar el temblor en cada palabra.
-Ya terminaron las clases Luzbell- Rió con ligereza -Esta vez llegaste demasiado tarde-
-Ya veo ¿Por qué sigues aquí?-
-Me gusta este lugar, es tranquilo, casi nadie viene- Contestó al tiempo que se volvía para mirar por la ventana.
-Entiendo- El ojiceleste se permitió una sonrisa, aprovechando que no le veía y se acercó. Por unos instantes no supo bien que hacer no deseaba quedar mal ante él, desde que le había devuelto el collar a Gabriel su trato había cambiado, ambos se evitaban y tartamudeaban al estar cerca. Miró para todos lados, esperando que no hubiera testigos y tomó la fina mano del ángelus entre las suyas, esperando no verse muy atrevido. Su corazón se detuvo y contuvo el aire en expectativa, antes de sentir que la vida volvía a su cuerpo, cuando el ojicastaño entrelazó sus dedos con los de él.
Ninguno habló, ninguno dijo nada más, solo miraban la ventana, no hacía falta las palabras vanas y para Luzbell el simple hecho de poder tocar su mano, le deleitaba de una forma única.
Ambos se miraron en silencio, intercambiaron unas sonrisas, el joven de cabellos claros se inclinó un poco, quería... deseaba poder probar aquellos labios, solo unos centímetros más. El collar de Gabriel brilló, cada ángelus, y ángel, tenía un collar con una joya incrustada, y esta brillaba cuando Padre deseaba verles.
El rubio se separó con brusquedad -Perdón- Se disculpó y sin más soltó la mano del albino y salió corriendo del aula.
Luzbell se quedó de pie, mirando la puerta. Apretó los puños molesto, cada vez se volvía mas insoportable "Padre ¿Ésto te divierte tanto?" Pensó con irritación y salió, no sabía cuanto más podría soportar aquella situación.