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¿Quién es? por Atria

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Notas del capitulo: Disclaimer.- Todo el mundo de Harry Potter le pertenece a J.K. Rowling.

Warning.- Esto tiene lo que pueden considerar como SPOILERS, así que si no quieren saber más o menos qué pasa, no lean n.n

“Entre comillas y cursiva”, son recuerdos.
¿Quién es?





- Padre, ¿quién es?



- ¿Quién es quién, cariño? – le preguntó su madre.



- El señor a quien padre saludó.



Scorpius miró a su padre, examinando la mirada diferente que éste tenía.



- Harry Potter – le respondió, finalmente.



- Oh, mira, por allá está Blaise junto con Pansy. Iré a saludarlos – le dijo su esposa, marchándose en dirección a donde le saludaba su antigua compañera del colegio.



- Ven, Scorpius – le dijo a su hijo, alejándolo un poco del bullicio.



- ¿Qué sucede, padre?



- ¿Qué ves en Harry Potter? – le preguntó.



- Que es de tu edad y que sonríe mucho.



- Bueno, a su lado observarás a la dama pelirroja, ella es su esposa. Y mira bien a la niña que se parece tanto a ellos, es su hija y es la menor. El mayor que viene corriendo, es también su hijo.



- ¿Y el niño que parece siempre preguntarle algo?



- Es su segundo hijo y entrará a primer año, como tú. Es de quien te hablé.



- ¿Y quiénes son las personas con las que hablan?



- El matrimonio Weasley con sus dos hijos. La niña también entrará a primer año.



- Todos serán Gryffindor, ¿verdad, Padre?



Draco Malfoy bajó la mirada para encontrarse con los ojos de su hijo que lucían casi exactamente como los suyos en aquel primer día de escuela.



- Tal vez, aunque puede que incluso tú no seas de Slytherin.



- Pero… mamá me contó que el sombrero gritó Slytherin antes incluso de haberse quedado más de tres segundos sobre tu cabeza…



- Scorpius, tú no eres yo – le aclaró, quitándole una pelusa invisible de su impecable túnica –. Lo que importa es lo que hagas ahí dentro, no lo que otros te digan.



- Entonces… ¿está bien si no voy a Slytherin?



- Probablemente a tu abuelo le dé algo parecido a un infarto – ambos rieron ligeramente –, pero fuera de eso… de verdad no importa.



Scorpius le miró brillantemente y asintió.



- La familia Potter me da curiosidad, especialmente él – dijo, señalando a Albus con la mirada.



- Si es así, trata de ser su amigo.



- Padre, gracias.



Ante eso, Draco sintió una alegría totalmente pura parecida a la que había sentido diecinueve años atrás.



- Ya son casi las once, vamos con tu madre para que te despidas y subas al tren.



- Papi, ve bien a Harry Potter – le dijo su hijo, antes de que llegaran con su madre –, me da la impresión de que tiene muchas cosas qué decir, pero no las suelta.



- Scorpius, cuídate mucho y haznos sentir orgullosos – le dijo su madre, luego de abrazarlo y darle un beso en la frente.



- Nos veremos en las vacaciones de invierno – murmuró su padre luego de abrazarlo.



- ¡Adiós! – se despidió su hijo, subiendo rápidamente al tren, sin volver a asomarse por la ventana, como la mayoría de los otros niños.



El tren comenzó a moverse y Draco se hizo a un lado, su esposa estaba junto con Pansy, soltando algunas lágrimas, en tanto Blaise sonreía con satisfacción. Draco se giró y vio a Potter, que comenzaba a caminar siguiendo el tren y con la mano alzada en señal de despedida, vio al pequeño Albus sonriendo con alegría y volvió la vista hacia el pelinegro, hasta que éste se detuvo y su esposa se acercó a él.



Se imaginaba lo que posiblemente Harry Potter sentía.



- Draco, ¿te parece si vamos a desayunar con los Zabini al Twilight Rose?



- Adelántate, yo tengo que hacer algunas cosas antes.



- De acuerdo, nos vemos entonces.



- ¿Seguro que no vienes con nosotros? – le preguntó Zabini.



- No, iré en cuanto me desocupe.



Pansy le sonrió y después las tres personas se marcharon, al igual que el resto de las familias que estaban ahí.



Le dio un último vistazo a la esquina por donde el expreso se había perdido y suspiró. Dándose media vuelta, se topó con la figura de Harry Potter, solo y con la mirada puesta en la misma esquina que él había visto. Inclinó ligeramente la cabeza cuando su verde mirada se topó con su persona, y Potter hizo lo mismo.



- Buen día, Potter – dijo, para luego emprender su camino.



- Malfoy – le llamó antes de que caminara –, nunca te pregunté por qué no revelaste nuestra identidad si sabías que éramos nosotros y creo que realmente eso no importa ahora, diecinueve años después, pero… me gustaría saber.



“Me da la impresión de que tiene muchas cosas qué decir…”



- Creo que en el fondo sabía que tú ibas a ganar – contestó, sin ironía o resentimiento, pero igual de frío.



Potter devolvió su mirada al horizonte y sonrió ligeramente.



- Nos vemos, Malfoy – se despidió.



Draco no dijo nada, sólo espero a que éste desapareciese para luego marcharse también, mientras recordaba.



“Scorpius, cuando veas a Potter, míralo bien. Harry Potter no es sólo el Salvador del Mundo Mágico, también es el más joven jugador de Quidditch de todos los tiempos y alguien a quien le gustaba sentirse libre. Harry Potter fue todo un Gryffindor y tienes que fijarte más en sus ojos que en su cicatriz, porque es eso lo que te asegurará que todo lo que has oído de él es cierto. Y también puede que hasta veas algo más.”



Sonrió. Nunca, en toda su vida, se arrepintió de haber llegado en ese momento con Potter, aun si Crabbe murió y él mismo estuvo a punto de morirse quemado, todo resultó como debía de ser. Tal y como Severus se lo había confiado.



- Gracias, Padrino – murmuró, mirando el cielo de Londres, del que se colaban los rayos de sol que alcanzaban a rozar el suelo y los árboles de la avenida.



Echó a andar sus pasos para dirigirse a Gringotts, sintiéndose renovado. Toda su prepotencia, la cobardía o las cosas que tuvo que hacer, quedaron atrás en ese día. Porque su hijo se lo había dicho, y él, Draco Malfoy, también tenía muchas cosas qué decir, especialmente cinco palabras que nunca habían salido de sí ni tampoco saldrían después de tantos años. Quizá, no había cambiado del todo, pero ahora sabía perfectamente quién era aquel que tenía tantas cosas qué decir todavía.



“Todavía me gustas, Harry Potter.”

-:-:-





- ¡James, te acusaré con papá si no me lo devuelves!



- ¡Qué miedo!



Albus brincó de su asiento y tomó la snitch de juguete que su padre le había dado. Salió del compartimiento hecho una furia, quejándose del mal trato de su hermano mayor que para comenzar ni siquiera debía estar ahí. Empezó a buscar algún vagón vacío, y al no oír voces provenientes de uno de ellos, abrió la puerta y se adentró en este. Pero al cerrarla, cayó en la cuenta de que ahí había alguien más.



- ¡L-lo siento! – Se disculpó, con las mejillas totalmente sonrojadas –. Pensé que estaba desocupado.



- Puedes quedarte si quieres – le ofreció el chico, haciéndolo soltar un suspiro aliviado.



- Gracias, es que todos los demás están llenos… Ah, pero no es que tú no seas nadie, es decir… ¡wa, no sé ni qué digo! – trató de excusarse de nuevo, luego de que el chico ante él arquease una ceja por su comentario.



- Está bien – cedió el niño, sonriéndole ligeramente. Albus se sentó frente a él y le sonrió en respuesta –. ¿En qué Casa crees quedar?



- Me gustaría ser Gryffindor, pero mi hermano James dice que lo más seguro es que quede en Slytherin – dijo, frunciendo la nariz en un gesto de molestia.



- ¿Te parece que Slytherin sea una mala Casa?



- Mi padre dijo que ahí asistió el hombre más valiente que haya conocido, y creo que no es del todo mala, pero…



- Te sentirías más cómodo en Gryffindor – completó.

Albus asintió.



- ¿Y tú? – le preguntó al rubio.



- Toda mi familia ha estado en Slytherin. A mi padre no le importa que no quede ahí, y pensaba que tal vez me gustaría estar en Gryffindor, pero de alguna forma tengo la sensación de que estaría mejor en Slytherin.



- ¿Tienes amigos que irán allí?



- No. Es… por motivos diferentes.



- Hmm… ¡Lo olvidaba! – dijo de repente, provocando que el rubio respingara –. No me presenté, mi nombre es Albus Severus Potter – el rubio no pudo evitar reír ligeramente ante el extravagante nombre –. ¿De qué te ríes?



- Es que… honestamente tu nombre ni siquiera rima – explicó, guiñándole un ojo –. Ya, disculpa, mi nombre es Scorpius, Scorpius Malfoy.



- ¡Y te burlas de mi nombre! – se quejó, riendo.



- ¡Al menos el mío rima! – replicó el otro, riendo también.



- Bueno, Scorpius Malfoy, desde ahora serás mi amigo. No importa en qué Casa quedemos. Ahora no me da miedo ser de Slytherin si tú estás ahí.



Scorpius miraba, incrédulo, al pelinegro.



- ¿O no quieres? – preguntó Albus ante su silencio, con cierto temor, y Scorpius juraría que era el tono que los niños emplean cuando están a punto de llorar.



- No, no es eso. Me parece buena idea, Albus. ¿Es un trato? – Preguntó Scorpius, tendiéndole la mano a Albus.



El pelinegro miró la mano de Scorpius y negó.



- ¡Así no! – replicó –. Es así – indicó, tomando la mano del rubio para doblarle los dedos y dejar sólo el dedo meñique. Luego, lo sujetó con el suyo, sonriendo con total alegría –. Es una promesa, seremos amigos para siempre.



Scorpius sonrió: - Amigos entonces – finalizó.



Entonces, la puerta se abrió, revelando la figura de una señora con el carrito de las golosinas.



- Hola, mis queridos niños, ¿algo para comer?



- ¿Tiene jugo de calabaza? – preguntó Scorpius.



- Aquí tienes.



- ¡Mi dinero! ¡Se quedó en mi túnica con Rose! – dijo de pronto Albus, hundiéndose en su asiento.

Scorpius parpadeó, realmente le sorprendía esa hiperactividad de su ahora amigo, pero sonrió.



- Pensándolo bien, quiero un poco de todo – le dijo a la señora, mientras ésta le guiñaba un ojo y con su varita les depositaba una buena cantidad de golosinas y pedazos de tarta y pastelillos.



- Pe-pero…



- Está bien, si quieres luego me pagas. El caso es que te quedes – le dijo el rubio. Albus sonrió y luego de que su amigo pagara, empezaron a comer –. ¿Tienes hermanos?



- No, soy hijo único. ¿Y tú? – preguntó, a pesar de que ya sabía la respuesta.



- Dos, mi hermano mayor James y mi hermana menor, Lily. James siempre me molesta y a veces Lily quiere agarrarme como su muñequita para intentar ponerme maquillaje y esas cosas horribles de niñas.



- Me imagino. Tobias me cuenta que sufre mucho con su hermana menor.



- ¿Tobias?



- Tobias Zabini, también entra a primer año. Mis padres tienen amistad con los de él, pero a mí no me agrada del todo. Creo que también estará en Slytherin.



- Ya veo – dijo, para luego tomar un poco de su jugo y notó que su amigo no había comido gran cosa

–. ¿No te gustan los dulces?



- ¿Eh? Ah, no es eso. Es que todavía no tengo hambre…



- Hm… y por cierto, ¿por qué estabas solo aquí?



- No quería convivir con el resto de los niños.



- ¿Por qué?



- Albus, ¿alguna vez has oído el apellido Malfoy? – inquirió.



- Uhm… realmente no.



- Bueno… supongo que también es por eso que no te marchaste – se dijo Scorpius, en voz alta –. ¿Y tampoco sabes qué significa tu apellido?



- Uhm… ¿no?



Scorpius sonrió, divertido.



- Digamos que somos diferentes a causa de ellos – respondió –. El tuyo, claro, es muchísimo más agradable que el mío, ya verás a lo que me refiero.



- ¿Albus? – llamó una voz femenina por el pasillo.



- ¡Es Rose! – dijo, sonriente, abriendo la puerta –. ¡Hey, Rose!



- Albus, ¡he estado buscándote por horas! – dijo la chica, entrando al compartimiento.



- Sí, bueno, mira, te presento a Scorpius. Ella es Rosie.



Rose dio un respingo al oír el nombre y su mirada se tornó fría al ver al chico.



- Hola – saludó.



- Buen día – dijo de vuelta.



- Albus, ¿podemos hablar un momento? – preguntó, despegando su mirada del rubio para mirar a su amigo con expresión de “no acepto un no”.



- ¡Ya vengo! – le aseguró, Scorpius asintió solemnemente.



Ambos chicos salieron del compartimiento y Rosie se alejó un poco más de éste.



- ¿Qué crees que haces? – exigió saber.



- ¿A qué te refieres?



- Él es Scorpius Malfoy.



- ¿Cómo lo conoces?



- Lo vimos en la estación. Nuestros padres reconocieron al suyo y por sus tonos se notaba que a nuestras familias no les cae bien.



- Yo no recuerdo nada – aseveró Albus, haciéndose el desentendido –. Y a mí sí me cae bien y ya es mi amigo. Nos vemos luego, Rose.



- Albus, no lo entiendes. De lo que he leído, hay cosas que se dicen de su familia y…



- No me importa – cortó el pelinegro –, no me importa lo que se diga, él es mi amigo y no está a discusión.



Dicho esto, volvió al compartimiento.



- Disculpa – se excusó con el rubio, sentándose en su lugar y volviendo a comer la rana de chocolate que no se había terminado.



- Gracias – le dijo Scorpius de pronto.



Albus levantó la mirada y le sonrió a su amigo.



- Realmente espero que quedemos los dos en la misma Casa – le dijo a Scorpius.



- Yo creo que así será – murmuró y luego empezó a reír.



- ¿Qué?



- Es que imaginé cuando digan tu nombre – confesó, sin parar de reír –, de verdad dejarás al mundo boquiabierto.



- ¡No creo que sea distinto de cuando digan el tuyo! – replicó, acompañándole en su risa.



- Cierto… los dos vamos a causar mucha risa, pero más tú.



Los dos continuaron riendo y pronto el accidente se olvidó por completo…

***







- ¡Potter, Albus Severus! – llamó la profesora Lovegood.



Albus, en medio de las risitas disimuladas del gran Comedor, se abrió paso y se sentó en el taburete, temblando. La profesora le colocó el Sombrero en la cabeza y se apartó.



- Interesante… – dijo el sombrero –, justo como tu padre. Oh, sí, tienes talento y mucha valentía, tal vez Gryffindor sea la mejor opción, como con él.



- No – dijo Albus, lanzándole un rápido vistazo a Scorpius, quien ya estaba en la mesa Slytherin, mirándolo –. Quiero estar en Slytherin.



- Eso ha sido muy sorpresivo, me temo. Pero sin duda ha sido tu mejor opción… ¡SLYTHERIN!



James miraba, boquiabierto, cómo su pequeño hermano se dirigía rápidamente a Slytherin sin ningún atisbo de tristeza o decepción, y también percibió cómo era acompañado de los aplausos de toda la Casa al igual que la sorpresa de los presentes. Rose sonrió al ver el rostro contento de su amigo y le dirigió una sonrisa rápida a Scorpius quien hizo una pequeña señal de asentimiento.



- ¡Estamos en la misma casa! – le dijo a su amigo, luego de sentarse a su lado y ser saludado por todos los demás Slytherin.



Scorpius le sonrió y ambos devolvieron la vista hacia el frente.



“Hijo, también mira bien a Albus cuando tengas la oportunidad. ¿Sabes quién será? – Scorpius negó.”

“Pero sí sé, padre, que será alguien muy importante en mi vida.”




Y no se equivocaba…



- Scorpius, no puedo dormir – le dijo desde el pie de la cama, mientras el ruido de los truenos se escuchaba.



- Ven entonces.



El pelinegro no había tardado en subir a su cama y se envolvió en las sábanas.



- De verdad me alegra haberte conocido – le dijo, para luego cerrar los ojos y caer dormido al poco rato.



“¿Y cómo lo sabes?”

“Porque leí que si miras a una persona, incluso desde la lejanía, y tienes la sensación de que sabes quién es, es porque ambos tienen un lazo que une sus vidas. Por eso sé que será alguien muy importante en mi vida”.




- A mi también me alegra conocerte – murmuró, cubriendo bien a su amigo para luego dormirse, abrazándolo.



 

 

A continuación de lo que imaginen xD  

Notas finales:

N/A: Honestamente me creo un bledo la relación de Ginny y de Harry. Y claro que tengo muchas conjeturas para el comportamiento de Draco (vamos, que no fue nada normal). Sólo dejé pistas de lo que pienso para desquitar un poco, y en cuanto a eso del pequeño Scorpius y Albus Severus (xD) confieso que me dio la idea de esperanza de una amistad y no el típico enfrentamiento (Draco debió aprender ya u.u), aunque claro que esa amistad sería, dentro de unos años, algo más n.n

Y ya desahogué parte de mi trauma post-HP7, pero todavía queda mucho para rato, pero no creo que aquí xD Y ejem… estoy alargando esto… bueno… si les interesa, vamos a traducir el libro y los primeros capítulos podrán encontrarlos por la noche en:

 

Mi foro

 

Si les interesa, pásense…Hasta pronto n.n

Atria.


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