Ambos se hallan sentados, sumidos en sus mentes. Separados por el espacio entre un lado y el otro de un sofá oscuro. La escena lleva como música de fondo el sonido de las manecillas de un reloj que se halla cercano; la iluminación es la de una tarde de verano.
Los pares de miradas se cruzan de vez en vez, los pares de labios intentan moverse. Pero nada cambia... Los rostros se giran a panoramas distintos: un papel tapiz y la televisión apagada.
Y así sucesivamente, ocurre por tiempo indefinido. Mientras la luz se hace más ligera con cada tic-tac.
Expectación. Las cosas cambian.
-Entonces no haremos nada -concluye el rubio, hablando tal como uno le sigue la conversación a un amigo después de haber hablado por horas de un tema sin importancia.
-Continuaría matando nuestra relación -dice definitivamente el castaño con el tono preocupado del amigo que sabe que el tema sin importancia es una farsa para cubrir un tema grave.
-¡La banda es nuestra relación! -exclama gravemente Daisuke sin darse cuenta del mal uso de sus tiempos verbales.
Descreimiento. El castaño ha dejado pasar ese último detalle al igual que su compañero.
-Pero... ¿cómo puedes decir eso? -pregunta sin esperar respuesta Hiroyuki que no puede sacarse de la mente las palabras apenas escuchadas, trayéndole éstas recuerdos de otras palabras dichas en aquél mismo apartamento por aquella misma persona a su lado pero bastante tiempo atrás.
-Tú sabes a lo que me refiero -sugiere Asakura desviando aún más la mirada y frunciendo el ceño en señal de indignación. A pesar de todo, no puede sacarse de los labios la sensación de un beso recibido en aquél mismo sofá, aquella misma tarde, por la misma persona con la que está conversando.
-No, yo no lo sé. Había amistad antes de todo. Antes del dinero de por medio... -añade casi accidentalmente Takami, causando en sí mismo la reacción que quería conseguir en el otro hombre.
Rencor. Las miradas continúan sin reflejarse.
-Lo acabas de decir todo -acierta la voz ahora completamente fría del rubio que ha dejado de intentar en vano fingir indiferencia.
-Tal vez sería mejor no vernos por un tiempo... -dice el castaño intentando conciliar y tal vez queriendo ser la voz de la razón por un momento.
-Ya lo habíamos acordado así. ¿Por qué viniste? -duda al preguntar Daisuke, zafándose del tono frío.
Sinceridad. Ambas miradas se han encontrado buscándola.
-No lo sé... -responde una voz suave, cálida y humana, perteneciente a Hiroyuki; esa voz tan amada por el rubio.
Una disculpa es aceptada al contacto de una mano pálida con una mejilla morena.
La escena cierra con movimiento, a pesar de que se mantuvo estática durante mucho tiempo, y una iluminación ya artificial pero con el mismo aroma del verano.
El reloj se sigue escuchando al fondo, pero ya no es el sonido que impregna el par de mentes porque ha sido remplazado por un par de corazones latiendo acompasados.
Ambos están ahora sumidos uno en el otro, con el mismo pensamiento tranquilizándolos: no importa el nombre que le den o si tiene un nombre...