Roy llegaba exhausto después de un largo día de trabajo, en alguna importante empresa de Alemania, a su enorme casa. Abrió la puerta con desinterés y aburrimiento, pero cuando intentó prender la luz, la débil y juguetona luz de una vela llamó su atención.
La pequeña vela estaba sobre la mesa de la estancia, alumbrando sólo un poco a la persona sentada en el sillón. Roy sonrió y con pasos lentos y cansados se fue a sentar al lado del personaje que estaba oculto en las sombras, siguiendo su juego de no prender ninguna otra luz.
Al sentarse en el sillón, el misterioso personaje prendió otra vela, y después otra, quedando un poco más iluminada la pequeña estancia. Roy volvió a sonreír. El personaje que estaba sentado en el sillón era un joven rubio muy apuesto que le sonreía con ternura. Estaba vestido con un ajustado pantalón negro, algo moderno para la época en la que estaban y una camisa azul marino que llevaba arremangada hasta los codos y sin el último botón abrochado. Estaba descalzo y una coleta de cabellos rubios caía graciosamente por su espalda como una cascada.
-Ed ¿Qué pasa? ¿Por qué tan misterioso?-preguntó el moreno acercándose un poco más al ex alquimista de acero. El muchacho se limitó a abrazar a Roy, escondiendo su rostro en el pecho del moreno.
-¡Ay bobo! ¿Por qué nunca te acuerdas de nada?- preguntó Edward con aburrimiento y a la vez con comprensión. El moreno confundido, sólo acertó a soltar un bufido de desaprobación. El rubio continuó.
-Hoy es un día muy importante para mí, y creo que para ti también-dijo con felicidad en su voz. Después, tomando desprevenido a Roy, le besó dulcemente. Para después continuar.
–Este mismo día hace ya dos años, regresaste a mí, fuiste capaz de cambiar tu perfecta vida en Amestris para estar a mí lado. Hoy es… nuestro aniversario. –dijo el muchacho finalmente, a la vez que sus mejillas se teñían de un fuerte carmín. Roy sonrió ampliamente y abrazó a Edward de la misma manera. Después, cargó al rubio para depositarlo sobre sus rodillas.
-No abandoné nada ¿sabes? ¿Valía la vida en Amestris con tantas cosas materiales, pero sin ti mi niño?-respondió Roy besando los labios del rubio para después pasar su lengua por el labio inferior de Ed, quien se sonrojó nuevamente.
-Lo siento Roy-se disculpó- ya llevamos dos años y todavía me de pena besarte y el hecho de que me hagas el amor-dijo más rojo que antes. El moreno rió mientras veía tiernamente al joven rubio que tenía sobre sí.
-Bueno… ¿que tal si hacemos otro intento para que tu pena desparezca?-dijo Mustang con una lujuriosa sonrisa en su rostro, el rubio sonrió nerviosamente y escondió sus dorados ojos entre su rubio flequillo. El moreno aprovechó el entusiasmo y nerviosismo del muchacho para seguir.
-Además, quiero mi regalo de… “aniversario” ¿sabes?-dijo mientras lamía la curvatura del cuello del rubio, quien suspiró.
-De acuerdo Roy… te amo…-dijo mientras se dejaba caer sobre Roy, quien agarró la rubia cabeza con su mano, mientras tomaba su espalda y cubría de besos su juvenil rostro de Edo.
-Yo también mi hermoso niño, yo también, eres la razón de mi existir. –respondió el moreno mientras abrazaba a Edo quien se aferraba a su pecho como un niño pequeño.
Comenzó a dar caricias más provocativas, mientras desabrochaba la camisa del rubio, y se quitaba su gabardina. Cuando se hubo deshecho de la camisa, la aventó lejos, quedando ésta olvidada en la romántica oscuridad de la pequeña estancia, sólo alumbrada por las tres velas que Edo había prendido.
Después, Edward un poco sonrojado ayudó a Roy a quitarse la camisa verde ocre que llevaba, y sorprendiendo a Ed, Roy pasó su mano por la entrepierna del muchacho, quien suspiró más fuerte que la vez anterior.
Roy despojó completamente a Edward de sus ropas, después desnudándose el también, y las prendas de ambos sufrieron la misma suerte que la camisa del rubio, siendo olvidadas en la oscuridad.
Roy pasó sus labios por todo el pecho denudo de Ed quien se movía excitado en los fuertes brazos de Roy, para después besar con cariño el miembro de éste y después lamer la punta. El muchacho rubio sólo pudo soltar un débil gemido ante tal atención.
Después, metió toda la masculinidad de Edward dentro de su boca y comenzó a meter y sacar, sintiendo como el rubio empujaba sus caderas para obtener más. Siguió hasta que sintió como el cuerpo entero del menor se tensaba y un líquido caliente era depositado en su boca.
Sonriendo con satisfacción, volteó a Edo y acarició su espalda eróticamente, hasta llegar a sus nalgas y darles un leve masaje. Después introdujo su dedo en la entrada del rubio quien soltó un pequeño quejido. Roy continuó un poco nervioso.
Al sentir preparado al rubio, lo volteó y lo cargó, levantándolo por los muslos. Después fue introduciendo poco a poco su ya erecto miembro dentro del menor quien cerró fuertemente los ojos.
Al llegar al fondo de Edo, se quedó estático uno momentos en lo que el muchacho se acostumbraba al dolor. Antes de que pudiera reaccionar, Edward comenzó a moverse lenta y cadenciosamente sobre su lecho.
Ed ya había abierto los ojos y entonaba una dulce melodía para Roy con sus eróticos gemidos. Roy quiso inmediatamente acompañar la canción de su niño y gimió con él.
Cuando sentían que ya no podían con el placer en sus cuerpos, comenzaron y acelerar el ritmo, las nalgas de Ed golpeaban los muslos de Roy, hasta que un fuerte gemido y un jadeo ahogado se oyeron al unísono.
Ed quedó abrazado a Roy por unos momentos, después ambos se contemplaron por largo rato, con una mirada de verdadero amor en sus ojos.
-Te amo mi niño- susurró Roy.
-Yo también Roy, eres mi razón para vivir.
No necesitaron decir más. Después de jurarse amor eterno hicieron el amor una y otra vez hasta que las cansadas y ya débiles velas, no tuvieron más cera que quemar y se extinguieron, reinando la oscuridad, oyéndose nada más, las respiraciones agitadas de dos amantes embriagados uno del otro, como el primer día que se conocieron.