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CHILDHOOD por Lunatica

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Notas del fanfic:

Ehhmm...es mi primer fan fic de naruto con esta pareja qe me gusta mucho, debo admitir que no tengo los grandes conocimientos sobre esta serie como para hacerle un fic más largo o minimo exacto, ejeje lo siento mucho, en vdd., bueno, ahora haré algunas aclaraciones, en el fic aparece como que Gaara es de la misma edad que Lee, aunque claro, esto no es cierto. Jejee, bueno, solo me queda pedirles que por favor disfruten de este fic.

Notas del capitulo: Ehhm...esperoq ue les guste y por favor intenten diusfrutarlo....ya saben, un comentariecito al año no hace daño ^_^

 

 

El no tenía amigos, ni uno solo en el mundo…
Y él lo sabía…

No recordaba una sola vez en toda su vida en la que alguien quisiera acercarse a el para platicar, no, ni siquiera a algo tan simple como la sola compañía. Vivió en una pequeña burbuja hermética pero accesible, el único problema era…que nadie deseaba entrar.

Gaara siguió mirando a través de su ventana de arena, sin inmutarse. Llevaba unos cuantos minutos así, contemplando las estrellas en silenciosa parsimonia. Todas las noches hacía lo mismo, durante sus horas de insomnio se quedaba casi hipnotizado frente a la ventana.

Suspiraba a la noche y luego regresaba a su cama, donde estaba seguro no conciliaría el sueño. Pero esta noche, precisamente esta noche algo le resultaba difícil de digerir a su mente, como si un pequeño tapón estuviera a punto de salirse de su lugar en la memoria de Gaara.

Contrajo su frente, intentando que ese cosquilleo mental desapareciera, pero era imposible, no paraba de regresarlo a sus recuerdos, a su dolorosa infancia. Se veía a si mismo como el niño triste con la mirada dolida, como si dentro de su pequeño cuerpo de infante ya hubieran caído todas las desgracias que acarrea la vida.

Odiaba recordar…

El taponcito oscilaba peligrosamente, amenazando con salirse en cualquier momento, imágenes llegaban borrosas para Gaara, no lo suficiente para reconocer nada pero si para incomodar al joven del desierto. Sentía que su tapón necesitaba un débil empujoncito, un sutil detonante.

-¿Te encuentras bien?-

Gaara volteó alarmado, esa voz, esa voz le estaba partiendo la cabeza!!. Cerró los ojos y se tapó un oído, dispuesto a cantar con tal de no oír nada. Sentía un pequeño temblor en su cuerpo que indicaba que la persona se acercaba a él.

Sabia que estaba relacionado con su recuerdo molesto de esa noche, por eso quería evitarlo, no creía estar preparado para que otra parte de sus recuerdos, que el mismo había sellado a causa del dolor, se abriera.

Más, sin embargo, sabia que no podía estar mucho tiempo así. Quitó su mano y dejo que el sonido nuevamente entrara a su cabeza, no estaba listo, oh…claro que no, pero lo que tuviera que pasar, pasaría, y resultaba ridículo intentar prolongar lo inevitable.


-Ma’…¿Dónde estamos?- exclamó un pequeño de profunda pero a la vez graciosa mirada. Se aferraba a la falda de su progenitora, la gente ahí lo miraba como un bichito sucio y mal oliente. Además había hombres que pasaban con vendas en la cabeza, como si estuvieran seriamente lastimados. No le gustaba ese lugar, lo asustaba.

-Esto se llama Suna.- exclamó la señora, tomándolo de la mano para intentar sacarlo un poco de la seguridad de su falda.-

-No me gusta…- exclamó haciendo un puchero y regresando casi corriendo a la falda de su madre para poder llorar, en verdad que el pánico se estaba apoderando de él.-

La señora sonrió con un poco de preocupación, su pequeño era poco sociable, le costaba entablar conversaciones con otros niños, además el lugar era nuevo para él, y en vez de causarle maravilla o incluso curiosidad, le daba miedo.

-Lee…- dijo la joven madre, agachándose lo suficiente para estar a su altura, le acarició la frentecita y acomodo su cabello detrás de la oreja para que no se confundieran con sus cejas- ¿por qué no intentas hablar con los niños de aquí? Seguro que encuentras un amiguito…- y le sonrió tiernamente.

Lee tomó la mano de su madre, que a comparación de la suya quedaba grande, la apretó con fuerza y también le sonrió.

-Si, mamá!!! No te preocupes, no te defraudaré!!!- y dicho y hecho el pequeño Rock Lee dio media vuelta y a paso de carrera se perdió del campo visual de su madre. Si ella confiaba en que él podía hacer una amistad, entonces el como buen hijo lo conseguiría.

La mujer sonrió, ese era su hijo, un digno guerrero que se lanza a la batalla, y casi al instante el mismo signo de furia y fuego se dibujo en sus ojos!!!

-Mi bebé conseguirá un amigo, estoy segura, de lo contrario daré quinientas vueltas a esta aldea!!!-

Se dio la media vuelta y se metió dentro de un local, para seguir con los negocios que había venido a tratar a la aldea.


Ya llevaba varios minutos de caminar pero seguía sin ver ningún niño o niña, como si no hubiera en toda la aldea. Había ido a todos los lugares donde pensaba podría haber, como la plaza, un lugar perfecto para jugar fut bol o carritos, en las dulcerías, en los caminos largos, pero nada…

Finalmente estaba ese lugar, un parque con juegos infantiles, Lee podía verlo a lo lejos, seguro que ahí había muchos niños y podría jugar con ellos. Aceleró el paso, sintiendo nerviosismo en su joven e inocente corazón.

¡¡No se había equivocado!! El lugar estaba lleno de gentecita de su tamaño, no tendrían la gran edad, los más pequeños eran de cinco años (como él) y los más grandes ocho o nueve. Se sintió feliz…

Estaba tan eufórico que no se había puesto a pensar bien en el asunto. Corrió y corrió hasta estar justo en el centro del parque, y fue entonces que se dio cuenta.

Desde que tenia memoria siempre había sido objeto de burla, y era por eso que en Konoha no contaba con ningún amigo, todos se reían a sus espaldas, le gritaban que era un tonto e inútil. Y casi por consecuencia el se sentía así, como un inútil.

Se quedó estático e inmóvil, dejando caer los brazos a los lados, de repente la alegría se había esfumado.

Decidió pasar de largo, atravesar el pequeño parque de lado a lado y buscar gente en otro lugar, tal vez donde no hubiera tantos niños...tal vez ahí, tal vez….

No notó que su triste camino se hacía cada vez más suave, como si la arena debajo de sus pies se removiera. No fue sino hasta que entró en sus sandalias que le hizo caso.

-No otra vez…- dijo abatido, desde que había entrado en esa aldea tenia que quitarse las sandalias cada cinco minutos para sacarse la arena de los piecitos, era muy fastidioso porque luego también tenía que sacudirse el trasero, lugar donde se sentaba, lugar que estaba lleno de arena. Se sentía tan frustrado, todo parecía irle mal, no había hecho ningún amigo y se estaba cansando de caminar.-

Sin ninguna otra opción, se tumbó sobre la arena y se quitó las sandalias.

-Que raro…- dijo en voz bajita cuando se sentó, la arena en ese lugar estaba especialmente suave y fina, casi acolchonada. Se sentía tan bien al tacto que no pudo evitar acostarse en ella.

Luego de unos minutos comenzó a mover las manos y los pies, la arena era tan suave que seguro podría hacer un angelito de arena. Le causaba cosquillas y sus mejillas se pusieron rojas, era un fru fru gracioso que le gustaba.

-Es un Lee de arena…- exclamó luego de levantarse para ver como había quedado.

-¿Quién eres tu?-

Estaba tan absorto en la felicidad de su angelito de arena que dio un tremendo respingo maratónico que le causo un salto. Sentía su corazoncito a punto de salirse de su pecho.

-Wahh!!!- Cuando sintió que nuevamente el aire entraba en sus pulmones Lee miró claramente. Era un niño el que le hablaba, de su misma edad y tamaño, tal vez un poco más grande, pero solo por meses. Tenía los ojos verde-azules, el cabello rojo pequeño y parecía mirarlo con curiosidad.- Me asustaste…- dijo mostrando una sonrisa, signo de que no estaba enojado, más bien aliviado de que no fuera un monstruo, un adulto borracho o “algún señor del costal” *que tantas veces le había advertido su mamá.- Me llamo Lee… y tu???-

-Gaara…- dijo quedo y sin aparente sentimiento.-

Gaara miró al niñito que tenía en frente, tenia su edad y estatura, tal vez un poquito más pequeño, ojos grandes y redondos, de forma graciosa, cejas muy enmarcadas y una sonrisa que le partía la cara de lado a lado. Por extraño que pareciese, el niño no había corrido al verlo, claro que se había espantado, pero tal vez eso había sido su culpa por llegar de forma tan silenciosa y hablarle a su espalda, sin aviso alguno.

Sus mejillas estaban rojas y en sus ojos no veía el miedo o el odio.

-¿Qué hacías con la arena?- dijo luego de unos segundos de estar inspeccionado al niño de las enormes cejas.-

-Un angelito de arenaaa!!!- exclamó súper alegre.- espera…me estabas mirando?? ¡Qué pena!!- exclamó Lee poniéndose aún más rojo de la cara y moviendo un pie sobre la arena formando círculos.

Gaara se quedó sorprendido, nunca había conocido a una persona que mostrara tan abiertamente sus sentimientos o lo que pensaba.

Rock Lee miró su primera oportunidad, estaba frente a un niño!! FRENTE A UN NIÑO!! Por fin podría tener un amigo. Sin pensar en las consecuencias y olvidándose por completo de las burlas que habían rondado su cabeza dijo:

-¿Quieres jugar?-

El niño pelirrojo lo miró con asombro, eran palabras que jamás había escuchado juntas de tal manera.

-¿Tú quieres jugar conmigo?- preguntó sintiendo que el constante dolor en su pecho se calmaba para dar paso a un calorcito medio inquieto.

Tal vez no había sido su intención, realmente no había sido su intención, pero la forma de preguntar de Gaara le pareció a Lee como una burla, como si el pelirrojo se sintiera por encima de él. La falta de emociones en Gaara hizo sentir a Lee como un tonto.

-Tu tampoco quieres jugar conmigo?? Te vas a burlar de mi??- preguntó Rock apretando los puños y sintiendo sus ojos calientes, amenazándolo con llorar.- Pensé…pensé que por estar en otra aldea nadie se daría cuenta…- Lee comenzó a sentir que le faltaba el aire, que tenía un nudo en la garganta fijo y finalmente lo sintió, lágrimas cayendo por su cara.

Gaara lo miró con preocupación, había hecho llorar a un niño, al único niño que le había ofrecido jugar con él. No sabía que hacer, nunca había tenido esa duda en su cabeza y la sensación amarga en su garganta le decía que había hecho algo malo. Tal vez el no era el indicado para calmar las lágrimas de Lee (como le había dicho que se llamaba), pero por suerte, conocía a alguien que si, era un amigo que siempre lo reconfortaba. Casi corrió hasta quedar a un paso de Lee.

-Yo no quería burlarme de ti…-exclamó Gaara sin encontrar mejor forma de calmar las lágrimas de Lee que la sinceridad.- Mira…te doy mi osito, siempre me ayuda…tal vez el pueda disculparse por mi…-

Lee levantó la vista, frente a él estaba un oso de peluche mullido y parchado, con ojitos de mirada tierna y cuerpo apapachable. No supo ni como pero cuando se dio cuenta tenía firmemente abrazado el cuerpo del oso contra si, enterrando su cabecita en el osito tibio, poco a poco fue calmando sus lágrimas, hasta que todo se quedó en silencio y la respiración del peli negro se normalizó.

-Muchas gracias…- exclamó Rock, volviendo su vista nuevamente a Gaara, bueno, ya estaba decidido, Gaara sería su amigo. Lo tomó de la mano y le sonrió.- Ven, vamos a jugar!!-

Gaara sonrió también, no tan acentuado como Lee, pero a su propia manera. Así que ahí estaban, corriendo hacia el parque que Lee había dejado poquito atrás, con una mano sostenía a Gaara, que iba a su lado y con la otra al osito…bueno, ahora que lo pensaba, no podía dejar al osito fuera, él también sería su amigo.

Cuando llegaron el parque estaba completamente solo, Lee lo miró extrañado, hace apenas una hora a lo mucho el parque estaba rebosando de niños y ahora no había una sola alma. Sin soltar ni a Gaara ni al osito miró a los lados.

-No hay nadie…-exclamó Lee a Gaara, que lo miraba de forma extraña.- pero no importa, hay más juegos para nosotros!!- gritó Lee viendo esta nueva posibilidad y también para que Gaara no pusiera esa mirada tan “triste”.-

Lo llevó hacia los columpios, uno de los juegos que más le gustaba. Se subió cada uno en un columpio y comenzó a darse vuelo, Lee sostenía al oso de Gaara, no quería que se ensuciara, además de ser su amigo parecía ser un objeto preciado para el pelirrojo.

Cuando sintió que ya no podía elevarse más Lee gritó emocionado, sentía que con tan solo estirar la mano alcanzaría las esponjosas nubes que comenzaban a tornarse naranjas…

-Mira lo que puedo hacer, Gaara…- exclamó Lee en un rebato de emoción causada por el vértigo del columpio.-

Rock intentó saltar del columpio cuando estaba en una parte elevada y caer parado, total lo había visto muchas veces en niños más grandes y parecía ser sumamente fácil, ellos simplemente se dejaban ir y caían limpiamente en el suelo. Así que se lanzó a la carga ante la atenta mirada de Gaara, pero a la mitad del camino de dejar el asiento del columpio Lee notó que estaba sumamente alto para alguien de su tamaño y se arrepintió, por desgracia estaba más hacia allá y lo único que logró fue lastimarse un brazo y caer todo chueco con dirección al suelo.

Veía el suelo cada vez más cerca y presentía ya el impacto, pero nunca llegó, en su lugar una enorme cantidad de arena se metió en su boca. Un montón de arena había detenido su caída, pero con tan mala suerte que lo había agarrado con la boca abierta.

Sea como fuere estaba a salvo e intacto, junto con el osito que se había ido con el, la arena lo fue bajando poco a poco hasta que tocó el suelo y se desparramó a su lado.

Se levantó escupiendo arena, Gaara estaba a su lado, con el rostro crispado por el susto.

-¿Te encuentras bien?- preguntó el pelirrojo quitándole algo de arena del cabello.-

-Si, la arena me ayudó…-dijo Lee totalmente asombrado pero sonriendo de su buena suerte.-

-Que bueno que llegué a tiempo…- suspiró Gaara también sonriendo.-

Lee lo miró unos segundos, abriendo sus ojitos lo más que podía. Entonces Gaara…él…Seguramente ese era su poder sanguíneo…

-¿Puedes manejar la arena? ¡Eso es tan genial!!!!- gritó Lee tocándose las mejillas, totalmente asombrado, nunca se había imaginado un kekegenkai tan increíble como ese.- Muchas gracias por salvarme!!!-

Sin mucho tacto Lee abrazó a Gaara y lo obligó a dar saltitos con el, estaría eternamente agradecido.

-Pensé que me iba a morir pero entonces llegaste tu con la arena…y entonces paasss…y zuummm….y yo woooahhh!!!- dijo Lee con pantomímica incluida que relataba lo genial que era el poder de Gaara.-

De todas las reacciones que Gaara se imaginaba la de felicidad no era la primera que encabezaba la lista, tal vez ni siquiera aparecía en su lista. Miró a Lee, con sus mejillas rojas y todavía diciendo como había sido toda la aventura y su caída y todo eso y blabla, para Gaara, Lee era el sorprendente.

Por primera vez fue Gaara el que tomó las manos de Lee y le sonrió.

-Hagamos algo divertido!!-

Cinco minutos después Gaara y Lee daban gritos de alegría, la arena los levantaba cada vez más alto, los dejaba caer y finalmente los cachaba de forma suave justo antes de que tocaran el suelo, era como volar pero mucho más divertido. Gaara sostenía a Lee de los brazos y entre los dos giraban, sintiendo todavía más vértigo.

El aire chocaba contra su cabecitas y llegaron a tal altura que en el punto más elevado pudieron ver la aldea y todas sus luces, era tranquilo y excitante.

Cuando decidieron que había sido demasiada altura por un día, se dedicaron a quedarse en tierra y hacer figuras de arena, como angelitos, castillos y pequeños fuertes. Lee intentó hacer una “bola de arena” y lanzársela a Gaara, pero lo único que consiguió cuando la famosa bola se deshizo justo antes de lanzarla fue echarle arena al pelirrojo en los ojos.

-Wahh!!!- Lee corrió hacia Gaara que estaba agachado, como si no pudiera quitarse el exceso de arena.- Perdona, perdona, perdona!!!- comenzó a manotearle la cara, intentando quitarle la arena, pero Gaara solo se rió, contagiándole la risa a Lee.-

-Te engañe…-

Y antes de que Lee entendiera las palabras de Gaara ya lo tenía encima intentando hacerle cosquillas y claro que lo estaba logrando, lo tenía agarrado de las manos con tantita arena y todas las partes sensibles estaban a disposición del pelirrojo para torturar al pequeño de la aldea de la hoja.

Cuando Gaara se cansó de hacer llorar a Lee de la risa se sentó a su lado y lo liberó de las amarras de arena. Quería mucho a su nuevo amigo, bueno, para ser exactos, a su único amigo. Lee se levanto del suelo y se sentó de la misma forma que Gaara, había dejado al osito a salvo en tierra desde hace tiempo, y ahora Rock lo tenía apretado contra si.

-Tenemos sueño…- dijo Lee poniendo la cabeza en el hombro de Gaara.-

-Entonces durmamos…-exclamó Gaara acomodándose también.

-Pero…yo…- balbuceó Lee antes de hacer pucheritos con los deditos.

El pelirrojo abrió los ojos curioso, Lee de repente se había puesto rojo, completamente rojo.

-¿Qué pasa??-

-Es que…yo no puedo dormir…si mi mami no me da un beso de las buenas noches…- terminó Lee ya más rojo que un tomate.

Gaara sonrió con ternura, nunca le habían gustado las cosas complicadas y no le buscó sentido a lo que hizo, pero tomó con dulzura la cabeza de Lee y le propinó un beso en la frente, un besito tibio e inocente. Rock le sonrió y se acomodó nuevamente en su hombro.

Gaara también tenía sueño, era la primera vez que se cansaba tanto y también la primera vez que realmente tenía sueño. Ya era noche y Lee había caído dormido en su hombro, no le importó, Lee era liviano y cálido, como un abrazo. Sabiendo que su padre y su hermano no estarían preocupados y tomando en cuenta que no sabia donde vivía Lee (además se le hacia mal despertarlo) decidió que estaba bien que se quedaran ahí. Con un poquito de control de su energía hizo una especie de casita que simulaba un iglu de arena, era pequeña pero resistente.

Gaara hace mucho que no dormía, pero decidió mantenerse en apagado, relax total. Se quitó el chal que siempre llevaba enrollado al cuerpo y lo desdobló lo suficiente para cubrir a Lee y a él. Por primera vez, sentía que alguien en verdad lo necesitaba.

Cuando llegó la luz del sol, Lee se encontraba solo en la pequeña “guarida”. No tuvo tiempo de preguntarse porque antes de que la preocupación lo asaltara, No veía a Gaara por ninguna parte!! Que tal si le había pasado algo??!! Además, hace mucho que tenía que haber vuelto con su madre, seguramente estaría muy preocupada.

Salió de la base de arena y para su buena suerte lo primero que lo recibió fue la cara pacífica de Gaara, lo miraba mientras estiraba su cuerpo de cinco años, tan relajado y completo como si hubiera dormido más de doce horas.

-Buenos días….¿Dormiste bien??-preguntó Gaara cordialmente.

-Sipi…pero tengo que regresar con mamá, debe de estar muy preocupada…- dijo Lee mordiéndose el dedito, en verdad temblaba por lo preocupada que se pondría y luego por la regañina tremenda que se le armaría.- Pero…no se como volver.-

Lee miró con pena a Gaara, decirle que no sabía como llegar con su madre para él significaba que el pelirrojo se burlaría, pero no pasó nada, Gaara solamente se acercó a Lee.

-Yo te llevo, solo dime el lugar en el que se encuentra.-

Lee no supo como agradecerle su ayuda, sin Gaara seguramente a esta hora todavía estaría dando vueltas con frío, hambre y sin haber encontrado un solo amigo como tanto se lo había propuesto. Y ahora que pensaba en el frío, miró lo que tenía encima y encontró el chal de Gaara.

Sus mejillas nuevamente se pusieron rojas y rápidamente se lo quito para devolvérselo a Gaara, totalmente apenado.

-Disculpa, parece que me he tomado demasiadas comodidades contigo…- gritó Lee sin mirarlo a la cara.-

Gaara era un niño con sentimientos simples, no le costaba nada el deshacerse de sus pertenencias materiales. Así que ante la expectante mirada de Lee, Gaara pasó el chal por la espalda de su amigo y le ató firmemente la tela. Luego tomó el osito que el día anterior prácticamente los había unido y lo metió dentro del chal, para que quedara asido a la espalda de Lee y no se cayera.

-Quédatelo, no importa…el chal te protegerá del frío del desierto y mi osito te hará compañía cada vez que te sientas solo.-

Lee nuevamente estaba al punto de las lágrimas.


Las calles de Suna nunca habían estado tan silenciosas como las de aquel día, todos quedaban asombrados, algunos pasmados u horrorizados, pero nadie se atrevía a hacer o decir nada. Todos miraban la escena, Gaara, el niño demonio, tenía a otro niño a su lado que le sonreía con alegría, además iban tomados de los dedos índices, como una pequeña cadena para no perderse por la ciudad.

Lee finalmente recordó una calle, por la que el día anterior había corrido para encontrar un amigo y por la que ahora regresaba con el amigo ya a su lado. Aceleró el paso y a lo lejos pudo divisar la figura de su madre.

Decir que estaba alterada y espantada era decir poco, no había dormido en toda la noche y los tontos chunin y jounin de esa aldea no habían podido encontrar a su amado y adorado bebé. Le carcomía el alma pensar que su Lee estaría dando vueltas por la ciudad, con hambre, con frío y miedo.

Pero fue entonces que lo vió, era LEE!!! Que corría hacia ella junto a otro niño. Ella también corrió hacia el encuentro de su hijo y lo abrazó con tanta fuerza que el osito chirrió en la espalda de Lee.

-Hijo, me tenías tan espantada!! Pensé que te había ocurrido algo!!- exclamó antes de ponerse a llorar de la alegría.-

-Perdóname, ma’…- dijo Lee bajito limpiando una de las lágrimas de su adorada madre.- Es que estaba con mi amigo Gaara…-

Fue entonces que la mamá de Lee reparó con certeza en la presencia del segundo niño, pequeño, pero un poco más alto que su lindo, con una mirada profunda pero con muchos sentimientos, cabello rojo y que sonreía. Se agachó para poder dejar a Lee nuevamente en el suelo y estar a la altura de los dos niños.

-Entonces…tu eres el que cuidaste a mi Lee??- exclamó la mujer con voz dulce refiriéndose a Gaara.-

Gaara asintió sonrojándose.

-Si…-

-No, no, no!!!- gritó Lee sonriente antes de abrazarse a Gaara..- Yo lo cuidé a él…Mamá, podemos invitarlo a desayunar, podemos?? Podemos??-

Lee puso una cara totalmente tierna, hasta límites que rozaban en lo inhumano, la sonrisa grande y las mejillitas sonrosadas, era imposible decirle que no.

-Está bien, vamos a comprar algo…- dijo la señora guiñando el ojo y levantando el dedo al más puro estilo de Gai sensei.-

-Sii, yuju!!! Ven, Gaara…-

Y los dos continuaron su caminata tomados de los deditos, pero ahora con un adulto tomando la otra mano de Lee.

La mamá de Lee entró a un establecimiento donde vendía deliciosos platos de obento. Mientras Lee y Gaara se quedaron fuera esperando en una banquita.

El sol ya estaba alto en el cielo, tanto que les provocaba estirarse de nuevo para quitarse la flojera. La señora regresó luego de unos minutos con dos platos de obento, como era demasiada comida para un niño, la mamá de Lee prefirió comprar solo un plato para los dos y uno para ella.

-Aquí tienen, vamos, coman, coman!!- les animó con una sonrisa. Entregó a cada uno sus palillos.

Fue el desayuno más delicioso y apacible que Gaara tuvo en su vida. Parecía que la comida sabía cuatro o cinco veces mejor cuado estaba acompañado que solo en ese enorme comedor de su “hogar”. Había reído varias veces con las cosas que hacía Lee, como tomar pedacitos de pulpo y metérselos en la nariz para simular una especie de monstruo que lo iba a atacar, y luego su mami que le pegaba en la nuca para evitar que los aspirara, incluso llegó a picar pedacitos de carne redondos con los palillos para simular zapatos y hacer como que los palillos bailaban. Esa vez Gaara no lo pudo aguantar y lanzó todo el juguito que había estado tomando por la nariz.

Lee se rió fuerte y estridente como acostumbraba, mientras las mejillas de Gaara se teñían de rojo.

-Esa estuvo buena, un record mundial…jajaja.- exclamó Lee alegre mirando el rastro de jugo que se elevaba hasta la acera del otro lado.- espera poquito, jajaja.- había tomado una servilleta que venía con la comida y limpiaba a Gaara los rastros de jugo de naranja de su cara. El pelirrojo le sonrió.

-Señora!! Disculpe, el cambio estaba equivocado…- dijo una voz que se acercaba.

Los tres voltearon al mismo tiempo con las mejillas llenas de comida. Haciendo una escena graciosa. La señora fue la primera en reaccionar. Era uno de los encargados de la tienda, que venía corriendo agitando un poco de dinero en la mano, el cambio que le faltaba.

-Ah…jeje, soy muy descuidada…- exclamó la señora bastante apenada.-

Pero el silencio se había apoderado del lugar con bastante rapidez. La señora miró al muchacho con curiosidad, pero sus ojos se desorbitaban del horror, miraba en dirección a donde se encontraba su hijo.

-Es Gaara!!!- gritó el muchacho.- Señora, tiene que alejar a su hijo!! Ese niño es muy peligroso, nos puede matar a todos!!!- exclamó el joven tomando a la mamá de Lee de los hombros y zarandeándola como si quisiera que despertara de un sueño muy profundo.- ES UN MONSTRUO!!-

Gaara y Lee, que lo habían escuchado todo se levantaron rápidamente. Lee ni siquiera había dudado cuando ya estaba frente a Gaara intentando defenderlo, como si presintiera que algo malo iba a pasarle. Gaara, por otra parte, sentía que ese dolor volvía a él, pero estando junto a Lee era mucho menos fuerte.

-Pero…- empezó la señora luego de ver a Gaara unos segundos, la actitud de su hijo no le decía nada más que confiara en el niño pelirrojo—Mi hijo ha estado con el todo el día y no ha sucedido nada.-

-Piense lo que quiera señora, pero si fuera usted no dejaría que pasaran juntos un segundo más…yo me largó…- y así como así el chavo se fue corriendo, dejando muchas dudas en la mente de la señora.

No supo como no se había dado cuenta antes, pero ahora que lo veía había mucha gente a su alrededor que la veía con sorpresa que rayaba en el miedo excesivo, todos se mantenían en silencio pero era claro que se contenían para no decir lo que pensaban. Era demasiado el miedo que miraba en las personas que, obedeciendo a un instinto primario de supervivencia y la de su hijo, tomó a Lee de las caderas y lo alejó de Gaara varios pasos.

-Mamá, no…que haces?? Gaara!!!- Lee estiró su bracito lo más que pudo, pero el agarre de su madre era demasiado fuerte, no podía zafarse.-

-Lee!- Gaara comenzó a andar esos pasos que los separaban, mientras más se acercaba más se alejaba la madre de Lee junto con su hijo.- No…no te vallas.-

La arena a su alrededor comenzaba a saltar nerviosa, como si se preparara…Gaara caminó más rápido, logrando que la madre de Lee corriera en dirección contraria, junto a su hijo que estiraba la mano intentando que la figura del pelirrojo no se hiciera cada vez más pequeña..

-GAARAAAAA!!!!-

La arena de Gaara se lanzó en busca de Lee, lo que fuera, haría lo que fuera con tal de tenerlo de regreso, no pretendía lastimar a nadie, solo quería que volviera. Las manos de arena fueron cada vez más rápidas, esquivando a los junnin que se interponían en el camino. El también corría, corría con todas sus fuerzas, pero hubo un momento en que el cansancio ya no lo dejó seguir y volvió un poco confusos sus pies, terminó tropezando con una piedra y quedó ahí, ahora por ese percance Lee se había alejado demasiado.

Levantó su manita y en un último intento del poco poder que en ese entonces poseía Gaara logró llegar hasta donde se encontraba Lee, pero su vista no era clara y en vez de tomar su mano tomó un pedazo de la tela de su chal, la tela se jaloneo con tanta fuerza que terminó dejando el cuerpo de Lee, llevándose con ella al osito.

-LEEEE!!! Nooo….no me dejes solo…-exclamó en un suspiro doloroso, antes de desmoronarse y quedar hecho un ovillo en el suelo, un ovillo que lloraba partido a la mitad del dolor.




En el mundo de la realidad de Gaara no había pasado tal vez ni un minuto, el silencio seguía partiendo el lugar a la mitad. Mientras la noche miraba la escena expectante.

-Lee…-

El aludido volteó alarmado, Gaara no le había hablado durante todo un largo minuto, así que el como estaba aburrido comenzó a ver otras cosas de la habitación del kazekage, por lo tanto la mención de su nombre lo tomó desprevenido.

-Diga, Kazekage-sama.-

Se irguió lo mejor que pudo, mostrando su respeto como miembro del grupo de chunnins invitados a Suna. No era tiempo para mostrar debilidad ante un kage tan importante como lo era Gaara.

Gaara se le acercó, pero su mirada no presagiaba nada bueno, no era de enojo, como podía reconocer fácilmente Lee, sino como si sintiera un dolor muy fuerte. Y antes de que pudiera hacer algo, Gaara se tomó del pecho y apretó la tela lo más que pudo, ese sentimiento, ese dolor nuevamente, justo cuando creía que lo había exterminado por completo, volvía y con más fuerza que antes.

Terminó de rodillas en el suelo…con el rostro crispado de dolor.

-Gaara!!.- Lee no tardó en arrodillarse junto a él para intentar levantarlo, pero Gaara temblaba, como si el dolor le obligara a doblegarse, sudaba y parecía respirar con dificultad…- Aguante, Kazekage-sama…-

-No, tonto!!- Gaara tomó a Lee del cuello de su uniforme y apretó con fuerza.- …por qué no me lo dijiste??.- dijo cuando pudo acercarse a él

Lee lo miró confuso, Gaara sudaba a raudales, temblaba y estaba pálido, su cuerpo parecía hacerse cada vez más pesado, como si en verdad pensara dejarse caer totalmente en el suelo. Algo en su mirada, clavada en él, le hacía sentir desprotegido, como si quisiera sacarle toda la verdad.

Haciendo caso omiso de la pregunta del Kasekage, levantó a Gaara del suelo y lentamente lo acercó a su cama, paso a paso. El cuerpo del pelirrojo le ofrecía algo de resistencia, el era ágil y fuerte, pero si hacía un movimiento que la arena considerara brusco, seguramente terminaría aplastado por toneladas y tonelada de ella en un segundo.

Cuando pudo sentarlo, se colocó frente a él, estiro su cuerpo y lo miró con duda, pidiéndole de forma silenciosa que repitiera la pregunta. No quería verse demasiado impaciente, pero siempre había sido así, la presencia de Gaara, su rostro, su olor, todo de él lo ponía nervioso, era difícil controlarse y mostrarse serio cuando solamente quería abrazarlo.

Gaara bajó el rostro, dolido en su interior de piedra. Lee nunca le había hablado sobre su encuentro en Suna, nunca le tendió la mano como si fuera un amigo, aunque si lo fuera, no estuvo para él, no fue “realmente” su amigo, le había mentido y traicionado.

Traición…Había estado expuesto a esa palabra durante toda su vida, así como a la soledad…pero esta vez, esta vez la traición se le hizo cien veces más terrible e imperdonable. Apretó los nudillos y se atrevió a mirarlo de frente.

-No me hables con tanta confianza…- dijo con ira en cada palabra. Sus ojos verde azules se tornaban azules totalmente, producto del reflejo de la noche, como una sombra oscura que deambulaba dentro de la mente de Gaara.

Lee no se sorprendió por la frase, se quedó en su lugar y mantuvo la misma pose. Era su deber permanecer en total respeto frente a un Kage, no tenía ningún derecho de pedirle explicaciones, ni de llamarlo por su nombre. El era un simple chunnin, mientras que Gaara poseía un puesto alto y digno.

-Disculpe, Kazekage-sama, ha sido un descuido imperdonable…- dijo Lee en un tono neutro mientras se agachaba un poco, tal vez fuera así, el era un chunnin y Gaara su superior, pero tanta seriedad, tanto respeto, tanta frialdad en las palabras y en el trato le estaban partiendo el alma. Esa nunca fue la manera en la que quiso tratar a Gaara, ni en la que quería que Gaara lo tratara. Pero como fuera, ese era su destino y su misión, proteger a Gaara como parte de su escolta personal mientras sus hermanos entablaban relaciones amistosas con otras aldeas.- Ahora me retiro…- se irguió lo suficiente y comenzó a caminar fuera de la habitación.

Si, eso era lo mejor, estar fuera del alcance visual de Gaara, que no descubriera en sus gestos o su mirada las dudas y el dolor que lo asaltaban. No podía permanecer ahí un segundo más, haciendo como que nada nunca había pasado, como si Gaara y el no hubieran tenido un pequeño pasado juntos.

Estaba a solo pasos de la ansiada libertad, de la tranquilidad y frescura del pasillo cuando la puerta se cerró con un golpe seco. Lee se quedó estático.

-Kazekage-sama…yo…- estaba dudoso y balbuceaba más de lo que normalmente haría en una situación de tensión, no!! No quería voltear, no quería enfrentarse otra vez a esa mirada dura y disciplinaria, no quería ser conciente de la persona en la que Gaara se había convertido, cada vez que lo hacía perdía las esperanzas de que su viejo amigo regresa y sonriera nuevamente con el.

Pero no tuvo la necesidad de preguntarse eso, la misma arena lo levantó del suelo y lo atrapó con fuerza, enrollándolo de tal forma que no podía escapar. La arena se adentraba en cada rincón y apretaba con ímpetu, tanto que sentía sus huesos a punto de quebrarse si la presión aumentaba tan solo un poco más. Antes de lo que se imaginaba ahí estaba, “flotando” a menos de un metro de Gaara.

-Me has mentido por última vez…-

Gaara se acerco tanto que pudo sentir su aliento en la mejilla, rozándolo con tortuosa parsimonia. Cerró los ojos y exhalo un ligero gemido, su rostro se volvió rojo. Le costo articular palabra, como si una especie de fuerza sobrenatural obligara a sus labios a permanecer sellados.

-Nunca le he mentido, Kazekage-sama…-

Gaara sintió la ira correr por sus venas, era un mentiroso!! UN MENTIROSO!! Lo más que podía anhelar era morir sin dolor.

Haciendo uso de su fuerza arrancó la banda de la frente de Lee y la lanzó fuera de su vista, un signo que demostraba que tan enojado se encontraba.

Quería verlo muerto, rogándole por que lo destruyera, que cada gota de sangre viniera acompañada de un grito agonizante. Lee era un bastardo infeliz que le había mentido tantos años, le había visto la cara de estúpido, hizo como que nunca se conocieron.

Se hizo su amigo para después abandonarlo y hacerle sufrir con su fría indiferencia. Pero en cierta forma, lo aceptaba, el estúpido había sido él, se atrevió a soñar, a enamorarse, y si, ahora lo veía claro, se había enamorado del niñito que hace varios años le invitó a jugar. ¿Cómo pudo haber sido tan tonto?

Y ahora, si Lee lo había destruido a él cuando lo abandonó, entonces él también destruiría al ninja de la aldea de la hoja.

La arena le arrebató la ropa tan rápido que le fue imposible reaccionar. Era como ver todo en cámara lenta, su ropa que salía volando a su lado, el frío de la noche que le acompañó de inmediato y, al frente de todo, Gaara, con una mirada de odio y crueldad, sexualmente cruel. Relamiéndose los labios como un depredador mira al más inocente y jugoso corderito, tonto, insensato, inconciente de que va a morir.

Lee se sintió desprotegido, se olvido por completo de defenderse y pelear. En su mundo ya nada tenía sentido, las dudas lo asaltaban pero todo se resumía en lo que sucedía en ese momento, en Gaara. En el frío, en la arena.

Podía cerrar los ojos y ver al niñito con el extraño chal que arrastraba un oso, triste y solitario, pero al abrirlos solo veía a un adulto con respiración truncada por el deseo y mirada asesina, deseosa de sangre.

Gaara se quitó su nuevo chal, esto tenía que disfrutarlo segundo a segundo. Lee era simplemente una delicia visual, tan solo su imagen lo volvía loco. Notaba como con cada paso la figura de Lee se crispaba.

Si seguía siendo así de tentador explotaría antes de llegar junto a él, su piel era cremosa, delgado y con los músculos necesarios para hacerlo ágil, notaba su estómago y pecho bajar de forma poco sistemática, como si estuviera a punto de caer en la desesperación. El cabello se pegaba a su frente, ya no lo tenía con peinado de bacinica, si no con las puntas hacia fuera y un poco abajo de sus orejas. Y sus ojos, ohh…Dios, sus ojos, temerosos y doblegados por el miedo…

Le tocó primero el cuello suavemente, sentía como las terminaciones nerviosas se alteraban, incluso el calor que irradiaba la sangre que corría por sus venas.

-Gaara….por favor…- exclamó Lee tomando todas las energía que le estaba robando el llora para suplicarle a Gaara, tal vez, solo tal vez aún tenía esperanzas.-

Si hubiera tenido la capacidad, Gaara seguramente se habría echado a reír……y tal no vez no solo a reír, a carcajearse en la cara de Lee. ¿Le estaba suplicando que lo dejara?? El insensato mentiroso le estaba suplicando?? Y aún peor, le había dicho “Gaara” como si fueran amigos…

Acerco su cara a la de Lee y apretó con fuerza la mandíbula del pelinegro, lo obligó a darle la mitad del rostro. Las lágrimas mojaban los dedos con los que lo estrujaba, pero eso solo el daba más aliento, costaba creer que un líquido tan tibio saliera de una persona, que a la opinión de Gaara, era tan fría.

Con la lengua limpió el camino que dejaban las lágrimas, le importó un pepino si Lee lo disfrutaba o no, le bastaba con escuchar los quejiditos ahogados de su presa.

-Detente, Gaaraaa!!!-

El pelirrojo abrió los ojos, Lee se había soltado de la arena!!! Y estaba cayendo con suavidad, casi en silencio, tan pronto como se dio cuenta, tenía a Lee encima de él, apretando su cuerpo contra la arena, los brazos y las piernas presentaban serias heridas y los huesos se habían zafado, pero era imposible que se librara de otra manera, solo con sus miembros en posiciones anormales le fue posible deshacerse de sus amarras.

-Basta…Gaara.- dijo mucho mas calmado el maestro en taijutsu, gemía y respiraba con dificultad a causa del esfuerzo, demasiado dolor, demasiadas emociones, viejas heridas se abrieron.

Gaara tenía los ojos puestos en el techo, pero a la vez no miraba nada, estaba estupefacto. El recuerdo llegaba nuevamente, gritaba y lloraba intentando que Lee no se fuera, pero también Lee lloraba y estiraba su mano para poder alcanzarlo.

Sentía la sangre del pelinegro cayendo en su ropa, haciendo plastas que se adherían a su piel.

-Tu eras ese niño…- exclamó Gaara, abatido mentalmente y lo suficiente cansado para sincerarse no solo con Lee, sino con el mismo.

-…-

El silencio se prolongo por minutos. Mientras, Gaara había pasado las manos alrededor del lastimado cuerpo de Lee.

Lee apenas y lo podía mirar, el dolor le partía la conciencia, a veces llevándose al lánguido placer de los sueños y en otros momentos dejándolo en la realidad, rodeado de los cálidos brazos de su pelirrojo. La sangre seca se quedó en su rostro junto con las lágrimas perluscas.

-Si…-

-¿Por qué nunca me dijiste nada?? Nunca……no sabes que tanta falta me hizo un amigo…-

Lee nuevamente se quedó en silencio, analizando los gestos de Gaara, lo había tomado aún con más fuerza, no la necesaria para mortificar aún más su ya doloridos huesos. Nunca había esperado volver a estar en esa posición con Gaara, durante la noche, con frío y sueño, pero así era, aunque las circunstancias no eran favorecedoras como en aquel entonces.

-Porque tu me olvidaste…- Lee cerró los ojos, estaba cansado y su alma dolía, ya no quería pensar en las consecuencias de lo que hacía, el momento era ahora y el “ahora” era ahí junto con Gaara, no estaba dispuesto a pasar otra noche en vela preguntándose como habrían sido las cosas si Gaara y él hubieran estado juntos…- preferías matar a recordarme…dime…¿Qué habría pasado si te decía la verdad??-

Y Gaara entonces lo comprendió, lo habría matado, habría matado a Lee y tal vez a toda la aldea por ese simple recuerdo doloroso, porque en ese entonces no conocía lo que era el remordimiento.

-jeje…me gustaría poder abrazarte…- exclamó una vocecilla convaleciente que provino de Lee, le sonreía a Gaara con torpeza, la misma sonrisa que le dedicó cuando eran niños.-

-Lee…-

No lo habría creído posible pero…estaba llorando, Gaara lloraba apretando su rostro contra el pelo de Lee.

-No me gusta verte triste…- exclamó Lee haciendo esfuerzos sobre humanos para mover una de sus manos hasta la mejilla de Gaara, donde pudo limpiar las pequeñas lágrimas con las vendas que seguían asidas a sus brazos.- Prefiero recordar al lindo Gaara que lanzaba jugo por la nariz…-


-….-


De cierta forma, siempre era así, siempre que estaban juntos, uno de los dos, especialmente Lee, terminaba lastimado, pero al final sonreía, con fuerza y dignidad como si el camino no se hubiera oscurecido, sino todo como una segunda oportunidad.

Y esta era su segunda oportunidad….

A lo lejos, sobre un estante alumbrado por la luna, un osito los miraba silencioso, un oso de peluche parchado, mullido y con ojitos tiernos…

Notas finales: Grax por leer ^_^

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