Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

...Then i die loving you... por Aome1565

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes y la historia son de mi completa autoría, pero la última frase del fic pertenece a la canción "Dear Bobbie" de Yellowcard...

Notas del capitulo:

waaaa... mi fanatismo por Yellowcard me llevó a escribir el fic!!! T-T... no voy a adelantar nada más sino ya se sabe cómo termina... T-T

Muchas gracias a quienes estuvieron esperando que publicase el fic ^^U (ya saben quienes son...) y a todos los que están leyendo esta pequeña creación salida de la tonta mente de alguien... n//n

 

 

 

 

 

...Then I die loving you...

 

By: Aome...

 

 

 

Se quedó allí, de pie frente a la puerta blanca con la mano en la perilla. Dudaba si entrar o no. Hacía mucho que no lo veía, ¿habrían pasado si acaso diez años? Ahora lo volvería a ver y en una situación que no hubiese querido ver ni en sus peores pesadillas.

 

Su mejor amigo estaba ahí dentro, realmente enfermo, seguramente conectado a un aparato que marcaba sus latidos, con algún que otro suero ingresando en sus venas. No tenía respirador, le dijeron, pues había pedido que se lo quitasen para su visita. La llegada de Sebastián era la que más esperaba, aunque no hubiese querido que fuera en esas condiciones.

 

Gabriel, recostado en su cama, vio la puerta abrirse, para luego ver, en cámara lenta, cómo era que un joven alto, de cabellos castaños claros y largos y ojos profundamente azules ingresaba a su habitación, en esa en la que había estado durante dos años, postrado en esa cama, luchando contra esa maldita enfermedad que poco a poco lo consumía. Esa expresión de tristeza en los ojos de Sebastián le hizo querer sonreír aún más, tal vez para decirle que estaría bien, tal vez para volverse más transparente y hacerle notar lo que hacía tiempo sentía.

 

-Hola -susurró el más alto, algo tímido, cohibido. Se acercó a paso lento, observando fijamente el deplorable aspecto de su amigo: su cabello rubio se había oscurecido y perdido su brillo, los que fueron dos gemas verdes ahora no eran más que dos abismos sin vida que tristes lo miraban, su piel estaba algo amarillenta y débil, se encontraba realmente delgado y poseía rasgos demacrados.

 

-Te extrañé -fue lo primero que Gabriel soltó, ocultando un poco el sonrojo que empezaba a nacer en sus mejillas. Ese hombre de ojos azules realmente estaba más hermoso que nunca, aunque seguía siendo ese del que se había enamorado.

 

Sebastián dejó de lado su timidez y a zancadas recorrió el poco espacio que lo separaba de la camilla y, sentándose en el borde del colchón, se abrazó con suavidad al cuerpo del más chico, el cual lo rodeó débilmente con ambos brazos. No recordaba cuándo había sido la última vez que lo habían abrazado así, razón por la cual presionó un poco más, cómo si esa fuera su última esperanza de vida, como si quisiera fundirse en uno solo con él.

 

El rubio estaba renuente a soltarse, pero muy a su pesar lo hizo. Se distanció un poco. Al verse reflejado en los ojos que lo observaban de muy cerca notó sus mejillas arder.

 

En ese momento la realidad le cayó como balde de agua fría. Iba a morirse con suerte esa tarde. Si, no había trabas ni tapujos para ello, moriría y no podía hacer más de lo que ya había hecho. Agachó la mirada un momento, pensando en qué debía hacer, no desperdiciaría un momento así, y aprovechando que aún tenía tan cerca al otro, levantó el rostro y le plantó un casto beso en los labios, cerrando los ojos. Jamás creyó que a sus 20 años aún seguiría aguardando con paciencia la magia de un primer beso.

 

A su beso no hubo respuesta. Cayó en cuenta de que tal vez aquello a su amigo no le vino muy bien, pero si no lo hacía ahora, luego ni el viento podría acercarle ese susurro que morirá y será enterrado con él.

 

-Sé que piensas que soy un idiota y tal vez hasta asco te dio que hiciera lo que hice, pero entiende, con suerte me verás hasta esta tarde y no podía seguir aguantándome las ganas de decirte cuanto es que te amo -susurró Gabriel, abrazándose con suavidad al cuello del mayor, soltándose a llorar. El castaño, aún en shock, soltó una lágrima, luego otra, y algunas más, y se aferró con dulzura al frágil cuerpo de su amigo, acariciándole el cabello.

 

-Soy un cobarde... esperé hasta este día para que tú me lo dijeras porque no era capaz de hacerlo yo... no sabes cuanto lo siento... no te alejes de mi, Gabriel... quédate conmigo... por favor... -decía Sebastián entre sollozos, deseando que jamás su amor se vaya a donde él no llegaría.

 

-Ya no más... no más, Sebastián... me iré... me iré y no regresaré... pero ten algo en claro... jamás dejaré de amarte... siquiera cuando muera... te juro que por más de que el mismo mundo de los vivos nos separe, seguiré amándote tanto como hace quince años...

 

El de los ojos azules se separó un poco, tomó entre sus manos el rostro del menor, y lo acercó a su propio rostro, lo acercó hasta casi robarle el aliento, lo acercó hasta besarle de una manera tan tierna como jamás pensó poder hacerlo. Gabriel se sorprendió un poco al principio, pero luego afirmó sus brazos, rodeando su cuello. Ambos se sumergieron en una sensación tan exquisita como jamás habían sentido.

 

El beso se volvió gradualmente cada vez más fogoso hasta consumirles todo el aliento, dejándolos levemente agitados. Se observaron a los ojos, con las mejillas sonrojadas. Volvieron a unir sus labios una y otra vez, hasta que el de los ojos verdes sonrió y se abrazó con euforia al cuerpo del mayor.

 

-Te amo -le dijo Sebastián dulcemente mientras le acariciaba el cabello que todavía era suave como seda-. No te vayas...

 

Gabriel se soltó un poco del abrazo para limpiar las lágrimas que rodaban desde los ojos azules del otro.

 

-Todavía es temprano -le susurró con parcimonia y se corrió un poco hacia delante, golpeando suavemente la parte descubierta del colchón, dándole a entender al mayor que se sentase ahí. Y así lo hizo, dejando ambas piernas a los lados de la cama, permitiéndole al otro apoyarse de espaldas en su pecho mientras lo rodeaba por la cintura con ambos brazos.

 

-Entonces... -titubeó si decírselo o no, la idea de perderlo en cualquier momento lo aterraba. Decidió continuar-: ¿aceptarías se mi novio este último día?

 

Al rubio se le hizo un nudo en la garganta. Aquello era más de lo que hubiese soñado, aunque tampoco era como para soñar que tu amor desde la infancia te propondría algo así en tu último día de vida.

 

-Jamás te hubiese dicho que no, Sebastián... te amo... y te seguiré amando... -respondió con una sonrisa, luego se volteó un poco y volvió a besar los labios de su ahora novio, sintiéndose el ser más dichoso del mundo, aunque esas fuesen sus últimas horas y estuviese postrado en una cama y no en una plaza en plena primavera.

 

Dirigió sus verdes ojos que ahora volvían a brillar hacia la ventana abierta, por la cual se veía un hermoso pastizal verde, con varios pinos azulados y uno que otro árbol poblado de flores en color rosa. Algunos niños correteaban por allí, siendo levemente azotados por la brisa con aroma a primavera que se colaba entre los edificios, ajenos a lo que ocurría dentro de aquella habitación de hospital.

 

-Siempre quise morir en un atardecer de primavera, para perderme con el sol detrás del horizonte mientras vuelo por entre nubes rosadas, junto a miles de pájaros -dijo Gabriel con pacifismo, hablando luego de un palpable silencio.

 

-¿Aún sigues tan fanático como antes de Yellowcard? -preguntó con una leve sonrisa el mayor, apoyando el mentón en el hombro izquierdo del de los ojos verdes.

 

-Sigo adorado Yellowcard como en épocas de adolescente -le respondió, bajando la cabeza en señal de derrota. Sebastián siempre cambiaba de tema cuando estaba incómodo-. Y estos últimos tiempos me dediqué a escuchar, repetidas veces "Dear Bobbie"... dice algo que no dejaré de repetirte...: "está todo bien, estaré bien... porque cuando muera, moriré amándote"...

 

-Por favor... olvida eso un momento, ¿si?.. Estoy aquí, contigo, y quiero que esta tarde sólo pensemos en una sola cosa, Gabriel...: te amo, y tú me amas... -pidió en un sobrecogido susurro el castaño, abrazando al menor con más fuerza, cerrando los ojos, perdiéndose en el aroma de su cabello, tratando de alejar de su cabeza el sonido de ese aparatito que marcaba los latidos del otro, aunque deseando que ese molesto sonido rítmico jamás se detuviese.

 

Estuvieron en silencio un buen rato. El rubio acariciaba los brazos que lo rodeaban mientras el otro se dejaba llevar por la tranquilidad que se había formado en el ambiente. Ambos veían cómo, lentamente, el sol iba cediendo ante la noche que pugnaba por hacer su aparición.

 

-Te amo... -susurró Gabriel con parcimonia y volteándose a besar al de los ojos azules, indicándole y casi firmando su muerte que no estaba ya muy lejos.

 

-Yo también... -respondió Sebastián, volviéndole a besar con el corazón encogido, sabiendo que esa era su despedida-. No te vayas -rogó, empezando a llorar.

 

Y diez segundos antes de sus hermosos ojos verdes se cerraran como si fuesen a dormir, antes de que su cuerpo se relajara lentamente, antes de que su rostro expresara la tranquilidad que al mundo le faltaba antes de que un sonido agudo y constante inunde la habitación producto de ese aparatito a un lado de la cama, mucho antes de que entraran médicos y enfermeras a la habitación, e incluso antes de que Sebastián se largara a llorar con desconsuelo, de entre los labios de Gabriel salió una frase cantada... como un último aliento:

 

-I'ts alright, I'll be fine, ‘cause when I die, then I die loving you...

 

 

 

Notas finales:

Este fue mi primer fic con final tristeeee... buaaaaa T.T no se siente muy bien el escribir algo así... u//u yo tengo ganas de llorar...

Muchas gracias por leer!!... ^^ me dejan un review?... ^^

Aome...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).