Siento frío en las mejillas.
Son sus dedos helados descendiendo por mi rostro.
¿Aún son suyos?
¿Aún me espera el rostro de Eriol haciéndome recordar esa noche imposible?
Al besarnos yo ya no era yo sino un esclavo atado por sus labios.
"No deseo estar solo nunca más..."
Otra vez aquella frase salía de lo más profundo de mi ser.
Fui separado por él casi con rudeza.
Me sentí absolutamente impotente para impedírselo.
- Debes evitar que atraigan a Agnus a este lado del mundo... yo me ocuparé de Meleagant... a menos que...
Retomó su mutismo.
No pensaba confiarme nada más.
Meleagant se mantuvo alerta toda la madrugada mientras esperábamos que se disipe el aire enrarecido.
- ¡Debemos empezar a movernos! - gritó Eriol - ¡Se está concentrando la tormenta... puede formar un apsu!
El apsu era un orificio negro intemporal, peligroso en este terrible y desolado yermo.
- ¡Internarnos en esta niebla no tiene sentido...!- dijo Meleagant.
- ¡Seremos absorbidos sin no nos movemos...!...¡deja que Fiance nos guíe.. funcionará mejor que mi propio can!
- ¡Afirmativo... debes decir la fórmula...!
- ¡Yo, Eriol, soldado de primer orden tomo responsabilidad de lo que ocurra...! ¡Lo juro por Exodus!
Fiance se situó en su nueva posición.
Al ser nuestro guía estaba obligado a ir adelante. En cambio la distancia que me separaba de la barrera era inferior a la suya. Podría llegar más rápido y encontrarme con Agnus. Aún así mi ventaja era muy leve debido a la habilidad de mi adversario.
Una masa oscura y negra ensombreció nuestra vista.
En un principio creí que se trataba del Apsu que nos había cogido en su interior pero la esencia emanaba del propio Eriol.
"Mergen od Lumix"
Oscuridad.
Meleagant empezó a llamarnos.
El Apsu se interpuso entre nosotros.
- ¡Es el momento, vé, salva a Agnus!
La cadena se abrió y pude correr libremente hacia la barrera.
Sol.
Aire.
Viento.
Y el señor de todas las cosas echado de espaldas mirando las nubes.
Agnus con sus manos trazaba los contornos de las nubes.
- Pequeño...- musité ante él.
Se volvió hacia mí muy tranquilo.
- Pequeño...-volví a decir con esa odiosa voz que no era la mía.
Recibí un cruel desgarro en la espalda.
Fiance me había encontrado.
A pesar de su fragilidad aparente me tumbó al piso.
En sus ojos no había odio ni crueldad.
Sólo la exactitud innata de los perros.
Tomó a Agnus sobre su hombro y se lo llevó.
Sentí que me arrancaba algo precioso, todo lo que tenía de humanidad se iba diluyendo con él.
No lo pensé dos veces y fui en pos del raptor.
Cuando traspasó la barrera junto a Agnus el mareo asfixiante casi me deja sin aliento.
Al otro lado Eriol fue quien sacando su espada le cortó uno de los brazos a Fiance.
Por fin estaban frente a frente.
El antiguo amo.
El antiguo sirviente.
El rostro digno de Eriol lo dijo todo.
Le amaba. Le amaba como yo. Quizás más que yo. Con un amor incomparable y perfecto.
Dobló una rodilla ante él como rindiéndole homenaje a su belleza.
Agnus se limito a estarse quieto y dejarse amar.
Meleagant iba con su lanza apuntando en dirección a ambos.
- ¡Traidor! - gritaba
Eriol se levantó murmurando palabras inteligibles.
Sacó su espada.
Y la enterró completamente en el cuerpo de Agnus.
No esperaba semejante resultado.
En ese momento el Apsu cayó sobre nosotros.