Exodus tomó su lugar junto al hermoso yaciente acariciándole los cabellos con delicadeza.
- No hay nada que anhele con mayor placer que estar junto a ti.
Deseaba apartarle... con toda mi alma.
- Agnus... - dijo Eriol entre sueños.
- Agnus ya no existe - decía Exodus a su oído - ... ha muerto por que le dije que para recuperar su conciencia y ser amado nuevamente por ti... debía beber la sangre de un humano y renacer...en medio de su sin razón era su más grande sueño volver a ti... y no pudo hacerlo... no podía arrancar de sí la visión de la única noche que estuvimos juntos... hace cincuenta años, cuando, impotente sólo pudo observarnos desde un solitario rincón de la sala...
Velvet fue quien se movió cuando ya estaba al límite de mi resistencia.
- ¡Qué haces aquí!
- Ejerciendo mi libre albedrío, amo..., no tengo límites... recuerda que nuestro lazo es así, incierto... pero nunca pensé que podría enterarme de tus pequeños secretos.
- Estas perdiendo ya la razón, Velvet... ten cuidado con mirar demasiado alto...
- ¡Apsu! ¡Seis torbellinos se dirigen hacia nosotros! - gritaban.
Exodus se enfundó en la capucha gris y salio sigilosamente de la tienda.
Las corrientes se habían juntado eran tan terribles que empezaron a destruir todo a su paso.
No lo pensé dos veces y tomé a Eriol sobre mis hombros sacándolo del lugar.
Los guerreros disponibles y sus perros siguieron al supremo capitán hacia la entrada.
Exodus y Velvet se dirigieron al centro de uno de los Apsus y lo destruyeron. Era un poder que nadie más que ellos poseía. En todo momento Velve protegía el cuerpo de su amo. Aquella entrega sólo podía ser parte del amor que le profesaba.
Una de las trombas se dirigió hacia nosotros, intenté esquivarla, pero mi preciosa carga era demasiado para mí y fuimos golpeados fuertemente.
Al levantarme pude ver a Fiance.
Estaba ciego y se arrastraba buscando a Meleagant.
"Hasta donde puede llegar la fidelidad de un perro..."
Quería ir en su ayuda, pero la corriente volvió a alejarnos.
El pobre Fiance encontró el cuerpo muerto de su amo y lo palpó reconociéndolo, le estaban preparando para las honras fúnebres cuando la tormenta apareció de pronto, por eso le habían dejado en medio de la nada.
- ¡Meleagant! - empezó a gritar.
Lo tomó ntre sus brazos apretándolo.
- ¡Meleagant!
Ahora, fuera por fin de su control, me parecía que había recuperado su razon de etré...
Estaba llorando...
- ¡Meleagant!
Los gritos de Fiance desgarraban mis oídos.
- Tan vacío... - dijo - ...tan solo...
De su pecho salió una oscuridad letal que empezó a tragárselo todo junto al cuerpo de su amo.
Estaba contemplando el nacimiento de un Apsu.
Aquellos torbellinos terribles se formaban en el corazón de los perros moribundos...